Compañeras
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Camille Claudel:
"Se me reprocha (¡espantoso crimen!) haber vivido sola", escribiría en 1917
Tras apoderarse de la obra realizada a lo largo de toda mi vida, me obligan a
cumplir los años de prisión que tanto merecían ellos...". Estas palabras fueron
escritas por Camille Claudel al cumplirse el séptimo año de lo que ella misma
calificaba como "penitencia", su internamiento en un manicomio.
Lo que desconocía entonces es que el final de sus días, 23 años después, la
encontraría en el mismo lugar, el sanatorio mental de Montdevergues, y del mismo
modo, encerrada.
La suya es una historia donde se entremezcla el talento con el amor y la locura
con el arte. El nombre de Camille Claudel (Villeneuve-sur-Fère, 1864) ha
trascendido al tiempo, muy a su pesar, más por ser musa y amante del escultor
Auguste Rodin que por su talento artístico. Pero a diferencia de otros dúos
musa-artista (Gala y Dalí, Modigliani y Jeanne Hébuterne), éste contaba con un
ingrediente que lo hacía más apasionado si cabe: ambos eran creadores.
Hasta no hace mucho las sombras oscurecían las razones por las que Camille,
tiempo después de romper con el gran amor de su vida y tras un periodo de
enfermedad y encierro, pasó los últimos 30 años de su existencia internada y
aislada del mundo a petición de su propia madre.
Recientemente han salido a la luz unos documentos que, aunque encontrados en el
sótano de un asilo de París en 1995 por Philippe Versapuech, investigador en
historia psiquiátrica, no se han hecho públicos hasta resolverse la batalla
legal desencadenada por su propiedad. En ellos consta el diagnóstico realizado
en su día por los doctores que observaron en la paciente delirios paranoicos.
Pero entre esos papeles también se encuentran cartas de la propia Claudel que
denuncian con extraordinaria lucidez la dureza de su confinamiento, su soledad y
el odio creciente hacia quien fue su maestro y amante.
Auguste y Camille se encontraron por primera vez en 1883 cuando el escultor,
entonces con 43 años, visitó el taller donde ella, de 19, trabajaba. A la joven
le había costado mucho esfuerzo que sus padres, de origen modesto, aceptaran su
vocación en un tiempo en que las cosas no eran fáciles para una mujer, menos si
pretendía ser artista y aún peor si se decantaba por la escultura. Rodin (París,
1840) era un escultor de cierto renombre que ya había parido El pensador y tenía
el encargo de crear Las puertas del infierno, inspiradas en la Divina comedia de
Dante, para un museo de artes decorativas que nunca se llegó a abrir. El
realismo de su trabajo contrastaba hasta tal punto con lo que críticos y
artistas estaban acostumbrados que incluso le acusaron de haber moldeado la
figura de una de sus obras, La edad de bronce, directamente sobre el cuerpo del
soldado que había posado para él.
Su devoción por el arte le llevó a matricularse a los 14 años en la Petite École,
una escuela pública donde estudió Dibujo y Matemáticas. En tres ocasiones pidió
ser admitido en la Escuela de Bellas Artes y otras tantas fue rechazado.
Destrozado por la muerte de su hermana mayor, Marie, había decidido en 1862
ingresar en la orden de los Padres del Santísimo Sacramento, fundada por el
padre Eymard. Fue éste quien alentó su vena artística y pronto su falsa vocación
le devolvió a la vida laica. Poco después, en 1864, el mismo año del nacimiento
de Camille, conocería a Rose Beuret, una costurera que se convertiría en su
compañera para toda la vida, madre de su único hijo y vértice de un triángulo
donde Camille Claudel era quien más tenía que perder.
Almas gemelas