Argentina, la
lucha continua....
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1910 Y 2010
Dos "modelos" de sometimiento nacional
Manolo Romano
Los millones que se movilizaron al centro de la Capital en los festejos del
Bicentenario constituyeron un hecho de magnitud que no puede entenderse sin "el
espíritu de época" de la Argentina pos 2001. El resurgir de la reivindicación de
lo "nacional" en amplias masas es un producto del catastrófico fracaso de la
última "gran empresa" de la clase dominante que vendió el peronismo comandado
por Menem, del desengaño con el verso de la "entrada al primer mundo" de la mano
de la "globalización" del capital financiero en los 90. Esto es lo que concluyó
en el hecho político cultural de la fecha histórica de los festejos de los 200
años de "la revolución de Mayo". Sobre ello intenta montarse el discurso oficial
cuando han sido los más grandes pagadores de la deuda externa, los que hablan de
"industria nacional" cuando dos tercios de las principales 500 empresas
pertenecen al capital extranjero y mantienen las privatizaciones de Menem
incluyendo los principales recursos naturales en manos de las multinacionales.
El componente mayoritario de las jornadas de festejo provino de familias del
conurbano bonaerense y de los sectores populares de la Capital que en medio de
la mejoría económica acudieron en trenes y subtes a escuchar a los artistas
populares y a disfrutar del recorrido, un festejo popular mientras importantes
sectores de las clases medias acomodadas llenaron los aeropuertos y las rutas
con el turismo de fin de semana largo.
Sin duda, el núcleo eran familias de asalariados que, en parte, se vienen
expresando como clase en el terreno del reclamo sindical, pero que se
manifiestan diluidos en el "pueblo" sin identidad política independiente.
Visto desde este ángulo, en cierta medida, quedó atrás el momento de escisión y
rechazo a la política que se expresó en el "que se vayan todos". Amplios
sectores de masas compartieron con los políticos oficiales los festejos, en un
marco de cierto conformismo social producto de un auge coyuntural del consumo
que alimenta la idea de una mejora de las condiciones de vida en forma
evolutiva. Pero de ninguna manera es el respaldo al partido de gobierno, como
quieren mostrar interesadamente algunos analistas oficiales. O que permita la
comparación de estas manifestaciones con las también masivas concentraciones en
1983, cuando la salida precipitada de los militares fue canalizada por el
bipartidismo peronista-radical con la afiliación de millones a las viejas
estructuras. Una cosa es cierta afinidad de valores comunes como "derechos
humanos", "inclusión social", "diversidad y respetos a las minorías" que forman
parte del arsenal del discurso del kirchnerismo; y otra es la formación de un
movimiento político que tiene que compatibilizar esa "ideología" con un aparato
impresentable de burócratas sindicales e intendentes y punteros que el gobierno
trató de mantener tras las bambalinas de los festejos.
1910 y 2010
Sin duda, el gobierno capitalizó en lo inmediato el centro de la escena nacional
después de la fragmentación de la oposición patronal que, hace dos años, en el
25 de mayo de 2008, se aglutinaba en el Monumento a la Bandera en Rosario detrás
de la Mesa de Enlace agraria arrastrando a sectores medios acomodados, mientras
Cristina trasladaba los festejos oficiales a la provincia de Salta. Esta vez,
los Kirchner sacaron partido de la disputa de escenarios con la reapertura del
Teatro Colón encabezada por Macri, que contó con la presencia del vice Cobos
junto a la farándula derechista y una pléyade de los más notorios periodistas
del Grupo Clarín y la oposición mediática, y del Tedeum del reaccionario
Cardenal Bergoglio en la Catedral. Ambos eventos le sirvieron a los fines de
polarizar convenientemente entre "dos modelos", el del país oligárquico del
Centenario de 1910 y el llamado "modelo de inclusión". "Estamos mejor que hace
100 años" dijo la presidenta en su discurso, cuando "era un delito la actividad
sindical, no podíamos elegir libre y democráticamente a nuestros
representantes". En primer lugar hay que decir que si la clase trabajadora
analiza su condición históricamente, "estamos mejor que hace 100 años" pero peor
que en el año 75. Después de años de crecimiento bajo el "modelo de inclusión"
el salario real promedio no logró recuperar el nivel salarial anterior a la
dictadura, actualmente está aún por debajo de los años ‘90 de Menem y Cavallo, y
apenas llegando a los niveles previos a la devaluación. Y en segundo lugar que
los "derechos sindicales" que reivindica la presidenta para la actualidad son
para menos de un tercio de la clase trabajadora que tiene "el privilegio" de
estar "incluida" en las paritarias, con la mayoria excluida ya sea por el empleo
en negro, por estar fuera de los convenios colectivos o directamente en el
desempleo, mientras se les sigue negando el reconocimiento a nuevos sindicatos
antiburocráticos como el del subte.
En tanto, desde las imágenes proyectadas en el frente del Teatro Colón por el
gobierno de Macri se reivindicó su inauguración en 1908 como la de "un país
admirado y admirable" de la misma manera que las grandes concentraciones del
2008 convocadas por las patronales sojeras exaltaban "el país agroexportador de
nuestros abuelos" y por la misma época Alfredo De Angeli sostenía descaradamente
la liberación total de las exportaciones aunque en la Argentina se deba pagar
"el lomo a 80 pesos". Aunque el gobierno se "anotó un punto" en esta "batalla
cultural" del Bicentenario, la división de la clase dominante entre dos
"modelos" de sometimiento al imperialismo continúa y tendrá nuevas
manifestaciones.
2001 y 2011
En el operativo del gobierno hay, al mismo tiempo, un objetivo táctico y una
necesidad estratégica. El primero es el de llegar al 2011 buscando la reelección
de los Kirchner obteniendo el 40% de los votos en primera vuelta. Para ello,
polarizan con la derecha tratando de ocupar todo el espacio desde el peronismo
hasta la centroizquierda. Lo segundo es tratar de completar el ciclo de desvío
de las jornadas revolucionarias del 2001 con una reconstrucción del Estado,
legitimándolo como instrumento de un pacto social entre "el capital y el
trabajo". Pero la ausencia planificada de Cristina como Comandante en Jefe de
las Fuerzas Armadas en el desfile militar del 22, muestra la contradicción del
"gobierno de los derechos humanos" para "reconciliar" a las masas con el pilar
fundamental del Estado protagonista del genocidio y la derrota en Malvinas (ver
nota). Y por otra parte, la perspectiva del país en la crisis capitalista
internacional esta lejos de poder garantizar una conciliación estable entre las
clases.
Ya el oligárquico diario La Nación que reivindica el "país del Centenario" en su
editorial del 26 de mayo advierte en torno al nuevo escenario de la pulseada
entre salarios y precios que abrió la paritaria del gremio de la alimentación
que elevó el piso del reclamo al 35% de aumento. "Este deslizamiento es el
resultado del poder de negociación de un gremio que expuso agresividad en la
ocupación reciente de plantas industriales y que tuvo dificultades para moderar
a representaciones de fábricas que apelaron a acciones cuasi revolucionarias.
Recuérdese el caso de la empresa Kraft". El diario de los Mitre ya está pidiendo
nuevas "leyes de residencia". Los Pagani de Arcor lanzaron el despido de
activistas en la planta de Córdoba que fue vanguardia de la huelga de la
alimentación para evitar que surjan allí nuevas organizaciones antiburocráticas
como en Kraft. "Como pudimos reconstruir el Colón, podemos reconstruir ese país"
del Centenario dijo Rodríguez Larreta del PRO, donde no dudaron en reducir la
planta de trabajadores y atacar sus conquistas.
Más allá de los cantos de sirena del "pacto social" del gobierno tenemos que
prepararnos para la perspectiva de escenarios convulsivos y enfrentamientos
entre las clases, con una política independiente de todas las fracciones
capitalistas. En estos 200 años la burguesía nativa ha demostrado ser una clase
antinacional, la tarea de romper con la dependencia y el sometimiento al
imperialismo será de la clase trabajadora en su propio gobierno encabezando la
alianza con el conjunto de los explotados y oprimidos.