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Santa Fe: "Quique" contó qué hizo en la dictadura y quiénes eran sus jefes
Héctor M. Galiano
NOTIFE
Horacio
"Quique" Barcos está acusado de secuestrar y torturar a un matrimonio en 1978.
Ayer decidió ampliar su indagatoria en el marco del juicio oral que avalúa esos
hechos. Contó cuál era su rol y quiénes eran sus jefes inmediatos. Tuvo varias
contradicciones y, por supuesto, intentó despegarse de la imputación.
Horacio Barcos, alias "Quique", el ex espía civil del Ejército acusado de
participar del secuestro de un matrimonio en mayo de 1978, decidió ampliar su
declaración indagatoria ayer a la mañana, en el marco de las audiencias del
juicio oral que se lleva adelante contra quien fuera PCI (Personal Civil de
Inteligencia) hasta 1997.
Barcos fue identificado por Amalia Ricotti como uno de los hombres fuertemente
armados que la noche del 15 de mayo de 1978 la interceptaron junto a su entonces
marido, el profesor Alberto Tur (fallecido), los introdujo en un auto y trasladó
a la pareja hasta un centro clandestino de detención conocido como "Fábrica".
El imputado hizo uso del la herramienta legal que tienen los acusados de pedir
la ampliación de la indagatoria en el marco del juicio oral. Así comentó que "lo
recomendó el ex militar Benito Guglielmone, entonces amigo de Leopoldo Galtieri,
con quien llegó a concretar varios negocios inmobiliarios en la zona. "Quique",
recurrió a él en agosto de 1975 y desde entonces se transformó en espía a sueldo
de los militares, primero como personal fuera de presupuesto y, formalmente,
desde el 1 de enero de 1976. Guglielmone lo puso en contacto con el entonces
jefe del Destacamento de Inteligencia del Destacamento 122, Julio Bellene, que
lo sumó a la estructura de civiles que actuaron en las sombras en los años de
plomo. "Fui agente de calle, agente secreto, mi tarea individual y mantenía
contacto con un superior del destacamento con el que nos veíamos en la calle. Lo
primero que me pidieron fue que me busque un trabajo formal, de cobertura, para
poder justificar mis ingresos. Trabajé como taxista en los primeros tiempos de
PCI, bajo el nombre de Héctor Andrés Benítez. Mi encargado de calle era (Eleodoro)
Jorge Hauque (alias "lolo", "turco" o "Vicente"), que era PCI en ese momento
pero antes había estado en el Ejército".
"Quique" contó que en 1976 trabajaba como analista de minorías extranjeras en la
zona, atento –según sus palabras – a las hipótesis de posibles conflictos "como
el de Chile, por el Beagle", acotó. También señaló que una de sus tareas fue la
de identificar domicilios de un listado de personas que el DI 122 le entregaba.
Un tiempo después, conoció a Rubén "el Mono" Gazziano, un dirigente pesado del
sindicato de la construcción en Santa Fe, amigo de los militares y con fama de
no ser adepto a las disidencias. "El Mono" le dio cobertura a "Quique" en el
sindicato, lugar que lo blindaba de cierto modo. No cobraba un sueldo por mes.
Gazziano le pagaba semanalmente a Barcos para trabajar en sector de la
construcción.
Entre enero y septiembre de 1977, "Quique" se perfeccionó en Buenos Aires en su
materia: inteligencia, contrainteligencia y espionaje. También materias
técnicas, como cerrajería o fotografía. Estudió con 11 personas, todos ellos de
distinta procedencia. "Al regresar a Santa Fe me aboqué al ámbito gremial y
político, incluso participé de reuniones del PJ (al que se afilió en 1972 en
Santo Tomé) en plena dictadura con el propósito de elaborar informes políticos.
Allí, a esas reuniones, acudían dirigentes como (Carlos Aurelio Martínez) o
(Víctor) Reviglio".
-¿Tuvo actividad en grupo?, se interesó el presidente del Tribunal José Escobar
Cello.
-No, dijo Barcos.
-Vamos al año 1978 – propuso el juez
-Debo aclarar que nada tengo que ver con el hecho que se me imputa. A la señora
(Amalia) Ricotti la conocí una vez por intermedio del señor (Luis) Frillocchi.
Una vez salimos él, dos amigas de él, y yo. Fuimos a camping de Ingeniería
Química en Colastiné. Fuimos en mi coche, un Fiat 600, y regresamos también mi
auto. La señora Ricotti vivía en calle Crespo al 3.500. Yo la dejé y me fui a mi
casa. También aclaró que en esa oportunidad me presentaron como Horacio Barcos,
aunque Frillocchi me llamaba "Quique", que era un apodo que me había puesto
Gazziano en la Uocra. Además, nunca fuimos al D2, como dijo la señora Ricotti,
lo teníamos prohibidísimo (sic).
-¿Cómo lo conoció a Frillocchi?, preguntó el juez Daniel Laborde.
-De la actividad gremial. Debo aclarar que me enteré por los medios que era PCI.
-¿Qué otro contacto tuvo usted como PCI? – preguntó Escobar Cello
-A Héctor Melitón Martínez. Con él también nos veíamos en la calle. Teníamos
prohibido siquiera pasar por el Destacamento de Inteligencia
-¿Conoció a (Domingo) Marcellini?
-No en ese entonces. Sí hace unos años, lo ví en la capilla de los cuarteles de
Santo Tomé. Me acerqué a él, me identifiqué y me solidaricé con él porque sabía
que estaba muy enfermo (además ya estaba imputado por haber sido una pieza clave
en la represión ilegal).
-¿Conoció a Alberto Tur?
-No.
-¿A un tal Vicente (por Hauque) y a un tal José (Quiroga, un montonero
arrepentido que saltó al bando de los verdugos en plena dictadura)?.
-No.
-Cuando era calificado, ¿le mostraban a usted esas calificaciones?
-Sí, yo las firmaba.
Escobar Cello pidió entonces que se de lectura a un párrafo conceptual que
figura en una de las fojas del legajo de Barcos. Allí se señala que Benítez
(Barcos) era jefe de grupo (de PCI). El imputado lo negó y aclaró que "fui jefe
ya entrado los años ochenta, tuve cinco PCI a cargo".
-¿Y qué hace un jefe de grupo?, indagó el presidente del TOF
-Era el nexo entre los PCI y los responsables del Destacamento.
-¿Cómo hacía para complementar el trabajo de PCI con su actividad en el gremio
de la Uocra?, le pregunté el fiscal Martín Suárez Faisal.
-En el caso de la Uocra yo no trabajaba como fijo, sino que a mí me pagaba
Gazziano por semana, repitió.
-¿Usted portaba armas?, consultó el fiscal
-No
-¿Tuvo adiestramiento para usarlas?
-No, nunca, no podíamos usar armas
La estrategia del representante del ministerio público fue esclarecedora. Barcos
repitió una y otra vez que no usó armas y que no había sido entrenado para
usarlas. Martín Suarez Faisal fue lapidario: exhibió una foja de su legajo y una
de sus calificaciones de puede leer con claridad "…buen tirador de armas de
puño". El imputado sintió la sorpresa de la contradicción. "No sé porque dice
eso, yo no podía usar armas, lo prohibía la misma ley de inteligencia", se
atajó. El abogado querellante Horacio Coutaz recordó entonces que la ley, a la
que refirió Barcos, no prohíbe la portación de armas. El legajo de "Quique"
también lo señala como "un agente de buena predisposición, aunque debe ser más
medido en sus actos". Firmaba al pie el capitán Sergio Rubén García, jefe de
calle.
Mientras Barcos fue jefe de grupo, tuvo a cargo a cinco espías. Recordó a tres,
con nombres falsos: Gariboldi, Distéfano y Bustamante.
Horacio Coutaz se interesó por dichos vertidos por Barcos. Volvió sobre ellos.
-Usted dijo que si había detenidos en los procedimientos, la policía informaba
al Destacamento.
-Sí, por supuesto, Lo informaba todo.
-¿Trabajó en la Universidad (Nacional del Litoral), preguntó la abogada
querellante Zulema Rivera
-En 1974 trabajé en la planta de Ingeniería Química
Casi dos horas después de comenzada la indagatoria, el presidente del TOF,
decidió interrumpir la indagatoria hasta tanto tener una copia legible del
legajo que permita continuar con las preguntas. Las partes no se opusieron. Por
motivos de agenda de Escobar Cello (también debe asistir a las audiencias de la
causa Guerrieri en Rosario) la indagatoria se pospuso para el lunes 5 de abril,
desde las 9 de la mañana.