Argentina, la
lucha continua....
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El caso de Roberto Martino, preso político por luchar contra el sionismo
Carlos Aznárez
Resumen Latinoamericano
Quiero contar en este escrito la historia de un hombre íntegro. Se llama Roberto
Martino y es un luchador popular argentino. Un veterano rebelde que jamás dejó
de ser amigo de las causas justas, de aquí, pero también de cualquiera de los
sitios donde los alacranes de la muerte intentan atemorizar a los más débiles.
Martino es un compañero sin dobleces, lo llamo así, porque lo conozco desde hace
mucho tiempo, sé de su coraje cívico y también de su comportamiento solidario
con los de abajo, con los más golpeados por la miseria. Pero además, este hombre
que hoy está entre rejas, es un internacionalista, definición maravillosa si las
hay, que significa que existen hombres y mujeres, que además de sufrir y
guerrear por lo que pasa en su vecindad o en su territorio, también ponen en
riesgo su libertad y a veces hasta su vida, por defender a otros pueblos, tan
golpeados como los que habitualmente conocemos de cerca.
Ustedes se preguntarán por qué razón Martino está preso actualmente en la cárcel
bonaerense de Marcos Paz. Es muy sencillo explicarlo. No es sorpresa para nadie,
que vivimos en un país donde el sionismo tiene tanta o más influencia que
algunos políticos, jueces o gobernantes y hasta que ciertas instituciones que
deberían ser imparciales a la hora de tratar ciertos temas de justicia, o de
sentido común.
Hace un tiempo, Martino sintió estremecer su cuerpo y yo diría que hasta su
alma, y no era para menos: los aviones israelíes habían bombardeado –otra vez-
al pueblo palestino, allá en la Gaza irredenta. Las imágenes habían logrado
romper el muro de silencio que habitualmente se teje para ocultar el holocausto
producido por ese Estado Terrorista llamado Israel, y cientos de cadáveres de
niños, mujeres, hombres, ancianos, aparecían brutalmente destrozados, quemados
por el napalm, mostrando al mundo hasta donde puede llegar la locura demencial
de un proyecto imperialista. Frente a ese panorama, y también ante el silencio
cómplice internacional y el mirar a un costado de otros que se someten a diario
al poder económico del sionismo, Martino y sus compañeros, salieron a la calle.
Muchos lo hicimos, gritando nuestra indignación y rabia ante tanta impunidad
para asesinar.
Esa protesta, que debería ser masiva para de alguna manera proteger la salud de
nuestras atribuladas sociedades, en este país se castiga con la cárcel. Se
montan juicios, se plantan pruebas falsas, se atemoriza, se acorrala
mediáticamente, y por último se manda a prisión a quienes se animan a levantar
su voz contra la barbarie.
Martino, sin dudas, es un preso político, pero además constituye, como
recientemente ocurriera con el vasco Ruben Saboulard, de las Asambleas del
Pueblo, o con Juan Beica, de Convergencia Socialista, el ejemplo de una política
de persecución implacable sobre las ideas y la libertad de opinión.
Por obra y gracia de la presión sionista, insisto, y como consecuencia de la
política reaccionaria del actual gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y de la
debilidad vergonzosa de muchos funcionarios nacionales que se dicen
progresistas, Martino y los otros dos luchadores populares (no son los únicos
porque por estos días también se juzga a militantes de Quebracho por reivindicar
al maestro asesinado Fuetealba), han sido acusados de ¡¡nazis!!. Justamente
ellos que se definen como socialistas, anticapitalistas, antiimperialistas.
Parece una provocación, pero no es para tomarla en broma, ya que detrás de
semejante exabrupto hay una estrategia de criminalización de todo aquel que
levante la voz contra lo que no es justo.
En el caso de Beica, fue condenado a seis meses de prisión en un juicio
realmente esperpéntico, y en lo que respecta a Martino, ha sido perseguido
durante varios meses, y enviado a la cárcel a la espera de ser juzgado, después
de que fuera detenido en un allanamiento nocturno. Saboulard, que ejerció una
autodefensa memorable, evocando a los judíos revolucionarios del Gueto de
Varsovia, contraponiéndolos a los sionistas actuales, asesinos de miles de
palestinos, fue absuelto, pero como lo tienen en la mira ya le han armado otra
celada judicial. Así andamos, por estos días del Bicentenario. Qué dirían Moreno
y Castelli de estos comportamientos fascistoides.
Por todo lo expuesto, surge la necesidad de no dejar solo a Martino y al resto
de compañeros judicializados, con esa nueva figura denominada "prepotencia
ideológica". Parece un chiste, ya que en su nombre se ejerce la prepotencia
contra los que luchan, precisamente, por una ideología de cambio revolucionario,
que termine con estos comportamientos tan injustos por parte del poder.
Es necesario que denunciemos este estado de indefensión generado por políticas
que buscan hacernos agachar la cabeza y no opinar sobre el Terrorismo de Estado
que lleva adelante el gobierno sionista contra la Nación Palestina. Justamente
en un país como el nuestro, donde 30.000 hermanos y hermanas, ofrendaron su vida
en defensa de una sociedad más igualitaria y en la que procederes como los de
Roberto Martino, eran valorados como ejemplares. Ojalá muy pronto podamos ganar,
con nuestra lucha, ese espacio necesario donde la rebeldía y la dignidad no sean
tipificadas como un delito, sino como la expresión más sana de una sociedad que
no se doblega.