Argentina, la
lucha continua....
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La intelectualidad al palo
Por Hernán López Echagüe
7 de enero, 2012
Fuente: hoy, ovalada. A veces romboidal.
Los intelectuales. Personas dedicadas al cultivo de ciencias y letras.
Campesinos, digamos, del saber. Personas que han alcanzado un conocimiento
sobrenatural de las cosas de la vida. A diferencia de la gente común y
ordinaria, que de la vida sólo entiende que debe mantenerla viva. Los
intelectuales son personas que escriben y hablan y piensan. Todas las personas
escriben, hablan y piensan. Los intelectuales forman opinión a través de sus
palabras. Todas las personas forman opinión a través de sus palabras. Y ahora
los intelectuales de profesión empezaron a reunirse en proclamas políticas, en
una especie de voz unívoca. Que la Carta Abierta, que esa tal de Proclama 2012,
que Horacio González o la Sarlo. Todos estos intelectuales padecen un
entorpecimiento sustantivo, porque intelectual es un adjetivo. Es como
que alguien dijera: "Nosotros, los Bonitos que abajo firmamos ....". Pero a los
intelectuales les gusta adjetivarse. Bien, desde luego. Eminente intelectual.
Ilustre intelectual. Prestigioso intelectual. Pero el término intelectual, ya
desde su enunciación, no admite una adjetivación que lo descalifique. Es decir,
todo intelectual, por la sencilla razón de serlo, es una eminencia, una persona
ilustre y prestigiosa. Faltaría más. Decir, por ejemplo, que Majul es un
intelectual, porque lo es, porque escribe, piensa y habla, nos mete a todos en
un brete. Y a Majul lo eleva al cielo inmaculado de la sabiduría.
A los intelectuales los ataca una sensación de bienestar cuando encuentran su
nombre en un artículo que, por caso, refiere las inclinaciones literarias de los
intelectuales. Y si no figuran en esas líneas, entonces resuelven que el autor
del artículo es un idiota. Los que se llaman a sí mismo intelectual , me
causan cierta sospecha. ¿Tienen un poder cognoscitivo del alma humana? ¿Cómo lo
alcanzaron? ¿Con tres sobres de gofio? No aconsejo el gofio después de la sandía
o de la lectura de un libro de Stamateas, otro intelectual.
Intelectual de veras, práctico, directo, y por sobre todas las cosas corajudo,
es mi querido amigo Carlos, el Rengo, del MTD-Lanús. Hace tiempo fue a verlo a
Manolo Quindimil, el difunto cacique peronista de Lanús, para decirle que en el
barrio La Fe había chicos que se alimentaban a fuerza de mate cocido, arroz y
pan. "No sé si usted lo sabe, pero nosotros ya creamos más de cien comedores
populares en Lanús", le dijo Quindimil con orgullo. El Rengo lo miró feo y le
dijo: "¡Y a usted le parece bien eso!".
Pago por ver a alguno de estos intelectuales de las cartas semiabiertas o de la
proclama 2012 o 1910 respondiéndole de ese modo a Quindimil, en la cara, en su
despachomuseoperonista de Lanús. Presumo que no debo explicarle a un intelectual
el ánimo y el sentido de la respuesta del Rengo.