COMPAÑERAS
|
Violencia de género en comunidades originarias
Sin justicia
Son niñas y mujeres jóvenes, pobres e indígenas. Sufren abusos sexuales,
discriminación y maltrato cotidiano. Jueces y policías les niegan el acceso a la
justicia. El Instituto de Género, Derecho y Desarrollo y la comunidad Qom de
Rosario organizaron el 22 y 23 de octubre un Encuentro Interprovincial para
visibilizar los casos de violencia de género en comunidades originarias del país
y las injusticias sistematizadas por los diferentes poderes del Estado.
Enredando
Mujeres dirigentas y referentes de pueblos originarios estuvieron presentes
los días 22 y 23 de octubre en Rosario, en el marco del Primer Encuentro
Interprovincial de Mujeres de Pueblos Originarios por el acceso a la
justicia en los casos de violencia de género, organizado por el
INSGENAR y la organización
comunitaria Qomlasherolga, cuya referente es Ofelia Morales. "La idea de generar
este encuentro surge a partir de trabajar, detectar y denunciar casos de
violación a los derechos de la mujeres indígenas y la negación del acceso a la
justicia que les hacían cuando ellas iban a reclamar al poder judicial, el
maltrato que recibían por parte de la policía y todo el equipo del aparato de
justicia. Nos pareció que era necesario crear un espacio para hacer visible
estas humillaciones permanentes, tratar de trabajar para que se termine la
impunidad y han acudido mujeres de ocho pueblos originarios, pertenecientes a
seis provincias. Todas vienen a denunciar y demostrar las dificultades que
tienen para acceder a la justicia", apunta Susana Chiaroti, integrante de
Insgenar en diálogo con enREDando.
El objetivo es, también, generar una red de mujeres defensoras que dispongan de
herramientas jurídicas para defender los derechos de las mujeres de su comunidad
en todos los casos de violencia de género. Por ello, este espacio constituye el
puntapié inicial de una futura capacitación que el Insgenar y la comunidad Qom
de Rosario planifican realizar.
Además de participar mujeres referentes de pueblos originarios, fueron invitados
integrantes de organismos del Estado, quienes reflexionaron sobre el rol y la
intervención de las diferentes instituciones estatales en tres casos de
violencia de género, denunciados públicamente. "Esto pone en evidencia los
problemas que todavía subsisten en nuestro país sobre el acceso a la justicia.
Además, estos espacios sirven para que las mujeres se junten entre ellas, se
articulen también con organismos del Estado y organizaciones sociales para poder
modificar estas situaciones. No solo debemos quedarnos en el diagnóstico y en
los testimonios de las situaciones aberrantes que sufren las mujeres pobres e
indígenas, sino también ver cuáles son las soluciones tanto normativas, como
institucionales y políticas" expresa la Dra. Ana González, directora nacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales e Incidencia colectiva de la
Secretaria de Derechos Humanos de la Nación.
"Creo que en nuestro país hay instituciones autoritarias, racistas y sexistas
heredaras de gobiernos militares, autoritarios y patriarcales y que nosotros
tenemos que ir transformando. Tres mujeres muy fuertes de tres pueblos distintos
(mocoví, ava-guaraní y qom) contaron distintas experiencias de haber ido a
reclamar justicia y que se les haya negado. Se presentaron en este encuentro en
un Tribunal y luego, distintos funcionarios del Estado pertenecientes al Inadi,
la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y la Defensoría del Pueblo
respondieron con recursos que deben ponerse a disposición de ellas para avanzar
y que no vuelvan a repetirse estos casos", explica Chiarotti.
El encuentro funcionó con la modalidad de talleres durante dos días y se
capacitó sobre aspectos jurídicos y legales. Se trabajó con el Convenio 169 de
la OIT, la Convención de la CEDAW y
Bélem Do Para, con el objetivo de
"señalar adonde tienen que denunciar cuando sus derechos son violados. Son
instrumentos que ponemos a su disposición para que se los apropien".
Los casos
Tres testimonios de mujeres indígenas y luchadoras dieron cuenta de la violación
sistemática a los derechos humanos y a la vida digna que padecen las comunidades
originarias en Argentina. Tan solo tres casos fueron necesarios para demostrar
de qué manera se le niega el acceso a la justicia a quienes además de ser pobres
e indígenas, son mujeres. Ellas denunciaron el maltrato, el abuso sexual, la
injusticia y la discriminación sufrida ante diferentes organismos del Estado,
algunos de los cuales hicieron acuse de recibo y peticionaron a su favor. Otras
instituciones - como la policía y equipos jurídicos dependientes del poder
judicial- por el contrario, violaron y profundizaron las aberrantes injusticias
padecidas, con fallos absolutorios y discriminatorios.
Los casos de violencia de género en mujeres originarias y las respuestas
injustas que les brinda el poder ejecutivo y judicial son cotidianas,
profundamente racistas y con un marcado sesgo patriarcal, sobretodo en las
comunidades que pertenecen a las provincias del norte del país. Estos tres
casos, públicamente denunciados, son ejemplo de ello.
Caso 1. Primer testimonio
En el año 2003 una niña toba de apenas 15 años fue abusada sexualmente en la
localidad del Espinillo, provincia del Chaco, por tres jóvenes criollos. A pesar
de los exámenes médicos que constataron la violación, los daños sufridos y las
lastimaduras de la niña, los tres hombres blancos fueron absueltos por el poder
judicial. "¿Pueden acceder a la justicia las niñas indígenas que sufren abuso
sexual?" comienza preguntando Ofelia Morales para después, dar testimonio de lo
ocurrido.
"Estos hechos son frecuentes en la zona pero habitualmente se arreglan regalando
una vaca a la comunidad y tendiendo un manto de silencio sobre el hecho. Esta
vez la víctima, su madre y otros jóvenes de la comunidad se mantuvieron firmes,
dijeron sentirse colectivamente humillados, algunos de ellos hicieron 80 km en
bicicleta para pedir ayuda a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. La
niña fue representada por un defensor de oficio mientras los acusados
contrataron abogados especializados. El 31 de agosto del 2004, el juez Ricardo
Gutierrez, actuante en la Cámara 2da en lo Tribunal de Roque Saenz Peña dicta
sentencia. Los acusados quedaron absueltos de culpa y cargo. La justicia dejó de
lado: la declaración de la víctima a la que señala como "tímida y apocada"; el
informe médico que determina lesiones, constatando también que la víctima llegó
con manchas de sangre y conmocionada; el informe del médico forense efectuado 72
horas después y que corrobora el certificado médico anterior; el testimonio de
tres personas que observaron los hechos. Estos testimonios fueron desechados por
motivo de discriminación racial. Para descalificar la demoledora prueba en
contra, el juez utiliza argumentos basados en prejuicios sexistas, además
cruzados por la desvalorización por la pertenencia étnica racial de la víctima.
La fiscalía confunde el delito de violación con la violencia sexual que puede
estar presente en un acto consentido, por lo cual la violencia es un dato que
resulta indiferente.
El caso llega a conocimiento de Insgenar y CLADEM quienes toman contacto con la
familia y presentan una comunicación al Comité de Derechos Humanos de la
Naciones Unidas, quienes aceptan el caso y actualmente está en tratativas."
Caso 2. Segundo Testimonio
Dora Salteño es la presidenta de la comunidad mocoví de Colonia Dolores y es
quien, frente al tribunal de funcionarios del Estado, presentó el caso de una
niña de la comunidad que luego de ser violada, fue arrebatada de su núcleo
familiar por orden del poder judicial. Posteriormente, fue institucionalizada en
diferentes hogares de menores de la Pcia. Santa Fe y Buenos Aires.
"En el 2006 tuvimos un caso de violación de una niña de 9 años, que fue el
primero en la comunidad. La mamá fue quien la llevó al centro de salud, muy
asustada. La enfermera que estaba de guardia la llevó a un hospital donde estuvo
internada durante tres días sin que la familia cercana pudiera visitarla, ya que
la policía le negaba el permiso. La nena fue dada de alta y a los 2 días el
juzgado la traslada al Hogar Casa de la Niña en Santa Fe. Desde la comunidad
siempre se tuvo contacto con el hogar para ver como estaba la niña. El 9 de
noviembre me expreso por medio de una nota al juez como guardadora de la menor
hasta que se resuelva el caso. El 12 de noviembre se eleva una nota a la
Coordinadora de la Subsecretaría de Niñez, Adolescencia y Familia firmada por
las distintas instituciones de la localidad y la comuna, donde en la misma le
solicito la intervención de ella para otorgar la guardia provisoria de la menor
a mi, hasta tanto se resuelva la situación legal de la nena. El 17 de noviembre
el juzgado otorga la guardia provisoria por 25 días, plazo en el cual se deberá
definir el grupo familiar a largo plazo. Por disposición de la jueza
interviniente la niña no puede regresar a su familia biológica ni a la
comunidad. Durante los meses de diciembre y enero empieza un proceso de
acercamiento entre la niña y una familia de Rosario.
El 22 de enero recibo una cédula del juzgado donde se hace mención que la nena
debe ser trasladada al mismo para hacer contacto con las señoras que la iban a
adoptar y el 2 de febrero me presento con la niña donde esa misma mañana es
llevada a Buenos Aires por una familia. Como la niña no se adapta, es devuelta
quedando a disposición del juzgado de menores de Santa Fe. Hasta el 8 de febrero
se desconocía el paradero de la niña, quien además tenía una hermanita de 4 años
a quien también la jueza ordenó retirarla de su grupo familiar, ya que, según
ella, la comunidad no ofrecía garantías para que la niña este allí. El 22 de
febrero se solicita el paradero a la jueza sin obtener respuestas favorables. Se
solicita la intervención de la Secretaría de Derechos Humanos y la Defensoría
del Pueblo. Se sabe oficialmente que la niña se encontraba en un hogar en la
localidad de San Genaro. El 13 de marzo la jueza resolvió finalmente otorgar la
custodia definitiva a su grupo familiar."
Entrevistada por enREDando, Dora Salteño afirma que la "jueza avasalló todos los
derechos de la niña. La quitaron de la comunidad diciendo que no ofrecía
garantías para el cuidado de la niña. Fue llevada a la Casa de la Niña, luego a
un Hogar en Buenos Aires totalmente distinto a nuestra cultura, donde estuvo 3
días, fue devuelta nuevamente al juzgado, no nos decían el paradero de ella y
estaba en un hogar en San Genaro. Estuvimos cinco meses con este caso, hasta que
finalmente logramos que la jueza lo revea y finalmente la niña sea devuelta a su
comunidad. Además, ella tenía una hermanita a quien también se le ordena que se
la separe de su familia".
Los cinco meses de lucha por la restitución a su familia estuvieron plagados de
dolor ante la prepotencia de la justicia de menores. "Tuvimos muchos días de
lucha y sufrimiento de la comunidad, allá somos muy unidos. La justicia debe ver
que somos distintos por nuestra cultura. Creo que estos encuentros son
importante porque aprendemos de otros testimonios", finaliza.
Caso 3. Tercer Testimonio.
Leonarda Chavarreta es cacique de la comunidad Ava Guaraní de Pocitos, provincia
de Salta. Su reclamo ante la justicia fue por cinco hectáreas de tierra que le
pertenecía por generaciones, pero de los jueces solo obtuvo maltrato y violación
a las leyes que defienden los derechos indígenas.
"El Sr. juez me dijo que los indios eran indios y nunca van a levantar la
cabeza. Discutimos y plantee el tema de las leyes indígenas. Inmediatamente fue
a la radio y a los canales. No hay respeto a los derechos indígenas. Nosotros
estamos organizados pero no somos respetados. He llegado a tener un caso muy
grande con una condena de 1 años y seis meses, he recurrido a los derechos
humanos a nivel nacional y provincial y al inadi y no he tenido respuestas. Me
ha agarrado una depresión por la condena. Cai en cama y me tuvieron que operar.
Decían que tenía un cálculo en la vesícula pero no era así. Esto era la lucha
que reclamamos. Todos los caciques tenemos causas. Todos estamos procesados.
Ningún cacique es libre en este momento. Llega una intimación y tenemos que
salir a declarar. Tenemos un derrame de sangre en una comunidad wichí a 6 km
adentro de Tartagal, murieron varios hermanos."
En diálogo con enREDando, Leonarda expresa: "Gracias a dios ha sido expropiado
mi terreno, pero ahora estoy esperando que salga un solo título propietario.
Todos necesitamos la tierra, también mis hermanos criollos. Soy la única en la
provincia de Salta que he logrado esta expropiación de tierra. Ahora estoy
esperando que me llame el juez. En mi comunidad soy docente bilingüe y peleo por
los niños indefensos. Esa es la lucha mía. Además tenemos una persecución total,
la mayoría de los caciques tenemos juicios, dos por tres nos llaman a declarar.
Es una lucha indígena por la tenencia de las tierras. El Estado no respeta el
derecho cultural de los pueblos indígenas, sin embargo nosotros respetamos las
causas judiciales, siempre vamos a declarar, pero el Estado no cumple con la
legislación nacional. Es nuestro derecho a la vida, estamos vivos, estamos
peleando, nos estamos jugando la vida, porque estamos peligrando que nos maten.
Somos las raíces y nos quieren destroncar, pero nosotros buscamos una
integración social. Nuestro rostro nos dice que somos indígenas", puntualiza con
firmeza Leonarda Chavarreta.
Los tres testimonios reflejaron la dureza que en cifras muestra la dimensión de
una problemática. Esta vez no hicieron falta los números, sino las palabras de
historias de vida que sufren con el cuerpo la marca de la discriminación,
tristemente naturalizada en la sociedad y en los estamentos del Estado. Un
reclamo justo por la tierra y la criminalización de esa protesta; la apropiación
de la vida de una niña mocoví por parte de la Justicia de menores y el fallo
discriminatorio de un juez que no dudó en dejar en libertad a tres hombres que
violaron a una nena qom, son las voces latentes que se multplican en otras,
anónimas y silenciosas que en distintos partes del país, piden y seguiran
pidiendo por justicia.
La respuesta, desde el Estado
En esta entrevista, la Dra. Ana González de la Sec. de DD.HH de la Nación
analiza la intervención del Estado en los tres casos denunciados públicamente.
Compartimos el audio.