El Plan de Operaciones o la lucha por el poder del Estado
Mario Hernández
Tengo fe, dijo Moreno, suavemente, la cara que fosforecía.
Creo en Dios, Agrelo: usted no. Pacto con el Diablo: ¿usted no?
La revolución es un sueño eterno, Andrés Rivera
"Cuando está en juego la salud de la patria, no se debe caer en
consideraciones sobre lo justo y lo injusto, tampoco sobre lo
piadoso, ni lo cruel, ni lo laudable, ni lo ignominioso;
posponiendo todo otro respeto, comprometerse con aquel
partido que le salve la vida y le mantenga la libertad"
Maquiavelo
¡Viva mi Patria, aunque yo perezca!
Mariano Moreno
A manera de prólogo
Se puede estudiar la historia de las ideas políticas con el método más
tradicional como una historia de los llamados "textos clásicos", o bien
enfocando la matriz social e intelectual más general, a partir de la cual
surgieron las obras, analizando los acontecimientos más pertinentes de la
sociedad en la cual y para la cual se escribieron originalmente. La propia vida
política plantea los principales problemas al teórico de la política al hacer
que cierta gama de asuntos parezcan problemáticos y que una correspondiente gama
de cuestiones se conviertan en los principales temas del debate.
La adopción de este enfoque también puede ayudarnos a iluminar algunas de las
conexiones entre la teoría política y la práctica, estableciendo vínculos más
íntimos entre las teorías políticas y la vida política.
Para ver el Plan de Operaciones como un texto que responde a preguntas
específicas necesitamos saber algo sobre la sociedad en que fue escrito, de lo
contrario, corremos el riesgo de un enfoque textualista.
Ver no sólo los argumentos que estaba presentando, sino también las preguntas
que estaba enfocando y tratando de resolver. No podemos esperar este nivel de
entendimiento si sólo estudiamos los propios textos. Para verlos como respuestas
a preguntas específicas necesitamos saber algo de la sociedad en que fueron
escritos. (Skinner, 1978)
Comprender qué cuestiones está enfocando un escritor y qué está haciendo con los
conceptos de que dispone es equivalente a comprender algunas de sus intenciones
al escribir.
Un poco de historia
Mariano Moreno tenía 31 años en mayo de 1810. Había nacido en Buenos Aires. Hijo
de un hogar austero y religioso, tuvo desde niño -dice su hermano y biógrafo
Manuel- "la pasión dominante de la lectura y rehuía la ocasión de distraerse con
otros jóvenes". Fue a Charcas para ordenarse como sacerdote pero no se hizo
eclesiástico sino abogado.
En sus carpetas de la época de estudiante (1799-1805), encontramos el Discurso
sobre si el restablecimiento de las ciencias y las artes han contribuido al
engrandecimiento de las costumbres, reflexiones sobre el papel de la religión en
la sociedad humana y un cuaderno sobre la Revolución Francesa.
En el trabajo titulado Religión, analiza los puntos de vista de Pascal,
Maquiavelo, Washington, D'Alambert, Montesquieu, Bayle y Rousseau, quien fuera
su mayor influencia intelectual.
De regreso en Buenos Aires consagró su energía y laboriosidad a su bufete
profesional, el más renombrado de la ciudad. El 25 estuvo ausente y entretenido
en la casa de un amigo. Propuesto como secretario de la Primera Junta tampoco
quiso admitir el cargo e hizo "una protesta ante la Audiencia por acto violento
en su nombramiento", dirá Pueyrredón años más tarde.
El Plan de Operaciones
La Junta en votación secreta le encomienda el 18 de julio el Plano de
Operaciones que el gobierno provisional de las Provincias Unidas del Río de la
Plata debe poner en práctica para consolidar la grande obra de nuestra libertad
e independencia.
¿Cuál era su contenido?
El primer capítulo está destinado a instaurar el "terrorismo". Recomienda
observar "la conducta más cruel y sanguinaria con los enemigos de la causa ...
la menor simeprueba de hechos, palabras, etc., contra la causa debe castigarse
con la pena capital, principalmente si se trata de sujetos de talento, riqueza,
carácter y alguna opinión".
Se completa el terrorismo montando en la Banda Oriental una oficina de "seis u
ocho personas de nuestra entera satisfacción que escriban cartas anónimas,
fingiendo o suplantando nombres ... para sembrar la discordia y el desconcierto
... cuidándose de indisponer los ánimos del populacho contra los sujetos de más
carácter y caudales pertenecientes al enemigo".
El segundo capítulo se refiere a la propaganda. La "Gaceta" debería dar noticias
"muy halagüeñas, lisonjeras y atractivas... reservando en lo posible los pasos
adversos y desastrados, porque aunque algo se sepa... a lo menos la mayor parte
de la gente no la conozca".
La base de la propaganda sería "el misterio de Fernando", circunstancia la más
importante para llevarla siempre por delante, tanto en la boca como en los
papeles públicos y decretos... pues es un ayudante a nuestra causa el más
soberbio, aún cuando nuestra obra y conducta desmientan esta apariencia... nos
da un margen para fundar cierta gestión y argumento, así en las cortes
extranjeras como en España... podremos hacer dudar de cuál de ambos partidos es
el verdaderamente realista... además para atraernos las voluntades de los
pueblos, tampoco nos sería oportuna una declaración contraria".
El tercer tema es la insurrección popular. Allí se afirma que "los pueblos nunca
saben ni ven sino lo que se les enseña y muestra". Para promover el
levantamiento popular en la campaña oriental debía recurrirse a "los desertores,
delincuentes, la gente vaga y ociosa y otras muchas que... luego se apartarán
como miembros corrompidos que han merecido aceptación por la necesidad". Este
levantamiento sería acaudillado por dos "sujetos" de gran prestigio en la masa
rural, a quienes era necesario ganar "por cualquier interés o promesas": el
capitán de dragones José Rondeau y el capitán de milicias José Artigas,
"personas de talento, opinión, concepto y respeto". Estos actuarían apoyados por
"los hermanos y primos de Artigas, un Valdenegro, un Baltasar Vargas, un
Benavídez, un Ojeda, etc.... sujetos que por lo conocido de sus vicios son
capaces de todo y tienen opinión popular adquirida por hechos temerarios".
Prosigue el "Plano" afirmando que "hay hombres de bien, si cabe en los
ambiciosos el serlo, que quisieran sin derramamiento de sangre sancionar las
verdaderas libertades de la patria... como tienen talento, algunas virtudes
políticas y buen crédito, son de temer; y a éstos sin agraviarlos, debe
separárselos; porque unos por medrar, otros por mantenerse, cuales por
inclinación a las tramas, cuales por ambición de los honores, y el menor número
por el deseo de la gloria, o para hablar con más propiedad, por la vanidad de la
nombradía, no son propios por su carácter para realizar la grande obra de la
libertad americana en los primeros pasos de la infancia".
En materia de política exterior, Moreno recomienda proceder con Inglaterra en
forma "benéfica... proteger su comercio, aminorarle sus derechos, tolerarla,
aunque suframos algunas exacciones... los bienes de Inglaterra deben ser
sagrados". La supone favorable a la revolución porque "a la corte inglesa le
interesa que América o parte de ella se desunan o dividan de aquella metrópoli
[España] y formen por sí una sociedad separada donde la Inglaterra pueda
extender más sus miras mercantiles y ser la única por el señorío de los mares".
La ayuda británica para el triunfo de la revolución debía gestionarse "con
reserva y disimulo" procurando obtener del gobierno inglés una "declaración
pública de neutralidad" en el conflicto entre las autoridades peninsulares y las
provincias americanas, que permitiese comprarles armas "por su justo precio", si
no fuese posible un "tratado secreto" de apoyo. En retribución se pagaría,
además de los beneficios comerciales, con la isla Martín García para que fuese
"una pequeña colonia o puerto franco para su comercio".
Respecto de España, debía enviarse "actas o representaciones de los cabildos de
esta capital e interiores, expresando que se desvelan para conservar los
dominios de esta América para el señor Fernando VII... para entretener y dividir
las opiniones en la misma España, haciendo titubear y aparentar por algún tiempo
hasta que nuestras disposiciones nos vayan poniendo a cubierto".
El documento continúa estudiando la organización del Estado: "la Constitución
debe afianzar a todos el goce legítimo de los derechos de la verdadera libertad,
en práctica y quieta posesión, sin consentir abusos: entonces resolverá el
Estado americano el verdadero y grande problema del contrato social".
Los últimos capítulos del "Plano" tratan de los medios para insurreccionar
Brasil y conquistar Río Grande. La insurrección sería promovida por agentes
"mandados en clase de comerciantes" que distribuirían ejemplares de la "Gaceta",
impresos en portugués, y harían "los elogios más elevados de la felicidad,
libertad, igualdad y benevolencia del nuevo sistema y del envilecimiento del
anterior".
Sublevado Brasil, se aprovecharía la circunstancia para anexar Río Grande,
haciendo comprender a sus habitantes "que el mismo delito de rebelión contra su
monarca los obliga a aceptar nuestras tropas a la frontera" y de paso
"saquearemos los pueblos y haciendas".
El Príncipe
El Plan habría de guiar la conducta de Moreno durante los meses siguientes,
contribuyendo a su fama de "robespierriano". No obstante, demuestra una clara
comprensión de lo que es el Estado
-la violencia organizada- y de la estrategia y táctica a emplear para apoderarse
de su maquinaria y hacerla servir a los fines propios, contra sus antiguos
usufructuarios.
Este "extremismo" de Moreno, que en realidad implica el único realismo sereno en
los momentos cruciales de la lucha por el poder, ya que como él mismo lo decía:
"no se podrá negar que en la tormenta se maniobra fuera de la regla", reflejan
la intransigencia de todo el estrato social de la colonia -abogados,
intelectuales, aspirantes a políticos- a quienes los estrechos marcos de la
sociedad colonial no ofrecía ninguna ocupación a nivel de sus ambiciones.
Aunque su mayor influencia intelectual fue sin duda Rousseau de quien tradujo El
Contrato Social, la influencia de El Príncipe en el Plan de Operaciones es
notable.
El Plano es una aplicación, corregida y aumentada, del arte de Maquiavelo a la
política criolla, demasiado empírica hasta entonces al entender de su autor:
"Hablemos con franqueza -dice-: hasta ahora sólo hemos conocido la especulativa
de las conspiraciones, y cuando tratamos de pasar a la práctica nos
amilanamos... no son éstas las lecciones de los grandes maestros de las
revoluciones".
Se trata de enseñar a los hombres a fabricar, manejar y, sobre todo, mantener
con garantías de éxito a esa entidad artificial, el Estado, que fija y ordena
las relaciones sociales. Un acto será conveniente o no según sea beneficioso o
perjudicial para conseguir el fin de mantener y acrecentar el Estado.
"Si un príncipe está genuinamente interesado en "conservar su Estado" tendrá que
desatender las demandas de la virtud cristiana y abrazar de lleno la moral, muy
distinta, que le dicta su situación", dirá Maquiavelo. Su valor moral es
indiferente para el político, por eso, la ciencia política declara su
indiferencia moral. Para que un político pueda poner en práctica sus planes debe
vencer una serie de limitaciones, adelantarse al futuro, ser previsor, flexible,
con buenos reflejos para reconocer y aprovechar las ocasiones. El Príncipe "no
debe desviarse de lo que es bueno, si ello es posible, pero debe saber cómo
actuar mal, si ello es necesario. Es indispensable que el príncipe se vuelva
"mitad bestia, mitad hombre", ya que no podrá sobrevivir de otra manera" (El
Príncipe, Cap. XVIII).
Los hechos
El 2 de junio entra al puerto de Montevideo un buque español con la noticia de
la instalación del Consejo de Regencia en Cádiz.
El 22 de junio es expulsado el ex virrey Cisneros y los oidores.
El 24 de junio Paraguay se pronuncia a favor del Consejo de regencia.
El 12 de julio en Montevideo, el comandante de Marina, Salazar, trama un golpe
conocido como Sofocamiento de los "tupamaros" para anular los 2 cuerpos
simpatizantes con los patriotas.
El 14 de julio los cabildantes habían jurado en secreto el Consejo de Regencia.
El 15 ya se conocía el fracaso de la tentativa de Liniers (el 13 Moreno
escribía: "Las últimas noticias que hemos recibido son sumamente lisonjeras...
irremediablemente deben venir -Liniers y los suyos- presos a esta ciudad con
segura custodia").
El 28 de Junta ordena el fusilamiento de Liniers sosteniendo "que este
escarmiento debe ser la base de estabilidad del nuevo sistema, y una lección
para los jefes del Perú que se abandonan a mil excesos, con la esperanza de la
conformidad".
Ocampo y Vieytes enviados a prender a Liniers y fusilarlo, sugieren remitir a
los prisioneros a Buenos Aires. Por tal motivo, son destituídos.
El 17 de agosto escribe Moreno a Chiclana: "pillaron nuestros hombres a los
malvados, pero respetaron sus galones y cagándose en las órdenes de la Junta nos
los remiten presos a esta ciudad... veo vacilante nuestra fortuna por este solo
hecho".
La muerte del glorioso defensor de Buenos Aires pareció un crimen, y así lo
afirmaron muchos.
Se dice que Moreno aseguró: 'Si algún camino se hubiese presentado para salvar
las vidas de los conspiradores, no hubieran perecido... Si fuera dable enviarles
a España, como se hizo con Cisneros y los oidores... , pero ellos mismos se
habían cerrado todas las puertas... Los barcos de Montevideo, conforme al plan
de Liniers, estaban ya bloqueando nuestro puerto, y no era posible intentar la
remisión de estas personas... Tampoco podía operarse su enmienda, y la
conmiseración la habrían convertido en motivo para alentar la sublevación,
interpretándola como debilidad'.
En seguida agregó:
'El único papel que se encontró en las faltriqueras de Liniers, al tiempo de ser
arcabuceado, fue su despacho de virrey'.
Alguien aventuró una explicación:
'Ese despacho, acaso lo consideraba don Santiago como su más gloriosa
condecoración..., el título que resumía toda su obra a favor de Buenos Aires'.
Moreno se adelantó a decir:
'No, creo yo que Liniers conservaba cuidadosamente sus despachos, después de su
derrota en Córdoba, sin duda para, efectuado su escape, concitar de nuevo a las
provincias, enseñando sus antiguos títulos'.
"Veo, cuando alzo la pistola, lustrosa, aceitada, a la altura del corazón, el
río, inmóvil y tenso y violáceo, contra el horizonte, y el sol, quizá, al este
del horizonte, y a Moreno, pequeño y enjuto, de pie sobre el piso de ladrillos
de su despacho en el Cabildo, la cara lunar, opaca, que no fosforece, bajo el
alto techo encalado, que me dice, con esa como exhausta suavidad que destilaba
su lengua e impregnaba lo que su lengua no repetiría, vaya y acabe con Liniers.
Escuche, Castelli, a Maquiavelo: Quien quiera fundar una República en un país
donde existen muchos nobles, sólo podrá hacerlo luego de exterminarlos a todos.
Extermine a Liniers y a los que se alzaron con Liniers. Extermínelos, Castelli.
Veo, la boca de la pistola apoyada contra la carne y los huesos que cubren mi
corazón, a Moreno, la cara lunar, opaca, que no fosforece, como si flotase en
los girones de sombra que la noche de julio instala en su despacho, y que dice,
suave la voz y exhausta: Si vencemos, se hablará, por boca de amigos y enemigos,
todo el tiempo que exista el hombre sobre la tierra, de nuestra audacia o de
nuestra inhumana astucia. Si nos derrotan, ¿qué importa lo que se diga de
nosotros? No estaremos aquí, Castelli, para escucharlos, ni en ningún otro lado
que no sea dos metros debajo de donde crece el pastito de Dios" (de La
revolución es un sueño eterno).
Instrucciones "reservadas" a Castelli (12 de setiembre y 18 de noviembre): "En
la primera victoria dejará que los soldados hagan estragos en los vencidos para
infundir temor en los enemigos... en cada pueblo donde llegue averiguará la
conducta de los jueces y vecinos, los que se hayan distinguido en dar la cara
contra la Junta serán remitidos a las provincias de abajo (la actual
Argentina)".
Epílogo
El 31 de julio la Junta dicta un decreto de "medidas extraordinarias" a
propuesta de Moreno mediante el cual se confiscan bienes de quienes se ausenten,
castiga a quienes tuviesen armas del Rey, los que propalen rumores y a quienes
mantuvieren correspondencia "sembrando divisiones". Saavedra no lo firma.
El 10 de setiembre el gobernador de Montevideo, Soria, ordenó el bloqueo de
Buenos Aires y el litoral occidental del Río de la Plata.
Al instalarse, la Junta se hallaba rodeada en la propia ciudad de Buenos Aires
por fuertes centros contrarevolucionarios: el Cabildo, integrado
mayoritariamente por comerciantes vinculados directamente por Cádiz y su
sistema, los jerarcas desplazados, el ex Virrey y los miembros de la Real
Audiencia y Montevideo. Moreno rápidamente desbarató toda posible acción de
estos focos de resistencia.
En 1843, Nicolás Rodríguez Peña explicaba a Vicente Fidel López: "Castelli no
era feroz ni cruel. Obraba así porque estábamos comprometidos a hacerlo así
todos, lo habíamos jurado (¿el Plano?)... ¿Qué fuimos crueles? ¡Vaya con el
cargo!... Salvamos a la Patria como creíamos que debíamos salvarla ¿Habría otros
medios? Así sería: nosotros no los vimos ni creímos".
Edmundo Burke advirtió que el exceso de abogados era uno de los mayores peligros
que afrontaba el dominio colonial británico en Inglaterra "cuando grandes
honores y emolumentos no adscriben ese conocimiento al servicio del estado se
convierte en un formidable adversario del gobierno".
En las colonias españolas estos grupos sociales estaban dispuestos a llegar
hasta el fin con toda energía para apoderarse del Estado, mucho más
consecuentemente que los hacendados o comerciantes cuya urgencia no era tan
grande por cuanto contaban con el poder económico.
El objetivo del Plan de Moreno era borrar a la burocracia virreinal y sus
aliados -tal era el objetivo de la revolución política-.
Oh, joven siempre invicto
a quien nunca insultó
con sus aleves tiros
la blanca emulación
Oh, joven generoso
imagen del valor,
envidia del talento,
norma de la razón
Oh, joven nunca visto
en cuyo corazón
el vergonzoso miedo
jamás se aposentó...
(fray Cayetano Rodríguez/Blas Parera)
Mario Hernández es sociólogo y periodista. Coordinador de la Editorial Topía y
realizador del programa radial "El Reloj" que se emite por FM La Boca (90.1) los
lunes de 19:00 a 20:00.
Bibliografía:
- Autores Varios. Historia Integral Argentina. Tomo II. El País Nuevo. CEAL,
Buenos Aires, 1980.
- Donghi, Tulio Halperín. Historia Contemporánea de América Latina. Alianza
Editorial, Buenos Aires, 1996.
- González Arrili, Bernardo. Moreno. Editorial Nobis, Buenos Aires, 1964.
- Maquiavello, Nicolás. El Príncipe. Altaya, Barcelona, 1996.
- Martelli, Juan Carlos. French y Beruti. Los patoteros de la Patria. Ediciones
Atril, Buenos Aires, 2000.
- O'Donnell, Pacho. Monteagudo. La pasión revolucionaria. Planeta, Buenos Aires,
1998.
- Peña, Milcíades. Antes de Mayo. Ediciones Fichas, Buenos Aires, 1973.
- Reyes Abadie, Washington. Artigas y el federalismo en el Río de la Plata.
Hyspamerica, Buenos Aires, 1986.
- Rivera, Andrés. La revolución es un sueño eterno. Planeta, Buenos Aires, 1998.
- Rosa, José María. Historia Argentina. Tomo II. Juan Carlos Granda Editor,
Buenos Aires, 1967.
- Squinner, Quentin. Los fundamentos del Pensamiento Político Moderno. Tomo I.
El Renacimiento. FCE, México, 1993.
- Vitale, Luis. Introducción a una Teoría de la Historia para América Latina.
Planeta, Buenos Aires, 1992.