Argentina, la
lucha continua....
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Orlando, "El aceitoso"
Alfredo Grande
APE
"en toda cultura no represora, se dice el pecado y también el nombre del pecador"
(Aforismo implicado)
Perón: -¿Usted se hace responsable de lo que dice? Eso de parapoliciales lo tiene que probar. (Dirigiéndose al edecán aeronáutico dijo:) ¡Tomen los datos necesarios para que el Ministerio de Justicia inicie la causa contra esta señorita!
A.G.: -¡Quiero saber qué medidas va a tomar el gobierno para investigar tantos atentados fascistas!
P.: -Las que se están tomando, esos son asuntos policiales que están provocados por la ultraizquierda y la ultraderecha; la ultraizquierda, que son ustedes (señalando a la periodista con el dedo) y la ultraderecha, que son los otros. De manera que arréglense entre ustedes; la policía procederá y la Justicia también. Indudablemente que el Poder Ejecutivo lo único que puede hacer es detenerlos a ustedes y entregarlos a la Justicia; a ustedes y a los otros. Lo que nosotros queremos es paz, y lo que ustedes no quieren es paz.
A.G.: -Le aclaro que soy militante del Movimiento Peronista desde hace trece años.
P.: -¡Hombre, lo disimula muy bien!
Leí en un artículo de Rolando Astarita. "Pues bien, Barone reivindicó esa respuesta de Perón, ya que en su opinión lo de la periodista había sido una provocación; había hecho una pregunta "irresponsable" (estoy citando de memoria, pero seguramente podrán ver la grabación del programa). Con esto, Barone quería demostrar lo inconveniente que son las conferencias de prensa, y lo acertado que estuvo Perón en parar una pregunta que podía generar "escándalo". En ese punto, Gabriela Cerruti, que había sido invitada al programa, le recordó que la periodista de El Mundo había terminado secuestrada y desaparecida. Barone se llamó a silencio. "No es un ejemplo feliz", le observó Cerruti. El resto del panel no dijo palabra y fueron a la tanda". De la tunda a la tanda, mutis por el foro y por el forro. Alguna vez leí que Orlando había dicho que había llegado tarde a los derechos humanos. Supongo que la tardanza se llama La Nación, quizá Clarín. Pero no solamente llegó tarde, sino que además pasó de largo. Claro que en la cinta de moebius que es la política resignada, pasa y vuelve. Aclaremos, así de paso oscurece: Orlando es, apenas, un analizador. No se trata de detenernos en este caballero de tan triste figura, que arremete contra los molinos de pensamientos libertarios.
Es, apenas, un balbuceador patético de un discurso macartista y reaccionario del cual mucho debe haber aprendido mientras tardaba en llegar a los derechos humanos. La verdad es que no está solo. Está mal acompañado. Dichos como los mencionados exigen que truenen varios escarmientos porque comprometen desde el espacio de la televisión pública el compromiso de defensa de los derechos humanos. Si el Orlando se permite ponderar la persecución a la libertad, estamos en graves problemas. Curiosamente, en la escena que APE reproduce, el monopolio de la fuerza pública, que por otra parte y por la misma parte es el monopolio más poderoso que existe, es la que verbaliza el General. No tengo tiempo de ir al google, pero no dudo que Clarín aplaudió la decisión de victimizar a la víctima. Eran otros tiempos. El remate de Perón: "hombre, lo disimula muy bien", hoy sería un imperdonable atropello de género. Pero eran otros tiempos. No había, a mi criterio, dos Patrias enfrentadas. La Patria siempre fue la del fusil y la bandera, y las patrias son los hermanos que están labrando muchas y diferentes tierras. Pero este Orlando que supimos conseguir sólo conoce una. La Patria Poder. Le teme el escándalo de una pregunta, pero es indiferente a la aberración de la tortura. Ana fue detenida y torturada. Es cierto Orlando. Por algo será. O al menos, por algo fue. No creo que nuestro Orlando Celoso pueda entender y mucho menos valorar el coraje, ese coraje que a mí no me sobra, para preguntarle al Poder sobre su verdadero rostro. Cuánto percal es necesario vender para poder comprar un tapado de armiño todo forrado en lamé. La reminiscencia tanguera es necesaria. Porque nuestro Orlando Furioso arremete contra el recuerdo de lo que siempre defendimos: el derecho a interpelar al poder. De mirarlo a los ojos sin quedar transformados en inútiles estatuas de sal. Es cierto lo que dijo la legisladora: "no es un ejemplo feliz".
Pero tampoco es cierto: es un ejemplo desgraciado. Porque pondera evitar el escándalo antes que enfrentar la verdad, que sabemos es la única realidad. O al menos una de las realidades que no debemos esconder debajo de la moquette. Y no hay coartada teórica ni política que valga, salvo la reaccionaria "teoría" (¿delirio?) de los dos demonios. Ana no tenía más armas, más fierros que su honestidad, su valentía y su insaciable hambre de justicia. Pero los Orlandos que pululan en la feria de las vanidades hacen la vista flaca, de tan flaca casi anoréxica, y ante la desgraciada y miserable intervención, callan. Y en el marco de la cultura represora, el que calla otorga. De la manera más cobarde. Eutanasia pasiva de la verdad. Insisto: la paradoja es la marca registrada de la cultura represora. El Orlando no es dialectizable. Apenas ajusticiable en una corte de personas honestas, honradas, con memoria histórica, con algún coraje, que tampoco es tanto, que lo emplace a ratificarse. No rectificarse, porque hasta es capaz de hacerlo. Ratificarse es invitarlo a ampliar el fundamento de su comentario, si conoce por ejemplo mi aforismo de que "el escándalo es la cara visible de la hipocresía", que busque en su frondoso archivo de periodista otro ataque a los derechos humanos que haya perpetrado, y desde donde y por qué y con qué costo para el erario público, está en un lugar que envilece y degrada. Esa brutal intervención no puede ser gratis, así que quiero saber cuanto le pagan. Que la prensa canalla, la misma que tituló: "Murió el Che Guevara" "La crisis produjo dos muertos" "En un enfrentamiento murieron varios guerrilleros", hubiera estampado la sentencia de Orlando como propia, las cosas estarían en el lugar que deberían estar. Por eso propuse la necesidad que se arme un Frente de Derecha y de los Explotadores, porque hoy están dispersos en varios ámbitos y partidos y sindicatos y asociaciones. El Orlando tendría en ese Frente su lugar en el mundo. En ese mundo imposible donde la impunidad del discurso se choca de frente con la miseria de las conductas. Sin embargo, algo peor puede estar sucediendo. El Orlando puede ser un profeta.
Puede estar hablando no del pasado sino del futuro. Como dice La Alumbrera: ¿de qué cepo cambiario están hablando? "Los círculos viciosos, nos superan...Los vicios son más extensos, que la más fértil imaginación...Alumbrera evade ganancias por U$S 92.500.000.000...por lo que se libra de pagar impuestos por U$S 28.000.000.000...Ahora, un somero cálculo...para producir lo que produce, necesita "traer de afuera"...nada menos que U$S 30.000.000.000 en insumos", nos explica Guillermo Amilcar Vergara. ¿Más preguntas para el escándalo? Sólo falta, en realidad sólo sobra que el Orlando nos diga que a veces, algunas veces, el silencio es salud. Como el único monopolio es Clarín y el único enemigo es Magnetto, basta enfrentarlos con énfasis para sacar patente de corso liberador. Pero no solamente el pez por la boca muere, aunque en realidad no muere sino que lo asesinan con anzuelos y redes. ¿Será un anzuelo la pútrida frase de Orlando? La ley antiterrorista y otras aberraciones que por ahí circulan: ¿serán las redes? No quiero pero puedo creer que estemos con los derechos humanos rogando y con futuros mazos dando. ¿Futuros? Las estadísticas de la Correpi seguro que escandalizarían a nuestro Orlando, en el caso que las leyera y preguntara con un poco del coraje que tuvo Ana Guzetti. Un poquito, nada más. El talento de Fontanarrosa tranformó a Booggie, un matón muy pesado, torturador mal (como ahora se expresan los jóvenes), en un personaje querible. Por supuesto, desde la lógica que hay amores y cariños que nos matan. Era aceitoso y pesado, como pesado es el aceite. Viscoso, untuoso, pegajoso, bueno, un asco. Quizá el Orlando necesite su propio Fontanarrosa para que lo haga querible. Obviamente, no seré yo.