Compañeras
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8 de marzo: Día Internacional de la Mujer
La larga marcha
La larga marcha empieza en el relato bíblico. El hombre y la mujer fueron
expulsados del Paraíso, condenando al hombre a ganar el pan con el sudor de su
frente, y a la mujer a parir con dolor. La sentencia divina parece tamizada por
las miserias humanas, como si Dios hubiera sido concebido a imagen de las
limitaciones terrenas. En el destierro, la mujer fue reducida a un papel
subordinado al hombre y privada de todos sus derechos.
Durante siglos, la desigualdad social se la considero una desigualdad natural.
Desposeída del manejo de los bienes, equiparada a una incapaz, imposibilitada de
acceder a la educación, carente de derechos civiles, castrada sexualmente, hasta
llego a ser objeto de una polémica religiosa sobre si poseía alma.
Desde el fondo de los tiempos, y partiendo de condiciones tan desfavorables,
hubo mujeres que se irguieron sobre sus limitaciones y la de su época, y
emprendieron una batalla homérica que ha concluido con la incorporación de la
mayoría de las banderas feministas a la lógica social. Elevándose, fueron
incorporando a millones de mujeres a la mesa de la igualdad. Desde Juana de Arco
a Juana Azurduy, desde Manuela Sanz, la guerrera amante de Simón Bolívar, a
Mariquita Sánchez, desde las sufragistas de principio de siglo XX a Simone de
Beauvoir, desde Alicia Moreau a Eva Perón, desde Golda Meir a Elisa Carrio,
desde Madame Curie a Rosa Luxemburgo , desde Ada Morales a Mónica Carranza,
desde Margarita Barrientos a Hebe de Bonafini, desde Julieta Lanteri a Nora
Cortiñas , desde Estela Carlotto a Lucy de Cornellis, desde las madres del dolor
o las recientes de la tragedia de Cromañón, a las madres de las víctimas del
gatillo fácil, desde Camila a Indira Ghandi, desde Margarita Yourcenar a
Alfonsina Storni, desde Sor
Juana Inés de la Cruz a Marta Pelloni, desde Laura Ginsberg y Diana Malamud a
Eva Giberti, desde Clara Zetkin a Flora Tristán, desde Azucena Villaflor a
Rigoberta Menchu, Premio Nobel de la Paz, desde la Delfina a Margarita Weild,
desde Silvia Bleichmar a Cristina Fernández, desde la madres de Plaza de Mayo a
las Abuelas de la Plaza histórica.
Algunos referentes, entre miles, que hicieron posible el derecho al voto, el
acceso a la producción, el aporte a la literatura y a la ciencia, a la política
y a revolución.
Las que enfrentaron al poder omnipotente, las que perforaron regímenes feudales,
las que impidieron que le remataran sus campos, las que criaron a sus hijos,
sostuvieron a su hogar y se sumaron y encabezaron movimientos sociales. Las que
aportan sus ideas y su entusiasmo en los piquetes, en las fábricas
autogestionadas, en las Asambleas Barriales. Las que contribuyeron desde el
anonimato, las que derrotaron a las derrotas, las que superaron el cansancio de
la doble jornada, de las noches en velas, de los hijos enfermos, de los hijos
desaparecidos.
Inclaudicables militantes de la vida, dan vida y luchan por un mundo diferente.
Como aquellas 129 obreras de una fabrica textil, que fueron quemadas en un
incendio intencional , por el inconcebible hecho de reclamar por sus derechos,
la jornada de ocho horas, el descanso dominical, la igualación del salario del
hombre y la mujer. Sucedió un 8 de marzo cuando el siglo XX apenas marcaba 1908.
Solo nueve años más tarde, manifestaciones en conmemoración del Día
Internacional de la Mujer, detonarían la Revolución de Octubre de 1917.
EL Día instituido es una jornada de lucha que recuerda el bárbaro crimen
perpetrado por un empresario textil, en la fabrica Cotton de Nueva York. Es un
homenaje a todas las compañeras que intentaron e intentan cambiar la historia.
La igualdad de la mujer aun es precaria, la remuneración es menor, y la
discriminación persiste. Zonas del planeta permanecen inmunes a los avances
conseguidos. Otras sometidas a los fundamentalismos religiosos continúan en la
noche de la barbarie. En Africa, la ablación del clítoris constituye un
procedimiento corriente. A pesar de todo, se avanzo mucho, pero mucho es lo que
falta recorrer. En nuestro país, los hechos más importantes, las gestas más
conmovedoras, las acciones mas audaces, de los últimos treinta años fueron
protagonizados por mujeres, a las que el dolor y las injusticias arrancaron de
sus actividades cotidianas para convertirse en protagonistas inclaudicables del
escenario público.
El neoliberalismo salvaje ha deteriorado de tal forma las condiciones sociales
que la lucha por la jornada de ocho horas, por la que murieron ciento
veintinueve mujeres hace un poco más de nueve décadas, y mas atrás los Mártires
de Chicago, es violada cotidianamente y constituye una asignatura pendiente.
Parodiando al inca Garcilaso de la Vega se puede decir: un sexo que oprime a
otro no merece ser libre.
Las mujeres, como dicen los chinos, buscan la mitad del cielo. Cuando lo
consigan, la otra mitad será liberada de la maldición del opresor, que
paradojalmente, la mayoría de las veces padece a su vez relaciones de opresión.
Por ahora, como en la novela de Marcel Proust, se está 'En busca del tiempo
perdido'. La larga marcha está fortalecida por los logros alcanzados y lejos aún
de la imprescindible igualdad. En esa larga marcha, el día internacional de la
mujer es apenas un recordatorio de una lucha inconclusa.
* Hugo Presman es periodista.