Argentina, la
lucha continua....
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Manual de aniquilamiento (Parte II): Arresten al que reclame "que todos puedan estudiar"
Gabriel Conte
El miedo a los reclamos por derechos en su máxima expresión. Mirá qué veían
las autoridades educativas de la dictadura detrás de los reclamos que podían
hacer los estudiantes secundarios o universitarios.
"Después del 24 de marzo de 1976, Ud. sintió un alivio: sintió que retornaba el
orden. Que todo el cuerpo social enfermo recibía una transfusión de sangre
salvadora. Bien, pero ese optimismo -por lo menos en exceso- también es
peligroso. Porque un cuerpo gravemente enfermo necesita mucho tiempo para
recuperarse, y mientras tanto los bacilos siguen su trabajo de destrucción. Hoy,
aun cuando el fin de la guerra parece cercano, aun cuando el enemigo parece en
retirada, todavía hay posiciones claves que no han podido ser recuperadas.
Porque hay que entender algo, con claridad y para siempre. En esta guerra no
sólo las armas son importantes. También los libros, la educación, los
profesores. La guerrilla puede perder una o cien batallas pero habrá ganado la
guerra si consigue infiltrar su ideología en la escuela primaria, en la
secundaria, en la Universidad, en el club, en la iglesia. Por ejemplo: ¿Ud. sabe
qué lee su hijo? En algunos colegios ya no se lee a Cervantes. Ha sido
reemplazado por Ernesto Cardenal, por Pablo Neruda, por Jorge Amado, buenos
autores para adultos seguros de lo que quieren, pero malos para adolescentes
acosados por mil sutiles formas de infiltración que todavía no saben lo que
quieren". Revista Gente, diciembre de 1977.
Empujados por medios como Gente, entre tantos otros, el Gobierno de la dictadura creó el caldo propicio para cultivar sus bacterias de exterminio. Así, en su manual "Conozcamos a nuestro enemigo. Subversión en el ámbito educativo", el Ministerio de Educación alertó sobre las consignas detrás de las cuales se escondían -según su visión paranoica- "bandas de delincuentes subversivos".
El manual de aniquilamiento del "enemigo" disparó a discreción, alertando a los directivos de las escuelas y universidades que tuviesen cuidado y denunciaran cuando escucharan frases que reclamaran, por ejemplo "que todos puedan estudiar".
Detrás de esa consigna, señalaban en su texto, "en una primera etapa de su accionar logran coincidir con algunos estudiantes y realizan así sus primeras reuniones para tratar dichos temas". Para la conducción educativa de la última dictadura argentina, con esa consigna -entre otras- "muchos alumnos, de buena voluntad, entran sin quererlo en este esquema y concurren engañados a las reuniones".
Así, la locas lógica de los civiles que le dieron letra a los militares (Bruera, Catalán, Llerena Amadeo, Burundarena y Liciardo), instruyeron a los directivos de escuelas a que prestaran atención porque, por ejemplo, quien arengara a que haya "Comedor universitario" en una "segunda etapa" pasaría a reclamar por "Las injusticias sociales", para luego -caramba, qué hecatombe- se lanzaran de lleno a reclamar "Por el retiro de la policía de la universidad" y hasta -¡cuidado!- "Exigir nuevo examen".
Esa transición de la transformación ideológica del estudiantado es señalada por el manual entre sus páginas 40 y 44.
La estrategia de los pibes, según el manual: