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Tres universidades argentinas rechazan dinero de empresas mineras
Hernán Scandizzo
Noticias aliadas
El rechazo el año pasado de tres universidades nacionales argentinas a recibir
fondos mineros, inició un debate sobre la pertinencia de aceptar financiamiento
proveniente de actividades que tienen un impacto negativo sobre el medio
ambiente. Algunos plantean que ese dinero puede significar una intervención de
las empresas en los planes de estudio, mientras que otros consideran que aporta
al presupuesto universitario.
A lo largo del 2009, tres universidades nacionales —Córdoba (UNC), Río Cuarto
(UNRC) y Luján (UNLu)—, 26 facultades y tres unidades académicas rechazaron los
fondos mineros. La oposición comenzó en el 2008, cuando la Sede Esquel de la
Universidad Nacional de la Patagonia "San Juan Bosco" no aceptó el dinero. Entre
otros argumentos el Consejo Asesor Zonal de dicha universidad enfatizó que el
pueblo de Esquel rechaza ampliamente la megaminería por ser una actividad
contaminante —como lo manifestó en el 2003 cuando en una consulta popular el 81%
de la población votó por la no explotación de un yacimiento de oro cercano a la
localidad—, y que dicha unidad académica no era ajena a la voluntad de la
ciudadanía.
En ese momento las utilidades mineras recibidas por el Consejo
Interuniversitario Nacional (CIN) —instancia de coordinación de políticas
universitarias—, para administrar entre las 40 universidades nacionales del
país, ascendían a 50 millones de pesos (US$13.2 millones).
En el contexto del proceso de movilización popular, iniciado en el 2002, contra
el emplazamiento de proyectos de megaminería a cielo abierto en la Cordillera de
los Andes, la distribución de 36.8 millones de pesos ($9 millones) entre las
universidades nacionales, correspondientes a las utilidades de la explotación
del Yacimiento Minero Aguas de Dionisio (YMAD), agitó las aguas en la comunidad
académica.
Origen de los fondos
En 1948 fue descubierta en la provincia noroccidental de Catamarca la mina de
oro y cobre Aguas de Dionisio, cuya propiedad quedó en manos del gobierno
catamarqueño, la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y el Estado Nacional, que
conformaron el organismo interestadual YMAD. A mediados de la década de 1990, en
el marco de una reforma neoliberal del Estado impulsada por el gobierno del ex
presidente Carlos Saúl Menem (1989-99) que generó condiciones ventajosas para el
desarrollo de proyectos mineros, el YMAD se asoció a Minera Alumbrera Ltd.,
perteneciente a la corporación suiza Xstrata Plc (50%) y las canadienses
Goldcorp Inc. (37.5%) y Yamana Gold (12.5%), para la explotación del yacimiento.
Desde 1997 esta Unión Transitoria de Empresas (UTE) opera en Bajo La Alumbrera.
El sector privado se alza con el 80% de las utilidades, mientras que al
organismo interestadual le corresponde el 20%. Según la ley 14.771 de 1958, que
legisla al YMAD, el 60% de los beneficios son para la provincia de Catamarca y
el 40% se divide en partes iguales entre la UNT y el Estado Nacional, que está
obligado a destinar los fondos al sostenimiento de las universidades públicas.
En síntesis, el 4% de las utilidades de la explotación de la mina llega al CIN.
En los últimos 10 años se sucedieron denuncias contra el emprendimiento minero
por filtración de drenajes ácidos y derrames por roturas del mineraloducto de
316 km de largo que transporta un caldo mineral hasta la provincia de Tucumán.
En mayo del 2008 la Cámara Federal de Tucumán Nº 2 procesó al vicepresidente de
Minera La Alumbrera, Julián Rooney, como presunto autor penalmente responsable
del delito de contaminación peligrosa para la salud, causa que aún sigue
abierta.
Argumentos en contra
El 10 de junio último el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, envió
una carta al CIN y a los rectores de todas las universidades nacionales pidiendo
el rechazo de los fondos porque "provienen de una actividad destructiva y
contaminante, que genera cada día más violaciones a los derechos humanos de las
poblaciones aledañas al mega-emprendimiento".
Un argumento similar esgrimió Raúl Montenegro, profesor titular de Biología
Evolutiva de la UNC, presidente de la Fundación para la Defensa del Medio
Ambiente y uno de los artífices del "no a los fondos minero" de la Universidad
Nacional de Córdoba. En sus intervenciones insistió en que la explotación del
yacimiento demanda diariamente 95 millones de litros de agua en una región
semiárida.
"El rechazo incluye la capacidad de escucha, el respeto y la sensibilidad de la
comunidad universitaria ante las voces ciudadanas, los reclamos colectivos y las
afecciones intersubjetivas [cambios a nivel cultural, de valores, de formas de
relacionarse con el territorio] que produce la implementación del modelo
extractivo de la megaminería. Estas últimas van más allá de los impactos
ambientales, para anclarse en el núcleo de los lazos sociales, la diversidad
cultural, los derechos humanos y el sufrimiento psíquico de pobladores", sostuvo
Mirta Antonelli, docente investigadora de la Facultad de Filosofía e Humanidades
de la UNC, en diálogo con Noticias Aliadas.
"Los ejes del debate procuraron dar cuenta de todos los aspectos implicados en
el modelo de la megaminería: las leyes que la rigen desde los 90, los impactos
ambientales, sanitarios, patrimoniales, culturales; las modalidades de
cooptación, compra de conciencia de las empresas y la connivencia de gobiernos
de distintas jurisdicciones", señaló.
En tanto, los sectores que aceptaron los fondos plantearon diferentes
argumentos, desde la formalidad de cumplir con lo que manda la ley 14.771 a la
puesta en duda o el rechazo de los impactos negativos derivados de la
explotación de dicha mina.
"No incorporar ese dinero al presupuesto —que como todo dinero puede ser
considerado sucio, o como se lo quiera tildar, ya que hablamos de la madre de
las mercancías del sistema capitalista— nos llevaría lógicamente a renunciar al
presupuesto mismo de las universidades públicas que, como todos sabemos, se
compone de otros dineros procedentes de actividades muy cuestionables. Por
ejemplo, el que proviene de las retenciones a la producción sojera", relativizó
Hugo Trinchero, decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de
Buenos Aires (UBA), a través de un comunicado difundido a fines de agosto.
Por su parte, Antonelli subrayó que esta polémica "abre a una discusión más
amplia: cuáles son las políticas científicas que se han diseñado, sus relaciones
con el sector empresarial —no sólo minero—, y qué semántica del ‘desarrollo’ se
viene institucionalizando para avalarlas".
Consultado por Noticias Aliadas, Jair Zolotow, presidente del Centro de
Estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA —la única que rechazó
los fondos dentro de esa universidad—, señaló que "si bien la plata es parte del
20% que recibe el Estado Nacional por YMAD, aceptarla es una forma de legitimar
las actividades empresariales y dejarse intervenir por las empresas, que
terminan marcando la agenda de los planes de estudio [ya que los adecuarían a
las necesidades de las empresas]. El dirigente estudiantil afirmó que "hay casi
5,500 convenios de empresas privadas con las universidades públicas".
—Noticias Aliadas.