Argentina, la
lucha continua....
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Cerrando el duelo
José Steinsleger
La Jornada
En el 35 aniversario del golpe más despiadado de su historia republicana (24 de
marzo de 1976), los argentinos empiezan a sentir que la pesadilla quedó atrás y
que la justicia es posible cuando hay voluntad política.
Hasta finales de 1980, la dictadura militar mantuvo su "espíritu de cuerpo". El
territorio nacional fue dividido en cinco regiones en las que sus jefes,
auténticos señores de horca y cuchillo, instauraron 340 campos de exterminio,
mataron y violaron a discreción, y contaron con el apoyo de 794 intendentes
(alcaldes) de distintos partidos políticos.
En marzo de 1981 aparecieron las primeras fisuras. El general Jorge R. Videla
cedió el mando al general Roberto Viola, quien meses después fue relevado por el
general Leopoldo Galtieri, quien a su vez ocupó las islas Malvinas (en manos de
Gran Bretaña) para sortear el llamado de la Confederación General del Trabajo a
la huelga general (1982).
Buenos para torturar y violar con las técnicas enseñadas por sus instructores
yanquis y franceses, los oficiales mostraron una cobardía sin límites en
Malvinas. En medio del fuego inglés, dejaron morir a centenares de conscriptos
sin entrenamiento, y cualquier falta de disciplina era castigada con dureza
similar a la empleada en los campos de exterminio contra niños, mujeres,
ancianos y "subversivos".
En 1983, el general Reynaldo Bignone (cuarto relevo del llamado Proceso de
Reorganización Nacional) convocó a comicios presidenciales. Entonces, militares,
políticos, prelados, medios de comunicación y algunos intelectuales críticos
devenidos en crípticos inventaron la "teoría de los dos demonios".
La "teoría de los dos demonios" fue la cínica premisa de la Comisión Nacional de
Desaparecidos (Conadep, creada sin muchas ganas por el presidente Raúl Alfonsín),
y del informe Nunca más (1984), que sirvió para sustentar los juicios contra los
altos jefes del Proceso (1985). Ernesto Sábato, presidente de la Conadep y alter
ego del humanismo a la carta, escribió en el prólogo del Nunca más:
"Durante la década del 70, Argentina fue convulsionada por un terror que
provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda". Hebe de
Bonafini, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, calificó de "mierda"
el texto de Sábato: "Nuestros hijos no eran demonios. Eran revolucionarios,
guerrilleros, maravillosos y únicos que defendieron a la patria".
Tuvieron que pasar 22 años para que en el histórico informe se incluyera otro
prólogo que dice: "Es preciso dejar claramente establecido, porque lo requiere
la construcción del futuro sobre bases firmes, que es inaceptable pretender
justificar el terrorismo de Estado como una suerte de violencias contrapuestas,
como si fuera posible buscar una simetría justificatoria en la acción de
particulares frente al apartamiento de los fines propios de la nación y el
Estado, que son irrenunciables".
En 2002, el Congreso Nacional instituyó el 24 de marzo como Día Nacional de la
Memoria por la Verdad y la Justicia. Pero en 2005, cuando el presidente Néstor
Kirchner decretó que la fecha sería feriado nacional y día no laborable,
radicales, peronistas y algunos dirigentes de la izquierda patrimonialista
abrieron un debate que sólo evidenció su mezquindad y bizantinismo.
La entonces senadora Cristina Fernández manifestó: "Cuando tengo dudas, miro
quiénes están del otro lado, o quiénes no están, y me queda claro que no estoy
equivocada". Cristina justificó el feriado al decir que de esa manera "no hay
posibilidad de que ningún docente pueda ignorar el hecho".
Las nuevas generaciones saben ahora que el 24 de marzo no fue un cuartelazo más
de los acaecidos desde 1930. Saben que aquel golpe fue el único precedido de un
sólido pacto de sangre entre militares, empresarios, políticos, autoridades
eclesiásticas, grandes medios de comunicación, y la velada complicidad de una
sociedad que durante años guardó silencio.
El 24 de marzo de 2004, al inaugurar el Museo de la Memoria en los predios de la
Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), Kirchner pidió perdón "…en
nombre del Estado nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de
democracia tantas atrocidades". Añadió: "Los responsables del hecho tenebroso y
macabro de tantos campos de concentración, como fue la ESMA, tienen un solo
nombre: son asesinos repudiados por el pueblo argentino".
Durante la conmemoración de los sesenta años de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos (2008), fue aprobado por los estados miembros en la Unesco que
allí funcione el Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos.
Los que en 1976 no habían nacido (y en particular los nacidos durante el saqueo
neoliberal del decenio de 1990) saben también que, a más de terrorismo de
Estado, hubo patriotas que resistieron la instauración pacífica de la dictadura.
Saben, por fin, que no bien la muerte cantó victoria, de lo más profundo del
coraje civil aparecieron las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo para sanar el
alma envilecida del país, y lavar las heridas de un pueblo atormentado por sus
enemigos internos y externos.