Argentina, la
lucha continua....
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Juan volvi�. Y volvieron las patotas
Por Rub�n I. Kotler
De Igual a Igual
15 agosto, 2016, por Rub�n I. Kotler | El 13 de agosto de 2016, para la memoria de las organizaciones de derechos humanos no ser� un d�as m�s. En la ciudad catamarque�a de Bel�n, los restos identificados del militante Juan Francisco Carreras, fueron restituidos y su memoria homenajeada en la plaza principal. En Tucum�n, horas despu�s del acto en Bel�n, una patota integrada por 6 individuos realizaba un ataque de amedrentamiento hacia la Dra. Laura Figueroa, quien se encontraba de viaje, justamente, regresando desde Bel�n, donde particip� del acto mencionado.
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Juan y la memoria de los 30000
Juan volvi� a Bel�n despu�s de 40 a�os. Militante del Frente Anti-imperialista por el Socialismo � FAS � (Organizaci�n pol�tica vinculada al Partido Revolucionario de los Trabajadores, el PRT), Juan era miembro del cuerpo de delegados de la Facultad de Bioqu�mica, Qu�mica y Farmacia y era uno de los responsables del otorgamiento de las becas al comedor. Juan fue secuestrado, detenido y desaparecido el 16 de septiembre de 1976, cuando sal�a de rendir un examen final en una sede universitaria. La historia del secuestro y desaparici�n de Juan es conocida por todos.[1] Todos los miembros del cuerpo de delegados de esa facultad se encuentra en calidad de detenidos y desaparecidos. Algunos cuerpos de esa representaci�n estudiantil, fueron recientemente identificados en el Pozo de Vargas, un pozo de aguas en una vieja finca en las afueras de la capital tucumana, usada por los militares de la �ltima dictadura c�vico militar, como fosa com�n. En d�as pasados los restos de Juan hab�an sido identificados, luego de 40 a�os desde su secuestro, y su hermana Felicidad, activa militante en el campo de los DDHH, daba la noticia del acto homenaje que la localidad de Bel�n, en Catamarca, har�a en honor la mencionada identificaci�n. Los restos de juan fueron entonces restituidos a Bel�n el s�bado 13 de agosto en una ceremonia realizada en la plaza principal del pueblo y de la que participaron familiares de Juan, organizaciones de DDHH y otros organismos, la municipalidad de Bel�n incluida.
Hablaron entre otros, Carlos Leyva, ex compa�ero de militancia de Juan y ex detenido tambi�n en la �ltima dictadura militar; Laura Figueroa, abogada de la familia de Juan, quien se refiri� a la militancia revolucionaria del joven belicho; Virgnia Sosa, presidente de Familiares de Desaparecidos de Tucum�n � FADETUC � quien destac� el trabajo realizado por la organizaci�n que representa; delegados del propio municipio, quienes mencionaron la trascendencia de la vuelta de los restos de Juan a su Bel�n natal. Durante el acto se leyeron adem�s adhesiones entre las que se destacaron la de la Asamblea Permanente por los DDHH � APDH � y de la Universidad Nacional de Tucum�n, donde Juan estudiaba y militaba.
Casi la totalidad de los discursos coincidieron en destacar las ideas revolucionarias de Juan, en destacar la memoria necesaria y urgente. Algunos discursos incluso, apuntaron sus cr�ticas a las omisiones recientes del presidente de la naci�n, Mauricio Macri, quien en una entrevista, afirm� desconocer la cantidad de desaparecidos que dej� la �ltima dictadura c�vico militar y a la que calific�, por su accionar, de "guerra sucia", en un claro inter�s pol�tico, por volver 30 a�os atr�s en la interpretaci�n de la represi�n genocida de los 70.
Quiz�s la alocuci�n m�s conmovedora fue la de Felicidad Carreras, hermana de Juan y quien en improvisado discurso agradeci� a los organismos de DDHH, a los peritos del Colectivo de Arqueolog�a forense que trabaja en el Pozo de Vargas � el CAMIT �, a Laura Figueroa, su abogada y al conjunto de militantes que la acompa�aban ese d�a. Felicidad, conmovida por la identificaci�n de su hermano, tras larga lucha por dar con sus restos, destac� el compromiso pol�tico de su hermano, motivo por el cual fue detenido y desaparecido.
La vuelta de las patotas
Tras la finalizaci�n del acto en Bel�n, la abogada Laura Figueroa regresaba a Tucum�n junto a una amiga, a Virginia Sosa, presidente de FADETUC y a quien esto escribe. En el camino por los valles el veh�culo sufri� una aver�a que demor� la llegada a destino. En el trayecto y habiendo sido auxiliados, una llamada nos dejar�a a todos perplejos: una patota hab�a ingresado al domicilio de Laura y tras forzar la puerta de entrada y ya en el interior de la propiedad, le revolvieron todo en una clara actitud de amedrentamiento.
Es la tercera vez que Laura sufre un atentado en su domicilio. Las otras dos veces fueron durante los a�os del gobierno autoproclamado de los DDHH, en la era de los Kirchner. Es decir que las patotas y parte del aparato represivo del Estado no fueron eliminados ni a�n durante el gobierno que se jact� de revisar el pasado dictatorial, mucho menos ahora que gobierna un presidente que desprecia todo lo vinculado con la lucha por la memoria, la verdad y la justicia.
Resta saber si algunas de las hip�tesis que uno a priori plantea son ciertas o no y en qu� medida se vincula este acto de terrorismo con la visita de Laura el jueves �ltimo pasado, al juicio por Operativo Independencia que se lleva a cabo en la provincia, acompa�ando a un familiar de una v�ctima del Operativo. Resta comprobar si el incidente con el veh�culo no fue un mero accidente y por el contrario se trat� de un sabotaje, si el veh�culo de la Gendarmer�a que acompa�� al auto de Laura a la salida de Bel�n no fue mera casualidad o si por el contrario se trat� de un acto de inteligencia y una cantidad de otros factores que hacen de la acci�n patoteril, una amenaza abierta a la totalidad de los luchadores sociales en el campo de los DDHH. Los anteriores episodios no solo nunca fueron resueltos sino que tanto el Estado Nacional como el Provincial, no consiguieron frenar este tipo de acciones que son un claro indicativo de la vigencia, lamentablemente, del aparato represivo estatal y para-estatal.
En primera persona
Todo esto que narro me toc� vivirlo en persona. En Bel�n acompa�� a Felicidad en el emotivo acto en honor a Juan. Era un compromiso personal hacia una causa que hice propia desde mis investigaciones.
La historia de Juan sintetiza a mi modo de ver, muchas de las historias que en los a�os 70 ti�ieron de gris el cielo argentino. La historia de su militancia y de la que poco a poco voy descubriendo nuevos aspectos, la tenebrosa historia de su secuestro y posterior desaparici�n y la historia, no menos tenebrosa de su identificaci�n, junto a otros militantes desaparecidos, en el Pozo de Vargas.
Al regreso de Bel�n, el auto de Laura, en el que viaj�bamos sufri� un desperfecto y luego de varias horas de espera fuimos auxiliados y llevados a destino. Al enterarnos del ingreso del grupo comando en casa de Laura, nos encontr�bamos en pleno viaje de descenso por los valles. Al llegar a destino, casi a la medianoche, vimos el salvaje atropello de la patota en los rastros dejados en el domicilio: puertas rotas, pertenencias revueltas y cajones que fueron revisados. Mi sensaci�n, en ese momento fue que la historia del �ltimo golpe c�vico militar no es historia pasada sino historia presente. Que el actual presidente de la naci�n, Mauricio Macri desconozca esa historia por saberse parte de la misma, siendo que su familia fue beneficiada de las mieles del sistema econ�mico de entonces y del que sigui�, debe hacernos pensar que durante la d�cada ganada, la narrativa, incompleta y vac�a, no sirvi� para que parte de la sociedad entienda qu� significaron los a�os del genocidio y el da�o hecho desde todos los planos de la vida social, ocasionado a generaciones presentes y futuras. Si bien es cierto que Macri con sus declaraciones hace un gui�o a las patotas que responden a los genocidas, no es menos cierto que el nombramiento de Milani al frente del ej�rcito durante el mandato de la ex presidente Cristina F. Vda. De Kirchner, la infiltraci�n a organizaciones sociales por medio del proyecto X y la sanci�n de la ley antiterrorista, tambi�n lo fue.
Miramos al futuro porque miramos al pasado
Es imposible construir un mundo distinto sin mirar al pasado reciente, sin comprender que las carencias del sistema hacia al conjunto social, tienen un claro anclaje en pol�ticas econ�micas, sociales y culturales de un Estado que se construy� sobre la base de la exclusi�n, el reparto inequitativo de las riquezas, la pobreza estructural, etc etc. Dicho modelo fue impuesto por medio de la fuerza bruta que tuvo su m�xima expresi�n en el esquema represivo instaurado desde el Operativo Independencia, en febrero de 1975 hasta bien entrada la transici�n institucionalizada a la salida del �ltimo gobierno c�vico militar. En este sentido es imperativo asociar la digna lucha de las organizaciones de DDHH, de los abogados que como Laura, se involucraron en la defensa de las v�ctimas de la represi�n dictatorial y sus familiares con las posteriores consecuencias del modelo enunciado.
La identificaci�n de Juan y la restituci�n de sus restos en Bel�n, es parte del mismo proceso que implic� tambi�n, la usurpaci�n patoteril de la casa de Laura Figueroa. En este sentido pasado y presente se entroncan y se entremezclan en los principios de esperanza de los familiares de los represaliados por conocer, 40 a�os despu�s, el destino de los desaparecidos, con un Estado que sigue imponiendo como, tambi�n hace 40 a�os, un modelo econ�mico y social basado en la exclusi�n, como es el capitalismo. Para que ese modelo no sea modificado en su esquema de otorgamiento de recursos a los poderosos, es necesario acallar las voces cr�ticas y por ello es necesario profundizar el sistema represivo, de baja intensidad, claramente, pero tendiente por un lado a la criminalizaci�n de la protesta social y por otro a la legitimaci�n de la represi�n. Hay rupturas y continuidades del pasado con respecto al presente. No es mi intenci�n hacer aqu� un raconto de la historia del pa�s de los �ltimos 50 a�os, pero si volver a sugerir la necesaria y urgente revisi�n de conceptos, ideas y datos referidos a esa historia.
No quiero cerrar este art�culo sin expresar p�blicamente mi repudio a los ataqueas a Laura Figueroa como as� tambi�n mi solidaridad con ella y con todos aquellos que vienen sufriendo en distinto grado, los ataques de patotas organizadas. No quiero tampoco cerrarlo sin mencionar que Julio L�pez lleva 10 a�os desaparecido, producto del mismo esquema represivo de los 70 y que hoy, con m�s fuerzas que nunca, debemos exigirle al Estado Nacional su aparici�n con vida y juicio y castigo a los responsables de su desaparici�n. Y no quiero cerrarlo sin expresar mi satisfacci�n por el trabajo realizado por los arque�logos forenses a quienes les debemos, entre otras cosas, la posibilidad de la identificaci�n de Juan y de tant�simos otros militantes que estaban desaparecidos. Ser�a bueno que el presidente de la naci�n se notificara de estas tres cuestiones y comenzara a cambiar su visi�n respecto a "desconocimientos hist�ricos". Ser� la �nica manera de comenzar a pensar en la posibilidad cierta de construir un futuro un poco menos desigual que el actual presente que nos toca vivir. Cualquier otra consigna ser� simplemente una profundizaci�n de la exclusi�n por parte de las clases dominantes.