Argentina, la
lucha continua....
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Periodistas, campesinos y pueblos originarios
Darío Aranda
Página 12
La represión al pueblo qom de Formosa dejó en evidencia, una vez más, cómo
funciona el periodismo en los grandes medios de comunicación.
Las radios, canales de televisión y diarios cercanos (o acríticos) al Gobierno
enfocaron inicialmente la represión como un enfrentamiento. Luego, cuando la
realidad ya no se podía esconder, apuntaron como único responsable político al
gobierno provincial. Ese fue el límite. En estos cinco meses, rara vez esos
medios apuntaron a la complicidad del gobierno nacional en los días que
siguieron a la represión.
En contraposición, los medios que actúan como partidos de oposición (sobre todo
luego de la 125) apuntaron desde un primer momento a la alianza Insfrán-Cristina
Fernández. Mostraron cómo todos los ámbitos del Estado nacional jugaron la gran
mayoría de las veces contra la comunidad qom. Pero esos medios nunca citaron el
fondo de la represión que se da contra campesinos e indígenas: el modelo
agropecuario actual, que avanza con soja, desmontes, contaminación, desalojos, y
obliga también al corrimiento de la frontera sojera y ganadera. Esos medios son
un engranaje fundamental en el desarrollo, consolidación y avance de ese modelo.
El periodismo ya no es importante por lo que dice, sino por lo que oculta.
"Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es
propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio y,
por lo tanto, molestar", definió Horacio Verbitsky.
Osvaldo Bayer recuerda a Rodolfo Walsh como referencia de periodismo: "Su voz de
reportero iba descubriendo uno a uno los crímenes de una burguesía ávida y sin
escrúpulos, las traiciones de esa misma burguesía al país, a la condición
humana. Era un reportero que revolvía todo para encontrar la verdad, pero a la
vez era el cronista que volcaba su investigación en crónicas para el pueblo. Fue
el escritor de los rezagados, de los más humildes".
Los grandes medios de comunicación nunca tomaron en agenda a campesinos e
indígenas, son los marginados mediáticos. Sólo la resolución 125 hizo posible
que algunos periodistas de grandes ciudades comiencen a escuchar las denuncias
de los efectos sociales, ambientales y sanitarios del modelo de agronegocios.
Pero aún así, rara vez toman como actores sociales y políticos a la pirámide de
la Argentina rural.
Algunas hipótesis para explicar ese comportamiento. Además de los intereses
comerciales y líneas editoriales de las empresas, hay motivos individuales. En
las redacciones gana terreno un periodismo de escritorio que se resiste a
abandonar el aire acondicionado o la calefacción, como si se tratara de
empleados administrativos. Y es imposible conocer el acontecer rural si no se va
al territorio.
En las redacciones también está presente una cuestión de clase social que hace
negar (o dudar) el genocidio indígena (tan similar en sus prácticas a la última
dictadura militar). Por eso no denuncian como violaciones a los derechos humanos
los padeceres indígenas y por eso mismo no miden con la misma vara los
asesinatos de la clase media urbana que las represiones contra los luchadores
del campo profundo.
Los asesinatos de Carlos Fuentealba y Mariano Ferreyra (sólo dos referencias)
fueron tapa de los grandes medios de comunicación y cada novedad se transforma
en nota. No fue igual con el diaguita Javier Chocobar, la campesina Sandra
Juárez y el qom Roberto López, asesinados por defender su territorio y
cuestionar un modelo extractivo que festejan empresas y funcionarios, publicitan
periodistas y padecen comunidades rurales.
A futuro: el avance extractivo (petrolero, minero y sojero, entre otros)
continuará. La resistencia indígena y campesina también. La represión seguirá
siendo la respuesta privada y estatal. ¿Qué harán los periodistas? Se puede
estar de "un bando o del otro" del mundo mediático y político, y "tragarse
sapos". Pero hay otra opción: se puede ir al lugar de los hechos, hablar con los
protagonistas y dar testimonio. No ser neutral ni objetivo, pero tampoco
acomodarse a la conveniencia del medio de comunicación o del gobierno de turno.
Y, sobre todo, no ocultar la realidad.