Un verdadero cristiano debe colaborar con todos aquellos revolucionarios que se
proponen cambiar las actuales estructuras sociales injustas y opresoras. Es ese
cambio lo que caracteriza al mundo de hoy. Lo que ocurre en Colombia es parte de
eso. Y lo que determina es la presión de abajo, tanto aquí como en Vietnam. Por
eso la intervención norteamericana en Vietnam, que es un verdadero crimen, no va
a poder imponerse por más armas que utilicen y por más gente que maten. Van a
ser derrotados.
¿Y tú dices que los cristianos deben tomar una posición definida, como tales,
en esa lucha?
Claro, lo digo y lo repito. El cristiano, como tal, y si quiere serlo realmente
y no sólo de palabra, debe participar activamente en los cambios. La fe pasiva
no basta para acercarse a Dios: es imprescindible la caridad. Y la caridad
significa, concretamente, vivir el sentimiento de la fraternidad humana. Ese
sentimiento se manifiesta hoy en los movimientos revolucionarios de los pueblos,
en la necesidad de unir a los países débiles y oprimidos para acabar con la
explotación, y en todo eso, nuestra posición está claramente de este lado, y no
del lado de los opresores. Por eso a veces, un poco en broma pero también
bastante en serio, me pongo intransigente y le digo a mi gente: el católico que
no es revolucionario y no está con los revolucionarios, está en pecado mortal.
¿Crees que ese proceso revolucionario lleva al socialismo?
Es indudable que marchamos hacia estructuras socialistas de la sociedad. Cosa
diferente, para mí, es la concepción filosófica del socialismo o del marxismo.
Pero también es indudable que esos cambios sólo dos fuerzas pueden dirigirlos,
pues sólo ellas dos poseen una concepción global del mundo: el cristianismo y el
marxismo.
Y si la revolución tiene una dirección marxista, ¿cuál es tu posición?
Quiere decir que no hemos sido capaces nosotros de dar la dirección adecuada. En
ese caso, nuestra tarea no es oponemos ciegamente, sino todo lo contrario,
colaborar en los cambios revolucionarios y salvar en ellos los valores
cristianos permanentes.
¿Cuál es el rasgo más importante de "la violencia", como la llama monseñor
Guzmán en su libro La violencia en Colombia?
Lo que se ha dado en llamar "la violencia", esa guerra civil difusa que ha
reinado durante años en nuestro país, es en el fondo un cambio de estructuras no
organizado, empírico, no consciente. La estructura externa del país sigue siendo
la misma. Pero en todos estos años, quienes han cambiado son los campesinos, es
decir, la gran mayoría de la población colombiana. Toma el ejemplo de las
llamadas "repúblicas independientes". De derecha y de izquierda, hay quienes
niegan su existencia. La verdad es que no interesa el calificativo de
"repúblicas" o no. Pero sí que en esas regiones ha surgido un nuevo poder,
paralelo al poder central, encarnado en los jefes guerrilleros apoyados por los
campesinos, y todo esto ha generado una nueva actitud de los campesinos hacia
todas las instituciones antes existentes: la propiedad, el Estado, la Iglesia, a
las que ya no ven como partes inconmovibles de la existencia sino como sujetos
de cambios posibles, en los cuales ellos sienten que tienen un papel creciente
que desempeñar.
¿Y las guerrillas?
Las guerrillas en Colombia son mucho más que un problema policial o un problema
político. Son un problema social que toca las raíces mismas del país. Por eso no
sirven las calificaciones morales para condenar la lucha guerrillera. Es lo
mismo que el ejército: no podemos aprobarlo o condenarlo con calificaciones
morales abstractas. Hay que ver a qué fines sirven unos y otros, guerrillas y
ejército. Cuando todos los canales de ascenso social parecían cerrados para el
campesinado y la estructura opresora de la sociedad colombiana inconmovible, las
guerrillas vinieron a abrir. bien o mal, nuevos canales de ascenso, y a través
de su existencia decenas y cientos de miles de campesinos adquirieron conciencia
de seres humanos capaces de decidir en la historia de Colombia, por primera vez.
Quienes en nombre de la conservación social condenan el fenómeno, deben antes
explicar por qué las viejas estructuras no pudieron satisfacer esa necesidad.
Las guerrillas crearon un poder nuevo, paralelo al poder estatal
conservador-liberal, a través del cual, por métodos buenos o malos, pero
impuestos por la necesidad y por la incapacidad de las clases dominantes para
aceptar cambios ascendieron grandes masas campesinas en su seguridad en sí
mismas, en sus propias fuerzas, en su sentimiento de dignidad humana y en su
capacidad de decisión y de autogobierno. El campesinado ha ido desarrollando una
conciencia de clase campesina, que lo ha unificado nacionalmente en una forma
antes desconocida, y que lo constituye en poderoso grupo de presión para cambios
de fondo. Por eso hemos dicho en otra ocasión que lo que se llama la
"violencia", constituye el cambio socio-político más importante y profundo en la
vida de Colombia desde la independencia hasta hoy.
¿Cómo se refleja en los partidos políticos?
Todavía lejanamente. La derecha se defiende. No entiende ni quiere entender lo
que ocurre en el país. Marcha hacia el desastre. Se ha mostrado particularmente
incapaz -y por el camino que va, seguirá siéndolo- de cambiar a tiempo para
evitar una revolución violenta. La izquierda sigue dividida en partidos y
organizaciones pequeños, ninguno de los cuales le ofrece un liderazgo efectivo a
las fuerzas de cambio que se mueven en el país.
¿Ves una situación similar a la que favoreció a la democracia cristiana en
Chile?
En Colombia es diferente. En Chile, la victoria de Frei se basó en parte en una
estructura capitalista más desarrollada del país. Aún así, no va a poder seguir
avanzando mucho sin tomar medidas que ataquen esa misma estructura capitalista
en favor de los grandes sectores populares. Todo reformismo tibio será
sobrepasado en corto plazo.
¿Cuál camino propones?
La forma no está clara todavía. Pero sí, que es necesario el surgimiento de
nuevos líderes del seno mismo de las masas campesinas y urbanas, dispuestos a
llevar adelante los cambios. Una vía, para mí, es el Movimiento de Acción
Comunal que, a pesar de haber sido iniciado por el gobierno con fines de
contención, hoy tiene más de ocho mil comités en todo el país donde aparecen
dirigentes naturales de las comunidades sensibles a sus exigencias, que pueden
ser la base para un movimiento nacional de envergadura. La otra es,
precisamente, la formación de un nuevo movimiento nacional, con un programa de
transformación de todas las estructuras de este país. Aunque aún no están
maduras todas las condiciones, ya existen las bases, y para recogerlas y
reagruparlas hemos lanzado ese programa. Encuentra eco creciente. Me dijiste que
ya te lo han dado: publícalo. Sí, por ahí lo llaman "el programa del cura
Camilo". Bueno: no es de este cura ni de otro, sino los cambios necesarios y
urgentes para superar la crisis de la sociedad colombiana.