Consecuencia revolucionaria
Sergio Ramírez
Existe la tendencia a simplificar el pensamiento del Che. Con frecuencia se
afirma que defendió la lucha armada como el único camino, en expresión concreta
del voluntarismo que le dominaba. Por lo cual, cabría preguntarse: ¿si el
reduccionismo, el empobrecimiento teórico, no mutila la aportación ideológica
del Che?. En un nuevo aniversario de su muerte en combate, algunas
consideraciones sobre su aporte y vigencia, dado que la crítica reformista y,
también, muchas adhesiones valientes pero inmaduras, deformaron su pensamiento
Para una respuesta a interrogantes y deformadas interpretaciones sobre el
pensamiento del Che, algunas consideraciones. El Che precisa, enfatiza, que la
guerra de guerrillas es un método para lograr un fin: la toma del poder. El
estudio de su pensamiento permite avalar tal conclusión. En efecto en su obra
"Guerra de Guerrillas" (1960) aclara, en primer lugar, que el parto violento o
pacífico de la Revolución no depende de los revolucionarios sino de la
resistencia que opongan las fuerzas reaccionarias al nacimiento de la nueva
sociedad, que se engendra por las contradicciones que se generan dentro del
viejo sistema. Estimaba que la guerra era inevitable en una sociedad dividida en
clases, pero estaba consciente de que la dictadura de las clases dominantes
trataba de ocultar su resolución de ejercerla en su expresión extrema de su
fuerza. Por eso, consideraba que los revolucionarios debían denunciar su
verdadero carácter, obligarla a presentarse sin disfraz. Es decir, en su
verdadera esencia de dictadura violenta de las clases dominantes. Propuesta no
siempre considerada. Muchas veces quienes luchaban dentro de la
institucionalidad burguesa, en vez de aprovechar esa legalidad para producir la
ruptura institucional y desenmascarar lo que ésta representa, se limitaban a
actuar dentro de sus límites, procurando más bien dar pruebas de una buena
conducta para conservar los "beneficios" que el sistema les concede, a cambio
del abandono de toda estrategia de poder. Actitud que representa un
cuestionamiento de la vigencia del pensamiento del Che. Tal negativa se expresa
desde sectores de "izquierda", cuyos voceros abogan por las vías "pacíficas y
democrático-burguesas" para la toma del poder. Producto de ello, la
interrogantes: ¿Hay una situación real en América Latina para el acceso al poder
de los sectores populares por medio de las urnas o debería haber enfrentamiento
armada como postulaba el Che?
En la formulación de una respuesta hay que establecer previamente la diferencia
entre gobierno y poder (una cosa es llegar al gobierno por una vía pacífica y
otra es tomar el poder) y analizar, sin distorsiones, el pensamiento real del
Che. En tal perspectiva se puede establecer que a fines de 1962, él puntualizaba
que por tránsito pacífico al socialismo, es decir, tránsito sin uso de las
fuerzas armadas, no podía entenderse sólo el logro del poder formal – o lo que
se acostumbra a llamar gobierno – sino la instauración del poder socialista con
todos sus atributos y significados. Además, no descartaba, aunque las
posibilidades le parecían muy remotas, que en determinadas condiciones o
situaciones especiales de crisis, los régimenes burgueses se viesen obligados a
ceder el gobierno a las fuerzas populares, que los cambios sociales pudiesen
iniciarse por las vías electorales. Pero estaba convencido de que un gobierno
elegido por votación popular, que iniciase transformaciones profundas, entraría
de inmediato en conflicto con las clases desplazadas del gobierno y, por lo
tanto, con el ejército, instrumento de opresión de clases. Poco más de 10 años
de expresado este pensamiento ocurría en Chile (1973) exactamente lo anunciado
por el Che.
LA LUCHA GUERRILLERA ES LUCHA DE MASAS
A pesar de la justeza de su pensamiento, el Che ha sido y es objeto de enconados
ataques y de falsificaciones, tanto de derecha como de izquierda. Las que más
abundan son las que lo caracterizan como ciego partidario de la lucha armada, en
cualquier tiempo y circunstancia. Tales argumentos son falacias. El Che nunca
planteó la inevitabilidad de la lucha armada en términos absolutos y dogmáticos.
Decía: "Donde un gobierno haya subido al poder por alguna forma de consulta
popular, fraudulenta o no, y se mantenga al menos una apariencia de legalidad
constitucional, el brote guerrillero es imposible de producir por no haberse
agotado la posibilidad de lucha cívica".
El Che, revolucionario de sólida formación teórica, no sólo comprendía sino que
propugnaba la participación de las masas, sin las cuales, estimaba, es imposible
el triunfo revolucionario. En su obra citada, afirma: "Es importante destacar
que la lucha guerrillera es una lucha de masas, es una lucha del pueblo; la
guerrilla, como núcleo armado, es la vanguardia combatiente del mismo, su gran
fuerza radica en la masa de la población". Lo que efectivamente plantea es que
"si un movimiento popular alcanza el poder por amplia votación y resuelve
iniciar las grandes transformaciones sociales que constituyen el programa por el
cual luchó ¿no entraría en conflicto inmediatamente con las clases
reaccionarias? ¿No ha sido siempre el ejército el instrumento de presión de esa
clase? Si es así, es lógico razonar que ese ejército tomará partido por su clase
y entrará en conflicto con el gobierno constituído…..Nos parece difícil que la
fuerzas armadas acepten de buen grado reformas sociales sociales profundas y que
se resignen mansamente a su liquidación como casta". Pero, además, tenía la
certeza, apoyado por la experiencia de la Revolución cubana, de que, tarde o
temprano, los movimientos revolucionarios, se verían enfrentados a la
intervención imperialista en apoyo de las clases reaccionarias, y que, en el
caso de triunfar la revolución, los EE.UU.no reconocerían al nuevo poder y
harían todo lo posible por revertir el proceso revolucionario. El movimiento
revolucionario salvadoreño y la revolución sandinista corroboran estas
predicciones.
LA UNICA VIA PARA TRANSITAR A LA NUEVA SOCIEDAD
De lo expuesto hasta aquí, se deduce que en América Latina el socialismo podrá
construirse, a partir de determinadas circunstancias, a través del empleo de la
violencia revolucionaria como respuesta a la violencia reaccionaria, Estas
reflexiones son el primer paso en el desarrollo del pensamiento del Che. Ellas
se deben considerar en relación directa con la realidad de la región. En América
Latina, donde las clases reaccionarias, que nunca han abandonaron el poder
voluntariamente, cuentan con el apoyo de la mayor potencia mundial para mantener
sus privilegios. En la lucha por mantener el poder se deberá enfrentar con las
armas a las armas enemigas que se opondrán a todo cambio revolucionario.
Entonces, sin lucha armada podrá, en el mejor de los casos, haber gobierno por
algún tiempo pero no habrá poder popular que se consolide.
Después de comprender que es la reacción la que impone la lucha armada a los
pueblos, se plantea el interrogante de cuál es la forma o método de lucha más
eficaz para lograr la conquista del poder y la defensa de éste una vez
conquistado. La formulación de una respuesta conduce a otro aspecto en el
desarrollo del pensamiento del Che: la guerra de guerrillas. ¿Cuales son los
fundamentos de esta tesis del Che?. Al respecto, es necesario tener presente que
los postulados fundamentales del Che son "rebelión contra la oligarquía y contra
los dogmas revolucionarios". Tras ellos, está su pensamiento sobre la
experiencia de la Revolución cubana. Sostiene que la victoria armada había sido
"un modificador de viejos dogmas sobre la conducción de las masas populares de
América Latina". Victoria, que según sus ideas, significa tres aportes
fundamentales al pensamiento revolucionario de la región: 1.-Las fuerzas
populares pueden ganar una guerra contra el ejército profesional. 2.-No siempre
hay que esperar que se den todas las condiciones para la revolución, el foco
insurreccional puede desarrollarlas. 3.-En la América subdesarrollada, el
terreno de la lucha armada debe, preferentemente, ser el campo. Estas
conclusiones son también un serio cuestionamiento al reformismo imperante, que
había adoptado posiciones pasivas ante los procesos sociales, refugiándose en un
lenguaje formal "marxista-leninista" como pretexto, en espera de que "se den
todas las condiciones objetivas y subjetivas, sin preocuparse de acelerarlas".
Pero, no solo el dogmatismo, sino también el mecanicismo de sectores de
izquierda es enjuiciado. Al respecto el Che dirá: "…cuando se habla de las
condiciones para la revolución no se puede pensar que todas ellas se vayan a
crear por el impulso dado a las mismas por el foco guerrillero….Es decir, que es
necesario demostrar claramente ante el pueblo la imposibilidad de mantener la
lucha por reivindicaciones sociales dentro de la contienda cívica"
Cerradas las posibilidades dentro de la "contienda cívica", sólo existe el
camino de la lucha armada para la toma del poder. Ante ello, el Che postula que
a un ejército opresor de las características de los de América Latina, sólo se
les puede derrotar si las fuerzas revolucionarias forman un ejército popular.
Pero como éste no nace milagrosamente de un día para otro sino que tiene que
armarse con el arsenal que le brinda el enemigo, y empezar la lucha con una
correlación militar muy desfavorable, sólo el núcleo guerrillero, puede lograr
estas metas, gracias a su gran maniobrabilidad y capacidad de desconcentrar y
reconcentrar fuerzas según las circunstancias, permitiendo, en un comienzo
resistir el ataque de las fuerzas superiores, y en la la medida en que se avanza
en el reclutamiento popular y en la obtención de recursos técnicos, propinar
golpes cada vez más contundentes al enemigo hasta conseguir finalmente
derrotarlo. Y, todo ello, cumpliendo con un requisito que el Che consideraba de
vital importancia: la posibilidad de garantizar la seguridad y permanencia del
mando. Objetivo más difícil de lograrse si el núcle guerrillero se mantiene en
las zonas urbanas, donde el aparato represivo del Estado es mucho más fuerte.
El Che consideraba aconsejable la lucha guerrillera rural no sólo en los países
en los que existía una gran masa campesina sometida todavía a relaciones de
explotación precapitalistas, sino también en aquellos países de desarrollo
económico atrasado pero con grandes concentraciones urbanas, aunque, con la
honestidad de siempre se atrevería a afirmar categóricamente que toda rebelión
popular con base guerrillera dentro de la ciudad estaría destinada al fracaso.
Estimaba, sin embargo, que un núcleo guerrillero asentado en una montaña
cualquiera, en la que existiera un terreno favorable y bases sociales para la
lucha, si se aplicaba consecuentemente la estrategia y la táctica de esta forma
de lucha, tenía más posibilidades de éxito que si se concentraba exclusivamente
la lucha en la ciudad, donde era mucho más fácil eliminar a los jefes de la
revolución. Podía imaginarse todo tipo de maniobras armadas en la ciudad,
valoraba como especialmente eficaz la guerrilla suburbana, pero insistía en la
importancia de que el núcleo dirigente se mantuviera en un terreno favorable a
la lucha guerrillera rural, ya que así, si el enemigo lograba aniquilar al
movimiento urbano, el poder político revolucionario permanecía a salvo, no fuera
de la guerra ni en otro país, sino dentro de su pueblo y luchando.
Estas afirmaciones han sido objeto de enconados ataques de la reacción mundial.
Se ha tratado de deformar la concepción de la guerra de guerrillas. Se ha
criticado el "foquismo" de la década del 60 atribuyéndose al Che y a la
Revolución cubana su paternidad. Muchos se preguntan: ¿Es correcta tal crítica y
tal afirmación?. Para abordar estos interrogante, es necesario aclarar que sus
detractores entienden por "foquismo" la absolutización del papel del pequeño
núcleo de combatientes situados en zonas montañosas rurales, que por su sola
presencia, representaría la llama que automáticamente encendería la pradera.
Esta es una de las más grandes deformaciones que ha sufrido la concepción de la
guerra de guerrillas que utilizara la revolución cubana y desarrollara
teóricamente el Che. Es concebirla como algo opuesto e independiente de las
masas, olvidando/ocultando que el Comandante guerrillero afirmaba que la guerra
de guerrillas es una guerra del pueblo, es una lucha de masas. Por lo cual,
pronosticaba un desastre inevitable a aquellos que pretendieran realizar este
tipo de guerra sin apoyo de la población. Nunca concibió la lucha como puramente
militar sino que como político-militar. "La guerrilla – decía el Che – es la
avanzada numéricamente inferior de la gran mayoría del pueblo que no tiene
armas, pero que expresa en su vanguardia la voluntad de su triunfo".
SIN SUEÑOS Y UTOPIAS NO HABRIA REVOLUCIONARIOS
Se ha criticado también el supuesto voluntarismo del Che, que en sus proyectos
no consideraba las condiciones objetivas, que otorgaba un papel central a los
valores subjetivos. Ante esta crítica, reiterada y equivocada, es necesario
establecer qué hay de verdad en ella. Primero, es incuestionable que sin sueños
y utopías no habría revolucionarios y que muchas veces los hombres se detienen
porque consideran insuperables, obstáculos que son superables.. La historia de
la Revolución cubana demuestra que obstáculos que parecían invencibles tenían
solución.. Además, el Che era sin duda un soñador, en el buen sentido de la
palabra, pero eso no significa que fuera un voluntarista. Como marxista
sabía que la voluntad, el deseo, las intenciones de los hombres no son
todo-poderosas, que en sus proyectos es necesario que se tenga en cuenta el
marco de las condiciones objetivas. No hay que confundir voluntarismo con
tenacidad.
La respuesta a las críticas de voluntarista se encuentra en el análisis que
hacía el mismo Che de la intervención del factor subjetivo antes y después de la
Revolución cubana. En referencia al primer período, el Che escribió que "no
siempre hay que esperar que se den todas las condiciones de la Revolución: el
foco insurreccional puede crearlas". Postulado que está vinculada a su tesis de
que "las fuerzas populares pueden ganar una guerra contra el ejército". Ambas
afirmaciones, deducidas de la práctica de la Revolución cubana y consideradas
por el Che como aportes de ésta al movimiento revolucionario de América Latina y
del Tercer Mundo, le sirvieron tanto para combatir tanto la actitud quietista de
quienes escudaban su inactividad bajo el pretexto de que nada se puede hacer
contra los ejércitos profesionales actuales, como la de aquello a que se quedan
eternamente esperando que por arte de magia se den las condiciones objetivas y
subjetivas de la revolución, sin preocuparse de acelerarlas.
Las concepciones predominantes en el seno de la izquierda en América Latina,
consolidadas en la década de los 50, establecían que en la región faltaba aún
concluir las revoluciones "democrático-burguesas". Por lo cual, definían el
quehacer como tareas de promoción y apoyo a la formación de gobiernos de
"coalición democrática". Gobiernos que, según tales propuestas, llevarían
adelante la denominada revolución democrática agraria y antiimperialista, bajo
la dirección de las burguesías nativas (denominadas "nacionales"). A las cuales
se atribuía una potencialidad transformadora y de oposición y lucha contra el
imperialismo, porque, se consideraba que al no estar directamente vinculadas a
la nueva fase superior del capitalismo, aspiraban a suprimir las "trabas"
imperialistas al desarrollo capitalista "nacional". Pero, como de todos modos,
por su carácter de clase, tendían a la conciliación con el imperialismo, era
necesario, afirmaban, organizar el "Frente Nacional" donde tales vacilaciones
serían contrarrestadas y reorientadas por la fuerza obrero-campesina. Así el
Frente sería la herramienta que conduciría a la formación del "Estado de
Democracia Nacional", que representaría la culminación de la primera etapa de la
revolución. En la medida que fueran alcanzados sus objetivos, se irían
conformando, configurando, las condiciones para la revolución socialista, que
quedaba así relegada a una lejana e incierta "segunda etapa".
Atados a este esquema teórico, sus voceros se transformaron, en la práctica, en
predicadores de la espera y la pasividad, inmovilizando a las vanguardias frente
a una realidad objetiva, contradictoria con sus concepciones. Así, el culto a
las condiciones objetivas limitó, casi hasta la anulación, las inmensas
posibilidades que tiene el sujeto social de transformar la realidad mediante la
acción revolucionaria consciente.
La triunfante Revolución cubana rompió esos esquemas paralizadores y puso a la
orden del día la posibilidad de la acción revolucionaria de las masas y sus
vanguardias en América Latina. Como marxista, el Che, siguiendo el pensamiento
de Fidel Castro, revalorizó la importancia del factor subjetivo en la
revolución, particularmente en América Latina, luego que éste estuviera relegado
durante años al imperio de las condiciones objetivas. En efecto, Fidel había
sostenido que en la mayoría de las sociedades latinoamericanas habían madurado
las condiciones que hacían posible los cambios revolucionarios. En tal
postulado, la existencia de esas condiciones objetivas, aunadas a las clases
verdaderamente interesadas en cambiar radicalmente la situación, así como la
necesidad de emplear la lucha armada para tomar el poder, definían la
posibilidad y necesidad de un proceso auténticamente revolucionario en la
región, que el Che veía no como sucesión de etapas preconcebidas, sino como un
proceso único e ininterrumpido que conduciría a la Revolución Socialista.
El Che, al analizar la realidad latinoamericana de la época, señalaba como
"raíces permanentes de todos los fenómenos sociales de América, (….) a través de
sus conexiones con el imperialismo, plasma completamente el llamado
subdesarrollo que da como resultado los bajos salarios y el desempleo. Este
fenómeno de bajos salarios y cada vez más desempleo…y…crean lo que es el
denominador común de los pueblos de América Latina…Ese común denominador…se
llama Hambre del pueblo" ("Cuba: ¿excepción histórica o vanguardia en la
lucha?"). Por ello, el Che sabía perfectamente que la historia de las sociedades
no es fruto exclusivo de la voluntad de los hombres y por eso no hablaba de que
el foco pudiera crear todas las condiciones para la Revolución. En efecto, si se
considera atentamente su afirmación al respecto, se comprueba que dice, y luego
lo explica, que no se necesita que estén dadas "todas" las condiciones de la
revolución para iniciar la lucha armada, que el foco guerrillero puede crear
aquellas que faltan siempre que existan determinadas condiciones mínimas que
hagan factible el establecimiento y consolidación del primer foco; entre ellas
señala que la paz haya sido rota por las fuerzas opresoras para frenar las
expresiones de creciente descontento del movimento popular. Además, en el texto
citado sobre la realidad de la región, dice que las condiciones objetivas de la
lucha están dadas por por el hambre del pueblo (producto de la crisis
estructural del capitalismo dependiente que origina salarios miserables,
desempleo y subempleo), la reacción frente al hambre, el terror desatado para
aplazar la reacción popular y la ola de odio que esta reacción crea, pero que
faltan las condiciones subjetivas de las cuales la más importante es la
conciencia de la posibilidad de victoria por la vía violenta frente al poder del
imperio y sus aliados internos.
NO SE DEBE TEMER A LA VIOLENCIA
Junto al triunfo de la Revolución cubana se abrió una etapa de convulsiones
sociales en América Latina para las cuales las fuerzas de izquierda no estaban
preparadas. No habían desarrollado la capacidad de organizar la lucha por el
poder. Estaban sólo capacitadas para comprobar y denunciar los datos de la
explotación y opresión que dictaba la realidad política, social y económica, sin
percibir el aspecto revolucionario, subversivo, de ella. Además. muchos vieron
la victoria del pueblo cubano como una excepción no válida para el resto de los
países latinoamericanos. No consideraron que los factores que unían la
experiencia revolucionaria a la realidad de la región en esa época eran más
significativos que los elementos excepcionales.
El lazo que unía la Cuba pre-revolucionaria a la realidad de América Latina eran
el subdesarrollo, la dependencia y sus consecuencias negativas en las esferas
económicas, sociales, políticas y culturales; la existencia de dictaduras
militares y democracias reaccionarias, formales,que han dominado, caracterizado
a más de 100 años de existencia de sus pueblos. Pero, también, la victoria de la
Revolución cubana no sólo modifica el cuadro de lucha en la región, sino que
también alerta al imperialismo que cierra aún el camino a cualquier tránsito
pacífico a los cambios revolucionarios que puedan atentar contra sus intereses y
los de sus aliados burgueses. Por eso, el Che considera que respecto a la
Revolución cubana, "infinitamente más duros serán las nuevas batallas que
esperan al pueblo en otros lugares de América Latina".
Se había creado una nueva situación a comienzos de la década del 70, que el Che
caracteriza como "un estado inestable entre la dictadura oligárquica y la
posición popular…Pasamos por una etapa en que las presiones populares son muy
fuertes; están llamando a las puertas de la legalidad burguesa y ésta debe ser
violada por sus propios autores para detener el impulso de las masas".. Los
sucesivos y casi simultáneos golpes militares en los países del Cono Sur a fines
de la decadas del 60 y comienzos de la del 70, así lo ratificaron. Esta
violación de la oligarquía de su propia legalidad, obligaba a los
revolucionarios a proyectar no sólo la lucha por el retorno a la legalidad
burguesa, sino también a la conquista del Poder. En tal perspectiva, el Che
postula que no se debe temer a la violencia sino que, por el contrario, había
que prepararse para ella y desatarla "en el momento preciso en que los
conductores del pueblo hayan encontrado las circunstancias más favorables". La
situación imperante en esos países, después de "salidas negociadas" y procesos
de "diálogos y negociaciones de paz", señala que la situación de sus pueblos en
nada ha cambiado sustantivamente
ESE SUEÑO SE PERSONIFICO
Ernesto Che Guevara creía profundamente en la revolución y el socialismo. Entre
lo mejor de sus sueños estaba la creación del hombre nuevo. Por eso, valoró en
su dimensión histórica el rol de las masas, sin subestimar el "cuadro, columna
vertebral de la Revolución". Por lo cual, exigió del dirigente la ejemplaridad,
"porque el hombre que va delante impulsa a los demás a que lo alcancen, atrae a
los demás hacia su nivel, mucho más que aquel que desde atrás empuja con la
palabra solamente". Además, en el centro de sus preocupaciones y aspiraciones
está la juventud en la perspectiva de lograr ese hombre nuevo. Actitud que
expresa con claridad: "Nos formamos en la acción cotidiana, creando un hombre
nuevo con una nueva técnica….la arcilla fundamental de nuestra obra es la
juventud: en ella depositamos nuestras esperanzas y la preparamos para tomar de
nuestras manos la bandera".
Por lo cual, nunca como ahora resulta imprescindible meditar en la acción
consecuente del Che en aras de conquistar formas de vida que permitan poner fin
a la alienación del hombre y dar paso al surgimiento de un mundo que posibilite
su felicidad plena, lejos de de las actuales políticas deshumanizantes, que
imaginan que una vez desaparecido el denominado "mundo socialista" ha terminado
la lucha de los pueblos y ha llegado el fin de la historia. En este contexto es
que se inscribe la labor ejemplarizadora y educativa del Che, así como su
pensamiento humanista, cuando lucha por una nueva conciencia de la humanidad,
por la construcción del socialismo y en oposición a quienes pretenden implantar
un código de valores destinados a lograr el vasallaje y el aniquilamiento en el
individuo y de todo aquello que puede promover el logro consecuente de su
desarrollo espiritual.
Si se sigue la evolución y el ascenso de la vida en el Che, se comprende lo que
expresó en diversas ocasiones para explicar como se operó en él el tránsito de
un joven individualista, solidario instintivamente con los desposeídos, hasta
llegar a alcanzar una toma de conciencia y un pensamiento político comprometido
con la lucha directa de los pueblos, ligado a la percepción del camino a
seguir., para así dedicar su vida al servicio de la humanidad mediante la
revolución. El punto de partida de tal proceso se expresa en los primeros años
de la década del 50, con su desición de recorrer América Latina y poder
compenetrarse de la esencia de los problemas de la región. Esto contribuyó a que
enraizara grandes convicciones, aprendidas primero a fuerza de observación y,
posteriormente, a través de una estrecha vinculación con los pueblos que
visitara y que le hacen reflexionar en cómo llegar a alcanzar una nueva escala
de valores, que representen el verdadero sentido de la justicia social y la
equidad, como elementos determinantes de nuevos patrones de conducta social.
Producto de tales convicciones, su formación como "auténtico revolucionario",
mediante la entrega plena a la lucha. De modo incipiente en la Guatemala de
Jacobo Arbenz y definitivamente en Cuba, al sumarse a los futuros
expedicionarios del Gramma, encabezados por Fidel Castro. Inicia así una vida en
la que se propone luchar y participar en la creación de una nueva sociedad,
convencido de que sólo mediante la conciencia que adquiere el hombre de su
destino es que podrá salvarse de un futuro incierto y degradante.
Triunfante la revolución, una vez tomado el poder, en la Cuba de 1959, el Che
paulatinamente adquiere la certeza de que el objetivo de la lucha armada no
consiste exclusivamente en en sustituir a un tirano por un difuso gobierno del
pueblo, sino en crear condiciones que garanticen el surgimiento de una sociedad
diferente, socialista. A la realización de esas ideas y propósitos dedica todo
su tiempo y lo mejor de su intelecto, aún más, cuando se proclama el carácter
socialista de la Revolución cubana en 1961.
Para el Che, el desarrollo de una nueva base material implicaba el advenimiento
de un hombre nuevo, como un proceso inseparable, en el cual emergería con una
nueva conciencia de sus deberes y derechos y con el firme compromiso moral y
ético de una real participación en la gestión de poder en los distintos niveles
de la sociadad en construcción. Con esa convicción estudió crítica y
profundamente algunas concepciones que se estaban generando en el denominado
"socialismo real", que pretendía llegar al socialismo a través de posiciones
economicistas y motivaciones individualistas, adelantándose con sus críticas a
lo que 25 años después devendría en la crisis y derrumbe del socialismo europeo
La obra teórico-práctica del Che coloca, sin duda, al hombre como protagonista
real y activo de la nueva sociedad. Hoy como ayer, en este mundo contradictorio
y coercitivo, es que el Che encontró su plena dimensión, enfrascado, somo dijere
uno de sus poetas favoritos, León Felipe, "en la aventura de parirse a si
mismo", razón esencial para que su vida y muerte sean una invitación permanente
a todos los que creen en el riesgo de luchar por una nueva sociedad. El sueño
del hombre nuevo se ha hecho realidad en el Che. Por eso, Fidel Castro lo ha
personificado y definido: "Si queremos un modelo de hombre que no pertenece a
este tiempo, un modelo de hombre que pertenece al futuro….Ese modelo es el Che".
En el presente la revolución parece lejana.. Se la ubica en la zona de los
sueños. Pero, sin embargo, la polarización de fuerzas del cambio se ha
acelerado, conviertiéndose en volcanes activos que pugnan por entrar en
erupción. La lucha aparece agazapada en diversos países, especialmente donde el
reflujo ha sido mayor. En este sentido, el espiritu del Che, rebelde y
antidogmático, incita a no cesar en la búsqueda de una alternativa al
neoliberalismo, a la apertura de nuevos caminos de lucha por el poder y el
socialismo. Para tener éxito en tales empresas no hay que convertir al Che en un
dogma, hay que desmistificar al Che para que siga combatiendo.