Argentina, la
lucha continua....
|
Fue en Catamarca hace 4
2 años..., y sus asesinos siguen impunes16 guerrilleros del Ejército
Revolucionario del Pueblo fueron masacrados luego de rendirse
Por Daniel
Benjamín Saseta
El Ancasti
La
llamada "Masacre de la Capilla del Rosario" fue ordenada por el segundo jefe del
Tercer Cuerpo de Ejército, general Antonio Vaquero. Las autopsias y testimonios
acreditan que 14 guerrilleros fueron acorralados y
asesinados salvajemente, luego de rendirse ante la superioridad numérica de su
enemigo. La presencia de "tupamaros" en Catamarca. El líder del fallido intento
decopamiento al RI 17, Hugo
Irurzun, fue quien asesinó a Anastasio "Tachito"
Somoza, el dictador nicaragüense asilado Paraguay. La investigación que hoy
sigue y las posibles imputaciones que pueden surgir de ella.
Esta no es una afirmación antojadiza. Está
respaldada por investigaciones históricas y por testimonios como el de Enrique
Gorriarán Merlo y por Gustavo Plis Sterenberg, en su libro "Monte Chingolo". La
llamada "Masacre de la Capilla del Rosario" marcó un antes y un después en la
guerra subversiva en el país y abrió un cheque en blanco para el terrorismo de
Estado que dejó entre otras heridas un saldo de 30 mil desparecidos en el país
durante la última dictadura militar.
Pero la masacre ocurrida en el "Cañadón de los Walther", como realmente se
conoce al lugar ubicado al oeste de la ruta provincial Nº 1 y a unos 15
kilómetros de la capital provincial, se produjo un par de años antes de la
dictadura militar iniciada el 24 de marzo de1976, en pleno gobierno
constitucional, que tenía en la provincia a Hugo Mott como gobernador y en la
Nación a Isabel Martínez de Perón como presidenta. Eran tiempos de la temible
"Triple A", que comandaba "El Brujo" José López Rega, una sombra temible
encaramada en las espaldas de la primera magistratura.
Todo empezó el 9 de agosto 1974, cuando medio centenar de integrantes del
ERP y del Partido Revolucionario de
los Trabajadores iniciaron una temeraria operación
armada que consistía en robar de los cuarteles del Regimiento 17 de Infantería
Aerotransportada de Catamarca pertrechos de guerra. La operación se llevaría a
cabo en forma simultánea con otra similar en la fábrica de pólvora de Villa
María, Córdoba, que a diferencia de la intentona local tuvo relativo éxito y no
terminó en desastre.
El grupo había partido del campamento base "La Horqueta", de la compañía de
monte "Ramón Rosa Jiménez", en plena selva tucumana. Eran 47 jóvenes que no
superaban los 30 años y estaban bajo el mando del santiagueño Hugo Alfredo
Irurzún, cuyo nombre de guerra era "Capitán Santiago".
Irurzún sobrevivió a la masacre y se convertiría luego en un icono de la
guerrilla desplegada en América Latina, a tal extremo que participó activamente
del atentado que años más tarde en Paraguay terminó con la vida del dictador
nicaragüense Anastasio "Tachito"Somoza.
La misión del llamado "intento de copamiento" consistía en ingresar
sorpresivamente a la base militar que contaba con una dotación de soldados que
superaba el medio millar. El plan iba a contrapelo de lo
que indicaban los reglamentos de la guerrilla que dictaban los movimientos del
ERP, una idea que estaba destinada al fracaso total y absoluto.
La intentona
El grupo llegó a Catamarca a bordo de un ómnibus Mercedes Benz alquilado y en
las proximidades de Banda de Varela el chofer fue reducido. Allí debía hacer
contacto con una camioneta Chevrolet y un camión frutero en el que viajaba
oculto el armamento para llevar a cabo la operación. Éste incluía fusiles FAL,
escopetas Itaca y pistolas ametralladoras PAM.
En el lugar escogido para hacer base los guerrilleros comenzaron a cambiar sus
ropas y en esos momentos fueron observados por dos jóvenes que pasaban
circunstancialmente en bicicleta. Los saludaron y siguieron su camino. Y
cometieron el primero error: dejaron ir a quienes los delatarían ante la policía
minutos después.
Policías pertenecientes a la Dirección de Investigaciones y de la comisaría
Tercera se trasladaron hasta el lugar a observar qué pasaba y entonces se
produjo el primer enfrentamiento armado, que dejó un saldo de dos guerrilleros
muertos y varios policías heridos.
El plan para robar las armas había comenzado a desandar el camino del fracaso.
El repliegue fue inmediato y desordenado, en tres grupos que correrían distinta
suerte. Irurzún y varios de los guerrilleros emprendieron la huída por la ruta
provincial Nº 1. En el camino despojaron de sus automóviles a una mujer y a un
cura y en ellos llegaron hasta la base "La Horqueta", en la selva del sur
tucumano.
Otros guerrilleros se dispersaron y trataron de salir de la provincia por
distintos medios. La mayoría, trece en total, fueron aprehendidos en la Terminal
de ómnibus y en otros sectores del Valle Central. Siete años después serían
sometidos a juicio, en un proceso judicial que como todos los llevados acabo
durante la dictadura militar vulneró el derecho de defensa en juicio: los
condenados ni siquiera vieron la cara del juez que los condenó ni se les informó
de qué estaban acusados. Sólo se les hizo saber que habían sido condenados.
Muerte en el cañadón
La
tercera fracción del grupo que intentó la operación militar, entre 16 y
18guerrilleros, quedaron al mando de Antonio del Carmen "Negrito" Fernández, un
integrante del buró político del PRT-ERP cuya
participación en una operación armada sería objeto de una severa autocrítica en
el seno de la agrupación política de izquierda.
El reducido grupo quedó aislado en las lomadas adyacentes a la Capilla del
Rosario. En un acto de ingenuidad, dos de sus integrantes bajaron hacia San José
de Piedra Blanca a comprar pan y fueron detenidos y obligados mediante torturas
a informar el lugar en el que se encontraban sus compañeros.
Cuando la policía se acercó a las proximidades de la Capilla del Rosario el
oficial de policía Ramón Acevedo, que guiaba a las fuerzas de seguridad porque
conocía la zona, cayó muerto de un balazo disparado por los miembros del ERP.
La muerte del policía Acevedo se transformó en la excusa ideal para tomar
represalias desmedidas. En Catamarca confluyeron efectivos del RI 17 y del
Tercer Cuerpo de Ejército con sus helicópteros y armamento sofisticado para la
época. También participaron del ataque al grupo insurgente policías locales y de
la Federal.
Los diarios de la época informaron sobre la refriega armada: 14
guerrilleros habían sido abatidos por el Ejército y otros tantos se encontraban
detenidos. Entonces no se indagó cómo ocurrieron los hechos. Los vencedores
fueron tratados como héroes de la Nación e incluso recibieron las felicitaciones
de la entonces presidenta Isabelita.
Sin embargo, a partir de ese momento, sobrevoló el fantasma de la masacre. Las
heridas que presentaban los guerrilleros fallecidos denotaban que habían sido
masacrados. En los protocolos de autopsia confeccionados en aquella época tres
médicos forenses indicaron claramente las lesiones que presentaba cada uno de
los cadáveres: todas eran sugestivamente realizadas con armas de fuego en zonas
frontales o vitales, a corta distancia e incluso varias en los miembros
superiores, un claro indicador de que las víctimas habían intentado cubrirse con
sus manos y brazos, protegerse ya inermes de una ejecución.
Investigación
Pasarían casi treinta años de aquel episodio. Recién entonces un grupo de
miembros de asociaciones ligadas a la defensa de los Derechos Humanos en
Catamarca presentó una denuncia formal en el Juzgado Federal de Catamarca en la
que se solicitó formalmente que se investigue aquel episodio y, además, que se
identifique a cinco cadáveres que habían sido sepultados como NN en el
cementerio municipal.
Ana Radusky, Guillermo Díaz Martínez, Mirta Clérici y Jorge Alberto Perea, con
el patrocinio de los abogados Martín Fresneda y Claudio Oroz presentaron una
denuncia escrita ante el entonces juez federal interino, Pedro Armando Navarro,
en la que se aseveraba la existencia de una masacre, producida cuando el grupo
guerrillero ya había depuesto sus armas ante la superioridad numérica de las
fuerzas armadas.
Durante los últimos años tanto Navarro como su sucesor, Ricardo Antonio Moreno,
tomaron medio centenar de testimonios e incorporaron pruebas al expediente, como
una colección de fotografías tomadas entonces. En las gráficas se observa el
modo en que eran llevados los cadáveres y la presencia de helicópteros del
Ejército (esto en algún momento fue negado por la ex autoridades que
declararon), como así también algunas de las personas que participaron del acto
represivo.
Asimismo, el Equipo Argentino de Antropología Forense exhumó los cuerpos de los
cinco guerrilleros sepultados sin nombre en el cementerio municipal y logró
identificar a uno de ellos: Dardo Rutilio Betancour Roth, un "tupamaro" uruguayo
que se había sumado a la lucha armada clandestina en el país. Su cuerpo fue
repatriado y ya descansa en tierras orientales.
Aunque todavía no fueron identificados mediante pruebas genéticas, los otros
cuerpos pertenecerían a quienes en vida se llamaron Hugo Cacciavillani –también
"tupamaro" uruguayo-, Alberto Rosales Sánchez o Cresencio Molina Ibañez y
Francisco Scocimarro.
Entre los testimonios recogidos durante la investigación unos se destacan más
que otros. El ex conscripto Fernando Gambarella claramente expuso que los
16guerrilleros fueron acribillados a balazos luego de rendirse, cuando no tenían
posibilidad alguna de defensa.
Mario Marca, un abogado tucumano que ejercía la profesión particular en
Catamarca, en el estudio del entonces ministro de Gobierno Alberto del Valle
Toro, brindó en la causa un testimonio revelador. Enterado de que un grupo de
guerrilleros del ERP había sido acorralado en las lomadas adyacentes a la
Capilla del Rosario intuyó que se iba a producir una masacre y corrió hasta el
despacho del ministro para ofrecerse como mediador para evitar un seguro baño de
sangre.
"Toro me aconseja que no me meta, que no sea pelotudo –el consejo de
siempre-.Entonces yo insisto en que trate de hacer algo y se pone en contacto
con el coronel (Eduardo) Cubas, jefe del Regimiento 17, y lo pone al tanto de lo
que yo pedía. Entonces Cubas le responde que era imposible cualquier arreglo o
mediación, porque el general (Antonio) Vaquero, segundo jefe del Tercer Cuerpo
de Ejército, ya había dado la orden de "aniquilar". Y así ocurrió: fueron, los
rodearon y los mataron", recordaría Marca años después.
Al día siguiente el abogado fue detenido y pasó los siguientes nueve años en
varias cárceles del país. Nunca se le informó sobre las razones de la detención
ni fue sometido a juicio por delito alguno. Poco antes del advenimiento de la
democracia recuperó su libertad y optó por el exilio voluntario.
Por estos días la causa transita etapas decisivas. El juez federal Ricardo
Moreno está por fijar fecha para indagar a las dos únicas personas que todavía
viven y a las que podría endilgárseles alguna responsabilidad en la masacre: los
ex militares Mario Nakagama y Eduardo Carrizo Salvadores, quienes fueron
sindicados por varios testigos como las autoridades militares que impartieron
las órdenes directas de disparar sobre los guerrilleros rendidos, en el mismo
teatro de los acontecimientos.
Los delitos que se investigan son considerados de lesa humanidad y por lo tanto
imprescriptibles para la ley penal. Mucho tiempo pasó desde aquel episodio
trágico. El 12 de agosto pasado se cumplieron 41 años, demasiados quizás, aunque
no tantos si lo que se busca realmente es conocer la verdad de lo sucedido. Y
para castigar a los responsables.
Compañeros fusilados después de rendirse: Mario Lescano, Juan de Olivera, Rogelio Gutiérrez, José M. Molina, Luis S. Billinger, Carlos M. Anabia, Raúl E. Sainz, Juan C. Lescano, Luis R. López, Silverio Orbano, Roberto Jerez, Rutilo D. Betancour Roth, Alberto Rosales y Hugo Caccivillani Caligari.
Compañeros, hasta la victoria siempre.....