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¿Otra vez los derechos humanos?
Saul Landau
surysur.net
El Departamento de Estado, seguido por la Unión Europea, ha planteado una vez
más el tema de los derechos humanos para golpear a Cuba. En 1959, Fidel Castro
declaró su independencia de Estados Unidos –posiblemente sin prever que el
castigo podría durar más de 51 años–. Hasta cuando los intereses nacionales de
Estados Unidos están en juego Washington actúa de manera petulante, e incluso de
forma infantil.
Después de la sesión del mes pasado con diplomáticos cubanos acerca de cuotas de
inmigración para Cuba, narcotráfico y otros intereses mutuos –Bush canceló todas
las conversaciones en 2002–, la Sección de Intereses de EEUU envió sus vehículos
a buscar a "disidentes" cubanos para una fiesta. El gobierno cubano respondió
con indignación apenas disimulada. Los diplomáticos norteamericanos se
comportaron como si las reuniones acerca de preocupaciones conjuntas ameritaran
insultar a Cuba: celebrando con gente que anuncia su oposición infinita al
gobierno cubano y reciben como resultado beneficios y privilegios.
Por ejemplo, la Sección de Intereses satisface un conjunto de "necesidades" de
los disidentes, como teléfonos celulares y computadoras portátiles, los cuales,
dicen los disidentes, la Seguridad del Estado de Cuba les confisca. "Tenemos
fotos de ellos vendiendo estos artículos", me dijo un funcionario. "Cuando el
‘disidente’ informa de la pérdida, la Sección de Intereses, es decir, los
contribuyentes norteamericanos –aunque pocos lo saben— les suministran otros".
¿Pensó el Departamento de Estado acerca de las posibles consecuencias de la
pequeña broma de la Sección de Intereses?
Supongamos que Raúl Castro actuara de forma miserable, acorde con la imagen de
tipo duro que el Departamento de Estado tiene de él. Castro anunciaría a la
considerable población de desempleados de Cuba que todos aquellos que quisieran
buscar trabajo en otro lugar podrían hacerlo libremente.
Imagínense las oleadas de balseros que desembarcarían en el Sur de la Florida
con su alta tasa de desempleo. Agentes de la Seguridad cubana podrían arrestar y
juzgar a un grupo de los "disidentes" favoritos de le Sección de Intereses. En
ese juicio, los testigos en contra de ellos provendrían a la Seguridad del
Estado. La Sección de Intereses los conocerían como "disidentes" favorecidos.
("¿Están dando el dinero de nuestros contribuyentes a agentes de la Seguridad
del Estado cubana?", podría preguntar un
indignado senador.)
En 2003 Cuba arrestó a 75 "disidentes". Doce testigos declararon que los
acusados recibían dinero, bienes y servicios de diplomáticos norteamericanos.
Los testigos eran agentes clandestinos disfrazados de "disidentes".
La memoria parece estar ausente cuando se trata de castigar a Cuba. En 2006, un
ex funcionario de la Sección de Intereses hablaba con elocuencia acerca de las
violaciones de Cuba en materia de derechos humanos, como si el historial
estadounidense fuera inmaculado. Bajo Eisenhower y Kennedy, cuando Wáshington
trompeteó por primera vez sus principios democráticos, millones de negros
norteamericanos no podían votar, la práctica de encadenar a presos para trabajos
forzados florecía en las prisiones estatales, y periódicamente tenían lugar
linchamientos.
Fidel Castro –se burlaban farisaicamente los cercanos a Kennedy– se niega a
celebrar elecciones. Algunos cínicos pensaban que Kennedy y su padre
contrabandista de licores habían rellenado las urnas de Illinois cuando Kennedy
derrotó a Nixon por estrecho margen. Puede que el sistema electoral cubano tenga
deficiencias, pero su Tribunal Supremo no declaró que el conteo de votos no
fuera esencial para la democracia.
Mientras Wáshington lanzaba regularmente durante décadas sus críticas "de
principios" contra La Habana, simultáneamente financió miles de ataques
terroristas y asesinatos contra Cuba y sus lideres. ¿Matar a la gente no
significa violar los derechos humanos?
En 2010, Wáshington continúa provocando a La Habana—actualmente por no salvar a
un "prisionero político", Orlando Zapata Tamayo, el cual murió como resultado de
una huelga de hambre. Zapata, arrestado por acusaciones de agresión, decidió en
presidio convertirse a la disidencia. Hay videos que muestran su hospitalización
por parte de autoridades cubanas. Nadie le pidió su póliza de seguros. El video
muestra cómo recibe atención médica de alto nivel.
Otro "disidente", Guillermo Fariñas, inició entonces su propia huelga de hambre
en su casa hasta que Cuba a libere a todos sus presos políticos. Cuando se
desmayó, las autoridades cubanas lo llevaron urgentemente al hospital.
El abuso a prisioneros podría convertirse en un escándalo de derechos humanos en
EEUU. Una versión china acerca de los derechos humanos en EEUU cita "Un informe
presentado en 2009 a la 10ª. reunión del Consejo de Derechos Humanos de Naciones
Unidas por el relator especial acerca de la promoción y protección de los
derechos humanos y libertades fundamentales durante la lucha contra el
terrorismo". El informe demostró que "Estados Unidos ha seguido un conjunto
abarcador de prácticas que incluyen la deportación especial, detenciones a largo
plazo y secretas, y actos que violan la Convención de Naciones Unidas contra la
Tortura". (China Daily, 17 de marzo de 2010.)
El informe chino, que utiliza un estudio del Departamento de Agricultura,
declara que actualmente 16,7 millones de "niños (estadounidenses), la cuarta
parte del total en EEUU, no tenían suficientes alimentos en 2008". (USA Today,
17 de noviembre de 2009).
Un informe de Feeding America agregó que "más de 3,4 millones de niños menores
de cinco años sufren hambre o desnutrición"- (www.feedingamerica.org, 7 de Mayo
de 2009.)
El verdadero asunto para Wáshington se relaciona con la desobediencia de Cuba
acerca de las políticas norteamericanas, no de los derechos humanos. En realidad
los cubanos disfrutan de derechos sustanciales que los ciudadanos
norteamericanos no tienen: alimentación, vivienda, atención médica y educación.
Cuba se queda corta en cuanto a los derechos de procedimiento con relación a la
prensa y a los partidos políticos.
Pero cuando la policía religiosa en Arabia Saudí, nuestro aceitoso socio,
detiene a las mujeres que enseñan la piel, el Departamento de Estado solo
bosteza. Tampoco importa el gobierno comunista de Cuba –vean a Vietnam y China,
importante socios comerciales de Estados Unidos.
Ronald Reagan privatizó la política hacia Cuba y la dejó en manos de una minoría
de Miami que no desea una mejoría. Cada paso hacia adelante, como las
conversaciones migratorias de febrero, provoca un paso atrás, gracias al poder
del cabildo anti cubano: muere un huelguista de hambre; surge otro para robar
los titulares de prensa. Quizás las cosas cambien cuando comience a brotar el
petróleo en las plataformas marinas cubanas.
* Cineasta, miembro del Instituto para Estudios de Política de EEUU.
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