Argentina, la
lucha continua....
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Con algunos días de demora, llegaron las nuevas directrices
del modelo económico PRO
El dólar como derecho humano y los salarios como furgón de cola
Por Alejandro Robba
Tiempo Argentino
Con algunos días de demora, llegaron las nuevas directrices del modelo
económico PRO. No caben dudas que los cambios son profundos ya que dejan atrás
al proyecto político kirchnerista sustentado en la alianza entre trabajadores,
organizaciones sociales y empresas pyme abastecedoras del mercado interno, hacia
otro conducido por un Estado al servicio del sector agroexportador, las empresas
concentradas en AEA (cámara que asocia a las grandes corporaciones) y la banca.
Para corroborar quienes serán los ganadores y perdedores del nuevo modelo, sólo
hay que describir las medidas anunciadas esta semana: una megadevaluación del
40%, eliminación de retenciones a la exportación de productos primaros e
industriales, quita de subsidios a los servicios públicos –esperan bajarlos a la
mitad en 2016- y un aumento de la tasa de interés que para LEBAC alcanza al 38%.
En un país que exporta alimentos como Argentina, una fuerte suba del precio
internacional de estos productos medidos en pesos, se traslada al mercado
interno por una sencilla razón: si antes se vendía una botella de aceite de maíz
a un dólar ($10) al mercado local y ahora, la misma botella, la puedo vender a
$15 en Europa y además no resigno rentabilidad porque me eliminaron las
retenciones, el precio en Argentina también será de $15, a menos que ese
empresario quiera perder plata. Billetera mata aplauso y alegría en Pergamino.
Por otro lado, los anuncios de vuelta al endeudamiento externo en sumas cercanas
a los U$S 15 o 25 mil millones para poder dejar en manos del mercado la
cotización del dólar, sumado al incremento de las tasas de interés en pesos, ha
puesto de parabienes a los bancos, cuyas acciones empezaban a valorizarse tanto
aquí como en Wall Street.
Sacando del galpón la vieja bicicleta financiera, cuando se establezca un dólar
estable, se podrán ingresar divisas libremente, cambiarlas a pesos, comprar
activos financieros y luego volver al verde con una ganancia del 38% en dólares
cuando en el mundo esa rentabilidad no llega al 5 por ciento.
Otro de los sectores que aplauden las medidas han sido los exportadores de
insumos difundidos como Techint o Aluar, cuya producción se dirige en grandes
proporciones al mercado internacional, y en el local son fuertes formadores de
precios, lo que implica el mismo mecanismo descripto para nuestro productor de
aceite: trasladan la devaluación del peso y la quita de retenciones al interior
de la cadena metalmecánica local, incrementando fuertemente los precios de
autos, línea blanca, materiales para la construcción, etc. También las grandes
firmas energéticas se envalentonan con tarifas que tenderán al precio
internacional. Además ya avisaron que podrán repatriar sin restricciones a sus
casas matrices o vía todo tipo de triquiñuelas –los CEOS son especialistas– sus
utilidades y dividendos.
En el otro rincón, pierden los trabajadores, los jubilados, los que perciben
asignaciones como la AUH, pensiones y demás ingresos no salariales. A ellos se
suman las empresas pyme que reciben el impacto de los mayores costos de sus
insumos importados o nacionales y que a su vez se verán acorralados por la
apertura de las importaciones.
Mayor competencia internacional, mayores costos y caída de sus ventas debido a
que sus clientes locales verán enflaquecer su poder adquisitivo, anuncian el fin
de modelo de crecimiento impulsado por el mercado interno, el empleo y salarios
altos.
Para el matutino El Cronista, hoy y siempre alineado al neoliberalismo, "la
corrección cambiaria tiene un impacto heterogéneo y reorientará los incentivos e
inversiones a las actividades exportadoras. Ganadores serán los bancos, el agro,
la minería y el turismo receptivo. Y entre los perdedores se contarán la
industria textil, calzado, muebles, y asalariados".
Las retenciones no son sólo un instrumento fiscal sino, fundamentalmente, una
herramienta para desacoplar precios internos e internacionales y además sirven
para emparejar en algo las competitividades relativas entre el campo y la
industria.
Estas medidas abren la puerta a la vuelta del modelo agroexportador –ahora
llamado supermercado del mundo en lugar del granero del mundo- y a la
reprimarización de toda nuestra economía, ya que habrá más incentivo para
invertir en el campo que en la industria. Para muestra de la transferencia al
sector agrario basta un botón, que seguro se importará. La eliminación de las
retenciones al trigo, maíz, girasol, sorgo, cebada, carnes y productos
industriales y la reducción al 30% a la soja, le costara al Estado Nacional unos
$ 31.900 millones anuales a valores de 2015. Actualmente las retenciones son el
quinto impuesto de mayor recaudación nacional, con cerca de $ 76 mil millones
anuales estimados para 2015.
El complejo sojero aporta un rutilante 68% del total recaudado en concepto de
retenciones, los demás primarios un 22%, mientras que el total de los productos
industriales, apenas el 10 por ciento.
Este importante agujero fiscal, calculado a un dólar de $ 10, podría elevarse
aún más para el año 2016, ya que para un promedio anual –que pareciera bajo– de
$ 15, el Estado dejaría de recaudar $ 36.500 millones por la eliminación de las
retenciones industriales y productos agropecuarios y unos $ 11 mil millones
adicionales por la reducción de 5 puntos al complejo sojero.
Es decir, la pérdida total ascendería a $47.500 millones. Para poner en contexto
el desfinanciamiento del erario público, con la transferencia de ingresos que el
Estado le concede al sector exportador, se podría incrementar un 50% la AUH ($
36 mil millones), asegurar el tan ansiado 82% móvil para los jubilados que ganan
el haber mínimo y hasta sumar un bono para fin de años a jubilados, nada mal en
tiempos de aceleración inflacionaria como los que corren.
Un cálculo alternativo del regalito que Macri colgó en el arbolito de las
patronales agropecuarias lo realizó el colega Marcelo Zlotogwiazda. Considerando
que el complejo sojero exporta U$S 20 mil millones por año, la rebaja de 5
puntos en las retenciones junto con un aumento del 40% en el dólar, el ingreso
adicional que recibirán será mayor a los $ 60 mil millones anuales a valores de
hoy.
A eso se agrega el ingreso extra para el resto de los productos agropecuarios
distintos al complejo sojero. De todas las medidas, no hay ninguna que intente
compensar la segura caída de los salarios e ingresos reales, que pasaron a ser
un costo más y no la principal fuente de crecimiento. En esto, también
cambiamos.
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