Compañeras
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El precio del trabajo
María Galindo, de mujeres creando, la agrupación anarco feminista
boliviana.
Verónica Gago
Las/12
Imagen: Gustavo Mujica
El documental Las exiliadas del neoliberalismo (2004) es un trabajo
pionero por la forma en que conceptualiza –en palabras e imágenes– la migración
boliviana como exilio social. Realizado por la feminista María Galindo,
integrante del colectivo Mujeres Creando de Bolivia, el video recoge el
testimonio de decenas de mujeres que migraron a trabajar a España, la mayoría
como personal doméstico, y que en sus historias de vida hacen visible una cadena
más larga: del engaño y la usura del microcrédito ofrecido por los bancos de ese
país a la desesperación de la deuda y la fuga desesperada e ilusionada de la
migración como única salida para conseguir dinero. De visita en Buenos Aires
para presentar el libro La Virgen de los Deseos (Tinta Limón) y escuchar los
testimonios de las migrantes bolivianas en Argentina, la mayoría empleadas en
los talleres-maquilas, María conversó con Las/12, polemizando también con la
forma en que el gobierno de Evo Morales maneja el tema.
¿Cómo fuiste construyendo la imagen del exilio para pensar las formas de
expulsión del neoliberalismo?
No fue preestablecido. El primer dato que teníamos era el
sobreendeudamiento de las mujeres y el tema de la usura bancaria. Sabíamos que
eso empezaba con venderte ilusiones como la microempresa, que fue una de las
formas que usó el neoliberalismo para disfrazar el desempleo y otras formas de
sobreexplotación. Nuestra pregunta fue entonces, ¿dónde acaba esa deuda? Ahí
encontramos a la deudora huyendo y la deuda convertida en mecanismo de
migración. Con las entrevistas en Madrid y Barcelona vimos además que no se
trataba de "el deudor", ni "el prestatario", sino de "la endeudada", es decir,
la mujer que asume una deuda con una responsabilidad familiar. Estas mujeres
envían sus remesas para la sobrevivencia de su familia y casi no se quedan con
nada de dinero para ellas. Hay ahí además una doble bancarización: ellas pagan
su deuda desde el lugar donde migran y desde allí envían sus remesas por lo que
les cobran intereses dos veces. No hay ningún negocio más rentable para la banca
que prestar a migrantes. Además, ellas están atravesadas por la condición de
mujeres-madres, lo que hace a la migración mucho más dura, porque no pueden a
migrar con sus hijos a las sociedades del norte. Deben solicitar a sus propias
madres que se hagan cargo de los niños o esa función la asume la hija mayor. Eso
implica irse con todo un sentimiento de culpa por dejar a los hijos, por dividir
la familia. Entonces, al propio desgarramiento por migrar se suma el hecho que
luego son condenadas, a veces por sus propios hijos, precisamente por irse. Así
llegamos a la idea de exilio: a partir de una condición de expulsión de la
sociedad que no puede absorber a estas mujeres.
¿Cómo repercutió en Bolivia la visibilización del trabajo esclavo
boliviano en Argentina?
En Bolivia, de cada tres personas de sectores empobrecidos, hay una que
está vinculada con alguien que debió irse del país. La migración como mecanismo
de sobrevivencia es algo que está muy presente y se ha convertido en parte del
sueño: en ningún círculo de clase media para abajo encuentras a alguien que no
desee salir del país para encontrar una salida. Se sabía, entonces, lo que
pasaba en Argentina. Pero se relativiza demasiado: "Estar afuera es de todas
maneras mejor que estar adentro". Y esto es muy fuerte. En términos de impacto,
se le dio mucho énfasis al tema de la discriminación racial que sufren los
bolivianos en Argentina o en los países del norte y es eso lo que más
sensibiliza. En cambio, la sobreexplotación es asumida como algo que ya sabemos
todos que es así, como algo que hay que pagar como derecho de piso. En las
entrevistas que hice en España, para esas mujeres el hecho de tener tres
trabajos para apenas cubrir transporte y una muy mala alimentación, no les
parecía ni extraordinario ni grave ni dramático, sino algo que debes asumir así
porque si no, tampoco entras en concurso. Lo de los talleres en Argentina no ha
sido una novedad, sino que fue tomado como parte de la cuota que como bolivianos
estamos dispuestos a pagar en cualquier sitio.
Y por parte del gobierno del MAS, ¿hay alguna política innovadora para asumir
este tema?
Yo diría que no. Creo que no hay una política de Estado, porque Evo no tiene
ninguna política para la economía informal boliviana, que es el núcleo de donde
la gente sale: es allí donde se endeuda y donde se convierte en migrante. En
España, de la masa migrante, la gente boliviana es valorada porque está
dispuesta a abaratar al máximo su mano de obra, porque exige lo menos y porque
es gente tímida que se autoinvisibiliza mucho. Entonces, Evo maneja mucho eso
desde el punto de vista de "cómo nos valoran, cómo nos necesitan": en lugar de
cuestionar que nuestra gente es valorada por ser la más barata, más sumisa y
menos exigente del continente. Esto Evo lo está leyendo de una manera populista
y simplista.
Fuente: lafogata.org