Compañeras
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España
El óvulo rubio
Carolina Puga
Rebelión
Un acercamiento al problema de la demanda de mujeres inmigrantes de Europa del Este como donantes de óvulos
introducción
"La idea es aumentar el número de donantes con rasgos caucásicos porque el flujo
de clientes británicos está aumentando" [1]
Así, con una liviandad que a muchos se nos hace monstruosa habla el médico Raúl
Olivares, del Instituto Marqués de Barcelona acerca de la búsqueda incesante de
jóvenes fértiles que donen sus óvulos.
No lo dice para ningún periódico local sino para el The Guardian inglés, país
natal de esos clientes que, dice, aumentan.
España se ha convertido hace unos años en capital europea del denominado
"turismo reproductivo". Entre las razones se encuentran los bajos costes de los
tratamientos en comparación con otros países y la buena fama de los
profesionales. Pero el cambio definitivo de domicilio de la cigüeña de París a
su nueva y confortable casa en el Passeig de Gràcia se debe, principalmente, a
unas laxas leyes que permiten, entre otras bastantes cosas, el anonimato total y
absoluto de los donantes de gametos sexuales.
La procreación no es hoy únicamente cosa de dos y para llevar a cabo los
procesos de reproducción asistida surge la necesidad de un tercero.
La sociedad, este tercero nominal que engloba múltiples actores, puede
posicionarse de diferentes maneras frente a la imposibilidad de procrear de un
hombre, una mujer o una pareja y a su demanda de intervención. En ella se tejen
complejas redes de poder que permiten proteger más o menos, a unos o a otros.
Aparecen los personajes fuertes y los vulnerables.
¿Qué lugar tiene la mujer inmigrante en este nuevo modelo reproductivo que hoy
atraviesa transversalmente (al menos en forma de opción) la salud de todas las
mujeres?, ¿qué papel se le asigna?, ¿quién lo asigna?, ¿para qué?, ¿de qué
forma?.
Este pequeño ensayo forma parte de un trabajo más global sobre la temática.
En lo que sigue, se revisarán breve (y quizás algo escasamente) algunos
conceptos fundamentales para luego poder analizar con elementos suficientes la
situación de la mujer inmigrante.
Asumir una mercantilización de la reproducción
Las clínicas de reproducción asistida se multiplican a ritmo acelerado no solo
en España o Europa sino en el resto del globo. ¿Qué es lo que ha pasado a
diferencia de hace unos pocos años para que esto suceda? ¿son más los hombres y
mujeres infértiles?. Sin duda, la demanda de los servicios que brindan estas
clínicas también ha crecido pero no podemos adjudicar esto directamente a un
crecimiento de la infertilidad. Tampoco podemos adjudicarlo al avance de la
ciencia en estos temas que, aunque también vertiginoso, es bastante anterior.
Por alguna razón, cada vez son más los lugares que están dispuestos a ofrecer (y
las personas dispuestas a demandar) procedimientos que hasta el día de hoy son
poco sencillos, inseguros y muchas veces traumáticos para quienes a ellos se
someten.
Las sumas de dinero que movilizan estos procedimientos no son nada desdeñables.
Los tratamientos de reproducción asistida son largos y costosos (cada
tratamiento puede llegar a los 9.000 euros, necesitándose en general más de uno
[2])
Por último, el lenguaje, eterno delator, nos cuenta que el semen se
guarda en "bancos", que los embriones son "productos" y que el paso de la
probeta al útero es una "transferencia".
Estos factores (y otros que enunciaré más adelante) parecerían indicar que
asistimos a una mercantilización de la reproducción humana [3].
No se trata de buscar culpables ni de crear fantasmas sino, muy por el
contrario, de llamar a los profesionales y no profesionales que en ello trabajan
a una reflexión profunda, crítica, seria y humanizante acerca del propio lugar
en el proceso y del proceso mismo.
La salud es objeto de lucro y, dentro de este contexto, la salud reproductiva y
sus diferentes campos, pueden serlo también.
Donación de semen, donación de ovocitos, inseminación artificial, fertilización
in vitro, maternidad subrogada y un largo etcétera. Es imposible negar que a
cada uno de estos conceptos corresponde un valor en metálico, independientemente
de la justificación de ese valor (por el tratamiento, "por la molestia de",
etc.).
Para hacer un examen crítico, urge reconocer un papel importante al intercambio,
en lo que en definitiva es la concepción de un nuevo ser. Y urge también porque
en nuestras sociedades, si las condiciones están dadas y dejamos que así suceda,
cualquier tipo de procedimiento puede tomar por sí solo la lógica de la
rentabilidad económica, que es lo que veremos luego que sucede con el papel de
la mujer inmigrante. O sea, que solo asumiendo esta realidad innegable y
posicionándonos frente a ella podremos, si es que así lo deseamos, intentar que
la mano que mueve los procedimientos de reproducción asistida (y dentro de
ellos, los cuerpos de las mujeres, inmigrantes o no) sea una diferente a la mano
que mueve el mercado.
Sobre los donantes
Todos los procedimientos para una reproducción asistida pueden hacerse de forma
heterónoma, es decir con un gameto de la parte demandante de tratamiento (sea de
la misma mujer o de su pareja) y otro de un donante.
Al contrario de lo que sucede con la mercantilización de la reproducción humana,
el tema de los donantes y todo lo que lo rodea no está tan finamente
enmascarado, es decir, que podemos encontrar en él aristas y grietas que nos
permitan llegar a conocer y reconocer, a develar, ciertos aspectos en su
profundidad.
Los datos indican que el 40% de las parejas que pidieron el año pasado un
tratamiento de fertilización asistida lo hizo utilizando gametos de donantes
[4].
También que la donación de óvulos se ha duplicado en casi cinco años [5]… ¿Por
qué?.
La donación como hecho altruista
La remuneración económica a la donación de esperma y ovocitos está sustentada
desde el argumento de que el donante es un altruista, alguien que solamente
desea ayudar a procrear a parejas que no pueden hacerlo. Las políticas y las
leyes están pensadas (o se pretenden pensadas) desde ese argumento.
La donante, dicen las páginas de las clínicas, "regala" algo que "le sobra".
En marzo de 1999 un anuncio publicado en las universidades más prestigiosas de
Estados Unidos ofrecía 50.000 dólares (actualmente en España la paga oscila los
700 euros) a la joven que, respondiendo a ciertas características, estuviera
dispuesta a donar sus óvulos. Fueron 200 las universitarias que se presentaron
los dos abogados de quienes procedía la oferta. No nos aporta mucho este hecho
en sí sino comparándola con un hecho anterior: cinco meses antes se había
colocado el mismo anuncio sin mencionar la compensación material… seis fueron
aquella vez las altruistas [6].
El argumento de la donación como gesto solidario es, entonces, la primera grieta
que encontramos a la hora de hablar de donantes. Si comparamos este hecho con,
por ejemplo, la donación de un riñón, podemos ver que esta última también es
considerada un hecho solidario. El procedimiento para extraer un riñón de
donante es bastante más complicado que el utilizado para obtener un óvulo, por
no hablar del esperma. Sin embargo, la donación de riñones no es remunerada bajo
ningún tipo de concepto. También está bastante claro que, en general, el acto
altruista de donar un riñón previo a la muerte clínica suele estar atravesado
por lazos afectivos con el receptor y no se pide otra cosa.
Si comparamos ahora con la donación de sangre, de extracción mucho más simple,
podemos observar que, aunque los casos de necesidad de sangre suelen tener una
gravedad y una urgencia que los de semen u óvulos no tienen, tampoco se paga por
ella nada.
No caben dudas de que, a los fines de curar, nuestra sociedad necesita más
urgentemente y más (numéricamente) donantes de órganos o sangre que donantes de
gametos sexuales. Entonces… ¿por qué se ofrece dinero a cambio de los segundos y
no de los primeros? ¿por qué se considera una "molestia" que hay que remunerar a
la donación de semen y no a la de sangre, si supuestamente ambos son actos
igualmente altruistas? ¿Por qué se multiplican año a año los primeros donantes y
no los segundos?, ¿donarían las jóvenes sus óvulos a cambio de nada cuando lo
que está en juego es la intervención del propio cuerpo?. Seis universitarias
estadounidenses sí… ¿sería suficiente con ellas para llevar adelante una clínica
de reproducción asistida?...
La donación de gametos sexuales como acto puramente altruista cae por donde se
la mire. La verdad es que los donantes reciben un dinero jamás pensado en otro
tipo de donaciones… e infinitamente menor al que pagan los demandantes. Es el
médico o la clínica quien media entre esta oferta y demanda en la cual los
gametos sexuales parecerían ser materia prima indispensable para llegar al
producto – embrión.
Ante toda esta evidencia, sin embargo, tanto la medicina como el derecho siguen
aludiendo a la donación como gesto solidario. Y es que si aceptamos como mínimo
la duda de una posible motivación económica en el donante, deberíamos también
asumir a este personaje como actor vulnerable dentro del proceso.
Sobre el anonimato
El color de los ojos, el peso, enfermedades infantiles, profesión, historia
familiar… todo se puede saber acerca de un donante de gametos sexuales… todo
menos su nombre. La cuestión del anonimato de los donantes es quizás la grieta
más oscura de todas a la hora de hablar de reproducción asistida… y también la
causante del "boom" español.
El secreto respecto de la identidad del donante de gametos sexuales aparece como
secreto institucionalizado, o sea, anclado en las mismas normas y reglas de la
sociedad y no en voluntades individuales. Pero también como secreto legitimado:
aceptado como conforme a las leyes y a la justicia, percibido como lícito y
genuino.
¿Qué hay detrás de este secreto? Su legitimidad y obligatoriedad nos sugieren
una vital importancia… ¿Por qué? ¿Para quién? ¿Qué es tan apremiante para que el
secreto exceda la esfera individual (los padres que no quieren contarle al niño)
y se transforme en ley?.
Desde la óptica del donante, algunos podrán argumentar que éste no tiene
intención de procrear… ¿Podemos pensar entonces que el anonimato exime de la
efectiva procreación biológica?. Por supuesto que no. Sí puede eximir de las
consecuencias o responsabilidades que este hecho pueda tener en un futuro.
El anonimato, desde la óptica del donante, es un recurso negador, infantilizante,
desresponsabilizador. La pregunta ahora es qué pasaría si la donación no fuera
anónima… ¿Asumirían todos los donantes la responsabilidad de que en unos años
aparezcan personas queriendo conocer a sus padres biológicos?.
Siguiendo la línea del apartado anterior, podemos pensar que si la donación es
un acto altruista, el donante estaría orgulloso de haber ayudado a padres
infértiles a procrear… ¿por qué habría entonces de ocultarse?.
La verdad es que develar la identidad del donante llevaría al mismo lugar que no
remunerar la donación: a la disminución de donantes… a la pérdida de "materia
prima".
Y aquí viene el aumento de clientes (clientes, dice, no pacientes) británicos al
que alude el doctor del Instituto Marqués: desde que el pasado abril se aprobara
una ley en dicho país que anula el anonimato de los donantes, han aumentado
entre un 50% y un 100% [7]. Los clientes también vienen de Francia, en donde no
se permite la compensación económica a la donación y de Alemania, Austria, Suiza
e Italia, que la prohíben.
El óvulo rubio
Y con el aumento de clientes, sean de donde sean, la búsqueda incesante de
óvulos. Pero, cuidado, no solo óvulos jóvenes, sino también blancos, rubios, a
ser posible de ojos claros y con un dejo de Garbo al caminar. No hay, o al menos
no he visto, una sola página web de clínicas de reproducción que no repita al
hablar de sus donantes: "son estudiantes universitarias", "son estudiantes
universitarias". Efectivamente, las universidades fueron los lugares en donde se
desarrollaron hasta hace muy poco la mayoría de las campañas para captar
donantes. Y no seguramente por un título o un nivel cultural susceptible de ser
heredado genéticamente, sino porque la estudiante universitaria, mayormente,
responde al modelo físico imperante y deseado.
Se ha dicho que la donante universitaria asegura el altruismo, no estando en
gran medida necesitada económicamente. Este argumento, ya débil de por sí,
termina de estrellarse contra el suelo cuando, eureka, aparece la posibilidad de
hacer donantes a las mujeres inmigrantes provenientes del Este de Europa.
Ser mujer, ser inmigrante, ser vulnerable
La llegada de inmigrantes de los países del Este europeo comienza con el colapso
del socialismo soviético y los cambios políticos y sociales que trajo aparejado,
además de la liberalización de las políticas fronterizas, a finales de la década
del ´80. Esto coincidió con el comienzo de una nueva etapa del ciclo migratorio
español, caracterizada por los flujos crecientes, el carácter fundamentalmente
económico y su composición étnica heterogénea [8].
En los últimos años, la situación de estos inmigrantes se ha modificado,
multiplicándose ocho veces entre 1997 y 2003 y creciendo así su peso entre la
población residente extranjera. En un principio (hasta finales de los ´90), el
colectivo más fuerte lo constituían los polacos, dejando en estos últimos años
el lugar a los provenientes de Rumania, seguidos por Bulgaria (ambos duplicaron
sus cifras entre 2002 y 2004) y Ucrania.
Los estudios sobre este tipo de población son más bien escasos y relativamente
antiguos. Se dedican sobre todo a Polonia y tienden a considerar a quienes
llegan del Este de Europa como un grupo homogéneo sin prestar demasiada atención
a sus diferentes trayectorias migratorias, así como a condiciones sociales y
económicas,
En cuanto a las dueñas de los óvulos, y siguiendo con una tendencia de la
inmigración en general, son más que los hombres, observándose una mayor
feminización en estos flujos migratorios que en los de otras regiones.
Esta feminización está emparejada con una creciente competencia en el mercado
laboral, que impone una situación en la cual muchas veces la mujer inmigrante no
solo es quien mantiene al resto de los miembros del hogar sino que también viaja
sola, esperando conseguir la relativa estabilidad que le permita reunirse con
sus seres queridos.
Las mujeres inmigrantes se ocupan en general de sectores de la economía que
están escasa o nulamente regulados. Los tres sectores con mayor presencia
femenina son: el trabajo doméstico, el cuidado de personas enfermas y la
prostitución, sectores en los cuales la explotación es consustancial a la misma
actividad. A esto se suma a veces la falta de conocimientos lingüísticos, el
bajo nivel educativo, un estatus muchas veces irregular y la discriminación por
el simple hecho de ser inmigrante, que produce un efecto acumulativo con el "ser
mujer" que sufren también las autóctonas, a la hora de marginarlas en mercado
laboral.
Empleadas dóciles, baratas, flexibles. Por género, ganan menos que los hombres.
Por procedencia, menos que las mujeres autóctonas.
En cuanto a su salud, numerosos artículos explican que son mujeres sanas.
Y fértiles, por supuesto.
Pero que los condicionamientos sociales en la sociedad de acogida, como la
segregación social, los problemas de vivienda y las condiciones laborales
podrían tener un efecto muy negativo en su salud. Los problemas sanitarios
serían la mayoría de las veces siendo consecuencia de una vida de marginalidad.
Además, se las considera sumamente vulnerables (más que los hombres) a presiones
psicosociales, expectativas de una nueva cultura y la carga de llevar adelante
trabajo y familia. "La mujer inmigrante presenta con mayor frecuencia que el
hombre alteraciones psicológicas causadas por el desarraigo, el estrés, la
ansiedad y la adaptación, que acaban repercutiendo en su salud" [9].
Por último, están las dificultades con los servicios sanitarios. A menudo las
inmigrantes desconocen las estructuras y medios de acceso y las barreras
idiomáticas y, sobre todo, culturales (diferentes conceptos de la salud y la
enfermedad) acaban jugando un rol fundamental.
La mujer inmigrante se erige así como especialmente vulnerable al ser muchísimas
veces objeto de mecanismos de exclusión social, concepto más amplio que el de
pobreza y que supone la ausencia de participación en los intercambios, prácticas
y derechos sociales que configuran la integración social.
Es ésta y no otra mujer la del cuento que dice que un día, sola y aburrida en el
parque, deseosa de ayudar a una pareja que no conoce, decide: voy a donar mis
óvulos.
Los tienes a miles
Ya en el año 2001, el Grupo de opinión del Observatori de Bioética y Dret Parc
Cientific de Barcelona recomendaba "Las campañas de promoción de la donación
deben dirigirse a un público que pueda valorar correctamente los riesgos
asumidos. La publicidad de los programas debe ser fundamentalmente informativa y
no competitiva y también abarcar la descripción de extracción de los
ovocitos" [10].
"Eres joven y los tienes a miles. Hazte donante de óvulos", reza la campaña del
instituto tomado como modelo de este escrito. Campaña en la que, como cualquier
otra publicidad, tiene un clarísimo predominio de la imagen sobre la palabra.
Campaña dedicada a impactar, a llamar. Jamás a informar.
La combinación que forman estas poderosas campañas y las cuantiosas sumas
ofrecidas (ya ascienden a los mil euros) hacen que la medicina privada esté
mucho mejor provista de óvulos que la pública.
Los procedimientos de extracción de óvulos suponen un alto riesgo para la salud
de las mujeres. Se produce una hiperestimulación de ovárica que puede causar
hemorragias, infecciones y varios etcéteras [11]. Como en el caso en que el
tráfico de óvulos desde una clínica rumana al Reino Unido se da a conocer cuando
varias donantes denuncian a la clínica tras sufrir un síndrome de
hiperestimulación ovárica que las lleva al borde de la muerte [12].
A algunas mujeres se las invita a someterse a tres y hasta cuatro
hiperestimulaciones al año y está creándose un registro de donantes que permita
saber cuantas mujeres estarían dispuestas a ser donantes habituales.
Sin duda, a estas situaciones de presión y abuso, así como también a la
exposición a daños psicológicos y la negación de sus derechos identitarios
genéticos mediante el anonimato (¿qué pasa si un día la donante quiere saber que
fue de sus óvulos?), no solo están sometidas las inmigrantes sino todas las
mujeres a quienes se dirigen las campañas.
Sin embargo, las inmigrantes de Europa del Este aparecen como especialmente
expuestas por más de una razón. Por un lado, podemos suponer que la alta
remuneración pueda serle mucho más atractiva a una persona en situación
económica precaria, como vimos que estas mujeres están. Mil euros no son los
mismos mil euros para la estudiante universitaria, que trabaja o no, y vive con
sus padres o no, que para la empleada doméstica que trabaja… o no.
Por otro lado, está el acceso a la información. Y aquí la sorpresa. Porque ya
varias clínicas se han preocupado por lanzar sus anuncios en las lenguas
maternas de las inmigrantes. Y esto no significa que el sistema haya superado
las barreras idiomáticas de las que hablábamos antes, sino, muy por el
contrario, que quienes intentamos denunciar una práctica que se está llevando a
cabo de un modo denigrante, nos quedamos sin voz. O con la voz muy baja. O sea,
que la inmigrante (contraponiéndola con la local) tiene acceso solo a cierto
tipo de información y de discurso y no a otro.
Los carteles, en rumano, en ruso, en polaco. La información para clientes (los
del Instituto CEFER lo dicen orgullosos), en castellano, inglés, catalán,
francés e italiano.
Tan solo observando este detalle podemos deducir qué lugar ocupa cada quien en
los procesos de reproducción asistida. Y es que esa es la otra realidad… en
nombre del bendito derecho a ser madre, ¿qué sucede con la mujer inmigrante,
infértil, que desea un niño?, ¿dónde queda su derecho?. La realidad es que el
acceso a estas técnicas (tanto en la medicina pública como en la privada) es
absolutamente desigual. Una persona con empleo precario nunca estaría en
condiciones de costear una reproducción asistida, ni en dinero que cuesta, ni en
tiempo sin trabajar para dedicarse al tratamiento.
Paradójicamente, la mujer a la que se le pide altruismo es la mujer que menos
goza del altruismo del resto.
"Moros no, rusas sí " [13]
Sin ninguna duda, y aunque con los argumentos esgrimidos hasta aquí quizás
baste, está la guindilla del pastel que corona esta búsqueda desesperada de
"óvulos blancos" desde las clínicas.
Por supuesto, se está haciendo referencia a los ausentes pero presentes "óvulos
negros".
Y así es que, por omisión, por invisibles, por no buscados, los "óvulos negros"
dan una vuelta más a esto de la falta de dignidad. O más bien dan la vuelta de
siempre: la del racismo, la de la segregación.
Cuando se habla de "óvulos negros", por supuesto, no se está haciendo referencia
a una raza que sabemos ya no existe más que en nuestras cabezas, sino a los
óvulos marroquíes, a los óvulos senegaleses, a los óvulos ecuatorianos…
¿Por qué las clínicas no buscan los óvulos de estas mujeres que bien podrían ser
tan altruistas como las otras?, ¿dónde está el imperioso deseo de ser madres y
padres cuando lo que se quiere llevar en brazos es un niño o una niña de tal o
cual aspecto?.
Solo dos cosas: la primera, que la búsqueda y obtención de óvulos de inmigrantes
de Europa del Este además de ser una práctica peligrosa, denigrante e indigna,
lleva en sí un componente absolutamente racista.
La segunda es buena: sus argumentos hacen agua.
Conclusión
Muchas veces, y este es el caso, el avance científico nos obliga a replantearnos
cosas que en otros momentos de la historia se daban por resueltas de forma
natural.
Perseguida por el mercado, la ética debe anteponerse instalando en la sociedad
un debate social informado.
No se trata aquí de juzgar ni las técnicas ni el mercado en sí, sino de expresar
que muchas veces las necesidades del mercado pueden arrasar con otro tipo de
imperativos, en este caso de vital importancia. Anteponernos con nuestra ética y
nuestros valores a esas necesidades es lo que apremia . Y apremia porque, de no
hacerlo, de no reflexionar críticamente y actuar para que las prioridades no
sean las mercantiles, será demasiado lo perdido.
En los procesos de reproducción asistida antedichos el cuerpo de la mujer
aparece cosificado. Y no solo el cuerpo de la donante, sino también el de la
madre y el de la niña o niño. El caso de las inmigrantes del Este, además de
tener sus propias peculiaridades, es un clarísimo ejemplo de esta cosificación.
El derecho a la vida y a la maternidad no debería ser de ninguna manera el
derecho a generar vida a cualquier precio. Arrasar con la salud física y mental
y la dignidad de donantes y niños, pero también de madres y padres, estoy
segura, no es lo que queremos darnos como sociedad.
Si algunos piensan que el ser humano no es bueno por naturaleza, otros pensamos
que puede serlo por cultura, modificando a su antojo la vida que se da a sí y a
sus congéneres. Asumir el lugar de la crítica es también asumir la intención de
esta modificación, que deberá ser profundamente consciente.
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[1] "España: país favorito de los británicos que buscan donantes de óvulos"
Diario de León. 19 de mayo de 2006. En: www.diariodeleon.es.
[2] Datos obtenidos del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI). www.ivi.es.
[3] También podría pensarse en esta mercantilización respecto de las grandes
sumas de dinero que requiere la adopción hoy día.
[4] "La terapia con donación de óvulos se duplica en cinco años al ser necesaria
en la fecundación in vitro". Europa Press, 9 de mayo de 2006
[5] "La terapia con donación de óvulos se ha duplicado en cinco años en España".
Jano on Line, 15 de mayo de 2006. En: www.new.masson.es
[6] Associació Catalana d´Estudis Bioètics (ACEB). Campañas de donación de
óvulos (editorial). Junio 2000.En http://www.aceb.org/editoriales/0600_cs.htm .
[7] Tristán, R. "España, destino de oro del turismo de fertilidad". 15 de mayo
de 2006. En: www.elmundo.es.
[8] Hellermann, C. y Stanek, M. "Estudios sobre la inmigración de Europa Central
y Oriental en España y Portugal – Tendencias actuales y propuestas". Paper del
4to Congreso sobre la Inmigración en España – Ciudadanía y Participación.
Girona, noviembre, 2004.
[9] Observatorio de desigualdades de género en la salud. Boletín No 8.
Enero/marzo 2006. En: www.genero.sespas.es.
[10] Grupo de opinión del Observatori de Bioética y Dret Parc Cientific de
Barcelona. "Documento sobre donación de ovocitos". Barcelona, 2001. En:
www.ub.es/fildt/archivos/Ovocitos.pdf
[11] "Piden fin al tráfico de óvulos humanos". En: www.salud.com. 19 de mayo de
2006.
[12] Idiakez Alkorta, I. "Donación de óvulos". En: El País, 28 de marzo de 2006.
[13] Pintada aparecida en El Ejido, a propósito del conflicto acaecido con la
comunidad marroquí y de la llegada de mujeres rusas al lugar para ejercer la
prostitución. Bernardo Ródenas, S. "Mujer e inmigración". En: Revista Aequalitas
No 6, Junio 2001.
Fuente: lafogata.org