VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Argentina, la lucha continua....

Nino, el que muri� de fr�o

Claudia Rafael

APE

Apenas fue un atisbo de vana voluntad. El �ltimo. El definitivo. "Intent� levantarse y cay� al costado de la cama. Ah� qued�". Esos �ltimos instantes del Nino son la fotograf�a p�rfida del sistema. Olvidado, derrap� mil veces hasta que ya nunca se pudo poner en pie. Jorge sabe de esas historias. El es veterano de luchas setentistas. Aquellas que en tiempos oscuros lo vieron refugiado y an�nimo entre las casuchas de Villa Tranquila, en Avellaneda y que hoy lo saben de regreso en su Mar del Plata natal. Fue Jorge quien breg� hasta lograr que al Nino se le quitara finalmente el mote de NN y se lo pudiera sepultar como Hern�n Vergara, chileno, de m�s de 60. "Buen soldador", cuenta Jorge a Ape. "Y alguna vez fue encargado de una metal�rgica pero �viste c�mo es el sistema? Lo dej� afuera. Y todos se olvidaron de que era un ser humano".

La casilla de Nino estaba anclada en el asentamiento detr�s del estadio mundialista de "la Feliz". Extra�as contradicciones. Ni el Nino ni las decenas de familias que bordean las v�as con sus casillas temblorosas supieron siquiera el significado de la felicidad. "Est�n hechas con maderas viejas de otras casillas, recortes de chapa que van rescatando del cirujeo, cartones rotos. Tienen una sola habitaci�n de unos tres metros por tres. Est�n muy agrietadas. Y ah� nom�s tienen una calle que los divide de un asentamiento menos precario que arranc� all� por los a�os 60 con gente que trabajaba en las quintas", pincela Jorge. "Imagin�te c�mo ser� que ac�, en la Mar del Plata de las vacaciones y el verano para todos hab�a 14 villas en los 70. Ahora...qui�n sabe cu�ntas habr�".

Las gentes como el Nino van al predio a rescatar piezas arqueol�gicas del sistema. Alg�n trozo de comida. Cart�n. Viejos electrodom�sticos. Lo que sea. "Algunos est�n cooperativizados. Otros van solos, por su cuenta. Ah� donde viv�a Nino era lo �ltimo de lo �ltimo. Los chicos viven muy mal. Supo haber ah� nom�s un emprendimiento av�cola que dej� los piletones. Y con las lluvias...ah� han muerto chiquitos en estos a�os".

El predio es terreno conocido por todos en el lugar. Aunque m�s no sea por la prepotencia del humo que, cuando se hacen fogatas en el basural, invade escuelas, casas y calles. Est� "a unos cuatro o cinco kil�metros de ac�. Antes el predio estaba por ac� atr�s –dice Jorge-. Eso era por el 70 � 74. Todas las napas se contaminaron. Despu�s lo pusieron como a 20 cuadras y ahora a cuatro o cinco kil�metros".

Cuando el Nino dej� de hacer ver su cuerpo cansado por las v�as, en la zona de Gutenberg y Labard�n, los vecinos lo llamaron. Lo fueron a buscar. Y se encontraron con su geograf�a ya sin respiro. Los bajocero pertinaces tan ajenos al modelo de Mar del Plata/verano/risas/Bristol le tumbaron toda esperanza. "Cuando vieron el cuerpo llamaron a la polic�a. Que entr�. Dej� el patrullero en la puerta. Se qued� ah� todo el viernes. Y desde la Morgue reci�n llegaron a las 14 del s�bado para llevarlo. Era terrible. Estuvo ah� desde el jueves hasta el s�bado. Espant�bamos a los perros. Era desesperante. El m�dico escribi� el certificado y puso parocardiorrespiratorio-hipotermia. Y en los datos personales de Nino escribi� NN. Tuve que ir al Registro Civil a conseguir alg�n papel. No se encontr� ninguna identificaci�n suya. Reci�n hoy (por el lunes) lo logramos. Pero a nadie le importa �sab�s? La morgue est� llena de cuerpos as�. Olvidados".

De encargado de una metal�rgica y soldador a NN habitante de asentamiento muerto de fr�o en su casilla de olvidos y abandonos. Icono de esta patria vejadora de quimeras y de ma�anas. Que cerc� los l�mites de la dignidad y vet� el ingreso a la tierra de los derechos y el bienestar a los ca�dos a los acantilados del desempleo. Nino –como cientos, como miles, como decenas de miles, como millones- vio descerrajarse las puertas de la vida estructurada por el trabajo para caer m�s y m�s all�. Para perder las certezas. Para olvidar los destinos. Para dejar de saber cu�les son las certidumbres de una vida constituida por la sirena de la f�brica, por el salario quincena a quincena o mes a mes.

Derrap� cientos de veces hasta transformarse en un n�mero vano. NN como las v�ctimas de la Alemania nazi. NN como los cuerpos de los desaparecidos del Estado terrorista de los 70. NN como un soldado desconocido de un ej�rcito creciente y fantasmal.

Su historia chiquita, sin grandes titulares, que no sacude las telara�as de un sistema que acorral� hace demasiado tiempo la ternura y el abrazo es la historia de los an�nimos que vieron victimizados sus d�as. Pero esa historia chiquita sin grandes titulares es tambi�n la pintura oscura y desmadrada de la transformaci�n. De aquel viejo pa�s que atrajo al Nino, chileno y soldador, a la meca de las promesas, a este otro que es capaz de olvidarse de que dentro de una casilla, ah� nom�s del estado mundialista y pegadita a las v�as marplatenses hab�a un hombre. Que trabaja en el fango, que no conoce la paz, que lucha por la mitad de un panecillo, como escrib�a Primo Levi. Pero el sistema (tambi�n en palabras de Primo Levi los que viv�s seguros en vuestras casas caldeadas, los que os encontr�is, al volver por la tarde, la comida caliente y los rostros amigos) conduce c�nicamente a preguntarse una y otra vez si esto es un hombre.

Fuente: lafogata.org

������