Argentina, la
lucha continua....
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ESTADO DE BIENESTAR – ESTADO DE CONTENCION
Por Luis Mattini
Mas allá de superar cualquier determinismo, la historia sigue siendo, quizas, la
más pedagoga de las disciplinas que estudian la conducta humana. Y la historia
confirma que la estructura productiva condiciona la política y que la política,
o sea la voluntad y decisión de los seres humanos puede influir en la
estructura. A eso se le llamaba relación dialéctica.
Mi generación nació y vivió la niñez y la adolescencia en el Estado de Bienestar
peronista. El Estado de Bienestar fue creado por la Socialdemocracia como
respuesta a la violencia de la dictadura del proletariado inaugurada por la
revolución rusa y consiste en propiciar el desarrollo capitalista mediante una
alianza de clases. La clase obrera se alía con el capital productivo nacional,
acepta un ministro de economía burgués y negocia el reparto de la riqueza. La
lucha de clases deja de ser una lucha antagónica por el poder para ser una lucha
por el reparto. Entre sus rasgos está la producción para el mercado interno, y
la equidad en los salarios. O sea la diferencia de salarios es relativamente
pequeña, para mantener cierta equidad social. En Europa los modelos rentables
fueron los países escandinavos, Francia, Alemania y otros; en América los casos
más importantes fueron Argentina de Perón, Brasil con Getulio Vargas, México con
Cárdenas, pero la única plenitud fue Argentina y en menor grado pero más
permanente Costa Rica.
El notable éxito en Argentina se debió, por un lado al talento de Perón, pero
fundamentalmente a las ventajas de la llamada renta relativa de la tierra. No
obstante el desarrollo capitalista es inexorable y cuando el gran capital
consideró ya intolerable, por insuficientemente rentable, tal situación,
propició el golpe de estado de 1955 derrocando a Perón.
Sembraron vientos y cosecharon tempestades. La resistencia peronista transformó
al peronismo en una fuerza muy combativa y a ello se sumó el surgimiento de una
nueva generación, la nuestra, hija precisamente de ese Estado de Bienestar.
Surgió el guevarismo que propició la salida socialista como única solución de
fondo. Eso se sumaba a las grandes masas que seguían luchando por mantener el
Estado de Bienestar expresado en el peronismo. A lo largo del tiempo fue
necesario el terrorismo de Estado para aplastar esa lucha.
Caída la dictadura, Alfonsin intentó restituir un tímido Estado de Bienestar
adecuado a los nuevos tiempos. No pudo.
Entonces surgió Menem, quien tuvo la lucidez de entender que en el punto actual
del desarrollo capitalista no hay lugar para el Estado de Bienestar por no ser
rentable y propició la alianza de la burguesía “nacional” con el capital
internacional, para impulsar un modelo productivo altamente rentable basado en
los agronegocios y la minería de superficie. La industria se debe subordinar a
las necesidades de la minería y los agronegocios, (maquinarias, automotrices,
etc) los bienes de consumo los provee el mercado internacional y se crea
inevitablemente, en medio de la prosperidad, una enorme diferenciación social.
Ya no se trata de la diferencia entre capitalistas y trabajadores, sino que se
le suma tremendas diferencias de salarios, o sea entre los propios trabajadores
y entre los trabajadores manuales y los demás. Ese modelo es el vigente.
Pero en un país con semejante tradición de lucha popular este modelo funciona
con enormes tropiezos, por ejemplo los sacudones sociales que voltearon a De la
Rúa. Para que funcione en paz era necesario crear un modelo político. Y esa fue
la obra de Kirchner muy bien continuada por Cristina.
Este modelo político que podríamos llamar “de contención”. El Estado les pide a
los capitalistas que sean un poquito menos avaros, y cedan un poco de sus
tremendas ganancias para mantener la paz social y de ese modo puedan explotar
mejor a la gente. Forcejean y de ese forcejeo el Estado logra un paquete de
dinero con el cual “socorrer” a los desplazados por esa lógica productiva.
Porque así como el Estado de Bienestar tenía una lógica de plena ocupación no
solo por la voluntad de los gobernantes, sino por el propio mecanismo interno
del modelo productivo, el actual modelo extractivo agro-exportador, comprende la
restricción de mano de obra, por lo tanto la desocupación es intrínseca,
diríamos necesaria, al modelo. Digamos que el actual gobierno, administra con
mucha mayor destreza que De la Rúa, el mismo sistema. Pero esa destreza,
independientemente de mayor o menor talento que los gobernantes anteriores, esa
destreza de los Kirchner, tiene su mayor expresión en su admirable capacidad
para comprar voluntades. No recuerdo en la historia nacional, nadie con ese
talento para los negocios. Vendió espejitos de colores a un número muy grande de
ex luchadores de los setentas: les presentó este modelo de contención como un
supuesto, no digamos siquiera modesto Estado de Bienestar, sino un ilusorio
Estado de transición hacia no seque….
Es conveniente recordar que la popularidad de Perón, no residió nunca en la
compra, sino en su política. Ahora podemos afirmar que una mirada objetiva a la
situación mundial permite observar que transitoriamente en Argentina las cosas
están mejor que en la mayor parte del mundo. Sin embargo, en el actual estado
del capitalismo, desaparecieron las fronteras, el imperialismo es hoy imperio,
dueño absoluto del mundo porque desapareció el peligro comunista. Por lo tanto
ya no hay lugar ni siquiera para Estados de Bienestar. El capitalismo ha llegado
al extremo de su voracidad y está poniendo en juego el futuro de la humanidad
haciendo polvo la Cordillera de los Andes (se demuele una tonelada de roca para
obtener un gramo de oro) y transformado la agricultura en industria extractiva.
La única opción para el futuro de la humanidad es retomar a fondo la lucha
anticapitalista y en el curso de esa lucha ir creando las condiciones para una
sociedad libre.