Argentina, la
lucha continua....
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La usurpación británica en las islas Malvinas cumplió 179 años
Emilio Marín
LA ARENA
La soberanía argentina sobre Malvinas goza de una abrumadora mayoría de opinión
favorable. Sin embargo, Londres sigue cerrada a toda negociación. ¿Y si se
prueba con sanciones a sus grandes empresas aquí?.
"Hermanita perdida vuelve a casa", cantaba Atahualpa Yupanqui en un tema de su
autoría y Ariel Ramírez. No estaba perdida sino robada, porque Malvinas, de ella
se trata, fue ocupada por el colonialismo inglés el 3 de enero de 1833.
Esos primeros piratas pusieron a bordo los residentes y los trasladaron de prepo
a Buenos Aires. Soledad y Gran Malvina serían suyas. No importaba que Londres
quedara a 14.000 kilómetros y no pudiera invocar título legal de propiedad. El
viejo imperio se hizo grande invadiendo, robando, pirateando y guerreando.
¡Cuántos títulos nobiliarios se habrán comprado de ese modo, goteando sangre
apenas disimulada!
Los títulos de la Confederación Argentina, en cambio, eran perfectos. Continuaba
jurídicamente al Virreinato del Río de la Plata y en las islas había un delegado
del gobernador de Buenos Aires. Los británicos no habían objetado esa
continuidad legal y política, cuando en 1825 reconocieron a la nación que sería
la Argentina.
Reclamo va, reclamo viene, las islas siguieron bajo dominio británico hasta el 2
de abril de 1982, cuando el Operativo Rosario de las Fuerzas Armadas argentinas.
El 14 de junio, tras bombardeos y desembarcos, los ingleses retomaron el control
y Puerto Argentino volvió a su denominación de Port Stanley. Las Malvinas
perdieron otra vez la identidad con el nunca bien ponderado "Falklands".
Euforia y derrota
El desembarco del 2 de abril generó euforia en el pueblo argentino, pero el 14
de junio reabrió los reproches contra "la guerra de Malvinas". Volver a nuestras
islas estuvo bien, luego de 149 años de ocupación sin cambios a la vista. Los
pueblos latinoamericanos apoyaron esa gesta, sin importar que se llevara los
aplausos un general tan poco majestuoso como Leopoldo Galtieri. El resultado de
la guerra bien pudo ser otro si los militares argentinos peleaban con la bravura
de los pilotos de la Fuerza Aérea o de algunos infantes de Marina.
Fidel Castro le preguntó en La Habana al canciller Nicanor Costa Méndez cómo era
el general Mario B. Menéndez, gobernador. El ministro empezó a contestar: "es un
hombre morocho, bajito, de familia militar". "No -aclaró el cubano- le pregunto
si sabe pelear".
Ese fue el problema. Menéndez y otros de su familia, como el genocida Luciano
Benjamín, sabían de operativos nocturnos contra militantes populares, en mayoría
de 200 a 1. Sabían secuestrar, torturar y matar, robar chicos y violar mujeres.
Eso sabían. De pelear contra un ejército profesional en un teatro aero-naval, ni
noticias. Para colmo sus padrinos, los militares norteamericanos de West Point,
las escuelas del Canal de Panamá, el Plan Cóndor, etc, estaban totalmente del
lado inglés, como correspondía a dos aliados de la OTAN. Pésima conducción de la
guerra al margen, a Argentina aún le duelen sus 649 muertos, entre ellos muchos
del ARA "General Belgrano". También los centenares que se suicidaron al volver.
De eso no se debería renegar como sí lo hizo un amplio espectro de políticos,
militares y medios desmalvinizadores. Para éstos el 2 de abril no debió existir.
Pero existe.
"Vieja Raposa"
El imperio británico había mostrado su condición de "Vieja Raposa" antes de 1982
y su conducta posterior fue idéntica. No había aceptado la resolución 2065 de
las Naciones Unidas, que instaba a conversar entre las dos partes sobre la
soberanía. Y obturó esa vía diplomática a pesar de nueve resoluciones similares
posteriores.
Tuvo razón la presidenta Cristina Fernández cuando en la Cumbre de la Unión
Europea y Latinoamérica, en mayo de 2010, le reprochó al premier David Cameron
que aquella conducta "es un mal ejemplo para la multilateralidad".
Londres fue adoptando una actitud de más en más provocadora. No se sienta a
hablar en los términos solicitados por la ONU y aceptados por Buenos Aires.
También hizo emitir a los Kelpers licencias de pesca en forma unilateral; la
mayoría de esas autorizaciones fueron para barcos españoles (¿dónde está
entonces la "solidaridad" de los Borbones?).
Violaciones
Asimismo, con la venia de la corona británica, Rockhopper y Desiré Petroleum han
comenzado a explorar en busca de petróleo alrededor de las islas. Habrían
encontrado reservas de crudo al norte, por 242 millones de barriles, empleando
la plataforma Ocean Venture. El petróleo y la pesca, huelga decirlo, son
argentinos, pero los usurpadores se comportan como si fueran suyos.
No conformes con esas violaciones de la legalidad internacional, Cameron ordenó
en octubre de 2010 ejercicios militares en las islas y emplear misiles tierra
aire, que fueron disparados desde la isla Soledad.
Lo que los ingleses tienen a la vista es una dotación militar de 1.200 hombres,
más el buque HMS Clythe, 4 aviones Typhoon y abundante artillería y misiles.
Provocadores, los efectivos declararon que si los argentinos querían llegar a
las islas serían abatidos son ningún inconveniente. "Sería como cazar pavos"
dijo uno, pavoneándose el pavote.
La parte que no se ve, pero que en cualquier momento podría mostrar el mástil,
es un submarino nuclear que estaría recorriendo el Atlántico Sur en "defensa"
del archipiélago. Los súbditos más colonialistas claman a Cameron y su ministro
de Defensa Philip Hammond que ese submarino muestre al fin su nariz. Se lo
pedían al antecesor de Hammond, Liam Fox, pero debió renunciar en octubre de
2011 fulminado por denuncias de corrupción.
Sancionar monopolios británicos
Por lo antedicho, el camino recorrido por Argentina en 179 años de sufrir una
amputación de su territorio nacional ha sido el de la diplomacia, exceptuados
esos casi 75 días de desembarco con armas.
Los frutos de esa labor diplomática continuada han sido bien escasos según el
balance concreto. Las autoridades argentinas podrán esgrimir que Londres es un
hueso duro de roer, al punto que de las 16 posesiones coloniales que perviven
vergonzosamente en mundo, 10 son presas que los ingleses se resisten a soltar.
Pero también ese ejemplo se puede leer de otro modo. Entre los territorios que
la reina Isabel II debió devolver estuvo Hong Kong. China la apuró, con fuerza
económica, unidad nacional y soldados, en una combinación exitosa para que la
diplomacia de Beijing se anotara esa victoria monumental. No es que el país de
ojos rasgados estuviera a punto de invadir la perla financiera del Este, pero
metían miedo el ruido de las maniobras del EPL. No es lo que sucede con las
Fuerzas Armadas argentinas: no tienen hipótesis de conflicto aero-naval, ni
misiles ni siquiera un balance a fondo de la experiencia de 1982.
Prohibiciones
El otro error capital argentino, de tiempos menemistas pero no rectificado por
Cristina Fernández (ni antes por su marido), fue sacar la cuestión Malvinas de
la órbita de la Asamblea General y derivarlo a un organismo inferior, el Comité
de Descolonización.
El Palacio San Martín debería aprender de Cuba, que todos los años presenta su
moción contra el bloqueo estadounidense ante la Asamblea General y obliga a un
debate internacional completo, que desnuda al imperio. En vez de discutir en
aquella gran caja de resonancia, las islas se consideran en una comisión de
segunda categoría. ¿Para cuándo a la Asamblea General, canciller Héctor Timerman?
El último comunicado de la cancillería argentina detalla los pronunciamientos
solidarios con Argentina: "Cumbre de América del Sur y Países Arabes (ASPA) del
31 de marzo de 2009; Cumbre de América del Sur y Africa del 27 de septiembre de
2009; Cumbre de Unasur del 29 de octubre de 2011; Cumbre Iberoamericana del 29
de octubre de 2011; Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC),
del 5 de diciembre de 2011, y Grupo de los 77 más China". La serie culmina con
la decisión del Mercosur, del pasado 20 de diciembre, "prohibiendo el uso de sus
puertos a barcos que ostenten la ilegal bandera que Gran Bretaña ha inventado
para su colonia".
Multas
Todas estas gestiones y declaraciones son útiles pero no decisivas para obligar
a Londres a poner el trasero en una silla dentro de una negociación sobre
soberanía. Si se multa a sus multinacionales que ganan fortunas en Buenos Aires,
como el banco HSBC, Shell y British Petroleum, Unilever, Bridgestone, Nobleza
Piccardo, el laboratorio anglo-estadounidense Glaxo, etc, las cosas pueden
variar.
Si el Foreing Office no responde ante esas multas se podría confiscar alguna
empresa, comenzando por Glaxo, ya multada por un proceso irregular de
investigación de vacunas en el que han muerto 14 niños, pobres. En vez de tantos
documentos diplomáticos, y sin arrojar misiles a Puerto Argentino, se podría
entrar con orden judicial y la Gendarmería en ese laboratorio.