Argentina, la
lucha continua....
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Héctor Magnetto, ¿el Piñera argentino?
Aram Aharonian
Rebelión
Las corporaciones argentinas son las que conducen, hacen agenda, y la mayoría de
los empresarios y políticos de oposición se encolumnan. La falta de
definición de candidaturas en la oposición al gobierno de Cristina Fernández (y
a la posible reelección de Néstor Kirchner el año próximo) encoleriza a los
dueños del capital, mientras que los "líderes" opositores declaman una unidad
que, realmente, atenta contra sus propios intereses.
Desde las corporaciones, que defienden sus intereses tangibles y 200 años (con
algunas interrupciones) de control económico y político del país, el objetivo es
ensamblar el rompecabezas de la oposición en busca de un candidato ganador que
pueda echar para atrás las reformas llevadas a cabo por el gobierno, sobre todo
en el último año. La embestida corporativa contra el kirchnerismo se hizo
pública en el conflicto por las retenciones móviles a la producción de soja. La
dirigencia agropecuaria, en sintonía con el oligopolio mediático del Grupo
Clarín, fueron la conducción, y aún lo sigue siendo aunque en relativa mengua.
En la primera semana de agosto, el CEO del Grupo Clarín, Héctor Magnetto
encabezó dos encuentros para coordinar la oposición corporativa y política al
gobierno. La primera, en la Unión Industrial y la Asociación Empresaria
Argentina (AEA), junto con el presidente de la multinacional italiana Techint,
Paolo Rocca. El sector menos poderoso pero más representativo, la industria
liviana de capital nacional (básicamente del interior del país), cuestionó la
reunión de cúpula que se interpretó como una provocación al Gobierno.
La segunda, en su casa, con el jefe de gobierno porteño Maurizio Macrì, el ex
senador Eduardo Duhalde y la máxima dirigencia del peronismo opositor
(autollamado "federal"). Héctor Magnetto dispuso su mesa y Duhalde, Francisco de
Narváez, Macri, Carlos Reutemann y Felipe Solá se acodaron a ella. Y fue el
propio Magnetto quien filtró la información, para que el mensaje de su poder
llegara a la gente, sin importarle la opinión y reacción de sus invitados,
aliados, ¿súbditos?
Horacio Verbitski señala que "Hay un mensaje inequívoco cuando un convite es
promovido por uno de los más poderosos empresarios de la Argentina y se celebra
en su casa. La condición de local gravita tanto en la política como en el
fútbol. Uno manda, los otros van al pie (…) La competencia interna es, por
ahora, un escollo a la incondicionalidad".
Paralelamente, una de las empresas del Grupo Clarín reclamó ante la
justicia centenares de millones de dólares de resarcimiento por el rescindido
contrato con la Asociación del Fútbol Argentino para televisar el fútbol, y la
Comisión Nacional de Comunicaciones prohibió que la empresa de cable del Grupo
Clarín, Cablevisión, preste los servicios de Internet de la disuelta Fibertel.
No es novedoso que la estrategia global de los grandes grupos empresarios,
señala Víctor Ego, consiste en concentrar no solo sus actividades originales,
desde armas, alimentación y fármacos, entre ellas, sino también los aparatos
comunicacionales y de producción de sentidos y de entretenimiento. Hoy, retomar
el sentido político de la disputa por la palabra excede a lo mediático.
La crispación es alta, ya que se anuncia que en pocos días la presidente
Cristina Fernández de Kirchner difundirá las conclusiones de la investigación
que encomendó sobre la transferencia de las acciones de Papel Prensa a los
diarios Clarín, La Nación y La Razón durante la dictadura militar. La justicia
ya concluyó que las acciones pasaron a manos de estos diarios gracias al
secuestro y torturas al padre, el hermano, la esposa y el cuñado de David
Graiver, un banquero propietario entonces de la mayoría de las acciones del
monopolio.
Esta causa, sobre episodios ocurridos hace ya 34 años, sigue abierta porque son
considerados delitos de lesa humanidad, de modo que no pueden ser amnistiados ni
su persecución cesa por el paso del tiempo.
El año en que cambió la historia
Las cosas fueron cambiando para el gobierno después del fracaso electoral
parlamentario del año pasado. Suponer que en junio del año pasado un setenta por
ciento orgánico votó contra el oficialismo fue un abuso de la estadística o una
simplificación interesada, señala Wainfeld. Porque las críticas se diseminaron
en distintas ofertas, disímiles, para nada amalgamadas. Producida la victoria de
un colectivo virtual, comenzó la disputa por la porción mayor de ese patrimonio.
Esa competencia se exacerba a medida que se acercan las elecciones
presidenciales, máxime tomando en cuenta que el kirchnerismo recuperó terreno.
A partir de esa derrota, Cristina Fernández decidió acelerar y profundizar las
políticas sociales de su gobierno, reestatizando incluso el sistema previsional.
Y decidió impulsar la ley de medios, alentó un amplio debate ciudadano, con
foros en todo el país y una participación intensa de las organizaciones que
desde hace años venían defendiendo la iniciativa y, en el trámite, el
kirchnerismo aceptó incorporar cambios para obtener apoyos de la
centroizquierda. Una ley de medios que dio en el corazón mismo del oligopolio
del Grupo Clarín.
Algo similar ocurrió con la ley de casamiento gay, cuando se cuidó de reaccionar
ante las críticas más duras, cuya respuesta dejó en manos de los militantes, y
la respuesta de la Presidenta a las destemnpladas y dinosáuricas declaraciones
del cardenal Jorge Bergoglio no fue inmediata ni destemplada.
La ley de la Asignación Universal para la Niñez, la ley de democratización
mediática, la medidas que se tomarán en breve sobre el monopolio de Papel Prensa
(cuyas acciones fueron logradas durante la coacción y la tortura durante la
dictadura militar), la "nacionalización" de las transmisiones de fútbol,
gratuito para todos los argentinos, han sido parte de una ofensiva del gobierno
de Cristina Fernández, activamente resistido por las corporaciones y su brazo
ejecutor-mediático, el Grupo Clarín.
Así, el gobierno fue acentuando el apoyo de los sectores populares y recuperó
sectores medios con medidas progresistas y crecimiento económico.
El proyecto de ley de entidades financieras, donde se establece que el 40 por
ciento del crédito se destinará a las pymes y microemprendimientos, se fijan
límites a la concentración de depósitos y se establecen topes a los costos de
las transacciones, la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, para
sacarlo de su dependencia del FMI y del BM, todavía deben concretarse,
pero obviamente a estas normas se oponen las corporaciones.
Lo que vendrá
Mario Wainfeld indica que una lectura dominante, compartida, racional es que si
no sobrevienen acontecimientos inesperados, la presidencia será disputada por
tres fracciones: el Frente para la Victoria (FpV, encabezado por Kirchner), el
peronismo federal con el PRO de Macri y el radicalismo, donde la puja interna es
entre Ricardo Alfonsín y el todavía vicepresidente de la Nación, Julio Cobos.
El centroizquierdista Proyecto Sur, liderado por Pino Solanas, no llegaría a
pujar con posibilidades y podría aspirar al gobierno de la capital, mientras que
los socialistas y la Coalición Cívica de Elisa Carrió deberán buscar su destino,
por separado, una vez que ésta atacó la posición del gobernador socialista de
Santa Fé, Hermes Binner, de apoyar las retenciones a las exportaciones de soja
propuestas por el gobierno federal y terminó peleándose con sus socios del
radicalismo.
Hay quienes miran el medio vaso lleno y otros el medio vaso vacío. Para Humberto
Tumini, de Libres del Sur, los Kirchner negociaron correctamente la deuda
externa en una primera etapa, aprovechando el default y un contexto
internacional favorable, pero no tocaron la renta financiera interna (salvo las
ganancias de las AFJP de un año a esta parte), dejando en pie entre otras cosas,
la ley de entidades financieras de Martínez de Hoz y la del Banco Central de
Cavallo. No cambiaron tampoco la política petrolera del menemismo, ni la minera.
Añade que tampoco modificaron la retrógrada política impositiva del menemismo
que beneficia a los más pudientes. En el agro favorecieron finalmente la
concentración y el monocultivo de la soja y no frenaron seriamente, la
concentración y la extranjerización de la economía; por el contrario, ambas
siguieron aumentando a sostenido ritmo (según el INDEC de 500 compañías líderes
en el país, hoy 360 son de capital extranjero; de 10 firmas industriales de
mayor facturación, solo 2 son nacionales; las transnacionales dominan el 90% de
las operaciones de comercio exterior).
Desde los sectores de centroizquierda se señala también que el Estado no
incrementó sustancialmente su rol en la economía; ni su participación en esta,
ya que solo se hizo cargo de empresas en estado de quiebra y secundarias como el
Correo, Aguas Argentinas y Aerolíneas, ni en la regulación y el control de los
monopolios, basta con ver lo que sucede en los precios.
Esta clara falta de voluntad de afectar en serio a los sectores más concentrados
apropiándose de una parte importante de sus rentas extraordinarias, disminuyó
directamente la posibilidad de cumplir con la mayor justicia, equidad y
movilidad social prometidas. Los avances -y los retrocesos también- quedaron
supeditados al mayor o menor crecimiento de la economía en cada período. Si se
analizan -no por vía del INDEC, obviamente- las cifras de distribución de la
riqueza, empleo, calidad del mismo, desocupación, pobreza, indigencia, vivienda,
salud, educación, etc., se observa que no hay avances palpables al día de hoy
comparados con la década de los noventa; solo existen si se los coteja con el
peor momento de la crisis, allá por el 2001/2.
Por ahora, el de mejor desempeño en las encuestas es el jefe de gobierno
capitalino, el empresario Maurizio Macri (que enfrenta cargos judiciales por
espionaje telefónico), quien especula con el hecho de que con pobre intención de
voto, los peronistas "federales" se verán forzados a deponer recelos y ungirlo
candidato. El expresidente Duhalde y Solá opinan que Macri deberá
esperar su turno, mantenerse en su distrito y si acaso llegara a ofertarse como
alternativa, les complicaría la vida y la facilitaría al kirchnerismo,
dividiendo el voto opositor.
El peronismo "federal" logró sumar dos gobernadores, los de Chubut y de San
Luis, Mario das Neves y Alberto Rodríguez Saá, además de los senadores Carlos
Reutemann y Juan Carlos Romero y del diputado Ramón Puerta, en un intento de
evitar el naufragio, anunciando un acto en la provincia de Entre Ríos, el 4 de
septiembre.
Cuando falta un año para las elecciones internas, abiertas, simultáneas y
obligatorias –previstas para el 14 de agosto de 2011– la mayoría de los
consultores de opinión pública sostienen que no está claro cómo se van a hacer
y, menos todavía, qué es lo que va a hacer la gente: si va a concurrir a las
urnas, en qué interna va a votar y qué candidatos podrían ganar. Respecto de la
primera vuelta de las elecciones generales, que se harán en 2011, casi todos los
encuestadores coinciden en que Néstor Kirchner se impondría con cierta amplitud,
si esos comicios se realizaran hoy.
Mientras la credibilidad y la adhesión al gobierno crecen, la oposición cada vez
se fragmenta más, lo que preocupa a las grandes corporaciones. Hay quienes no
creen que lo hecho por Magnetto haya sido un acto de prepotencia y soberbia,
sino una presentación en sociedad de un candidato que tiene el beneplácito de
los intereses trasnacionales. Un guiño para ir construyendo, desde la percepción
instalada de un "patrón" de empresarios y políticos de derecha, desde esos
simples actos, un imaginario colectivo sobre la posibilidad de un
empresario-presidente, con capacidad de darle o quitarle protagonismo a quien
sus intereses convengan.