Argentina, la
lucha continua....
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El mapa de la judicialización de la protesta social en Misiones
Sebastián Korol
"No lo vamos a dudar. Recurriremos a la justicia cada vez que sea
necesario para garantizar que quienes ejercen el derecho a reclamar
no impidan la libre circulación de los demás ciudadanos".
Jorge Franco
Ministro de Gobierno de Misiones
"El poder público persigue penalmente a quienes participan en
protestas sociales, en vez de ver a estos hechos como un homenaje a
la democracia. Son actos de heroísmo de personas que, con gran
coraje cívico y a pesar de haber sufrido situaciones tremendas, se
levantan y reclaman al Estado que cambie su actitud".
Roberto Gargarella
Sociólogo, abogado constitucionalista
Desempleo, precarización laboral, explotación, pauperización educativa,
abandono sanitario, hambre. Las causas enumeradas obligaron a trabajadores
(ocupados y desocupados), peones rurales, estudiantes, afectados por represas,
padres y vecinos autoconvocados de diferentes puntos de la provincia de Misiones
a tomar las calles, rutas, edificios públicos y plazas en reclamo de soluciones
al gobierno del Frente Renovador. Las respuestas obtenidas: represión,
persecución política, criminalización, judicialización.
La política de la mano dura se impuso como oficial en el Estado del "Crecer más,
crecer en paz". Prueba de ello es que en los últimos tres años se abrieron más
de cuarenta procesos judiciales contra luchadores populares, de los cuales
varios ya se encuentran en avanzada instancia, próximos a dictamen de sentencia.
La judicialización de la protesta social es una realidad que atraviesa a todo el
territorio nacional. Según estimaciones del espacio "Encuentro Memoria Verdad y
Justicia" -integrado por más de 300 organizaciones de Derechos Humanos,
políticas, sindicales, sociales y estudiantiles de todo el país- actualmente
existen en Argentina cerca de 5.000 personas procesadas por participar de
protestas sociales.
Conforme a datos oficiales, la provincia con mayor incidencia de pobres (29,5%)
y la segunda en indigentes (7,9%) del país es Misiones (Inti, 2009). Vastos
sectores de la población misionera tienen vulnerado los más elementales
derechos: alimentación, trabajo, vivienda, salud, educación, seguridad social.
En la tierra colorada también está vedado el derecho a la protesta. "El primer
derecho", como destaca el constitucionalista Roberto Gargarella, para quien el
reclamo social constituye la base para la preservación de los demás derechos.
"Si esto falta hay razones para pensar que todo lo demás puede caer. Si esto no
falta, uno puede reclamar por todo lo demás. En el núcleo esencial de los
derechos de la democracia está el derecho a protestar, el derecho a criticar al
poder público y privado. No hay democracia sin protesta, sin posibilidad de
disentir, de expresar las demandas. Sin protesta la democracia no puede
subsistir", advierte.
Durante la década del '90 emergieron en Argentina nuevas formas de protesta,
caracterizadas por la acción directa como el corte de ruta (piquete), el
escrache (acción de repudio), los levantamientos comunitarios (estallidos
sociales y puebladas), entre otros. El nuevo ciclo de protesta fue desplazando a
repertorios tradicionales de acción colectiva, como la huelga y las grandes
concentraciones políticas, propias de etapas anteriores. Y entre las nuevas
modalidades se instaló con mayor fuerza el corte de ruta, como herramienta de
resistencia contra el neoliberalismo.
Siempre que algún piquete o movilización tiene lugar sobre rutas o calles de
Misiones funcionarios del gobierno provincial, jueces, fiscales, políticos y
periodistas levantan la voz casi al unísono para expresar que "los derechos de
uno terminan donde comienzan los del otro", en referencia al derecho a la "libre
circulación".
Según entienden importantes juristas y doctrinarios, no es posible equiparar el
derecho a peticionar con el derecho a transitar, ya que los actores o grupos
sociales no se encuentran en la misma condición socieconómica. Quienes llegan al
piquete u otra medida de fuerza (movilización, toma de edificio público,
sentada, huelga, etc) están en una situación de evidente desventaja, ya que
agotaron las instancias formales y/o administrativas, las autoridades no los
atendieron y tampoco tienen recursos para acceder a los medios de comunicación
masiva. Es por ello que ven en el corte de ruta o calles, la última salida para
hacer valer los derechos que apuntan a la consagración de sus vidas.
Ante esta situación, el Estado ejecuta respuestas violentas, criminaliza a sus
actores y los judicializa, en lugar de otorgarles una protección especial y una
efectiva y rápida solución a los problemas que ponen sobre el tapete.
Lista negra Renovada
"La persecución judicial contra los luchadores sociales significa que el Estado
represor está intacto y que no dudan en desplegar toda la fuerza para acallar a
quienes reclaman", expresa desde Puerto Iguazú la docente y militante del Polo
Obrero (PO) Ramona Romero, caso emblemático de la judicialización de la protesta
social en Misiones. La mujer, junto con siete padres autoconvocados (Edgardo
Landa, José Aquino, Evaristo Barroso, José Luis Suárez, Alberto Escobar,
Santiago Galeano) y el sindicalista Angel Sosa, fueron procesados en agosto de
2008 por reclamar mejores condiciones educativas para las escuelas más pobres y
abandonadas de la ciudad de las casi-maravillosas Cataratas. "No sólo estoy en
las puertas de un juicio oral, sino que durante los activos reclamos que
llevaban a cabo los padres defendiendo la educación de sus hijos, he sido
sistemáticamente perseguida, con causas prefabricadas, presiones psicológicas
por parte de las autoridades con acoso policial y separada del cargo de
directora de la Escuela 694 de modo totalmente ilegal", señala.
Apoyar y solidarizarse con los históricamente hambreados y pisoteados tareferos
(peones de la yerba mate) de Montecarlo, fue motivo suficiente para que la
Justicia también imputara y procesara a Rubén Ortiz y Carlos Di Marco,
integrantes de la mesa de conducción del Movimiento Social de Misiones (MSM).
"En nombre del derecho a la libre circulación, que quizás en esta lucha la
ponemos en juego, lo que se trata de tapar es el derecho a la alimentación.
Cuando vamos a la ruta lo que estamos defendiendo es el derecho a la comida, el
derecho a la vida. Creo que con esto de criminalizarnos están tratando de tapar
la destrucción de trabajo y de vida y el hambre que genera el modelo productivo
centrado en las pasteras y en los megaaserraderos. Los criminales acá son los
ministros de Agricultura y los gobernadores que afianzaron, de la dictadura en
adelante, el modelo de la pastera. Esos son los criminales, los que deberían hoy
rendir cuentas", enfatiza Ortíz. Di Marco agrega: "Claramente es un intento de
disciplinamiento del legítimo reclamo social de los sectores de mayor
vulnerabilidad. Es como una 'espada de Damocles', de intentar mantener una
presión contra algunos dirigentes para quitarles libertad de conciencia y de
movimiento".
Desde Eldorado, el vocero de los docentes autoconvocados de esa localidad y
también integrante del PO, Aníbal "Tato" Zeretzki, sostiene: "La escalada de
procesos judiciales contra los que pelean es la expresión de la impotencia de
este gobierno de los 'derechos humanos' ante el reclamo organizado por parte los
diferentes sectores de trabajadores y movimientos sociales frente a la
precarización de las condiciones laborales". El dirigente acumula dos causas en
su contra por luchar contra la designación del oficial de policía Darío Sarubbi
como director de un colegio público; y en similar situación se encuentran los
padres autoconvocados Francisca Duarte, Hilda González, Nancy Urbina y Jorge
Mereles, y la docente Roxana Feierabend. Además, Zeretzki tiene otra causa por
participar en un corte de ruta junto a trabajadores desempleados de la "Capital
del Trabajo". Sostiene que "la respuesta ante estos atropellos no puede ser otra
que la solidaridad activa del conjunto de los trabajadores".
María Antonella Scappini y Daniela Judith Fontana, de la Coordinadora de
Trabajadores Desocupados (CTD) Aníbal Verón, fueron procesadas en abril de 2009
por participar junto a vecinos de una decena de barrios de Posadas de un corte
en la Ruta Nacional 12, en reclamo de bolsones de comida, planes sociales y
trabajo genuino. "El gobierno judicializa la protesta como un intento de tapar
las problemáticas sociales. Llamativamente, se abren causas en un contexto de
profundización de la lucha de sectores populares de diferentes puntos de
Misiones: tareferos, desocupados, afectados por la Entidad Binacional Yacyretá (EBY)
y trabajadores precarizados", observa María Antonella.
A fines de septiembre 2009, se desató una feroz represión contra afectados por
la represa de Yacyretá de la Capital provincial que intentaban cortar
pacíficamente la ruta 12 a la altura del arroyo Zaimán. Dos personas fueron
fuertemente golpeadas y detenidas y están procesadas por interrumpir el tránsito
y desobedecer "a la autoridad". Son Brígido Olivera, vocero de los afectados por
la represa y Roberto Gutiérrez, técnico electricista del barrio Poujade. Desde
hacía varias semanas los dirigentes resistían junto a decenas de vecinos, a los
desalojos compulsivos que se venían ejecutando desde el ente binacional. Y
reclamaban que el 51 por ciento de los ingresos por la venta de energía de la
EBY se destine a acción social y al cuidado del medio ambiente. "Nosotros nos
manifestamos en la ruta porque nos habían dejado sin nada. Nos manifestamos en
defensa de nuestros derechos, en defensa de los más elementales Derechos
Humanos", señala Gutiérrez.
La Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) en la figura de su secretaria
general Nora Dedieu, tiene dos causas abiertas por llevar adelante
manifestaciones en calles y edificios públicos: Un reclamo y una acción frente
al edificio de Hacienda en agosto de 2008, y otra movilización en el Ministerio
de Salud, en demanda de mejoras en el tercerizado, precario y nocivo servicio de
limpieza, que dejó en mayo de ese año tres víctimas fatales y siete intoxicados
graves. La dirigente gremial considera que "la actitud del gobierno es
totalmente repudiable, en vez de escuchar y abrir espacios de diálogo para dar
una respuesta concreta y satisfactoria a las necesidades de la comunidad, lo que
recibimos es la judicialización y la represión". Por su parte, Norberto Godoy,
delegado del gremio en la sede central del Registro de las Personas -que
funciona en la Capital provincial- fue procesado días atrás por participar de
una protesta pacífica en el edificio del organismo, en reclamo por las malas
condiciones edilicias y laborales de los empleados de la institución.
También en Posadas, 25 dirigentes de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) se
encuentran procesados por participar de manifestaciones callejeras y por
supuestos delitos cometidos el 5 de marzo, luego de la feroz represión policial
desatada contra mujeres y hombres desempleados. Los manifestantes, llegados de
una veintena de barrios periféricos de la ciudad, acampaban desde hacía tres
días en la coqueta Plaza 9 de Julio en demanda de fuentes de trabajo. Federico
Padolsky, uno de los procesados de la organización, observa que la
judicialización de la protesta "es una política que está llevando adelante el
kirchnerismo a nivel nacional, es la nueva manera que tienen de perseguir
políticamente. Ya no se es un dirigente social perseguido y judicializado, sino
un delincuente común. Porque como tienen el verso de los Derechos Humanos,
intentan mantener ese discurso. Pero acá hay una realidad: hay muy pocos
genocidas de la última dictadura presos y hay más de 5000 dirigentes populares
procesados en el país por luchar".
Derecho constitucional
El abogado constitucionalista y sociólogo Roberto Gargarella, profesor de
"Derecho Constitucional" en las universidades Torcuato Di Tella y la Nacional de
Buenos Aires, reflexiona que la criminalización de la protesta social implica
"pensar la protesta a partir del derecho penal y además pensarla dando una
cierta respuesta que apunta al hostigamiento, la hostilidad institucional hacia
la protesta. A mi me parece que los dos puntos son errados, primero porque la
protesta merece ser pensada desde otro lado, sobre todo cuando hablamos de
protestas vinculadas con derechos fundamentales sistemáticamente violados. Y
segundo, y para aquellos que quieren pensar la protesta desde el código penal,
lo que ya de por sí es un error, porque el código penal también prevé muchas
herramientas y la selección de herramientas que se hace también es indebida".
Aunque no aparece expresamente consagrado en la Constitución Nacional, el
derecho a la protesta deriva del juego armónico de los artículos 33, 75 inciso
22 (convenciones y pactos de derechos humanos), 14 (el derecho a peticionar),
artículos 14 y 32 (derecho a la libertad de expresión), artículo 14 (derecho de
reunión), artículo 14 bis (derecho de huelga) y artículo 36 (derecho de
resistencia).
"La protesta social es otra forma o medio de peticionar ante las autoridades,
con el fin de hacer cumplir, exigir o hacer reconocer derechos, con la
diferencia de que se trata de un medio informal, que no se agota en un mero
pedido o solicitud a la autoridad, sino por el contrario implica otras
cuestiones como la de reunión, libre asociación o participación social y
política en el espacio público, la libertad de expresar y hacer saber sus
opiniones", se apunta en el manual de derechos humanos para organizaciones
sociales "El derecho a tener derechos" (2009).
Uno de los coordinadores de la citada obra, el abogado, sociólogo y docente en
la Universidad Nacional de La Plata Esteban Rodríguez, sostiene que la
criminalización de la protesta "es una de las manifestaciones de la
judicialización de la política, la posibilidad de transformar los conflictos
sociales en litigios judiciales; de leer la realidad bajo la lupa del código
penal". Y advierte que se pretende despolitizar, deshistorizar, y "sacar de
contexto a los conflictos sociales, así como también emplazar a otras
instituciones como interlocutores de los problemas sociales".
Asimismo, analiza que la violencia institucional "es la mano derecha del Estado,
la manera que eligió el Estado de Malestar para estar en una sociedad cada vez
mas polarizada, segregada y compartimentada; pero también son las prácticas
represivas que nunca se desandaron en la democracia. Estas prácticas constituyen
una rémora de la última dictadura en el Estado y también en la sociedad en
general. Porque sabido es que no hay represión sin ciertos niveles de consenso
social".
El látigo procesal con que se marca a quienes participan de protestas sociales
en Misiones no hace más que agravar la acuciante situación de injusticia social
. El Estado debería detener esta política persecutoria y criminalizadora,
atender seriamente las problemáticas que originan las medidas de fuerza entre
los sectores más postergados y ordenar, de forma inmediata, el desprocesamiento
de todos los dirigentes sociales de la tierra colorada injustamente
judicializados.
Fuentes consultadas:
1) GARGARELLA, Roberto. El derecho a la protesta. El primer derecho. Bs.
As., Ad-Hoc, 2005.
2) RODRÍGUEZ, Esteban. Prácticas de Estado. El derecho a la protesta,
criminalización, violencia institucional y el nuevo desafío de las
organizaciones de derechos humanos.Tomado de la página web del Colectivo de
Investigación y Acción Jurídica: www.ciaj.com.ar.
3) RODRÍGUEZ Esteban, APELLA Gabriel y RELLI Mariana (coordinadores).
El derecho a tener derechos. Manual de derechos para organizaciones sociales.
Derechos Humanos. 2009.
4) ARCHIVO. Diario El Territorio.
5) RODRÍGUEZ, Esteban. Entrevista a Roberto Gargarella. Tomado de la página web
del Colectivo de Investigación y Acción Jurídica: www.ciaj.com.ar.
6) SVAMPA, Maristella y PANDOLFI, Claudio. La criminalización de la protesta en
Argentina. Tomado de www.maristellasvampa.net
7) ARCHIVO. Prensa Movimiento Social de Misiones.
8) INSTITUTO NACIONAL DE TECNOLOGÍA INDUSTRIAL (INTI). Mapa de Pobreza e
Indigencia. Análisis por Provincias y Regiones. Septiembre de 2009.
Sebastián Korol Co-director de Revista Superficie: