Argentina, la
lucha continua....
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Un mes de conflicto
contra las multinacionales de la alimentación
Arcor, la receta de los Pagani
Lucho Aguilar
La Verdad Obrera
Luis Pagani disfruta tanto sus billetes como sus diplomas, pero el último que
recibió es el que más valora. Fue hace pocos meses, cuando fue aceptado como
integrante de la Academia Nacional de Ciencias de la Empresa. Su amigo Daniel
Funes de Rioja hizo de presentador. Pagani pudo acceder entonces a ese hermético
círculo que distingue a las patronales más rancias. La coqueta Amalita Fortabat
y el sanguinario Arturo Acevedo (Acindar), se codean allí con funcionarios de
las últimas dictaduras, como Eduardo Roca o el bigadier Edgardo Stahl.
Una injusticia que hayan tardado tanto en reconocer la estirpe de un Pagani.
Las ideas de la Mediterránea
"Sabemos que, aunque pequeña, nuestra contribución puede ser valiosa,
especialmente en momentos en que nuestros gobernantes están empeñados en sentar
las bases de un nuevo proyecto nacional". Las palabras de Domingo Cavallo no
podían ser mejor recibidas por las autoridades militares, aquel invierno de
1977. Era el lanzamiento de la Fundación Mediterránea, con la que los Pagani y
otros grupos económicos buscaban influir en el proyecto instalado por la
dictadura, y ubicar cuadros en puestos de gobierno. Cavallo acababa de llegar
desde EE.UU., donde también había estudiado Luis Pagani, y no tardó en escalar
posiciones en el régimen.
Gracias a las geniales ideas de la Mediterránea, Cavallo llegó a titular del
Banco Central. A los Pagani también les fue espectacular: con el régimen de
promoción industrial y otros favores, pasaron de tener 5 empresas en 1973, a
tener 20 en 1983, triplicando su facturación.
Arcor había entendido aquella máxima del secretario de Comercio Exterior de
Martínez de Hoz: "da lo mismo fabricar acero que caramelos".
Los trabajadores de la alimentación, mientras tanto, sufrían la persecución, la
caída del salario real y decenas de desaparecidos.
Casi un miembro de la familia
Tamaña inversión de plata e ideas siguió dando frutos a los Pagani. El Cavallo
canciller nombró a Luis Pagani como cónsul en Finlandia. Ya como ministro de
Economía, Mingo fue al grano y aumentó los aranceles a la importación de
chocolates. Enseguida llegó la flexibilización en el gremio firmada por Daer en
1994.
La ayuda del Estado y la burocracia venían a coronar la fenomenal ventaja que
les brinda a los Pagani la productividad del campo argentino: los costos más
bajos a nivel mundial para producir el maíz y el azúcar le permitieron
convertirse en el mayor productor de caramelos del mundo, absorbiendo empresas
extranjeras (Danone) y abriendo plantas en otros países.
Así terminaban los 90 como uno de los mayores ganadores: casi 200 mil hectáreas
de campos, 40 mil cabezas de ganado, más de 30 plantas en Argentina y el mundo.
Con Kirchner también
Mientras en el 2001 la clase obrera era golpeada por la desocupación, Arcor
festejaba su 50º aniversario con un brindis en Chicago (EE.UU.). Es que jamás
pensaron pagar los costos de la crisis. Todo lo contrario, con la devaluación y
la pesificación de sus deudas, el grupo era favorecido por el gobierno de
Duhalde.
El nuevo esquema económico brindaba una dulce oportunidad a los Pagani, que
junto a lo más granado de los grupos capitalistas locales y las grandes
multinacionales pusieron en pie la AEA (Asociación Empresaria Argentina),
continuadora del golpista Consejo Empresario.
Como presidente de AEA, Pagani se entrevistó con el flamante presidente Néstor
Kirchner. "La reunión fue satisfactoria", titulaba el dueño de Arcor. Y vaya si
lo fue. Con el cuento de la ‘reconstrucción de la burguesía nacional’ de los
Kirchner, los Pagani no pararon de ganar plata: el último balance les dio
ganancias por 350 millones de pesos.
Será por eso que, en el último almuerzo de Cristina con los empresarios, Luis
Pagani estuvo en primera fila. "El Estado es su mejor socio" le endulzó los
oídos la Presidenta. "Chocolate por la noticia", habrá pensado el gerente de
Arcor.
Pero también en los últimos años, Arcor debió enfrentar la rebelión de los
trabajadores de varias de sus plantas, con un activismo que en muchas ocasiones
supera a los viejos dirigentes de la Federación y el Sindicato de la
Alimentación, que durante décadas han sido cómplices de la empresa.
Quizás por eso el jefe del grupo no pudo ocultar su pensamiento tras los cortes
de los obreros de Kraft, los estudiantes y desocupados, en 2009: "en Capital
Federal reina la anarquía por los cortes y piquetes que afectan la
productividad".
Es que la lucha de clases, como se mostró el año pasado en Terrabusi y asomó en
varias fábricas durante esta paritaria, pone las cosas a flor de piel. Como
aquella pintada que apareció frente a una de las plantas cordobesas: "Pagani
nazi, aumento o se pudre, basta de salarios de esclavo".
Fuentes:
-La Verdad Obrera
-El Cronista
-www.arcor.com.ar
-Schorr, Martín. Trayectorias empresarias diferenciales durante la
desindustrialización.
-Arcor: el ingrediente secreto, Verónica Baudino, en El Aromo.