Argentina, la
lucha continua....
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Otra víctima de la trata de personas
LA ARENA
El cuerpo muerto por asfixia y salvajemente golpeado de la joven paraguaya
Miriam Flores es un mensaje siniestro. Quien la mató no se propuso ocultar el
cadáver e imposiblitar su hallazgo. Por el contrario, el dólar en la boca, el
cuerpo apenas semitapado con piedras muy cerca de la ruta nacional 152 hablan
muy claro de que el propósito fue propiciar que alguien la encuentre para
amplificar la señal mafiosa.
La joven tenía 25 años y había ejercido la prostitución en Neuquén. Al momento
de morir trabajaba como empleada en un geriátrico y seguramente pensaba que
había logrado zafar de ese mundo con forma de prostíbulo en donde estuvo
confinada tiempo antes.
Lejos de su país, de su familia, de sus afectos, la muerte violenta de esta
joven mujer en pleno desierto patagónico nos habla de un drama que no cesa, que
se empeña en seguir mostrándonos sus lacras. Las chicas involucradas en ese
turbio "negocio" ya están enteradas, ya recibieron ese mensaje sin palabras.
Siguen muriendo mujeres a lo largo y a lo ancho de toda la geografía argentina.
También siguen desapareciendo jovencitas y, a pesar de las denuncias, de las
cadenas en Internet mostrando sus rostros, la inmensa mayoría de ellas no
aparece. Se sabe que muchas han sido sacadas del país a destinos remotos en
donde les aguarda un "empleo" de esclavas sexuales.
Santa Rosa aportó su propio nombre a ese listado ominoso: Andrea López. Hace más
de seis años que se denunció su desaparición y no hay rastros de su paradero o
de su situación. La ausencia de noticias es la peor de las noticias.
La trata de personas es en Argentina un negocio floreciente. Hay funcionarios
políticos, judiciales y policiales implicados en él. Hay zonas liberadas. No es
ciencia ficción; no es una película clase B de las que se ven por televisión
después de medianoche. La realidad de nuestros días en nuestro país es todavía
peor, porque en esos filmes mediocres de origen norteamericano suele haber un
final feliz con el muchachito salvando a la chica de las garras de los malvados.
Aquí, en la vida real de este país sudamericano, ese desenlace optimista es la
excepción.
Es cierto que en los últimos tiempos se ha descubierto y desactivado una
considerable cantidad de locales de donde han rescatado no pocas chicas
confinadas y obligadas a ejercer la prostitución. Es cierto que muchos de los
culpables del funcionamiento de esos oscuros sótanos hoy están en prisión. Pero
también es cierto que todavía falta mucho y que nadie puede alegrarse demasiado
por los pocos pasos que se han dado. En esos operativos caen básicamente los
matones, los "perejiles", los que están más abajo en la "cadena de mandos". En
cambio, los peldaños superiores, los que amparan desde el poder político, desde
la justicia o desde las cúpulas policiales el funcionamiento de este negocio
infame, no han tenido demasiadas bajas.
Hasta que la limpieza no llegue a esos altos sitiales, seguirán apareciendo
chicas muertas al costado de las rutas o desapareciendo jóvenes para alimentar
la máquina infernal de la trata de personas.