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28 de julio del 2002

Intervención de Claudia Korol

Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo

26 de Abril de 2002, en el Auditorio de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo

Buenas noches, les agradezco a todos los compañeros y compañeras la presencia, a las Madres, que sabemos que están "corriendo" en estos días para un lado y otro, y se hicieron este "lugarcito" para estar con nosotros, a Raúl, que nos permitió empezar de una manera distinta, poniendo la posibilidad que la canción no se divorcie de la reflexión, de los debates, de la discusión y de las prácticas revolucionarias, a los compañeros de los Grupos de Apoyo a Madres que están hoy acá, sabemos lo que les costó llegar, pero sobre todo lo que significa su presencia, en momentos - como decía Néstor - donde ya no es lo más redituable ni lo que más prestigio da, sino que es una batalla fuerte en el corazón de Europa y de distintos países bancar este proyecto, bancar las ideas, bancar las luchas, las batallas, el espacio de las Madres y de la Universidad Popular. Lo sabemos, y queríamos aprovechar este momento para agradecerles que lo hagan todos los días y que hoy podamos compartirlo. Agradecer a Rodolfo Peloso, de Brasil, un compañero que llegó hoy y que nos va a dar algunas ideas, algunas reflexiones, pero que hace tiempo nos viene acompañando, estuvo en la fundación de la Universidad Popular, en el acto de inauguración, donde participó también Ruben Paulucci, que también anda por ahí, y que va estar en estos días, compartiendo, y que nos apoyó en muchos proyectos, incluida la colaboración en la carrera de Educación Popular y la ayuda al debate y la creación de su programa, y por supuesto, a los compañeros y compañeras del Movimiento Sin Tierra de Brasil, a quienes damos también el agradecimiento y la bienvenida.
Pasaron 35 años de la caída del Che, pasaron 25 años desde el nacimiento de las Madres aquel 30 de abril.
Muertes - se dice - que dan una nueva vida. Muertos insurrectos, muertos cada vez más indóciles, como nos decía Roque Dalton. Ellos llegaron hasta aquí. Marchan con nosotros, con las Madres, marchan con los piqueteros. Llegan hasta la Plaza de Mayo con los motoqueros.
Esta es la victoria de los vencidos. Aquí están, y aquí estamos...
No estamos inaugurando entonces un espacio académico para conocer - como decía Néstor- solamente cuándo nació, qué cigarros fumaba, de qué cuadro era, qué peleas dejó sin concluir aquel compañero, aquel revolucionario, aquel hermano mayor, para muchos combatientes de la generación del '70.
Inauguramos, y quisiéramos que esto sea un lugar para el encuentro, para el intercambio de experiencias, para la creación colectiva de nuevos conocimientos. Para que el Che nos permita, nos ayude, a inventar nuevos atajos y a abrir nuevas posibilidades para la lucha por el socialismo. Un socialismo como nos proponía Mariátegui, que sea creación heroica de los pueblos - en este caso de nuestro pueblo - junto al pueblo de América Latina, junto a los pueblos del mundo.
La Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo está nuevamente en trabajo de parto. ¡Cuántos partos seguidos, uno tras otro! En estas entrañas hay mucha vida que quiere nacer y renacer para recuperar el tiempo de la desmemoria.
Quisiéramos, esperamos, ser parte de todos estos nacimientos, llenando este espacio de sueños insurrectos, de prácticas creativas, productivas, de teorías que se renacen a sí mismas las veces que sea necesario.
No queremos un conocimiento que sea profecía, no queremos que el saber sea privatizado por los puedan o por los que tienen. Esperamos que el saber se socialice, como el aire, como el alimento, como el trabajo, como socializaron nuestras Madres la maternidad.
Queremos un socialismo no sólo económico, como nos decía el Che, sino como un nuevo hecho de conciencia, como el renacer desde las entrañas de la vieja sociedad. Nuevos hombres y mujeres nuevas. Revolucionados y revolucionadas, con su práctica cotidiana del amor.
¿Por qué volver al Che? nos preguntábamos cuando discutíamos esta Cátedra. ¿Por qué en este tiempo? ¿Por qué en este lugar?
Volvemos al Che porque en él buscamos algo que el Movimiento Sin Tierra definió muy bien hace un tiempo, creemos, como "pedagogía del ejemplo". Una forma de actuar como se piensa, vivir permanentemente poniendo el cuerpo - en este caso nuestros cuerpos - como espacios precisos para definir los criterios de verdad, una manera de entender este tiempo de rebelión, que es un paradigma rebelde. Un intento - como decía Néstor - de demistificar al mito para que ande con nosotros, para que camine con sus pulmones cansados, con su asma, con su ironía tan argentina, con su cubanía, con su sonrisa de futuro, con su impaciencia, con su inconformismo.
Para aprender a no creer, o a descreer de las certezas que remachan nuestros dogmas, nuestros prejuicios, nuestras desconfianzas.
Volvemos al Che porque el mito, antes de ser mito fue un hombre, fue un compañero, fue un luchador, que en todo caso encontró con su vida, con su propia vida, algunas claves que lo volvieron un ejemplo en el que se tratan de reconocer muchos militantes, muchos no militantes, muchos jóvenes, muchas compañeras y compañeros que encuentran que el Che encarna, precisamente, los valores opuestos a los que reproduce la dominación cultural del capitalismo.
Y el hombre, ese Che, se volvió así, con unas cuantas claves, tal vez uno de los pocos símbolos revolucionarios del siglo XX que llegó hasta el siglo XXI. El argentino que trascendió nuestras fronteras para hacerse universal. Nos interesa su búsqueda para hallarse a sí mismo las veces que sea necesario, intentando demostrar que es posible, en este tiempo, creando en nuestras propias vidas el laboratorio de la vida nueva, en la que las relaciones sociales no estén determinadas por el egoísmo sino por la solidaridad, no por el individualismo sino por el esfuerzo colectivo, no por el escepticismo sino por el compromiso, no por la obtención sino por la entrega, no por los valores "light" de la posmodernidad sino por el duro oficio de ser constructores y constructoras de un mundo nuevo, y destructores y destructoras de un sistema injusto.
La Cátedra quisiera ser la invitación a imaginarnos la posibilidad de destruir al sistema que explota, que aliena, que domina, que discrimina. La invitación a pensar que puede ser posible.crear una sociedad en la que no se cambie una forma de dominación por otra, sino que se termine con toda dominación. Donde no sólo se termine con la explotación, sino también con todas las alienaciones y dominaciones.
Es la invitación, decía, a imaginarlo primero, a soñarlo juntos, para encontrar en esos sueños y en esa imaginación las fuerzas para realizarlo. Queremos discutir caminos también, para concretar el sueño, para aterrizarlo, para volverlo posibilidad de presente y de futuro. Y creemos entonces en que la experiencia y la reflexión del Che, hay claves teóricas y prácticas que tal vez nos ayuden a pensar ese camino.
Por ejemplo, a pensar ese camino como el proyecto internacionalista de todos los oprimidos. El tiempo de globalización del capitalismo, la batalla por el socialismo, sólo pueden ser pensadas en una dimensión mundial. El Imperio extendió la dominación y la mundializó. Si centralizó su poder, si fragmentó nuestra resistencia, tal vez un hecho actual de la lucha de clases sea la propuesta de mundializar las resistencias y la creación de alternativas de poder popular.
El Che propuso para nuestros debates la discusión del tema del poder. En tiempos que el poder imperialista ejerce sólidamente su dominación, se pretende que nuestras batallas se limiten a presiones o a negociaciones corporativas o reivindicativas que no cuestionen a este poder. En tiempos también, en que de desde otro lado la rebelión popular va tomando contenidos anticapitalistas, se coloca a la orden del día el debate sobre la creación de un poder popular. No el poder de un grupo, no el poder de un partido, no el poder de una casta. El poder del pueblo, nacido y renacido en las necesidades, el combate, también desde el deseo, desde la unidad de todos los agredidos de una u otra manera por el capital.
El Che colocó, como parte del debate sobre el poder, la discusión sobre las vías de la revolución.
En un momento en que en América Latina se levantan nuevas rebeliones, donde las FARC y el ELN sostienen el desafío a la política de guerra contrainsurgente que promueve el Plan Colombia; donde la Revolución Cubana resiste con dignidad la ofensiva de los jefes internacionales del terrorismo y de la violación a los derechos humanos, los gobernantes nortemaericanos y sus socios locales, como el que se dice nuestro presidente cuestionan esa política. Cuando los compañeros Sin Tierra ocupan, resisten, y producen no sólo una nueva economía, sino una nueva forma de vida en sus asentamientos; cuando los compañeros Zapatistas convocan desde la exclusión al encuentro intergaláctico de todas las fuerzas de la resistencia; cuando los compañeros venezolanos contragolpean y derrotan por ahora los intentos de establecer una nueva dictadura en América Latina auspiciada por el gobierno de Bush; cuando los piqueteros, en nuestro país cortan rutas y abren caminos, cuando se encuentran con las cacerolas, cuando tratan de abrir nuevos caminos y reclaman "¡que se vayan todos!"; y cuando frente a estas insurgencia populares se gesta una nueva ofensiva represiva, se planean nuevos baños de sangre tras el escudo de la política "antiterrorista"; los movimientos populares tenemos no sólo la necesidad, sino la obligación de discutir cómo se defienden los espacios de poder popular que estamos construyendo, y cómo en algún momento dejan de defenderse para poder pasar a una contra-ofensiva de los movimientos populares para construir, crear y conquistar y recrear, si fuera necesario, un nuevo poder.
Hablamos, entonces, del hombre nuevo, de la nueva mujer. Hablamos del internacionalismo, de la batalla por un poder popular, de las vías de la revolución, hablamos del socialismo.
EL Che abre pistas, creemos, por eso lo traemos de nuevo con la Cátedra, en todos estos temas y en muchos más, para pensar una estrategia revolucionaria efectiva. El Che abre caminos, como los piqueteros abren caminos, cuando cortan las rutas. El Che también corta rutas, el Che corta las rutas de la comodidad, de la adaptación, de la domesticación. Esperamos que estos encuentros de los viernes nos ayuden a recuperar, entonces, su pensamiento, su práctica.
El Che Guevara, hijo también de estas Madres, el hermano de nuestros 30.000, el que hablándole a los argentinos, aquel 25 de Mayo del '62 nos decía: "...si todos fuéramos capaces de unirnos, qué grande sería el futuro, y qué cercano". El Che hablaba de concretar la unidad de los que luchan, hablaba de dejar atrás sectarismos, rencillas domésticas, hegemonismos. Y ese mensaje, tal vez sea también un tema para nuestros debates, una invitación a bajar a los héroes de sus bronces, a los mitos de su distancia, y a discutir con ellos, pero sobre todo a discutir entre nosotros, la posibilidad de proyectar un nuevo tiempo de rebeliones. Muchas gracias.