Argentina, la
lucha continua....
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Como se organiza el sistema de explotación
Semillas de maldad
Página 12
Las duras condiciones de explotación de los trabajadores rurales temporarios
–hechas notorias por el caso de la firma Nidera en San Pedro– responderían a un
sistema por el cual, desde la provincia de Santiago del Estero, miles de hombres
parten a servir a empresas en distintos puntos del país. Investigaciones a las
que accedió Página/12 permiten trazar el siguiente cuadro. Se beneficiarían de
este sistema las grandes productoras de semillas: "Cargill, Monsanto, Adecoagro,
Dekalb", según estas investigaciones, y desde luego Nidera. Un eje de la
explotación en estas empresas sería el "puntaje por cuadrilla", en el que la
colectivización de los castigos lleva a que los mismos trabajadores controlen el
rendimiento y la disciplina. En cuanto al reclutamiento, la principal
organizadora sería la firma de trabajo temporario Manpower. La mayor parte de la
población de Atamisqui, Loreto y otras localidades santiagueñas, "las más
pobres", debe entregarse a estos trabajos, mediante "un dispositivo que manejan
los intendentes y comisionados rurales". Todavía peores –"en negro"– serían las
condiciones de estos trabajadores cuando, para empresas nacionales, van a
cosechar en Entre Ríos, Chaco, Formosa, Catamarca, La Rioja, Salta y otras
provincias.
La investigación "Los obreros santiagueños en el desflore de maíz. Proceso y
condiciones de trabajo", de Agustina Desalvo –en Anuario 2009 del Centro de
Estudios e Investigaciones en Ciencias Sociales (Ceics)– explica que "el
desflore consiste en quitarles la flor a las plantas hembras", lo cual es
necesario para "la producción de semillas híbridas, que se destinan mayormente a
la exportación; es una actividad en ascenso desde la década de los ’80. Una de
las principales empresas que se encargan de reclutar trabajadores es Manpower, a
través de Ruralpower. Tiene oficinas en Santiago del Estero desde donde se pone
en contacto con los ‘cabecillas’, que juntan a los peones golondrina, y con el
capataz general, que coordina las cuadrillas. Los trabajadores son reclutados
para las grandes empresas productoras de semillas: Monsanto, Adecoagro, Dekalb;
son trasladados en micros y acampan en la zona hasta que termine el desflore,
que dura entre 20 y 30 días".
La jornada de trabajo –según la investigación de Desalvo– dura como mínimo nueve
y puede extenderse hasta 14 horas. El salario en algunas empresas "no llega a
los 60 pesos por día"; en otras, "entre 65 y 70". También, "la hora cotiza según
los puntos obtenidos por la cuadrilla, en una escala de uno a 10. Esto funciona
como mecanismo de control, pues para obtener el mejor puntaje es necesario haber
rendido y no haber emitido queja alguna".
"A veces –continúa la investigación– el pago final resulta inferior a lo pautado
porque les descuentan lo que consumen en la proveeduría: jabón, cigarrillos,
gaseosas; la proveeduría, que pertenece a la empresa, les vende a un precio más
alto que el corriente. También se les descuenta el boleto del micro y –en
algunas empresas– la vestimenta." "A pesar de trabajar largas horas bajo el sol
en pleno verano, la provisión de agua es insuficiente y deben beberla
recalentada. ‘Encima –dice un trabajador entrevistado por Desalvo– las plantas
son altas, tienen dos metros y vos vas en el medio y te asfixiás, no corre una
gota de aire. Empezás a vomitar y te baja la presión’."
En cuanto al alojamiento, "lo habitual son casillas rodantes para 18 personas,
sin electricidad ni baños. No tienen permitido salir siquiera cuando ha
terminado la jornada. Duermen apiñados. ‘A las casillas todo el día les da el
rayo del sol. Te acostás ahí y te asás en vida’, dice un trabajador." En la
cobertura de salud, "resultan estafados porque para hacer uso de la obra social
les exigen haber trabajado tres meses seguidos, lo cual resulta imposible pues
nunca se los emplea ese tiempo. Sin embargo, la empresa les descuenta igual.
Algo similar ocurre con las jubilaciones: deben superar los 90 días trabajados
para que les consideren un año de aportes, algo muy poco factible".
También investigó el tema Reinaldo Ledesma, sociólogo, ex consultor de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT), quien se reconoce como integrante
del pueblo diaguita cacano, al que pertenecen la mayoría de los trabajadores
migrantes santiagueños: "En los departamentos de Loreto y Atamisqui, el 90 por
ciento de la población activa se dedica a esto; también hay muchos trabajadores
golondrina en San Martín y en Figueroa, siempre coincidiendo con los mayores
bolsones de pobreza. Los intendentes y comisionados rurales de estos
departamentos han armado un dispositivo que sirve, a la vez, para propósitos
electorales y como reclutador de mano de obra para esas empresas".
"Si el trabajador no vota al candidato por el que debe votar, no lo llevarán a
la próxima campaña de trabajo temporario. El voto secreto no existe allí: los
sacan de la casa, los llevan al lugar de votación y los traen de nuevo, bajo
absoluto control de quién vota a quién", explicó Ledesma. "Loreto es la
denominada ciudad-puerto, desde donde sale una población de unos 28.000
trabajadores golondrina." Además de la desflorada de maíz, para las grandes
cerealeras, estos trabajadores "son llevados a las cosechas de arándano,
espárrago, aceituna, en Entre Ríos, Chaco, Formosa, Catamarca, La Rioja, Salta.
En estos casos, se trata de empresas nacionales y la contratación es ‘en
negro’".
La actividad de los trabajadores rurales temporarios se rige por la ley nacional
24.248, que data de la última dictadura militar y cuyo artículo 84 –"Los
diferendos que se suscitaren no podrán dar lugar a la paralización del trabajo"–
les niega el derecho de huelga que garantiza la Constitución nacional. La
investigación de Desalvo observa que "los trabajadores del desflore no se hallan
organizados sindicalmente. La Uatre, que reúne a los obreros rurales, no ha
hecho nada por ellos. El trabajo, al ser temporario y fuera de la provincia en
la que viven, fomenta la dispersión y el individualismo". En realidad, el poder
de la organización colectiva, a través del sistema de puntaje por cuadrillas, es
aprovechado por los patrones: "Cada trabajador se desespera por terminar rápido,
en el riesgo de que su cuadrilla no llegue a los 10 puntos y, en vez de volver
con 600 pesos por los 15 días de trabajo, por culpa de él vuelvan con 400
–observó Ledesma–. Se autoconvence de que fue por su lentitud, o por haberse
quejado o haber protestado, que sus compañeros no van a cobrar. Esto es lo más
doloroso"