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Salvador Allende

Los otros Chile

Patricio Malatrassi A.Taller de Economía ICAL

Uno de los grandes logros de la dictadura fascista de la burguesía chilena fue la creación y mantención del Chile virtual. Máscara para ocultar un país donde la tortura y el asesinato eran política de estado e imponiendo un modelo económico de un costo humano incalculable. Su rol no ha cesado. El neoliberalismo, base económica del gobierno, ha mejorado y refinado su accionar. Oculta eficazmente lo que un periodista español acertadamente llama los "dos o tres Chile que hay detrás de una economía que actualmente es socia de Estados Unidos, Europa, Corea del Sur y Singapur" (Antonio Travería, El Periódico de Barcelona).

Así en la economía todo es optimismo. No importa que el Informe de Política Monetaria (IPOM) del Banco Central acote sus proyecciones de crecimiento para este año desde el rango de 3 % a 4 %, predicho en mayo, a solamente 3 % a 3,5 %. La baja es enmascarada con la proyección de un horizonte más lejano, el 2004, donde la actividad económica tendría una expansión entre 4 % y 5 %. ¿Quién se acordará entonces de estas predicciones? Sobre todo teniendo en cuenta que la nave chilena navegará en otras aguas, de imposible aprehensión, dado el dominio del azar de una economía de mercado.

La proyección hace sus cimientos en un posible fortalecimiento y recuperación de la economía de Estados Unidos, sin considerar la incertidumbre que conecta los nodos centrales de la economía internacional, sobre todos los ligados a los precios de los combustibles que muestran una alta volatibilidad.

Aquí el actual hombre de Washington en el Banco Central muestra también lo que ha sido una constante en su accionar: anunciar la recuperación de la economía norteamericana cada cierto tiempo, con una constancia que en algún momento es posible le haga coincidir con la realidad. Por de pronto los riesgos asociados a los inmensos déficit de cuenta corriente y fiscal de Estados Unidos son lo único cierto.

Los que han estado ganando plata en el Chile de hoy encuentran buenos indicadores en el tipo de cambio, riesgo país y otros indicadores que trabajan en la sicología de las personas y no en la economía real, a fin de inducir pautas de optimismo sobre el futuro económico. Cosas del tipo, hoy bien, mañana mejor.

De allí que en un reciente sondeo de opinión realizado en un congreso por la institución empresarial llamada ICARE, el 60 por ciento de los hombres de negocios chilenos evalúen el estado actual de la economía como positivo o muy positivo, mientras que menos del 3,5 por ciento piensan que es negativo o muy negativo. En simple los empresarios están contentos con el Gobierno de Lagos. Por de pronto la receta personal de Vittorio Corbo, presidente del Banco Central acerca de que "El crecimiento de largo plazo de un país depende de las oportunidades que se creen para contratar trabajadores, para innovar," suena irrisoria en un país 'tomado' por los librecambistas neoliberales, y que de pasada hacen descansar el teman en "todos los avances que se puedan hacer en materia de flexibilidad laboral".

Ahora bien si nos referimos a los "otros Chile" para confrontarla al optimista 2004 del Gobierno y del Banco Central que coinciden en sus apreciaciones tenemos que el acuerdo comercial con Estados Unidos (TLC) disminuirá la recaudación fiscal en US $ 243 millones. Frente a esto un 'auspicioso' informe de la Cámara de Diputados pronostica que hacia el 2016 el tratado generará un crecimiento de 2 % de la economía chilena. Actualmente, las importaciones provenientes de Estados Unidos bordean los US $ 3.000 millones pagando un arancel promedio de 5,65 %,el que bajará a 0,54 % con la entrada en vigencia del TLC.

Complementario a esto encontramos en desarrollo "la desviación de comercio" que enlazará Estados Unidos como consecuencia de que las importaciones estadounidenses se harán más competitivas que las de otros orígenes por pagar menos aranceles, estimadas en US $ 260 millones que dejarán de pagar con gravámen promedio de 2,62 %. Otro factor de merma en la recaudación fiscal es dotada por el levantamiento del impuesto al lujo en un horizonte de cuatro años. Está claro y así lo ha demostrado la imposición de un punto en la subida del IVA para compensar el déficit producido por los TLC pero ninguna autoridad de gobierno ha explicado cómo se compensarán los aproximadamente US $ 2.000 millones de disminución que tendrá el ingreso fiscal hasta el supuesto crecimiento que se producirá con el aumento del 2 % del PIB en el año 2016.

En el escenario real el comercio exterior en manufacturas ha sufrido una caída en los últimos 20 meses de 19,8 %. Caída que ha afectado a los envíos de las cuatro más grandes economías de América Latina: México, Argentina, Venezuela y Brasil. Todo esto informado por la asociación de Exportadores de Manufacturas y Servicios (ASEXMA). Este magro panorama perfila una baja de la demanda de Venezuela desde US $ 178 millones a US $ 85 millones con un desplome del 52,2 %. Argentina y Brasil presentaron disminuciones en sus compras de manufacturas chilenas en el mismo período de 22 % y 25 % respectivamente. Las exportaciones de julio del 2003 fueron encabezadas por Estados Unidos que adquirió US $ 88 millones concentrando 23,7 % de los envíos, principalmente piezas de madera, vinos y otros productos agroindustrales de relativo bajo valor agregado. Nadie de los optimistas pone en cuestión tampoco que el crecimiento se explica por el crecimiento de la producción minera en un 24,4 % que sigue inundando los mercados con cobre que sigue incidiendo negativamente en los precios.

Importante también es la caída de las importaciones en agosto que cayeron en 6,2 % comparadas con igual mes del año 1992 (Informe del Banco central). Es cierto que la base de comparación es alta pues las importaciones en Agosto de 2002 crecieron en 21 %, no obstante es un elemento a considerar, toda vez, que la caída de las importaciones implica una contracción del gasto interno, en otras palabras deteriora la alicaída demanda agregada lo que moverá a la baja los indicadores de agosto 2003.

El Chile disfrazado sigue siendo exportador de mercancías con bajo valor agregado con una ofensiva distribución del ingreso. El Chile disfrazado oculta otro, corrohído por el imparable fenómeno de la delincuencia. El gobierno guardó durante más de dos semanas el último informe sobre los delitos con los peores resultados desde 1997 y lo lanzó a la circulación cuando las personas tienen volcada su atención hacia la conmemoración del Golpe de Estado del 11 de septiembre. La delincuencia crece respecto de los delitos de mayor connotación social, la tasa cada cien mil habitantes sube casi en un 80 % y la de robo con violencia o asalto, en un 161 %. En los últimos diez años se han duplicado los fondos para la policía uniformada pero la delincuencia no baja. Prácticamente todas las medidas como la modernización de la justicia: el plan cuadrante, el Programa Comuna Segura y otros, por más bien diseñados que estén, no resolverán un problema que tiene su génesis principal en un modelo económico que produce este estado de cosas. La apertura indiscriminada de la economía deja a millones de personas en el desempleo o en el empleo precario. Con segmentos de la juventud donde el desempleo llega al 40 %, a la vez que los bombardea día y noche con pautas de consumismo desatado. Con el ejemplo de las autoridades de gobierno que roban a manos llenas o se otorgan sueldos e indemnizaciones fabulosas. Nada obtendrán con medidas de represión policial. Lo que requieren esos miles de seres humanos es trabajo digno, valores morales, asentados en igualdad de oportunidades materiales de vida digna. Ahora tienen como pauta relevante de conducta una sociedad de clases donde impera el robo institucionalizado. Los que profitan de un poder económico a espalda de una miseria generalizada por más que se encierren en sus mansiones ya infinitamente segregadas no podrán detener su propia creación. Su riqueza, su consumo suntuario es una verdadera ofensa a los desposeídos. Las cárceles están más que saturadas. Los guardias que no son más que trabajadores tan explotados como los otros se constituyen en correas transportadoras de información de todos los posibles métodos de seguridad que se pongan en práctica. Los economistas del sistema deberían recordar que el mundo de la delincuencia les manda un mensaje muy claro: el costo de oportunidad de la delincuencia es mucho menor que la integración a un modelo económico que no les brinda ninguna oportunidad. En el mundo del hampa, a diferencia del resto de la economía, se cumple la Ley de Say, y la oferta crea su propia demanda.