Argentina, la
lucha continua....
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Los valores de clase también suelen devaluarse
Eduardo Pérsico
Rebelión
El triunfo de la presidente fue espectacular. Cristina ya ganó en primera vuelta. A veces uno vive en un microclima que lo hace perder la visión del resto del país. (Hugo Biolcatti, presdiente de la Sociedad Rural).
Le ganaremos a la presidente porque ella no tiene la cantidad de votos y la gente está podrida de esta forma de gobernar. (Francisco de Narváez, candidato a gobernador, tres días antes de la elección). Yo ahora coincido con el gobierno en muchas cosas, (el mismo al otro día de perder por treinta puntos de diferencia).
El resultado de las últimas elecciones en Argentina con el amplio margen a favor obtenido por los adherentes al gobierno actual, merece reponer cierto debate en nuestra sociedad sobre la actual concepción y pertenencia a una clase social. Algo que los sectores altos suelen estimar tanto en la vida cotidiana pero niegan cuando esa misma diferencia les trae cierto tufillo a ‘lucha de clases’; para ellos una herejía que, no olvidemos, el pensamiento neoliberal viene negando durante décadas. Difundiendo en su argumentación hechos históricos como la desintegración del poder soviético y la caída del muro de Berlín, dos cómodos ejemplos que el Poder estableciera como ‘fin de la historia’ y otras aseveraciones hoy mucho más inofensivas ante la crisis profundas del sistema económico.
Vale recordar que para articular su existencia en cualquier sociedad, las clases privilegiadas viven y actúan como únicas, conviviendo entre sí y no pocas veces dentro de los propios límites de su clase. Y en ciertas instancias políticas, por ejemplo, no perciben cuanto de verdad sucede entre los demás mientras los demás no se le opongan. Victoria Ocampo, invocada en la Argentina como gran figura dentro de esa misma clase alta, se quejó en su autobiografía por las ‘absurdas costumbres de la época que favorecían nuestros espejismos’; reconociendo así la alienación propia y la ignorancia de cuanto sucedía realmente fuera de ellos. Donde el tiempo y el espacio social, más dilatado y complejo, en tanto no afecte el estilo y el pensamiento de ese sector, carecen de valor.
Esta especie de internalización clasista que los absorbe y ciegamente ellos actúan, se organiza dentro de sus patrones de costumbre y acaba obrando como alienación colectiva en los integrantes de la misma clase. Hoy mismo persiste una especie de dañosa negación que los aísla de los demás grupos sociales, que al menos cada tanto reciben algún impulso histórico muy dinámicos, - véase la realidad mundial en estos días- algo que estas clases de tanto lujo y lugares privados exquisitos, por aquello de la conducta social compartida no visualizan ni reconocen. Por esos mismos reflejos lo acontecido en las elecciones primarias en Argentina sumió en más contradicciones que al resto de la población a los sectores de gran ingreso que cuentan con los medios de comunicación y tantos obedientes políticos y economistas defensores de trasnoche de un modelo neoliberal que pareciera con frecuencia fracasado en nuestro país y hoy malherido en varios puntos del planeta. Y el desasosiego de ese constante elenco, - con la Sociedad Rural más jugada que nunca contra la administración nacional aduciendo ‘persecución impositiva’- no operó sólo por la irremediable distancia en votos que los derrotó. Más bien parecieran sacudidos por esa realidad que obligó a ciertas declaraciones de sus principales precursores algo lastimosas, debiendo aceptar públicamente la ignorancia que tenían del país en el que viven. Ignorancia que esta vez confesaron sin dejar de justificarse como grupos de intereses y de presión, en contra de los candidatos que ellos mismos ungieran y publicitaran para derrotar al partido y las alianzas electorales del gobierno constitucional actual. Que sin excluir ciertas deudas no menores con los por siempre más desprotegidos en la sociedad de los argentinos, hoy prosigue en cierto camino provechoso para la ocupación y el ingreso de la gran mayoría. De ese amplio espectro del tejido social se podría decir mucho pero es innegable el fervor que esta vez se aprecia entre los sectores más progresistas del país todo. Algo que quizá sea decisorio para revalidar el mandato de Cristina Kirchner dentro de un par de meses, pero que al margen de aquello, se incrementa entre quienes se niegan a proseguir dentro del capitalismo con un decadente régimen meramente neoliberal y financiero. Que por estos días tanto sacude las estructuras de Estados Unidos y los principales países europeos, obligados por ajustes y quitas de sus economías cada día menos prósperas. Digamos con benevolencia.
Así que esa preocupante realidad y la confesión de ignorancia hecha y un poco para salvar la ropa, por esos varios inequívocos referentes de esa clase social defensora del privilegio. Que por estimarse ellos mejor a los demás mortales, le dan letra a quienes les ofrecieran terapias de apoyo y esas cosas.