Camilo Torres (1929-1966)
José Steinsleger
La Jornada
Siglos de resistencia y solidaridad forjaron las rebeliones sociales de
Colombia. Estas luchas, que nunca padecieron "soledad", conocieron el primer
territorio libre de América en el palenque de La Matuna, dirigido por el esclavo
africano Dionisio Biojó, quien murió ejecutado por los españoles (Cartagena,
1621).
Más tarde, la revolución de los comuneros (liderada entre otros por José Antonio
Galán, 1781) cuestionó el "mal gobierno" del poder colonial. Las demandas
comuneras contribuyeron a forjar el ideal emancipador y en 1809 fueron
parcialmente contenidas en el célebre Memorial de agravios, de Camilo
Torres, prócer independentista bolivariano (1766-1816).
En el primer lustro de 1960, otro Camilo irrumpe con fuerza en la historia
colombiana. Hijo de padre anticlerical y madre crítica de la actitud moralizante
de los curas, el joven abandona sus estudios de derecho y en 1954 se ordena
sacerdote. Luego estudia ciencias sociales en la Universidad de Lovaina
(Bélgica) y en 1959 regresa al país, donde la curia lo nombra capellán de la
Universidad Nacional de Bogotá.
Colombia vive en aquellos años la turbia paz del Pacto Nacional, acuerdo
celebrado por los ex presidentes Alberto Lleras Camargo (liberal) y Laureano
Gómez (conservador) tras la caída del gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla
(1953-57). Siniestra y antidemocrática por sus contenidos, la "alternancia" del
pacto buscaba conjurar la rivalidad de ambas facciones que habían desangrado el
país (1949-53: 300 mil muertos).
En tanto, millares de jóvenes de Colombia y el continente siguen con atención
los entretelones de un cimbronazo histórico: la revolución cubana, donde...
¡otro Camilo! (Cienfuegos) había entrado en La Habana con su sombrero guajiro y
montado a lomo de mula detrás de los tanques tomados por los rebeldes al
ejército represor.
De actividad incesante y febril, Camilo Torres es profesor universitario,
técnico en el Instituto de Reforma Agraria, fundador de la Facultad de
Sociología junto a intelectuales como Orlando Fals Borda, animador de los
estudiantes para que cruzaran sus conocimientos con la realidad de los pobres,
presidente del primer Congreso Nacional de Sociología, autor de estudios sobre
desarrollo urbano, agropecuario y universitario, y conferencista en ciudades de
la sierra y los llanos, de la selva y las costas del Pacífico y el Caribe.
En el interín, otro cimbronazo: el Concilio Ecuménico Vaticano II, convocado por
el papa Juan XXIII a pesar de los sectores retrógrados de la Iglesia (11 de
octubre de 1962). Y un año después, la publicación de la encíclica Pacem in
Terris, centrada en el tema de la paz y la convivencia entre los hombres,
los pueblos, las naciones y los bloques de poder en que se dividía el mundo.
En el Concilio, Juan XXIII recuerda a los fieles el deber de tomar parte activa
en la vida pública, aboga por el establecimiento de un sistema social regido por
la justicia y la dignidad humana y denuncia el lujo sin escrúpulos de un pequeño
grupo de privilegiados, que se contrapone a la miseria en que viven las masas de
desposeídos (Mater et Magistra, 1961).
En junio de 1963, los curas malos festejan la muerte del papa bueno. Uno
destituye a Camilo de su cátedra y así empieza la persecución de quien venía
planteando a los cuatro vientos el recurrente y soterrado dilema de los
católicos, "hijo de Dios-miembro de la sociedad". "La eucaristía -escribe-
carece de sentido sin un cambio radical en las estructuras de poder... El asunto
no es discutir si el alma es mortal o no cuando el hambre y la miseria lo son."
En 1964, después que el gobierno de Guillermo León Valencia bombardea con napalm
las comunas de Marquetalia (departamento de Tolima), Camilo Torres intenta el
contacto con los guerrilleros del Bloque Sur (semillero de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias, FARC, 1966). Persuadido de que "el deber de todo cristiano es
hacer la revolución", redacta la Plataforma del Frente Unido del Pueblo
colombiano (FUP), donde proclama la abstención electoral. Dos tribunales
especiales lo llaman a juicio por los delitos de "subversión", "atentado a la
seguridad del país" y "asociación para delinquir".
"¡Revisar la sotana/ mi general/ que en la guerrilla cabe/ un sacristán!" El 27
de julio de 1965 Camilo celebra su última misa, cuelga los hábitos y se pone a
las órdenes de los comandantes Marco, Antonio y Fabio Vásquez Castaño,
fundadores del Ejército de Liberación Nacional (ELN). En los últimos meses de
1965, el cura guerrillero transmite sendos mensajes a los cristianos, a los
militares, a los campesinos, a las mujeres, a los sindicalistas, a la
oligarquía, a los no alineados, a los desocupados y al FUP.
El 15 de febrero de 1966 Camilo Torres Restrepo muere en combate. Canta el
uruguayo Daniel Viglietti: "... cuando iba/ por su fusil..." El cuerpo nunca fue
encontrado. Isabel Restrepo, su madre, declaró: "Camilo nació cuando lo
mataron".