Argentina, la
lucha continua....
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Malparida
Miguel Espinaco y Lorena Fortonani
Convengamos que el adjetivo malparida ya estaba pasado de moda.
No es que no se escuchara por ahí de vez en cuando, pero está claro que había
sido relegado a los suburbios del idioma, condenado a ser palabra de museo hasta
que ahora algún guionista ocurrente lo saca del arcón y lo vuelve a la vida, al
uso cotidiano.
No es, claro, la única palabra que ha sido relegada: otra que también fue
expulsada hasta los bordes de la comprensión es internacionalismo. Vale la pena
mencionarla ahora que estamos cerquita del primero de mayo para acordarse de que
alguna vez la palabra tradujo una idea que sonaba natural y vale la pena también
mencionarla porque conviene que esas dos palabras viejas se encuentren acá, en
esta nota en que se habla de viejos engaños para negocios novedosos.
La lectura del tan esperado fallo de la Corte de la Haya vino a contar algo que
todos sospechábamos: apenas un reto para cubrir las apariencias y después un
montón de fojas para decir que Botnia sigue, que no importa que haya tanta gente
en contra, que no se probó que contamine y que entonces habrá que esperar que se
mueran unos cuantos para llevarle las pruebas a sus señorías.
Está claro que hoy por hoy, después del fallo, tanto al gobierno argentino como
al uruguayo sólo los desvelan sus ansias por desactivar el bloqueo del puente
para retomar la ansiada "normalidad" que demanda el clima de negocios.
Aclaremos, por si hace falta, que las comillas en normalidad pretenden subrayar
que no les importa para nada que se trate de una normalidad contaminada.
Lo cierto es que el fallo de La Haya será convertido por ambas partes en una
biblia a la que se debe acatamiento y en ese sentido el fallo constituye un hito
en la lucha, un triunfo de Botnia y de todos sus voceros en contra de la
legítima protesta del pueblo ribereño.
Sin embargo, la cuestión podría precisarse diciendo que el verdadero triunfo de
Botnia ya fue antes, fue cuando lograron que esta supuesta institucionalidad
internacional se convirtiera en un hito, fue cuanto consiguieron que el asunto
apareciera como un enfrentamiento, como una disputa entre naciones pasible de
ser resuelta con el arbitraje del tribunal internacional, fue cuando lograron
instalar el día del fallo como el día "d".
Digamos que es necesario buscar ese punto en el que esta impresionante lucha fue
mal parida, el momento en que fue guiada a esperar las palabras en francés de
estos señores con la esperanza de que nos dieran la razón, el momento en que los
opuestos en lucha fueron corporizados en la figura de dos Estados en batalla
diplomática, como si fuera cierto que uno de ellos es la capital del capital y
el otro, el reino de la defensa del medio ambiente.
La historia
Fue el presidente uruguayo Jorge Batlle el que negoció en 2002 con la española
ENCE y con la finlandesa Botnia, la instalación de dos grandes plantas de
celulosa y fue el mismísimo pueblo de la ribera uruguaya del río el que inició
las protestas.
Encabezadas por la coalición de izquierda Frente Amplio, por la central sindical
uruguaya, por la Convención Nacional de Trabajadores (PIT-CNT), por la
Organización Ambiental Grupo Guayubira y por Greenpeace, arrancaron las
denuncias y las movilizaciones que nos hicieron enterar a todos de los riesgos
potenciales que traían las papeleras.
Enterados del asunto, del lado argentino se sumaron a los reclamos que venían
realizando los uruguayos y en una reunión realizada el 24 de setiembre de 2003,
firman conjuntamente la Declaración de Gualeguaychú, en donde
ratificaban la más absoluta oposición a la instalación de una planta de
celulosa, e instaban a todos los municipios y comunas argentinas y uruguayas, a
entidades intermedias gubernamentales y no gubernamentales, afectadas directa o
mediatamente, a que se convoquen y movilicen con el objeto de difundir la
problemática planteada.
Unos días después, el gobierno uruguayo todavía en manos Jorge Batlle,
autorizaba a la española Ence a instalar la planta de producción de celulosa en
Fray Bentos y la medida era respondida con la primera movilización sobre el
puente internacional, que convocó a 1500 personas. Desde ese momento se
involucran otros sectores sociales y se empieza a difundir la problemática.
El 31 de octubre de 2004, Tabaré Vázquez gana las elecciones y anuncia que
seguirá adelante con la construcción de las plantas, obligando a que sectores
del Frente Amplio y la central sindical de PIT-CNT, tuvieran que hacer algunos
malabares para ajustar su posición a la nueva doctrina oficial.
El alineamiento, las excusas del tipo "habrá más trabajo y desarrollo" y el
poder de fuego de las grandes empresas para comprar "estómagos y conciencias"
lograron el giro que pudo empezar a verse en marzo de 2005, cuando se
movilizaron unos 6000 uruguayos a favor de las plantas, bajo el lema: "en
defensa del trabajo, el Uruguay productivo y la soberanía nacional". El
sindicato de la construcción de Fray Bentos encabezó la movilización y el
intendente de la ciudad fronteriza uruguaya declaró asueto administrativo, lo
que impulsó la asistencia a la marcha.
Unos días después, el 30 de abril se produce el histórico abrazo del Puente.
Argentinos y uruguayos se reunieron en el puente internacional General San
Martín para denunciar los riesgos de contaminación de las plantas, y se dice que
fueron unas 40.000 personas. Desde ese momento se lanza la Asamblea Ciudadana
Ambiental de Gualeguaychú, que desarrolla una acción permanente y masiva de
oposición a la instalación de ambas plantas.
Los lados del río
El problema se volvía una cosa seria y por eso apareció la diplomacia.
Los presidentes de ambos países, acuerdan crear una Comisión Binacional para
analizar el impacto ambiental de las pasteras. La misma debía obtener resultados
en un plazo de 180 días pero fracasa, ya que resulta imposible obtener un
dictamen único.
El 23 de agosto de 2005 el presidente Néstor Kirchner recibe a vecinos de
Gualeguaychú que se oponen a la construcción de las fábricas en Fray Bentos y el
tema es convertido por el gobierno en "cuestión nacional" ("Lucha por el
medio ambiente" – Presidencia de la Nación Argentina).
El bloqueo del paso de vehículos hacia Uruguay como forma de protesta se
convierte por esos días en sistemático. La medida, que había comenzado
años atrás como una forma de impedir el paso de camiones con materiales para la
construcción de las plantas, se convierte en el eje de las protestas y al corte
sobre el puente hacia Fray Bentos, se suman vecinos de los otros dos pasos
fronterizos y dura 45 días.
En Marzo, Tabaré y Kirchner se reúnen Chile buscando una salida negociada al
conflicto y acuerdan un plazo de 90 días, durante los cuales Botnia y Ence
deberían suspender las obras y debían levantarse los cortes, pero el acuerdo
fracasa y entonces Uruguay recurre al Tribunal Arbitral del Mercosur para que
decida si Argentina violó los acuerdos de libre circulación dentro del bloque al
permitir el bloqueo de pasos fronterizos y para que establezca cuales son las
medidas futuras que debiera adoptar frente a nuevos cortes y ahí nomás, la
Argentina demanda a Uruguay ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya
por violación del Estatuto del Río Uruguay.
En mayo de 2006, ante más de 30.000 personas y en presencia de gobernadores de
todo el país, Kirchner criticó a Uruguay y sostuvo que "no es una cuestión
que atañe sólo a Entre Ríos o a Gualeguaychú. Es una cuestión ambiental que
atañe a todo el país" ("Kirchner criticó a Uruguay y defendió las
papeleras nacionales" – La Nación 05/05/06).
Lo que había comenzado como una lucha de pueblos contaminados contra empresas
contaminantes, lo que había sido resistencia de gente de carne y hueso contra
voracidad de capital que ante nada se detiene en pos de la ganancia, se estaba
convirtiendo en lucha territorial, en disputa de países con mucho de parodia,
porque ciertamente resulta insostenible suponer al gobierno de Kirchner como
defensor del medio ambiente, es indisimulable por ejemplo que las papeleras
argentinas contaminan como si tal cosa, que la tierra y que los bosques
naturales son entregados al reino de la soja, que las mineras siguen montando
sus proyectos que envenenan el agua y el aire. "Dejensé de joder, me sale
decir… con qué cara Kirchner que involucra a su gendarmería para desalojar
comunidades enteras en Chubut, Río Negro, Neuquén viene a actuar que comparte el
sentimiento con la asamblea de Gualeguaychú" (La duda que beneficia a
Botnia – MdH 26/07/06) escribíamos por esos días en nuestra revista.
A partir de allí, las concesiones se combinan con los avances, pero ya toda la
disputa queda públicamente instalada como un conflicto entre Uruguay y
Argentina, en una disputa entre los lados del río, y eso a pesar de los
asambleístas que intentaron mantener la unidad de los pueblos, simbolizada en
las dos banderas que acompañaban los actos.
El giro del Frente Amplio uruguayo que había pasado de la oposición desde el
llano a la gerenciación del proyecto desde el oficialismo había hecho su aporte
para que la lucha se definiera así, y la capacidad de subsumir proyectos
progresistas para reconvertirlos en políticamente correctos - o sea en
sostenedores de las necesidades del capital - que ha demostrado el
kirchnerismo en estos años, había contribuido con lo suyo.
Entonces, la Corte Internacional de Justicia de La Haya muestra su primera carta
y rechaza en forma casi unánime (14 votos contra uno) el pedido de Argentina de
detener en forma provisoria la construcción de las plantas de celulosa en
Uruguay, al considerar que no existía una amenaza "urgente" o de "daño
irreparable" para el río, y el Banco Mundial autoriza el préstamo de US$ 170
millones para que la empresa complete las obras en Fray Bentos.
Pero también – decíamos - hay algunas concesiones y gestos apuntados a resolver
el conflicto, y por eso la compañía española Ence anuncia que interrumpe las
obras en Fray Bentos para reinstalar la planta en Paraje Pereyra, en el
departamento de Colonia y aparece en escena el rey Juan Carlos de España, que
acepta "facilitar" una salida al conflicto argentino-uruguayo. Todo eso
con el telón de fondo de los cortes que se redoblan, que comienzan a ser por
tiempo indeterminado en Gualeguaychú mientras se suman los cortes intermitentes
en Colón y Concordia y las protestas en Capital Federal frente a Buquebus y la
embajada de Finlandia.
Hacia fines de 2007, en la XVII Cumbre Iberoamericana que se realizó en
Santiago de Chile, los presidentes de ambos países, con la presencia del rey
de España intentan alcanzar un acuerdo, pero las negociaciones de nuevo
fracasan. Esa misma noche el presidente Tabaré Vázquez ordena la puesta en
funcionamiento de la planta de Botnia.
El presente
El tiempo pasó con un corte institucionalizado, ya parte del paisaje. De
vez en cuando, Gualeguaychú era noticia cada vez que aparecía algún informe de
un monitoreo o una mancha en el río o algún intoxicado. Nada más que eso.
También se integraron a la rutina informativa las negativas de Uruguay que no
responde a los exhortos y a los pedidos de información de los jueces argentinos
y las audiencias en las que Argentina presenta resultados de pruebas ambientales
para demostrar que la pastera produce recurrentes episodios de contaminación y
compromete seriamente el ecosistema del río Uruguay y la insistencia de Uruguay
en que está todo bien y que la fábrica cumple los estándares ambientales
internacionales.
Y claro, el Gobierno argentino que empieza a decir más claramente que los cortes
de ruta en Entre Ríos "no contribuyen en nada con el objetivo de los
asambleístas" y que presiona para conseguir "un cambio en los métodos de
protesta", que mientras deja correr en Gualeguaychú, impide los cortes en
los otros puentes. ("Los ambientalistas siguen en estado de asamblea" Crítica
Digital – 17/01/09).
Los encuentros entre Mújica y Cristina Kirchner sólo sirven, en ese marco, para
que ambos prometan respetar y cumplir la decisión de la Corte Internacional.
Finalmente, hace unos días, la Corte Internacional dicta el fallo definitivo y
se pronuncia sobre la demanda interpuesta por Argentina. La corte reconoció que
Uruguay incumplió el Estatuto del Rió Uruguay al autorizar la construcción de
las papeleras sin acordar previamente con la Argentina, pero por otro lado,
sostuvo que Argentina no presentó las pruebas suficientes sobre la eventual
contaminación de la planta de celulosa, e insto a las partes a 'una
utilización racional y óptima' del río Uruguay por los medios de cooperación
constituidos por la Comisión Administradora del Río Uruguay.
Las últimas noticias, hablan de que el "debate" viene ahora por el lado de si
Mujica pide o no perdón y por si nos vamos a poner de acuerdo en la CARU para
controlar la contaminación y en cosas así – seguramente – se reformulará
el asunto para que pueda seguir siendo presentado como una divergencia
internacional, como una disputa entre gobiernos que si uno los mira de cerca,
opinan casi lo mismo.
2002
El presidente uruguayo Jorge Batlle, negocia con la española ENCE y la finlandesa Botnia, la instalación de dos grandes plantas de celulosa.
2003
Uruguayos y argentinos se reúnen la Declaración de Gualeguaychú, ratificando la más absoluta oposición a la instalación de las plantas. El 14 de octubre hacen la primer marcha a la que asisten unas 1500 personas
2004
Tabaré Vásquez gana las elecciones presidenciales y anuncia que seguirá adelante con la instalación. Sectores del Frente Amplio y la central sindical de PIT-CNT se pasan su vereda para sintonizar con Tabaré.
2005
Los sindicatos y el gobierno, logran hacer en Fray Bentos la primera movilización en apoyo a las pasteras. La respuesta es el primer abrazo al puente, que convocó a 40.000 personas. Nace la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú. Comienzan los bloqueos a los puentes como acciones sistemáticas.
2006
Hay 45 días de cortes en los puentes. Kirchner hace un acto en Gualeguaychú y declara el tema cuestión nacional. Ence sale de escena porque deciden relocalizarla. Se intenta una especie de tregua pero fracasa y comienzan las acusaciones cruzadas ante La Haya, que deniega ordenar la suspensión de las obras.
2007
La Corte de la Haya se niega a intervenir respecto a las denuncias por los cortes que hace el gobierno uruguayo. Se crea en la ciudad uruguaya de Nueva Palmira, la Asamblea Regional Ambiental del Río Uruguay para coordinar acciones contra la construcción de la papelera. Hay un intento de mediación del rey Juan Carlos, pero Tabaré autoriza la puesta en marcha de Botnia y la crisis se profundiza
2008
Mientras el puente se mantiene cortado, se conoce el primer informe de Botnia, que sostiene que el aire de Gualeguaychú no sufrió ningún impacto de gases contaminantes por la producción de celulosa.
2009
El gobierno argentino llama constantemente a terminar los cortes de ruta, ya que – dice - "no contribuyen en nada con el objetivo de los asambleístas". Comienzan las audiencias en el Tribunal Internacional de la Haya. Uruguay insiste que la fábrica cumple los estándares ambientales internacionales, mientras acusa al gobierno argentino de haber "consentido" los cortes de ruta
2010
José Mújica se reúne con Cristina Kirchner para dialogar sobre Botnia, y sobre el bloqueo de los pasos fronterizos, y acuerdan crear una comisión negociadora. Se reúnen otra vez y se comprometen a respetar y cumplir la decisión de la Corte Internacional. La Corte de La Haya dicta el fallo que reta al gobierno uruguayo por no haber avisado y concluye que no ha sido probado el riesgo de contaminación.
Otros reportajes sobre las papeleras en nuestra revista
23/02/06