Argentina, la
lucha continua....
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Johan Cruyff y la maravillosa selección
holandesa de los 70 tuvieron un singular encuentro con la dictadura militar
Cruyff y la dictadura argentina
por Rodrigo Uprimny
Exactamente 40 años después del golpe militar argentino del 24 de marzo de
1976 muere Johan Cruyff, uno de los más grandes futbolistas de todos los
tiempos. Y es una rara coincidencia porque Cruyff y la maravillosa selección
holandesa de los 70 tuvieron un singular encuentro con la dictadura militar
argentina.
En 1978 se celebró en Argentina el Mundial de Fútbol. Eran los años más duros
del régimen militar de Videla y compañía, que desapareció y torturo a miles de
opositores. Esas atrocidades ya eran conocidas internacionalmente, gracias a las
valerosas denuncias de grupos como las Madres de Mayo, pero la FIFA nunca pensó
en cambiar la sede del Mundial. La disculpa: que no había que mezclar la
política con el fútbol. Pero en realidad esa indolencia de la FIFA hizo que el
fútbol terminara mezclado con la política y, peor aún, con el terror, pues la
realización del Mundial y el triunfo argentino le dieron una bocanada de
legitimidad al régimen militar.
Y aquí es donde se juntan la historia de la junta militar y de Cruyff. En ese
momento, Holanda tenía no sólo la mejor selección del mundo sino que su "fútbol
total" había revolucionado el deporte. Además, muchos de sus integrantes tenían
un espíritu rebelde y desafiante. Y el líder indiscutible era Cruyff. Por eso
algunas veces esa selección holandesa (por su exquisita calidad, su capacidad de
revolucionar el fútbol y su fresca rebeldía) fue comparada con los Beatles. Y
Cruyff era visto como el Lennon de ese conjunto.
Llegó entonces el Mundial del 78 en Argentina. Algunos sectores en Holanda
pidieron boicotearlo para no legitimar la dictadura, y unos pocos futbolistas
rebeldes, como el alemán Breitner, se negaron a asistir. Pero estas propuestas
de boicot fueron derrotadas y hubo Mundial y Holanda asistió. Sin embargo,
Cruyff no concurrió y durante muchos años se especuló que sus razones eran
semejantes a las de Breitner; que no quería avalar al atroz régimen argentino. Y
quienes fuimos jóvenes en esa época lo admiramos aún más por esa conjetura. Hoy
sabemos que la razón fue otra, menos heroica, pero profundamente humana.
Hace algunos años, Cruyff aclaró que no había ido al Mundial del 78 por motivos
familiares. Algunos meses antes, él y su familia sufrieron un violento intento
de secuestro. Esa terrible experiencia le cambió su visión de las cosas y
decidió privilegiar su vida familiar sobre el fútbol. Y por ello abandonó la
selección y no asistió al Mundial. Pero, en todo caso, algo quedó de su rebeldía
en sus compañeros de la selección holandesa, que tuvo dos gestos de dignidad:
antes de la final se reunieron con las madres de la plaza de Mayo, y luego del
partido, en la ceremonia final, prefirieron irse al vestuario para evitar darles
la mano a los dictadores. Y por esos gestos, el fútbol conservó algo de dignidad
en ese controvertido Mundial.
Rodrigo Uprimny, Investigador de Dejusticia y profesor de la Universidad
Nacional de Colombia. Publicado originalmente en El Espectador.
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