Latinoamérica
|
Antiguo dilema para la izquierda
El caso Brasil
Immanuel Wallerstein
La Jornada
Con ocasión de celebrar el trigésimo aniversario de la creación del Partido de
los Trabajadores (PT) en Brasil, el principal periódico independiente de
izquierda, Brasil de Fato, publicó entrevistas con cuatro de los
principales intelectuales de izquierda. Los cuatro fueron activos alguna vez en
el PT, de hecho se cuentan entre sus fundadores. Tres de ellos se retiraron del
PT –el historiador Mauro Lasi se unió al Partido Comunista Brasileño, el
sociólogo Francisco de Oliveira se unió al Partido Socialismo y Libertad y el
historiador Rudá Ricci se hizo izquierdista independiente. El cuarto, el
historiador Valter Poner, permanece en el PT y es una de las figuras principales
de su facción de izquierda.
Expresaron cuatro análisis, sorprendentemente diferentes, de lo que Ricci llama
el antiguo dilema de la izquierda brasileña: como ser popular y de izquierda.
Pero por supuesto ése ha sido el dilema de la izquierda en todo el mundo, y
sigue siéndolo hasta ahora.
Brasil es un lugar interesante para analizar este dilema y cómo se expresa. Es
un país con una larga y activa tradición política, y hoy goza mucho de una
situación multipartidista. Es también una nación cuya situación política ha
mejorado mucho en años recientes, particularmente en los últimos 10 años. Y
Brasil es un país que ha estado afirmando mucho liderazgo político en América
Latina. Así que la pregunta se vuelve ¿cómo medimos la popularidad de un partido
y cómo evaluamos sus credenciales de izquierda?
El periodista de Brasil de Fato abrió sus entrevistas apuntando que el
presidente Luiz Inácio Lula da Silva es una figura carismática, que es el
mandatario más popular desde la "redemocratización" del país y que a lo largo de
su historia el PT ha incrementado su apoyo entre los estratos más pobres de la
población. Para que el partido se volviera más popular, aseveró, tuvo que hacer
concesiones al pragmatismo.
¿Cómo reaccionaron los cuatro intelectuales a esta premisa? Para Ricci, el
"lulismo" se ha vuelto más importante que el partido, lo que invierte el
concepto original del PT. El PT se americanizó dice él. Hoy es simplemente una
maquinaria electoral. La izquierda encuentra difícil ser popular debido a su
lastre teórico de origen europeo. La cultura popular, dice, es compleja y
conservadora, y Lula dialoga con su cultura popular. El PT es estatista y
desarrollista, y como tal conservador y pragmático. Así que el problema es
retornar a la idea original de una utopía de izquierda democrática sin tornarse
elitista.
Para Lasi, el PT se volvió uno de los dos principales partidos de Brasil, de
centroizquierda con un programa pequeñoburgués. El precio que pagó por el tamaño
de su respaldo fue el abandono de los principios y las metas políticas que
estaban presentes en su origen. El lulismo o el populismo es un modo de hacer
que las masas accedan a las políticas que no fueron hechas en su interés.
Para Oliveira, el PT que comenzó con una base de trabajadores, de teología de la
liberación y de movimientos de democratización, se ha vuelto simplemente parte
de la jalea general del sistema partidista brasileño. Una perspectiva socialista
no se basa en los pobres sino en un análisis de clase. Y en cuanto al programa
del partido, la estatización, está 100 años atrasado, es parte de la dolencia
infantil del estatismo. Es un programa para fortalecer las industrias brasileñas
y no tiene nada que ver con la izquierda o el socialismo.
Poner ve la situación muy diferente. Concuerda con que al principio el gobierno
de Lula era social-liberal en su orientación. Pero después de 2005, se hizo
hacia la izquierda. Sí, dice él, el partido es desarrollista. Pero hay dos
variedades de desarrollistas, los conservadores y los demócrata-populares. Con
la crisis del capitalismo, el socialismo está de vuelta al debate.
Lo sorprendente acerca de los tres análisis críticos es el miedo al populismo.
Lo que sorprende de los análisis es la ausencia de cualquier discusión de
geopolítica.
Justo unos días después del artículo de Brasil de Fato, Fidel Castro
publicó una de sus Reflexiones periódicas en La Jornada, en la ciudad de
México. Lula acababa de estar de visita con Castro. Éste dijo que conocía a Lula
hace 30 años, es decir, desde la creación del PT. Dada la historia de Cuba y las
dificultades de más de 50 años, Castro dijo que lo que tiene para nosotros una
enorme trascendencia era la reciente reunión en Cancún donde se había decidido
la creación de una Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe que
incluía a Cuba y excluía a Estados Unidos y Canadá. Esta reunión fue en gran
medida un logro de Lula.
Castro subrayó entonces la importancia y el simbolismo de esta última visita de
Lula antes de que deje de ser presidente de Brasil. Recordó que en la década de
1980 tuvo un emotivo encuentro con él, su esposa y sus hijos en su sencilla
morada y alabó de Lula "su placer de luchar… con intachable modestia". Aquí no
hay crítica alguna al lulismo.
Todo lo que los intelectuales brasileños de izquierda critican, Castro lo alaba
–el desarrollo tecnológico de Brasil, el crecimiento del PIB, convertirse en una
de las 10 principales economías del mundo. Aun en la cuestión de la producción
de etanol, a la que Castro dice que se opone, no culpó a Lula. "Comprendo
perfectamente que Brasil no tiene otra alternativa, frente a la competencia
desleal y los subsidios de Estados Unidos y Europa, que incrementar la
producción de etanol".
Castro termina con esta nota: "Una cosa es indiscutible: el obrero metalúrgico
se ha convertido actualmente en un estadista destacado y prestigioso cuya voz se
escucha con respeto en todas las reuniones internacionales".
¿Cómo pudieron los intelectuales brasileños de izquierda y Castro llegar a
retratos tan diferentes de Lula? Está claro que estaban mirando dos cosas por
completo diferentes. Los intelectuales brasileños de izquierda miraban
primordialmente la vida interna de Brasil y expresaron su pena por el hecho de
que Lula fuera, a lo sumo, un pragmático de centroizquierda. Castro miraba
principalmente a Brasil en su papel geopolítico, que él ve que socava a su
enemigo primordial, el imperialismo de Estados Unidos.
¿Cuál es entonces la prioridad para los intelectuales de izquierda? Ésta no es
meramente una cuestión brasileña. Es una cuestión que debe preguntarse casi en
todas partes, tomando en cuenta el curso de la historia y el estatus geopolítico
del país en cuestión.
Traducción: Ramón Vera Herrera
© Immanuel Wallerstein.