Darío Pignotti

ANSA

El gobierno de la presidenta brasileña Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), quien está en campaña hacia la reelección en los comicios del 5 de octubre, afirmó que tras las denuncias opositoras contra Petrobras se agazapa el interés en privatizar la petrolera.

"Los que critican a la empresa deberían pensar muchas veces antes de hacer las críticas, sobre todo el PSDB (Partido de la Socialdemocracia Brasileña, opositor) que quería privatizar a Petrobras", afirmó el secretario general de la Presidencia, ministro Gilberto Carvalho.

De esa manera Carvalho pronunció sin rodeos la posición del Palacio del Planalto (sede presidencial en Brasilia) respecto de la política energética del ex mandatario Fernando Henrique Cardoso (1995-2003), máximo líder del PSDB, la fuerza opositora más importante de Brasil.

Durante la gestión socialdemócrata se sancionaron las leyes que acabaron con el monopolio de Petrobras en la explotación de crudo y se abrió el capital, cuyas acciones se cotizan en las bolsas de valores de Sao Paulo y Nueva York.

Petrobrás fue creada en 1954 luego de una campaña con la consigna "El Petróleo es Nuestro", bajo el gobierno del presidente Getulio Vargas, el dirigente nacionalista que marcó la política brasileña en la primera mitad del siglo pasado.

Al hablar de la petrolera y el fantasma de la privatización el ministro Carvalho retomó el guante dejado el domingo por Rousseff cuando, durante una rueda de prensa en al Palacio del Alvorada (residencia presidencial) hizo comentarios críticos a la política energética de Cardoso.

Críticas que fueron más explícitas en boca del titular del Partio de los Trabajadores, Rui Falcao, quien aseguró que el PSDB iba camino a la "privatización" de Petrobras a comienzo de la década del 2000 cuando Cardoso instruyó a un grupo de publicitarios que analicen la posibilidad de cambiar el nombre por Petrobrax, a fin de conquistar más visibilidad en el mercado de inversionistas globales.

Cardoso ha admitido que hubo alguna conversación informal sobre la posible conversión de Petrobras en Petrobrax, pero negó de manera enfática en varias oportunidades, la última este año, el haber tenido en mente ceder el control de la petrolera al capital privado.

En todo caso lo cierto es que, al igual que en la campañas presidenciales de 2006 y 2010, ambas vencidas por el PT, la primera con Lula y la segunda con Rousseff, el asunto Petrobras es motivo de controversias con el PSDB, que este año lleva como candidato presidencial al senador Aecio Neves.

El lunes por la noche el candidato Neves reiteró que es "muy necesario" que se investiguen presuntas anomalías en la administración de Petrobras y admitió que si es electo habrá un aumento en el precio de la gasolina.

El PSDB está "creando una espuma" con denuncias "inconsistentes" sobre irregularidades en Petrobas para recrear un "de nuevo un Mensalao, pero nosotros confiamos en la sabiduría popular" que cree en la palabra de autoridades, afirmó el secretario general de la Presidencia, Gilberto Carvalho.

En 2005 estalló el caso conocido como "Mensalao", término acuñado en referencia al supuesto pago mensual de sobornos a congresistas con el fin de que voten proyectos de ley de interés del entonces presidente Lula da Silva, de quien Carvalho era asesor. El "Mensalao" generó un escándalo político a raíz del cual renunciaron ministros y altos dirigentes del PT. "Cuando ocurrió el Mensalao y junto con éste la amenaza de un impeachment (juicio político) contra Lula, el presidente nos dijo, 'ellos (opositores) quieren que el gobierno se pare, pero nosotros no vamos a parar'", recordó Carvalho comparando los hechos de 2005 con las acusaciones lanzadas recientemente por el PSDB sobre la petrolera Petrobras.

"Están explotando electoralmente el tema Petrobras, los que hacen críticas deberían pensar mejor lo que dicen, sobre todo el PSDB que quería privatizar Petrobras" durante el gobierno del ex presidente Fernando Henrique Cardozo, acusó Carvalho.

Para el funcionario, uno de los pocos que ha trabajado en el Planalto desde 2003, el PSDB cultiva cuna ideología "privatista" que desdeña al Estado y se vale de denuncias para legitimar su posición.