Compañeras
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Periodistas de Argentina en Red por una Comunicación no
Sexista
Antes de que las maten
Mónica Ambort
Argenpress
Los medios deben denunciar las agresiones antes de que las mujeres mueran
asesinadas. El agresor las ataca porque las considera inferiores y vulnerables.
Por ello debe hablarse de violencia contra la mujer, y no de crímenes
pasionales, según el decálogo para el tratamiento del tema en los medios de
comunicación, elaborado por Periodistas de Argentina en Red por una Comunicación
no Sexista (PAR).
Desterrar de las redacciones la figura del crimen pasional. Hablar en cambio de
violencia de género, o de violencia contra las mujeres: o sea, de un delito.
Denunciar las agresiones de todo tipo, sin esperar la muerte de las mujeres.
Proteger la identidad de la víctima, no la del agresor. No nombrar a la víctima
con diminutivos o apodos. No buscar justificaciones que distraigan de la
violencia, el problema central. Chequear las fuentes, sobre todo las oficiales.
Mantener el tema en la agenda periodística. Cuidar las fotos que se publican.
Alejarse del sexismo, el sensacionalismo y la obscenidad. No musicalizar con
temas que hablen de amores enfermos o celos.
Las recomendaciones están incluidas en el Decálogo para el Tratamiento
Periodístico de la Violencia contra la Mujer, de la Red Par, Periodistas de
Argentina en Red por una Comunicación no Sexista, uno de cuyos párrafos recuerda
que 'las mujeres de entre 15 y 44 años corren mayor riesgo de ser violadas o
maltratadas en su casa, que de sufrir cáncer, accidentes de tránsito, guerra y
malaria, según las estadísticas del Banco Mundial'.
Los datos, usados por el secretario general de las Naciones Unidas, el
surcoreano Ban Kimoon, al presentar la campaña mundial contra la violencia hacia
las mujeres, revelan la magnitud de un problema que, según la Red Par, sigue
siendo poco visible.
La red por una comunicación no sexista que conecta a casi un centenar de
periodistas de todo el país, se reunió el pasado fin de semana pasada en Salta
(**). Entonces se decidió impulsar el decálogo, ante propietarias y propietarias
de empresas periodísticas, editores y editoras, periodistas y trabajadores y
trabajadoras de los medios en general, para evitar el lenguaje que encubre la
relación de poder existente en los ataques que sufren las mujeres.
'Una injusta distribución del poder en la sociedad que destaca el valor de la
fuerza en los varones y la debilidad y la sumisión en las mujeres', subrayan las
autoras y los autores del decálogo.
Por eso su primera recomendación es usar los términos violencia contra las
mujeres, violencia de género y violencia machista. Y desterrar la figura de
crimen pasional al referirse al asesinato de mujeres víctimas de la violencia de
género.
Los crímenes pasionales no existen, señala el decálogo.
'Es un crimen, un delito, un asesinato, pero nada tiene de pasional. En el
imaginario colectivo el término pasional remite al amor romántico, a los amores
que matan, idea que frivoliza y hasta justifica el crimen', sostienen las y los
periodistas de la Red Par en los fundamentos de su decálogo.
También explican las limitaciones de violencia familiar, término que en general,
han adoptado todas las legislaciones provinciales del país. Las y los
periodistas de Par coinciden con la delegada especial del gobierno español
contra la Violencia sobre la Mujer, Encarnación Orozco, quien ha dicho que lo
más entendible es violencia machista y no violencia doméstica, para 'llamar a
las cosas por su nombre y porque la violencia que se ejerce contra las mujeres,
se produce en función de que el agresor considera inferior y vulnerable a la
mujer'. (***)
Las periodistas y los periodistas de la Red PAR recuerdan que también las
feministas argentinas privilegian violencia de género por sobre violencia
familiar porque la mayoría de las denuncias realizadas en los centros de
atención de todo el país provienen de mujeres.
Proteger la identidad de la víctima es otra de las recomendaciones del decálogo.
'Si la víctima decide dar testimonio, hay que respetar su voluntad de divulgar o
no su identidad y de qué manera. El o la periodista debe entender que la mujer
se encuentra muy afectada y/o amenazada, por lo tanto es importante saber si
cuenta con apoyo profesional y afectivo, y si puede brindar un testimonio que
sirva a su caso y a miles de mujeres que se sentirán identificadas al
escucharla'.
Amén del cuidado tratamiento que recomiendan para las víctimas, las periodistas
y los periodistas de PAR advierten que la cobertura del tema debiera señalar la
injusta distribución de poder en la sociedad, 'y no los detalles de la
agresión'. Sostienen que 'abundar en esos detalles desdibuja el verdadero
problema, lo agrava'.
En ese camino, cuando se comprometen a no buscar justificaciones que distraigan
de la centralidad de la violencia, subrayan la importancia de contextualizar:
'la violencia de género, la violencia que mata mujeres, es consecuencia de un
patrón de conducta basado en una relación desigual de poder. Alcohol, drogas,
discusiones, celos, separación de la pareja o infidelidad, son solamente un
pretexto: la verdadera causa de la violencia de género es el control y la
dominación que determinados hombres ejercen contra las mujeres', dicen.
Las fuentes también tienen su tratamiento en el decálogo. Se dice que muchas
veces, la premura por informar sobre un hecho de violencia lleva a consultar a
vecinos o allegados que, o pueden ser parte interesada, o sugerir hipótesis sin
tener conocimientos demasiado certeros de lo que ocurre con la pareja y/o el
ciclo de violencia. Otras veces, suelen aparecer opinólogos que sólo anhelan su
minuto de fama en los medios. Consideran entonces que mucho más útiles son los
testimonios de testigos directos que describan lo que han visto y/o oído, o de
amigas o amigos de la víctima.
'Tanto a nivel gubernamental como de asociaciones de la sociedad civil, en
Argentina contamos con cantidad de profesionales capacitados para opinar. En el
caso de juezas/ces, fiscales, funcionarios/as, legisladoras/es, dejar en claro
su experiencia y antecedentes en el tratamiento de casos de violencia de género,
y aclarar si hablan a título personal o institucional', agrega la Red Par.
Acerca de las fuentes policiales, se indica que no es recomendable que sean las
únicas fuentes de consulta y que es necesario preguntarse si es personal
capacitado en el tratamiento de víctimas o si lo tratan como un delito más. Y
frente al abogado o a la abogada defensor o defensora del agresor, recomiendan
'estar atentos a las maniobras, ya que suelen utilizar los medios para manipular
la información o cambiar los ejes de la investigación'.
El decálogo compromete también a sus firmantes a mantener el tema en agenda. A
realizar notas preventivas, investigando casos anteriores de violencia.
Preguntarse qué se hizo o no se hizo para evitar repetir errores. Si las mujeres
que se animaron a denunciar y pedir ayuda, están adecuadamente protegidas. Qué
acciones realizan los poderes del Estado para combatir este delito y proteger a
las mujeres. Qué tareas desarrollan las organizaciones de la sociedad civil
especializadas en el tema. Si esas organizaciones tienen en los medios los
espacios que necesitan.
Para quienes trabajan en medios audiovisuales, se incluye un listado especial de
temas musicales 'de los más variados estilos' que tratan la violencia de género,
y que PAR tiene a disposición de quien los pida: El club de las mujeres muertas
(Víctor Manuel); Un extraño en mi bañera (Ana Belén); Caperucita (Ismael
Serrano); Malo (Bebe); Encadenada (Cristina del Valle/Esther G. Redondo/Antolín
Morilla); Mujer Maltratada (Los Changuitos); Las hijas de Eva (Tatiana Bustos);
Malos Tratos (The Birras); A golpes (La Fuga); Violencia machista (Ska-P).
La lista puede ser enriquecida, del mismo modo que el decálogo 'no es una
prescripción rígida e inamovible, sino que está sometido a aportes, sugerencias
y revisiones que mejoren y completen su objetivo'.
Durante 2007, 97 mujeres murieron en Argentina víctimas de sus maridos, padres,
novios y ex parejas. El relevamiento fue realizado por Artemisa Noticias, a
partir de los cables de DyN, Télam y NA. En 2006, los feminicidios habían sido
setenta y dos, y cuarenta en 2005.
Según los datos del Banco Mundial sobre los que el secretario general de las
Naciones Unidas se basó para lanzar una campaña mundial, al menos una de cada
tres mujeres ha sido golpeada, forzada a tener relaciones sexuales, o ha sufrido
otro tipo de malos tratos a manos de su pareja a lo largo de su vida.
Un problema de derechos humanos, que, recuerda Periodistas de Argentina en Red
por una Comunicación no Sexista, afecta a la mitad de la humanidad. No se limita
a una clase social, etnia, raza o credo. La Red Par recomienda mantener el tema
en agenda, denunciando la violencia en todas sus expresiones: psicológica,
económica, emocional, sin esperar la muerte de las mujeres.
* Mónica Ambort es Directora de la revista umbrales. Invitada por la
organización, participó en Salta del Tercer Encuentro de la Red Par, Periodistas
de Argentina en Red por una Comunicación no Sexista.
** Entre otras y otros periodistas, asistieron al encuentro Gabriela Cabus y
Pate Palero (Radio Nacional Córdoba); Marta César (Nuevo Diario) y Marisa
Vázquez (Prensa de la Cámara de Diputados), de Salta; Sandra Chaer (Artemisa
Noticias), Mariana Carbajal (Página 12), Liliana Hendel (Todo Noticias) y Luis
Otero (madriddigital), de Buenos Aires; Mónica Molina (Urbanas, de La Pampa) y
Néstor Dapiola, de Tandil.
*** A partir de la Ley Integral Contra la Violencia de Género aprobada en 2004
unánimemente, España condenó a 50 mil agresores en dos años. La lucha contra la
violencia de género fue una de las principales promesas electorales de José Luis
Rodríguez Zapatero. Mariana Otero, La Voz del Interior, lunes 30.