Argentina, la
lucha continua....
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Entrevista con Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo
"En los regimenes autoritarios a veces los civiles son peores que los
militares, lo estamos viendo con Uribe en Colombia"
Fernando Arellano Ortiz
Cronicón
Ocurrió el último jueves de abril de 1977 cuando un grupo de madres angustiadas
por saber la suerte de sus hijos desaparecidos por la dictadura militar se
reunió en la Plaza de Mayo de Buenos Aires para solicitarle una audiencia al
presidente de facto argentino Jorge Rafael Videla. ¿Quiénes son?, fue la
pregunta que hizo desde uno de los ventanales de la Casa Rosada, sede del
gobierno, el ministro del Interior, Fortunato Hargundeguy. "Unas pocas viejas
locas", le contestó un oficial.
Desde entonces todos los jueves realizan una caminata (originada cuando las
fuerzas de seguridad les exigieron "circular" por causa del estado de sitio)
alrededor de la pirámide central de la plaza. Han pasado 33 años y las madres
con su profundo dolor, pero con una gran fortaleza, han realizado en ese espacio
público porteño más de 1670 marchas para reclamar justicia.
Su propósito es ver condenados a los represores y responsables de crímenes de
lesa humanidad durante la última dictadura militar argentina, y en esa tarea han
sido persistentes pese a todas las adversidades. No buscan reparación económica
porque en forma categórica consideran que "lo que hay que reparar con justicia
no se puede reparar con plata".
Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación de Madres de Plaza de mayo durante
la entrevista con el director de Cronicón, Fernando Arellano Ortiz en Buenos
Aires (Foto Jeffrey D. Arellano).
Un espíritu recio y combativo
Controvertida, de carácter y directa en sus comentarios, Hebe de Bonafini, la
líder de la Asociación de las Madres de Plaza de Mayo, despliega una gran
energía a sus 82 años de edad, buena parte de los cuales se ha dedicado a la
defensa de los derechos humanos y a generar espacios que posibiliten la
emancipación latinoamericana.
La dictadura y la represión argentina secuestró y desapareció a sus dos hijos:
Raúl y Jorge Bonafini Pastor y esta desgarradora circunstancia le cambió la
vida. Antes de ello, comenta, "yo era una mujer del montón, una ama de casa más.
Yo no sabía muchas cosas. No me interesaban. La cuestión económica, la situación
política de mi país me eran totalmente ajenas, indiferentes. El encuentro y el
ansia compartida con otras madres que sentían igual anhelo que el mío, me han
puesto en un mundo nuevo, me han hecho saber y valorar muchas cosas que no sabía
y que antes no me interesaba saber. Ahora me voy dando cuenta que todas esas
cosas de las que mucha gente todavía no se preocupa son importantísimas, porque
de ellas depende el destino de un país entero; la felicidad o la desgracia de
muchísimas familias".
Asumió una actitud política y personal que a todas luces es controversial, pero
que le ha valido un gran liderazgo. Es una mujer progresista que ha expuesto sus
posiciones políticas en múltiples foros internacionales y que sin pelos en la
lengua le dijo unas cuantas verdades en forma cruda al especulador financiero
húngaro-estadounidense George Soros durante una videoconferencia entre el Foro
de Davos y el Foro Social Mundial en octubre de 2007.
Construyendo desarrollo social
La Asociación de Madres de Plaza de Mayo es un referente en el mundo no solo por
su incansable lucha para que se castigue a los responsables de las torturas y la
desaparición forzada de más de treinta mil argentinos durante los gobiernos de
facto que se dieron entre 1976 y 1983, sino porque como dijera Eduardo Galeano,
es "un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos
de la amnesia obligatoria".
Su trabajo no solo se circunscribe a la defensa de los derechos humanos sino que
contribuye también a generar desarrollo social. A través de la Universidad, la
imprenta, la librería, la emisora de radio, el programa de televisión, el café
literario, la guardería infantil y el programa de construcción de vivienda
social, la Asociación desarrolla una intensa labor de profundo contenido
político, aunque como dice su presidenta, sin tener un partido.
Los pueblos no pueden dejar de luchar
En la Casa de las Madres, localizada en plena Plaza del Congreso en Buenos
Aires, nos atiende Hebe de Bonafini para dialogar con el Observatorio
Sociopolítico Latinoamericano CRONICON.NET sobre el proceso de recuperación de
memoria y reparación de las víctimas de la dictadura argentina.
Es enfática en hacer la diferenciación con otras organizaciones de derechos
humanos. De entrada explica en tono categórico que la Asociación que ella
preside nada tiene que ver con Abuelas de Plaza de Mayo.
"Abuelas de Mayo es otra organización, ellas no van a la Plaza ni usan el
pañuelo, no tenemos el mismo proyecto. Ellas se ocupan de los niños, nosotras en
cambio, socializamos la maternidad y nos ocupamos de todos los desaparecidos",
afirma.
- ¿Cuál es la experiencia de ustedes en el difícil proceso de recobrar
memoria y reparar a las víctimas?
- Nosotros no aceptamos que nadie le ponga precio a la vida de nuestros hijos,
no vendemos la sangre de nuestros hijos, no cobramos reparaciones económicas, no
tenemos trato con ningún militar, sólo queremos que vayan presos. La memoria se
ha cultivado durante 33 años, no se puede empezar hoy, estamos de día y de noche
acá hace 33 años y durante los cuales no hemos faltado un jueves a la Plaza,
tenemos lo que tenemos porque hemos luchado todo este tiempo sin parar. No
queremos saber nada de reparación económica, lo que se tiene que reparar con
justicia no se puede hacer con plata, no damos por muertos a nuestros hijos, no
buscamos cadáveres, no enterramos ni exhumamos cadáveres, nuestros hijos están
desaparecidos, viven con nosotros en la plaza y en donde vamos. Y la memoria
nace a partir del día en que desaparecen ellos, entonces qué puedo decirles yo a
los colombianos que esperaron tantos años para hacer…Cuando a nosotros nos matan
las tres primeras compañeras que se las llevan secuestradas, nadie quería
volver, no había más madres en la plaza y tuvimos que empezar casa por casa, no
podíamos abandonar la lucha pese a que nos pegaban, nos metían presas, nos
quemaban nuestras viviendas, nunca dejamos la plaza a pesar de todo lo que nos
hicieron. Entonces eso es lo que nos hadado el lugar que tenemos hoy.
- Este que relata es un proceso muy interesante de resistencia social…
- Nuestro proceso de resistencia tiene como antecedente el no haber tenido
vínculo con ningún partido político y después no haber creído en el discurso
aquel de que uno tiene que ser bueno, que no tiene que ofender, no, si la
Iglesia fue cómplice por eso nosotros denunciamos a los curas. Nos metimos en la
catedral de Buenos Aires y pusimos los nombres de los obispos y los curas
asesinos, nos subimos al altar y con un megáfono como si fuera una misa,
gritamos los nombres, con todo lo de la Biblia. Todo lo que fue perseguir a los
militares, hacer los juicios, sacarles fotos, cuando van a comer a un lugar
seguirlos, rodear el lugar, insultarlos, hacer que se vayan, ha sido una tarea
titánica. Si vas un jueves a la Plaza de Mayo ves que hay un grupo de madres que
camina por un lado y nosotras por otro, porque ese grupo acepta la reparación
económica, luchan por sus propios hijos y llevan el nombre respectivo en el
pañuelo, nosotros no. Nosotros pensamos que hay miles de hijos que sus madres no
los reclaman, ¿y a ellos quién los reclama?, nosotros, es nuestra
responsabilidad. No solo los reclamamos sino que los reivindicamos como
revolucionarios, como hombres y mujeres que dieron su vida por la patria y eso
es muy fuerte y muy duro que no tiene nada que ver con la reparación económica.
Para los que defienden el sistema capitalista eso es muy fácil porque ellos se
juntan para hacerte pedazos, se juntan con el ejército, se juntan con el Fondo
Monetario Internacional, se juntan con los Gandhi, y cuando nosotros nos
juntamos dicen no, que cada uno se ocupe de su respectivo hijo, cada uno por sí,
cada uno que cobre una reparación económica por el muerto, y por cada uno le
hacemos un monumento o ponen la foto del hijo en algún lugar. ¡No! Nosotros nos
tenemos que juntar para enfrentarlos, para decirles que no nos van a arreglar
con reparación económica, ni con monumentos ni con homenajes póstumos. A mí
quién me dijo que a mis hijos los mataron, quién se hizo cargo, quién los mató.
Mientras no haya responsables no vamos a aceptar nunca que nuestros hijos están
muertos.
- ¿Usted cree que la justicia internacional es un medio para la lucha contra
la impunidad?
- Yo en la justicia internacional no creo porque está dominada por los grandes
países. Si tú vas a una reunión que hacen ellos lo primero que te dicen naciones
como Francia y Estados Unidos es que ningún país del tercer mundo nos va a
juzgar y entonces de entrada ya estás perdido, entonces para que ir a esos foros
internacionales. Yo tengo una experiencia, cuando fuimos a Ginebra, habíamos
llevado dos mil casos, nosotros no sabíamos que era llevar un dossier, no
entendíamos nada, salíamos de la cocina, ir a Ginebra era una cosa impensada y
cuando llegamos alguien dijo que nos podía representar, yo le dije que nosotras
nos representábamos solas, entonces comprendí y así lo dije en una conferencia
de prensa que convoqué, que nuestros hijos eran un número y una carpeta en ese
lugar, que se cambiaban por trigo o por petróleo según lo que pensara cada país.
El presidente del cantón suizo me mandó a llamar y me dijo que había ofendido al
país, y bueno yo le dije que ellos antes me habían ofendido a mí. Yo no creo en
los organismos internacionales, por el contrario, creo en la fuerza y en la
lucha del pueblo que son capaces de conseguir que se juzgue y se condene, lento,
poco o mucho, como sea, pero uno tiene que convertirse en un investigador
privado. Nosotras fuimos las primeras que hicimos el mapa de los 400 campos de
concentración que había en la Argentina. Decían que no, que cómo iba haber 400
campos de concentración, pues los había y lo demostramos haciendo una intensa
labor de investigación, tenemos el archivo más grande de Latinoamérica.
- ¿Usted cree en la resistencia social?
- Sí, sí, gracias a la resistencia nosotros conseguimos todo esto: tenemos una
universidad, una radio, en 33 años no hemos faltado un solo jueves a la plaza,
llueva, truene, sea navidad. Cuando viene navidad es la época en que más tenemos
que estar con nuestros hijos, es el encuentro con ellos.
- ¿Qué opinión le merecen los movimientos civiles que como en Colombia buscan
salidas pacíficas a los conflictos?
- Son movimientos pacifistas y yo no la voy con los movimientos pacifistas. Yo
soy pacífica pero no pacifista.
- ¿Cuál es la diferencia?
- El pacifismo consiste en que no puedes levantar la voz, todo tiene que ser
consensuado. Yo soy pacífica porque no voy a salir a la calle con una
ametralladora a matar a quienes torturaron a mis hijos, porque no quiero
parecerme a ellos. Pero no soy pacifista porque yo digo todo lo que quiero
cantarles, los insulto, los puteo, a la Iglesia, a los curas, a los obispos, yo
no tengo respeto por ellos porque ellos no tuvieron respeto con nosotros.
- ¿El establecimiento de la Argentina es cómplice de la violación de derechos
humanos como lo ha sido en América Latina durante la época de las dictaduras
militares?
- Las dictaduras son cívico-militares, no las hacen los militares solos. Si
ustedes en Colombia no tuvieran ese hijo de mil putas de Presidente que tienen,
no estaría pasando lo que pasa, a veces los civiles son peores que los
militares, lo estamos viendo con Uribe. Y los curas y los obispos, ellos tienen
su culpa que pagar. En Argentina hay curas presos, no todos los que quisiéramos,
pero los hay, a los cuales hay que perseguir y no hay que parar.
- ¿Como ve la irrupción de los llamados gobiernos progresistas que se están
dando en América Latina, es usted optimista?
- Sí soy optimista, a los gobiernos de Chávez en Venezuela, Evo Morales en
Bolivia, Correa en Ecuador, Lula en Brasil los quiero muchísimo, lo mismo que a
nuestra presidenta Cristina Fernández de Kirchner, creo que se avanza muchísimo,
por suerte. Estamos muy contentas con el gobierno que tenemos en Argentina.
- ¿Por qué está contenta con el gobierno de Cristina Fernández?
- Porque logró levantar las leyes de obediencia debida y punto final, comenzamos
con los juicios, hemos sido escuchadas para que los militares vayan a cárceles
comunes y no los tengan en reclusorios del ejército o les den casa por cárcel, y
cada cosa que le pedimos va saliendo. Nosotras podemos ir a la casa de gobierno
todas las veces que queramos, cuando están más las cosas, yo se lo digo y busca
soluciones. Las casas que construimos para los pobres lo hacemos porque el
gobierno pone el dinero y nosotros ponemos el proyecto.
- ¿Para usted hay un nuevo amanecer en América Latina, se enterró "la negra
noche neoliberal" como dice el presidente Rafael Correa?
- Sí, sí, absolutamente está enterrada la noche neoliberal, hay quienes quieren
conservarla y defenderla porque claro, el imperialismo es grande y pisa fuerte
como dice la canción de León Gieco pero los pueblos no pueden dejar de luchar.
Yo hace muchísimos años fui a Colombia, el tema de otras madres en este país, o
en Chile o Guatemala es que empiezan y dejan, se asustan, si las persiguen o las
matan, las amedrentan o hacen un convenio con los gobiernos que van entrando y
les creen, entonces entran en la pacificación, en la reconciliación. Para
nosotros pacificación y conciliación son malas palabras, sin justicia no se
puede hablar de eso.
- ¿Habla de justicia social?
- Social no, de justicia de la otra, de la que debe enviar a la cárcel. Nosotros
no podemos hablar de pacificación, ni de reconciliación, de perdón, menos.
- ¿Cuál es el mensaje para un pueblo sufrido como Colombia?
- Mi mensaje al pueblo colombiano y a los sectores progresistas es que la única
lucha que se pierde es la que se abandona, los colombianos no pueden bajar la
guardia y por eso no hay que abandonar nunca la lucha pese a todas las
adversidades. No podemos entregar la patria por la que tantos colombianos han
ofrendado su vida y para ello es necesario enfrentar el miedo. La presencia de
tropas norteamericanas en las bases militares colombianas es un peligro para
América Latina. Estados Unidos y la derecha colombiana liderada por Uribe Vélez
no aceptan que Latinoamérica se una, por eso se atraviesan a proyectos
integracionistas como UNASUR. A ellos no les conviene la libertad y la
independencia de nuestros pueblos. Un régimen como el de Uribe es peor que una
dictadura militar. Lo que quieren el capitalismo y el imperialismo es que seamos
buenitos, que no insultemos, que no digamos que Estados Unidos es el país más
terrorista que existe en la tierra. No hay que tener miedo de decirle al
asesino, asesino. Si a mi me dice el enemigo que soy terrorista, es que estoy en
el buen camino.
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