Latinoamérica
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En
medio del terror, las hordas y las peores noticias, la artista boliviana María
Galindo, fundadora de Mujeres Creando, escribió para lavaca.org esta nota que
explica el golpe de Estado en Bolivia, sus consecuencias y también lo que
implica para el continente. Lo llama “la etapa fascista del neoliberalismo”, en
la cual el fundamentalismo religioso pone el condimento disciplinador de las
mujeres. Montando sobre el deterioro de los gobiernos progresistas, irrumpe con
violencia, fake news, racismo y discursos de terror. El objetivo: el saqueo.
¿Cómo enfrentarse a eso? Galindo propone su hipótesis.
(Foto AP: Juan Karita)
Quemar las whiphalas -bandera que ha representado en todo el continente a los
pueblos indígenas- de todas las instituciones públicas es un acto fascista, pero
igualmente fascista es todo embanderamiento de las ideas, los cuerpos y los
espacios.
Entrar al Palacio de gobierno con una biblia y una carta en la mano para
arrodillarse ante cámaras con ningún mandato popular de legitimidad es un acto
fascista y golpista.
Quemar las casas de integrantes del gobierno de Evo Morales es fascismo.
Quemar la casa del rector de la Universidad Publica, Waldo Albarracín, que ha
sido siempre un defensor de derechos humanos es un acto fascista de
amedrentamiento social contra cualquiera que ose tomar la palabra, asumir una
postura disidente contra Evo Morales o cuestionar el fraude electoral.
Estos son algunos de los ejemplos que están inundando las pantallas de
televisores y celulares en el mundo entero.
Escribo bajo una lluvia torrencial en una noche que la he bautizado ya como la
Noche de los Cristales Rotos, porque está destinada a sembrar miedo, a abrir
todas las heridas de una sociedad colonial racista, misógina y homofóbica. El
revanchismo ha tomado las calles en busca de sangre, en busca de enemigos.
Hoy en Bolivia lo más subversivo es tener esperanzas, lo más subversivo es el
humor y la desobediencia, lo mas subversivo es no tener bando y es a eso a lo
que nosotras estamos apostando una vez más.
¿Qué está pasando?
No es fácil de explicarlo porque este conflicto aún no ha terminado. Fue
creciendo y metamorfoseándose por horas. El conflicto vació ojos, paralizó tres
corazones y apaleó incontables piernas y cabezas hasta convertir las calles de
la ciudad de La Paz en un escenario de guerra, que se tranquilizó por pocas
horas con un motín policial generalizado.
Evo ha denunciado ante la comunidad internacional que se trata de un golpe de
Estado impulsado por la CIA y la oligarquía fascista terrateniente cruceña y eso
es en parte cierto, pero es sólo la mitad del conflicto.
Fuimos el 20 de octubre a unas elecciones generales a votar con la mansedumbre
dulce propia de estas tierras, pero tanto las urnas como las papeletas estaban
mojadas y vacías. Vacías de alternativas reales y mojadas por un fraude cuya
magnitud ya ha denunciado la Comisión de observación electoral de la
Organización de Estado Americanos y la Comisión de observación electoral de la
Unión Europea.
Es por eso que el acto electoral no representó sino la apertura de un conflicto
latente en la sociedad boliviana y en la región. La crisis profunda de la
democracia liberal representativa y de la forma “partido” como la forma
exclusiva y oficial de hacer política.
Falsa disputa entre izquierda y derecha
Me cansa volver a repetir que El Movimiento al Socialismo (MAS) está
exportando al mundo la idea de que lo que está aconteciendo en Bolivia es un
bloque popular progresista contra una derecha extrema y fundamentalista. El
gobierno de Evo Morales fue desde hace muchos años el instrumento de
desmantelamiento de las organizaciones populares dividiéndolas, convirtiéndolas
en dirigencias corruptas y clientelares, haciendo pactos parciales de poder con
los sectores más conservadores de la sociedad incluidas las sectas cristianas
fundamentalistas a las que les regaló la candidatura ilegal fascista de un
pastor evangélico coreano, que fue avalado con el beneplácito del MAS.
Al mismo tiempo Evo Morales fue construyendo en torno de su figura un
caudillismo que nos ha llevado al país entero y al propio proyecto masista a un
callejón sin salida.
Él es la figura única convertida de forma delirante en el símbolo y la
concentración de poder irreemplazable, en la figura portadora del mito del
“presidente indígena” cuyo único poder simbólico es el color de la piel, pues
lleva adelante un gobierno habitado por un circulo corrupto de intelectuales y
dirigentes que lo veneran porque lo necesitan como careta. Tal cual titulaba
Franz Fanon en su libro Piel Negra, Máscaras blancas. Evo es el caudillo y la
máscara nada más. Todo su contenido popular es meramente retórico y eso ha
llevado al hecho de que hoy esté al frente de un proyecto político agotado,
vacío y cuya única posibilidad de continuidad ha sido la destrucción de toda
forma de disidencia, critica, debate, producción cultural o económica. Su modelo
es neoliberal consumista, extractivista, ecocida y clientelar.
Es por esa razón que frente al fraude electoral fue surgiendo rápidamente el
repudio concentrado en una generación sub 25, muy joven y urbana, que fue la
protagonista de esta resistencia de casi 20 días.
La fascistización del proceso: entre dos caudillos delirantes
En esos días la palabra democracia fue siendo lentamente vaciada de
contenido y convertida en un eslogan de grupos fascistas y fundamentalistas.
Evo Morales decidió exaltar las manifestaciones racistas para victimizarse y
usarlas de forma perversa, al punto que los actos de racismo cometidos en el
paro se convirtieron en parte de la propaganda gubernamental amplificando su
discurso y convirtiendo el racismo en un acto eficiente para el propio gobierno.
Dado que el movimiento de crítica fue y es exclusivamente urbano, el gobierno
también exaltó las contradicciones urbano-rurales, como si el conflicto fuese
entre unos y otros. La intención fue usar ambas contradicciones para
descalificar las críticas y ganar tiempo. El costo social no les importó.
Frente al caudillismo evista, el proyecto cruceño enfrentó otro caudillo
aparentemente antagónico, pero al mismo tiempo complementario. Un hombre blanco,
empresario, presidente de un ente “cívico”, que usó el fanatismo religioso y un
discurso abiertamente misógino y que entre líneas promete a los hombres de la
sociedad la recuperación del control sobre las mujeres. Al punto de que su brazo
derecho, abogado y consejero, es el defensor de lo que en Bolivia se ha llamado
la Manada boliviana, quienes violaron a su propia amiga en una noche de
discoteca. El fundamentalismo religioso del cívico cruceño llamado Camacho
vendió la idea de la recuperación de la familia, la nación y la persecución del
“mal”; disfrazó sus racismo como interés nacional y su misoginia como interés de
la familia. El antagonismo aparente exacerbó los ánimos, polarizó el conflicto,
y sustituyó los argumentos por democracia y los convirtió en puestas en escena
de enardecimiento machista. L@s jóvenes empezaron a desfilar con escudos y
cuando la policía se amotinó, se convirtió inmediatamente de fuerza represora a
héroes armados y protectores del conflicto.
Hoy con muchos millones de dólares de por medio se está garantizando la lealtad
del ejercito para alguno de los dos frentes en conflicto. Evo Morales o Camacho.
En ambos casos la salida es conservadora. La fascistización del proceso ha
silenciado a la sociedad civil y ha concentrado la decisión en las cúpulas más
sanguinarias de Morales o de Camacho.
Parlamento de las mujeres
Esto que les cuento ha sucedido en pocas horas en un proceso confuso de
guerra intensa de fake news, que ha exacerbado todos los miedos: miedo a hablar,
miedo a tomar posición, miedo a no tener bando.
La capacidad de la población de procesar lo que esta sucediendo ha sido
mutilada. No hay espacios de análisis, ni de discusión. La discusión de la
salida está nuevamente lejos de la gente y muy confusa. Nadie que no tenga un
arma parece tener derecho a hablar.
Es por ello que como parte de una serie infinita de acciones tomadas por Mujeres
Creando estos días hemos decidido abrir un espacio deliberativo de mujeres
llamándolo “Parlamento de las mujeres”, donde podamos dar voz a nuestras
esperanzas, donde se instale un clima de diálogo y argumentación, que es lo que
esta fascistizacion nos esta arrebatando.
Hacerlo en medio de un clima que se ha convertido en la pugna entre dos golpes
de Estado, entre dos fascismos, representa un esfuerzo de retornar al debate
original sobre democracia. Necesitamos pensar, debatir y aportar soluciones
concretas: esa es la tarea del Parlamento de las Mujeres, que retoma, pero en
condiciones de emergencia, la propuesta nacida en la Grecia de Sypras y
planteada por Paul Preciado.
Contra la privatización de la política: la crisis regional
Estoy convencida que los conflictos en Bolivia, Perú, Ecuador y Chile muestran,
con diferentes facetas y bajo diferentes contextos, la crisis de la democracia
liberal representativa y la privatización de la política.
Todo el proceso neoliberal había ido reduciendo el contenido de la democracia a
una suerte de acto burocrático y de aparato eleccionario, y nada más. Este
proceso ha derivado en que las elecciones se hayan convertido en actos
legitimadores de la exclusión masiva de los intereses de la sociedad, de los
intereses de sectores concretos, de las voces complejas que componen una
sociedad en espectadores excluid@s legalmente del derecho de hablar, pensar y
decidir.
A eso le llamo privatización de la política. Evo Morales, en su renuncia, decía
haber nacionalizado los recursos naturales en Bolivia, refiriéndose a la
explotación del gas natural. Si bien esa nacionalización es parcial, una cosa
que ha hecho es privatizar la política al punto que si no eras del partido
ningún derecho tenías a decir nada, pero si eras del partido tampoco, puesto que
las decisiones eran y son manejadas por una cúpula cerrada. Eso ha creado
alrededor un vacío democrático gigante que es el espacio que el fascismo ha
utilizado para instalar un contra-modelo caudillista, que coloque las
frustraciones en el plano de una polarización insalvable que solo sea resuelta
por la vía del uso del terror, de la mentira, de la lógica del más fuerte.
Esta misma crisis en Chile, Perú o Ecuador tiene características diferentes,
pero básicamente expulsa a la sociedad y las luchas sociales por fuera de “la
política” y nos aleja de la idea de que las soluciones son “políticas”, son
deliberativas o son en base a acuerdos. Se instala la fascistización
generalizada, el terror, para convertir las soluciones legítimas y los
cuestionamientos sociales en escenarios de contraposición violenta de fuerzas. A
eso le vengo llamando la fase fascista del neoliberalismo.
La religión por eso, en todos los casos, adquiere una preponderancia porque al
negarle a la política el espacio del discurso se abren los fanatismos
alimentados por visiones “religiosas”, la captura de las libertades sexuales y
las libertades de las mujeres es la recompensa que estos procesos prometen.
Lo invisible
El escenario se está moviendo además con fuerzas invisibles no explicitadas
que ponen el dinero, las armas, y que diseñan estratégicamente los escenarios de
dolor y los relatos. Detrás están los intereses de los proyectos chino, ruso y
norteamericano no sobre Bolivia, sino sobre toda la región, pero también la
disputa por el yacimiento de litio más grande del mundo, que està sin explotar y
sin dirimir en el salar de Uyuni, en Potosí.
En Bolivia se está disputando el control sobre Bolivia, Venezuela, Cuba y
Nicaragua, por decir lo menos. Por lo que las protestas se han convertido en el
escenario manipulado de las fuerzas que nos están usando.
Desenlaces en lugar de soluciones
En el caso boliviano parece no haber solución: la gente esta presionada a asumir
un bando según procesos identitarios fanáticos, según relatos que nada tienen
que ver con los hechos, según relatos mesiánicos y caudillistas.
Es por eso que nosotras estamos concentrando nuestros esfuerzos en la discusión
más básica, no gastar las energías en tratar de convencer a ninguno de los
anillos fascistas que construyen sus respectivos relatos, sino afirmar los
espacios sociales que venimos abriendo desde hace décadas.
Retomar el espacio de nuestros propios cuerpos. Por eso la palabra democracia,
que despierta ilusiones, puede ser convocante para preservar lo que tenemos, el
lugar que ocupamos, las libertades que de hecho y sin permiso alguno ejercemos.
No únicamente desde la activación de ideas, sino desde la activación de afectos,
de las emociones. Por eso el humor, por muy irónico que parezca, el humor
social, la capacidad de burlarte de los relatos fascistas, ha surgido con mucha
fuerza de forma espontánea desde todas las esquinas.
Si han convertido nuestros reclamos en la pregunta de ¿cuál es el más macho,
cuál es el más fuerte? solicitamos un ring donde todos los actores en conflicto
se agarren en un duelo a muerte entre ellos y a nosotr@s nos dejen en paz.
No somos carne de cañón.