Argentina, la
lucha continua....
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La nueva reforma laboral
El plan macrista para destruir el empleo
Por Mariano Massaro
Nuevamente se agitan los fantasmas de la reforma laboral, uno más de los
eslabones necesarios para redondear ejes de la agenda estratégica del
neoliberalismo conducido por el ingeniero Mauricio Macri. Con éste nuevo impulso
es preciso delimitar la racionalidad política que la promueve, para despejar
dudas respecto a que sea una medida asilada. A modo de presentación diré que
esta reforma en ciernes representa una necesidad estructural de toda una
política que busca imponer la primacía del capital sobre el mundo del trabajo.
Podría situar de forma esquemática a la reforma laboral como un instrumento
complementario para favorecer la recomposición de la tasa de ganancia del
capital, léase de las clases dominantes, es decir, recuperar una porción de
dinero que habían perdido a manos del incremento de salarios de los
trabajadores. Digo complementario, porque el instrumento genérico para realizar
esta acción ha sido el proceso inflacionario que permitió re direccionar
recursos desde el bolsillo del trabajador hacia los grupos concentrados de la
economía, destacando la diferencia respecto del proceso inflacionario anterior,
donde su causa central podría ubicarse en la puja distributiva con paritarias
que equiparaban y en muchos casos superaban los índices inflacionario. Dicho
esto, asigno una segunda tarea a la reforma que impulsa el ejecutivo: la
reconfiguración de la matriz productiva del país, alejándose de un proceso de
reindustrialización para dar paso a la ratificación de la agro-industrial y
sustituir el perfil industrial por uno de servicios, tal cual manifestase la
vice presidenta Gabriela Michetti. Como veremos, estos ha de consumarse
acompasado con otros instrumentos como el apoyo a los sectores productivos
rentables y la sugerencia de reconversión de aquellos que no lo son. Sobre la
base de este boceto, la reforma laboral suma el impulso de la modificación del
esquema sindical de convenios colectivos por actividad por uno que cierre
convenios por empresa, apostando a licuar cualquier resistencia sindical.
La cabecera de playa que importa la editorial del diario La Nación promocionando
la necesidad de la reforma laboral en sentido amplio, es un empujón
comunicacional del cual el gobierno no puede privarse para arremeter con la
reedición de una flexibilización laboral que pone en tela de juicio parte
sustancial de la normativa que protege al trabajador. Dice La Nación actuando
como vocero del gobierno: "La forma de incentivar y facilitar la demanda de
trabajo es flexibilizar y facilitar la contratación", en abierta referencia a la
incorporación de nuevos contratos basuras, extender el objeto del contrato de
trabajo apelando a la polifuncionalidad del trabajador y la extensión del
período de prueba en otros temas. Otra exigencia infaltable está referida al
reclamo de institucionalizar la reducción de las contribuciones patronales, los
aportes. Esto es un ítem que no solo se vincula a la reducción de gastos por
parte del empleador, sino que necesariamente importa un desfinanciamiento
directo del sistema previsional, con lo cual uno puede vislumbrar otra
iniciativa latente detrás, la reaparición de la AFJP, precisamente cuando estas
nuevas políticas fuercen un escenario de déficit del sistema previsional. Esta
táctica aceitada por la derecha a través de la cual se induce a la quiebra de
aquello que se quiere desguazar no es novedosa.
Nada queda librado a la improvisación en estos temas, sino que remiten a lo
mismo. En esa traza debe interpretarse la cortina de humo discursivo emanada del
diario de los Mitre, según la cual se dinamiza la creación de empleo cuanto más
fácil y económico sea esto; afirmación notoriamente falaz, basta mirar la
reforma laboral del menemato y la crisis en el empleo que generaron medidas
similares. Por el contrario, ese combo sólo genera empleo de menor calidad y
salarios a la baja. Dicho de forma básica, solo importa un costo menor del
insumo trabajo para los empleadores. Resulta muy fácil establecer una conexión
entre esta iniciativa y la ley impulsada por Cambiemos y secundada por el Frente
Renovador del diputado Sergio Massa enfocada en el empleo joven, en el contexto
de la negativa de sancionar la doble indemnización por despido. En ambos casos
la política de reducción de aportes está presente.
Decíamos que la triada central de la reforma que se viene apela a menores cargas
sociales para contratar barato, flexibilización para despedir fácil y la
eliminación de la indemnización para despedir sin costos; en este último caso
impulsado la creación de un fondo con aportes del trabajador y contribuciones
del empleador, forzando la ignominia de que sea el mismo trabajador quien deba
efectuar aportes para su propia indemnización. Pero el horizonte buscado por
Macri respecto del mundo del trabajo no se detiene allí, sino que contempla una
seria de políticas convergentes con las enumeradas, entre las cuales el tema
sindical y la reconversión industrial son estratégicas, veamos.
Exige la tribuna de opinión de la derecha que "Se debería asignar preferencia a
los acuerdos laborales de nivel menor". Esto implica reemplazar las
negociaciones que hoy llevan a cabo los sindicatos por actividad (metalúrgicos,
camioneros, etc.) por meros acuerdos por empresa, diluyendo la fortaleza
sindical. Este eje que podría considerarse descabellado esta hilado con una
visión que las carteras de trabajo e industria nacional propugna, la división
entre empresas de alta rentabilidad y las que no lo son, de tal forma que
segmentan entre competitivas, tal el caso de las que se dedican a alimentos, las
de mediana competitividad, como las automotrices, y las no rentables como
electrodomésticos o textiles, las cuales deberán reconvertirse/disolverse, para
lo cual la pérdida de poder sindical es imprescindible. Esto ya se encuentra en
marcha y puede verse a través de la puesta en ejecución de otras políticas como
la de favorecer la importación de bienes de consumo (en los primeros seis meses
del año se incrementó la importación un 10%) entre los que se encuentran se
contabiliza fuertes incrementos de importaciones de textiles, calzados, línea
blanca y alimentos.
Frente a este escenario el movimiento obrero organizado no puede esconder la
cabeza, no solo porque debilitara al movimiento en sí, pese a que algunos
sindicatos se fortalecerán, sino porque es liberar una semilla que en el mediano
plazo pondrá en aprietos la legitimidad de la conducciones obreras que no sean
capaces de enfrentar la crisis del trabajo que se avecina. Con estas tensiones y
contradicciones de fondo, el camino de la unidad de acción se impone. Los
compañeros de la economía social, es decir el 30% de trabajadores informales,
tampoco pueden creer que se esté frente a una batalla que les es ajena ya que
existe una conexión directa entre el nivel de empleo registrado, la baja del
consumo y sus propias posibilidades de subsistencia. De tal modo que ambos
sectores deben confluir para confrontar con esta nueva embestida, pero también
para participar de la construcción de la salida política que la unidad de acción
haga parir.
Mariano Massaro. Miembro fundador Grupo Walsh.
Nota publicada en Contexto XXI