Argentina, la
lucha continua....
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Indígenas Qom: La diferencia entre "apurarlos" y ser solidario
Por Gabriel Levitas
Un pequeño relato donde se intenta traer luz a
sucesos recientes que involucran a los Qom de La Primavera y a miembros de La
Cámpora
Durante
días se ha discutido acerca de la conducta de La Cámpora en el acampe de la 9 de
julio. Inclusive se llegó a ofender desde las altas esferas del gobierno a Nora
Cortiñas, una mujer de honestidad absoluta y defensora incondicional de los
Derechos Humanos en la Argentina.
Paso a relatar algunos hechos y conversaciones que, tal vez, pongan algo de
claridad sobre esto.
No muchos están dispuestos a escuchar nada que les arruine su visión sobre las
cosas y alegarán ocultas razones para justificar el origen de mis dichos. Otros
podrán sacar conclusiones que les ayudarán a entender un poco más no solo este
hecho sino tambien parte de lo que está pasando con esta perseverante lucha por
sus vidas y dignidad que están llevando adelante Félix Díaz y el resto de los
miembros de la comunidad Qom de La Primavera.
Cuando se me preguntó insistentemente quién mentía, Nora o los Qom, contesté una
y otra vez que Nora decía la verdad y que Félix estaba usando la cautela para no
arruinar la posibilidad de la reunión prometida para el lunes pasado (9 de
mayo).
Casi dos semanas atrás, de manera alterada y agresiva, Andrés Larroque discutió
en el acampe con Félix Díaz haciendo, de manera constante, ostentación del poder
que, según él tenía, tanto para resolver como para hacerle pagar las
consecuencias a Félix si no levantaban el acampe. A cambio estaban solo sus
promesas de solución.
Naturalmente, Félix con su calma habitual, le pidió que lo ponga en línea con el
ministro
Fernández
para saber si lo que le estaba diciendo tenía el respaldo del gobierno nacional.
Larroque se negó. Por último, furioso porque Félix parecía no reconocer su
poder, se retiró enojado y sin saludar.
Pocos días más tarde, en el mismo momento en que la Guardia de Infantería se
disponía a reprimir el corte por orden de una fiscal de la Ciudad, en respuesta
a una denuncia proveniente del Ministerio de Seguridad de la Nación, intervine
personalmente y me reuní con Larroque en el bar de Hipólito Irigoyen y Bernardo
de Irigoyen. Antes le avisé al comisario a cargo del operativo -quien estaba ya
dispuesto a proceder con el desalojo- que iba a la reunión con un subsecretario
de la Jefatura de Gabinete y que por favor esperara el resultado de la misma
antes de actuar, pedido al que accedió.
Mientras tanto, Félix trataba de decidir con los miembros de la comunidad si se
levantaba el corte temporariamente.
A partir de allí tuve varias conversaciones en la que se notaba claramente la
presión, el apuro y el desconocimiento del arte de la negociación de Larroque y
sus colaboradores, con quienes debo haber hablado durante dos días cerca de diez
veces telefónicamente. Todas las llamadas de Larroque o sus colaboradores se
hicieron desde el mismo celular.
Querían
que se levantara el acampe inmediatamente a cambio de promesas y se enfurecían
cuando se les respondía que eso no iba hacerse hasta no ver señales concretas y
contundentes que demostraran una solución, por parte del gobierno, a alguno de
los problemas que sufría la comunidad. El diálogo de sordos, en el que los
objetivos de ambas partes eran tan distintos, no podía terminar en buen puerto.
El objetivo de los Qom, que lamentablemente no pude transmitir con suficiente
claridad, era que el Estado cumpliera con su función de garantizar el acceso al
agua, a la salud, la seguridad y la obtención de los DNI. Larroque quería
negociar esos derechos a cambio del levantamiento previo del acampe.
Esta sola situación es, por demás, clara. El Estado Nacional -por boca de
un subsecretario- negocia lo que no puede ni debe ser negociado: los derechos
inalienables, indiscutibles de cualquier ciudadano: "Te doy los documentos,
salud , agua y te cuido para que no te sigan matando si levantas las carpas de
la 9 de julio, sino le digo a la Policía Federal que te desaloje y olvídate de
nosotros" dice el Estado.
Por supuesto la negociación se hizo imposible. Mi preocupación era la penosa
situación de 850 familias en Formosa, abandonadas a su suerte y la preocupación
de Larroque era sacar a los indios de la 9 de julio.
Después vino finalmente la reunión en el Ministerio en la que Félix Díaz se
comprometió únicamente a consultar con su gente si levantaban el acampe, cosa
que decidieron hacer recién después de tener la reunión del lunes 9.
La noche anterior al desalojo, Félix recibió una llamada telefónica fuertemente
amenazante de Larroque en la que le aseguró que si no levantaban el campamento
no iba a haber reunión el lunes. Al recibir la llamada Félix cambió de cara, se
le llenaron de lágrimas los ojos y se encerró en su carpa.
A la mañana siguiente, me llamaron Félix Díaz y Pablo Asijak para informarme que
había llegado la Gendarmería con la orden del Ministerio de Seguridad
de levantar el campamento inmediatamente y que le habían cortado el teléfono que
le proveía el INADI.
Cabe
acotar que el jueves anterior al sábado en que se levantó el campamento, el
Coronel Mayor Zaracho -a quien le fuera encomendado, por el Ministerio de
Seguridad, el traslado de los Qom a la Primavera- se acercó para evaluar el
traslado acordado y en voz alta dijo que para hacer las cosas como corresponde,
desarmar el acampe y ordenar las donaciones, se iba a necesitar hasta el lunes.
Razones politicas desconocidas cambiaron esta evaluación por una apurada e
inconclusa desaparición del campamento.
Volviendo al día sábado, el día de la partida. Poco después de la llegada de la
Gendarmería un grupo de integrantes de La Cámpora se hizo presente en el lugar
con la supuesta tarea de supervisar el levantamiento del campamento y la partida
a Formosa de la mayoría de los Qom.
La decisión tomada en ese momento por los Qom fue no hacer ni decir nada que
justificara lo que muchos querían; abortar la reunión del lunes. Y así fue que
en silencio la mayoría rápidamente ayudo a levantar el campamento, meter las
cosas en un pequeño camión y se fueron para La Primavera dejando una gran
cantidad de paquetes que la ayuda solidaria de la gente de la ciudad les acercó
voluntariamente.
Los miembros de La Cámpora, que jamás estuvieron durante los 5 meses del acampe,no
les aportaron siquiera una botella de agua, estuvieron allí solamente para la
salida de los Qom. En un momento se les pidió que abandonaran el campamento y se
quedaron parados mirando desde la vereda de enfrente. Una posición
simbólicamente más exacta .
Síntesis: llegaron con la Gendarmería y se fueron cuando la Gendarmería se fue.
¿Abrieron la boca? No, ¿le pegaron a alguno? Tampoco.
Las conclusiones las saca usted.