VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Latinoamérica

 

Venezuela, capitalismo y socialismo en el s. XXI, ¿una ilusión de armonía?

 

Augusto Lapp Murga

Rebelión

El debate sobre las relaciones entre los modelos socialista y capitalista, o la oposición entre el estado y la propiedad privada, siempre han sido temas centrales de la economía política. Este debate ha cobrado renovado interés en Venezuela debido a las últimas medidas tomadas por el gobierno nacional para encarar la crisis económica y productiva del país. Según se afirma en algunos medios [1], con los llamados a diálogo con el sector "productivo nacional", la agilización en las nuevas y mayores entregas de divisas extranjeras y el pronto financiamiento de las empresas privadas, junto a la "sinceración" de los precios de venta de sus productos y servicios, etcétera, se busca acabar con la guerra económica planteada por la burguesía criolla, y en su lugar se pretende más bien congeniar o establecer una "coexistencia pacífica" entre el sector público y el sector privado capitalista en general. Para algunos economistas "pragmáticos", esta sería la vía más adecuada para salir de la crisis y lograr la ansiada productividad de nuestra economía [2]. Pero, por otro lado, los intelectuales de izquierda critican dichas medidas y, como siempre, el pueblo sufre y lamenta las consecuencias.

Según argumentan los partidarios de la izquierda crítica, en un país independiente y soberano, y además con un anunciado proyecto de desarrollo socialista, las relaciones del estado con el sector privado capitalista no pueden ser otras que las de unas relaciones de fuerzas antagónicas, o al menos complejas y conflictivas, dado los distintos intereses económicos y de clases de ambos sectores. En efecto, los caminos socialista y capitalista son críticamente distintos. Como explica J. Pajestka (1976): Cuando usamos el término "vía socialista", antes que nada se piensa en un tipo de estrategia de desarrollo que incluye objetivos de desarrollo social y determinado grado de socialización de los medios de producción. La elección de la pauta capitalista de desarrollo, por el contrario, está ideológicamente basada en la premisa de que el desarrollo se efectuaría por medio de nuevas instancias de la actividad de las empresas privadas capitalistas.

Sin embargo, las oportunidades de un desarrollo tal de los países subdesarrollados, que habría de solucionar sus principales problemas sociales y económicos mediante la reconstrucción del modelo capitalista original, son pequeñas. Ciertamente, rara vez se sale al encuentro de tales ilusiones -dice este autor-. Los motivos principales y la esencia de esta elección son diferentes. La elección de la estrategia capitalista de desarrollo significa entrar en la órbita del sistema económico y político de los países capitalistas desarrollados, con la esperanza de atraer inversiones de capital extranjero, obtener ayuda económica y ciertos privilegios de mercado, etc. Por supuesto, en circunstancias favorables y con el transcurso del tiempo puede esperarse que se desarrollen iniciativas económicas nacionales.

No obstante, la elección de la vía capitalista sin dependencia del sistema de los países capitalistas desarrollados, y la subordinación necesaria a las fuerzas económicas de éstos, sería un anacronismo y casi un absurdo –dice J. Pajestka. La atracción de los beneficios económicos directos que resultan de la elección de la vía capitalista debilita –o incluso paraliza- la movilización de esfuerzos internos independientes. Los vínculos con el sistema PCD hacen difícil o incluso imposible transformar las estructuras económicas del país y utilizar plenamente los factores internos, por ejemplo, el potencial humano. Además, la naturaleza de las relaciones con el sistema PCD conduce a la imposición de pautas socioeconómicas que acrecientan las contradicciones internas. También son evidentes sus efectos en el campo de las desigualdades sociales. En consecuencia, están socavadas todas las premisas básicas para la movilización de los esfuerzos de amplias masas sociales. Por último, dichos vínculos favorecen la retención del poder por grupos reaccionarios para quienes el desarrollo de su propio país es más bien un problema ajeno [3].

El sustento teórico científico de los anteriores enunciados lo encontramos en las tesis del profesor Carlo Benetti (1976). Según este autor: En la economía capitalista subdesarrollada (tal es el caso de Venezuela), como totalidad estructurada heterogénea, la relación de dependencia supone un sistema productivo dominante (a especificar) o, como dice Marx: "una producción determinada y las relaciones engendradas por ella, que asignan a todas las otras producciones y las relaciones engendradas por éstas su rango y su importancia".

Es así -afirma Benetti- porque el sistema productivo dominante confiere a la totalidad su propio estatuto. Puesto que en la economía capitalista subdesarrollada el sistema productivo dominante es capitalista, la economía entera es capitalista. Los otros modos de producción le están subordinados, lo que implica, a la vez, inclusión de sus caracteres en el todo transformado por el sistema productivo dominante y modificación de sus condiciones de funcionamiento y de desarrollo por el movimiento del sistema productivo dominante.

La heterogeneidad de los modos de producción y las relaciones de dependencia convierten a la economía capitalista subdesarrollada en una economía en fase de transición… Lo que caracteriza a la economía capitalista subdesarrollada en una economía de transición, no es el equilibrio inestable de dependencia, sino más bien la existencia del predominio de una "forma", y la débil existencia o el retroceso de las "otras formas"… En sus relaciones con las otras partes y el todo, el propio sistema productivo dominante reestructura y quiebra la estructura de las otras partes y el todo [4].

Y es más grave aun cuando el predominio de esa "forma" es la peor versión del capitalismo: el denominado capitalismo rentístico. Según explica Asdrúbal Baptista (1997), lo caracteriza en rigor la distribución, por el Estado, de una renta internacional de la tierra proveniente de una materia prima de propiedad nacional –que para todos los efectos práctico, en Venezuela es el petróleo. En la condición rentística de una economía se manifiestan varias características, entre ellas se destaca la paradoja de que en un país atrasado se pone de relieve lo que es un rasgo superior de la economía capitalista. A saber, la tendencia manifiestamente creciente que exhibe el sector servicios respecto de la producción material. La razón de tal acomodo se sigue del mismo carácter excedentario de la renta y, por lo tanto, de los bienes a ella equivalentes. La expresión de su comercialización no tiene contrapartida en la actividad productiva doméstica… La renta sustituye, pues, el requerimiento de la generación del excedente como condición indispensable para la inversión, y en tal sentido modifica el núcleo más fundamental de la estructura capitalista de producción… En suma, el patrón de la acumulación rentística de capital lleva consigo este rasgo superior antes descrito, por el cual se da primacía en la conformación de la dinámica fundamental de la economía a un sector de la vida económica que normalmente es un efecto del crecimiento económico, antes que su causa [5].

El capitalismo rentístico tiene, desde luego, efectos estructurales, como también tiene influencia sobre importantes variables económicas y financieras: tales como la relación trabajo y capital; los precios internos y la relación cambiara; el empleo y la productividad, etc. Pero igual importancia tiene indagar sobre el destino, las proporciones, y la evolución en la distribución y/o apropiación del provento de esa renta, que históricamente se la han disputado de manera desigual todas las clases sociales del país. Estas están formadas por los restos de una clase terrateniente parasitaria; una minúscula clase burguesa que está compuesta fundamentalmente por un sector bancario y comercial-importador, más un pequeño sector de productores muy dependientes de la ayuda estatal y la especulación financiera; una amplia clase media improductiva, consumista y muy alienada; como también una clase trabajadora (fuera del sector extractivo) muy limitada en tamaño y cuya militancia está conectada más al consumo que a una conciencia de clase [6].

De acuerdo con las investigaciones hechas por A. Baptista (2006) en relación con el destino de la renta petrolera, se observa que los mecanismos económicos de la sociedad venezolana aseguran que el gasto público, financiado a través del ingreso petrolero, al final se convierte en su mayor parte en beneficios para el sector capitalista [7]. Manuel Sutherland (2011 a y b), por su parte, explica cómo se distribuye el ingreso entre las dos clases fundamentales y como son los mecanismos por medio de los cuales la clase burguesa y media alta se hace de los ingresos petroleros [8]. Mientras que, por otro lado, Víctor Álvarez (2013) aporta datos significativos como para afirmar que, a pesar de las nacionalizaciones y del evidente incremento de los beneficios sociales para las clases trabajadoras, implementadas en estos años de gobierno bolivariano, la economía venezolana se ha hecho más capitalista, más rentista y más explotadora [9].

Pero esto no es todo, a las características del capitalismo rentístico venezolano debe añadirse la tendencia, que a la vez es internacional y nacional, de la financiarización de la economía. De acuerdo con B. Medialdea García y A. Sanabria Martín (2013), se entiende por tal el ascenso de la importancia del capital financiero dentro del funcionamiento económico. La actividad financiera no sólo se expande vertiginosamente, sino que también altera su composición en términos de mercados, productos y agentes protagonistas. Un conjunto de factores originaron el proceso de financiarización de la economía capitalista, tales la crisis del fordismo, el fin del SMI establecido en Bretton Woods, la ralentización del crecimiento de la productividad en los países de la OCDE, entre otros problemas. Estos factores hicieron que partir de los años 70-80 el valor de la capitalización de las bolsas respecto a la producción se dispare; el volumen de las transacciones financieras crezca de forma explosiva, muy por encima de las transacciones comerciales o de la inversión productiva; y que las rentas de naturaleza financiera incrementen sustancialmente su proporción dentro de la renta nacional.

Como consecuencia de todo ello, ante la necesidad de restablecer la rentabilidad del capital y las dificultades para hacerlo en la esfera productiva, se comienza a aplicar el denominado "programa neoliberal", que termina de asentar las bases de la financiarización. Es más -acotan estos autores-, puede decirse que la aplicación de las medidas neoliberales es clave en la génesis de este proceso. En el ámbito financiero el programa neoliberal configura lo que algunos autores denominan la "economía de los sistemas financieros liberalizados" que, sustituyendo al "régimen de endeudamiento administrado" keynesiano, ensancha los espacios regidos por la lógica del mercado y ocasiona una recomposición de la correlación de fuerzas entre las distintas facciones capitalistas. El nuevo contexto privilegia los intereses de accionistas y prestamistas, por lo que algunos autores lo han denominado la "dictadura de los acreedores".

Para Medialdea y Sanabria, la expansión del negocio financiero frente al crecimiento de la actividad productiva es enorme, tanto en cifras absolutas como con respecto a la evolución de la dinámica productiva y comercial, lo cual es muy significativo. Así, en la mayor parte de las economías desarrolladas y en parte de las subdesarrolladas, hasta las empresas del sector no financiero, las familias y los gobiernos actúan sometidos a esa lógica propia del sector financiero. En primer término, los bancos comerciales experimentan cambios importantes en la medida en que buena parte de la captación y movilización del ahorro se traslada directamente a los mercados financieros. De esa manera, se difuminan los límites entre los mercados de dinero y de capital, a la vez que los bancos modifican su naturaleza y funcionamiento entre la banca comercial y la de inversión, dando lugar a lo que se denomina "hibridación" entre bancos y finanzas de mercado.

En segundo término, uno de los elementos que estimula la reorientación de la actividad bancaria es la presencia, en parte rival, de un nuevo tipo de agente financiero: los inversores institucionales. Los gestores profesionales de ahorro colectivo, sobre todo los fondos de inversión, los fondos de pensiones y las compañías de seguros, emergen como nuevos protagonistas de los mercados financieros. Los activos financieros gestionados por estos inversores institucionales pasaron a representar un valor equivalente del 34% al 173% del PIB mundial entre 1981 y 2009, tras haber alcanzado un porcentaje de 181,7% en 2007.

En tercer término, la financiarización altera las estrategias de las empresas no financieras porque modifica tanto los objetivos de los propietarios del capital como su capacidad para imponerlos. Como resultado, las estrategias empresariales adoptan lo que se denomina "corporate governance", una serie de medidas orientadas a maximizar el valor de mercado de las acciones mediante el recorte del capital empleado. Entre estas medidas destacan: fusiones y adquisiciones, externalizaciones, subcontrataciones, despidos masivos, abandono de la diversificación productiva, simplificación de la estructura organizativa, etcétera. Paralelamente se registra un segundo proceso: dado que la rentabilidad financiera supera ampliamente a la obtenida en el ámbito productivo, las empresas que están en condiciones de hacerlo entran en el negocio financiero y obtienen de él cada vez más ingresos. Este fenómeno supone la reorientación de la actividad de muchas empresas y el desvío de una parte de los recursos que podrían destinar a nuevas inversiones productivas. Y este es otro rasgo fundamental de la supeditación empresarial al funcionamiento financiero –destacan Medialdea y Sanabria [10].

Venezuela, que quiéralo o no se inserta en el sistema-mundo capitalista, ha estado afectada por todas esas características y tendencias aquí descritas, mismas que, a pesar de algunos intentos por corregirlas, han determinado no obstante el fracaso y la gran frustración de nuestras aspiraciones de desarrollo. En nuestro caso, fracasaron todas las políticas intentadas en el pasado para revertir las características de nuestras economías: tales como las políticas desarrollistas impulsadas por la CEPAL en los años 50-60 del siglo pasado; las políticas neoliberales impuestas por el Consenso de Washington, en los años 80-90 del mismo siglo; y más reciente, en el presente siglo, el neo-desarrollismo, que a decir de Claudio Katz (2014) es más afín a la CEPAL tecnocrática que al pensamiento crítico y presenta más continuidades que rupturas con el neoliberalismo [11]. Como es harto sabido, con ninguno de estos ensayos se pudo corregir los grandes desequilibrios estructurales de nuestras economías, ni se logró implementar un desarrollo industrial independiente, ni siquiera se terminó por conformar una verdadera burguesía nacional con identidad propia.

Tal como destaca C. Katz, las burguesías industriales no jugaron ningún papel significativo durante la formación de las naciones latinoamericanas. Tampoco fueron artífices de la limitada industrialización registrada durante el siglo XX. Los estados fueron lo que cargaron con la mayor parte de esa tarea, frente a empresarios que siempre fueron más activos en la recepción de subsidios que en la introducción de inversiones. En consecuencia –señala también M. Sutherland-, ante la baja productividad industrial y la falta de competitividad internacional en la generalidad de las mercancías, la burguesía local se afana en buscar con toda fuerza, la forma en la cual puede apropiarse con la mayor rapidez y fluidez del producto de la renta petrolera. Por ello y entendiendo que no tienen los atributos estructurales para competir en el mercado mundial, la burguesía criolla se apaña en el comercio. Así, por lo visto anteriormente -continúa Sutherland-, la vía expedita para que nuestros empresarios hagan fortuna, implica la importación de mercancías baratas y su venta en el mercado local a los más altos precios posibles, de acuerdo a lo que la competencia le permita. Además, el control de cambio ha venido a ser un impulso tremendo para concentrar la importación en pocas manos, apropiarse de dólares baratos, vivir de la especulación comercial y de la reventa de divisas en el mercado paralelo, donde la burguesía realiza ganancias fabulosas.

De manera que, desde cualquier punto de vista o circunstancia, es un absurdo que un gobierno socialista pueda pensar que desarrollando o reforzando el dominio del sistema capitalista-rentístico-parasitario se pueda construir una economía productiva, y menos que se logre desarrollar e igualar las condiciones humanas de los pueblos. La lógica del capitalismo, centrada en el afán de lucro, es contraria a la lógica del desarrollo humano [12] . Como es evidente, se trata de dos lógicas distintas e incompatibles. Mal se puede entonces intentar entrecruzar o combinar el bienestar colectivo, la justicia y la solidaridad humana, con la competencia absoluta, la desigualdad y la explotación de los trabajadores. Como tampoco se puede hacer congeniar las relaciones de producción social-socialistas, con la propiedad privada de los medios fundamentales de producción. Este ha sido el vano intento y el fracaso histórico de la socialdemocracia.

Referencias y notas:

[1] Ver por ejemplo: Barreto Sánchez, Heiber (12-05-2014). Venezuela: ¿Un paquete económico al detal? Fuente: http://www.aporrea.org/trabajadores/a188022.html

[2] V er al respecto: Ellner, Steve (26-02-2013), El debate histórico sobre las metas socialistas: el caso venezolano, traducido por la Profesora Giomar Salas y Eligio Damas. Fuente: http://www.rebelion.org/docs/164391.pdf

[3] Pajestka, Jozef (1976) "Los tres sistemas socioeconómicos a fines del siglo XX", en Bhagwati y el World Law Fund, La economía y el orden mundial en el año 2000, Siglo XXI Editores S. A., pp. 97-119

[4] Benetti, Carlo (1976). La acumulación en los países capitalistas subdesarrollados, Fondo de Cultura Económica, México.

[5] Baptista, Asdrúbal (1976). Teoría Económica del Capitalismo Rentístico , Ediciones IESA, Caracas.

[6] Petras, James (2012). El socialismo en un país rentista. Más allá de la victoria electoral del Presidente Chávez, Traducido por Silvia Arana para Rebelión, en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=158616 , Fecha de publicación: 03-11-2012.

[7] Baptista, Asdrúbal (2006). El relevo del capitalismo rentístico , Fundación Empresas Polar, Caracas.

[8] Sutherland, Manuel (2011). a) La economía venezolana o cómo la burguesía hurta la renta petrolera y es dueña del 71% del PIB , en www.aporrea.org/actualidad/a130027.html , 11-09-2011; y b) La desigualdad en el reparto del ingreso en Venezuela , en www.aporrea.org/actualidad/a135075.html , 09-12-2011.

[9] Álvarez, Víctor ( 25-04-2013 ). La economía venezolana se hizo más rentista , ponencia publicada en Aporrea. Disponible en: www.aporrea.org/actualidad/n227614.html

[10] Medialdea García, Bibiana y Sanabria Martín, Antonio (2013). La financiarización de la economía mundial: hacia una caracterización, Revista de Economía Mundial, núm. 33, 2013, Sociedad de Economía Mundial, Huelva, España. Disponible en http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=86626373009

[11] Katz, Claudio (2014) ¿Qué es el neo-desarrollismo? Una visión crítica , Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=187473

[12] En una economía capitalista la inversión (que es lo que determina la producción) depende de que los capitalistas obtengan rentabilidad "suficiente" para seguir invirtiendo y produciendo. No se produce cuando es socialmente necesario, ni se produce lo que es socialmente más importante producir, sino cuando es rentable hacerlo y aquellas mercancías cuya producción va a permitir obtener ciertos beneficios con respecto al capital invertido. Por eso, la tasa de rentabilidad o de ganancia, que es la proporción de beneficios obtenidos respecto al capital inicial invertido, es la variable clave de la economía capitalista (Izquierda anticapitalista: La lógica del capital , 09/03/2009)

Anlapp1@hotmail.com

Fuente: lafogata.org