Argentina, la
lucha continua....
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El capital y el tango
Carlos del Frade
APE
En la Capital de la Argentina lo que cuenta es el capital.
No hay espacio para la bohemia que alguna vez caracterizó a las redacciones de
los diarios o a la mítica noche de calle Corrientes.
El hombre en Capital Federal, aquel que ubicaba Raúl Scalabrini Ortiz en
Corrientes y Esmeralda, está solo y desespera.
La Luna hace rato que no rueda por Callao y el coro de astronautas no se escucha
como antaño.
Vivir en Buenos Aires sale caro, muy caro.
Es que en la ciudad capital de la Argentina, lo que cuenta es el capital.
Dicen los estudios privados de la FIEL que una familia necesita, solamente para
gambetear las urgencias de la pobreza, por lo menos 1.788 pesos por mes.
Pero la cifra parece mezquina ante los números que agujerean los bolsillos de
los porteños y niegan la presencia de las viejas mitologías.
Porque la canasta básica que suele discutirse cuando los trabajadores se sientan
en una mesa paritaria no baja de los cuatro mil pesos cada treinta días.
Y esa cifra tiene mayor relación con la realidad que asoma en los precios de las
góndolas de las granjas y los supermercados.
Las cifras podrán decir que con 1.788 pesos una familia come, se viste, tiene
una vivienda digna, accede a la educación, a la salud y al transporte.
Pero todos los que viven, no solamente en Buenos Aires, sino en los distintos
puntos de la monumental geografía argentina saben que ese número es petiso ante
los precios que no paran de subir mientras que los salarios de los que están en
blanco los siguen de lejos y la mitad de los trabajadores que están en negro ni
siquiera sueñan con una recomposición.
Cuando muchos escritores sostuvieron que Buenos Aires parecía una ciudad europea
transplantada en Sudamérica, parecían reflexionar sobre la arquitectura y
ciertos niveles educativos y culturales que se emparentaban con aquellas
postales allende el mar.
Hablaban, en definitiva, de la riqueza de la ciudad puerto siempre en relaciones
carnales con algún imperio o con varias empresas imperiales.
Pero hoy, en estos atribulados tiempos del tercer milenio, las necesidades se
multiplican en Buenos Aires. Cuando los pasajeros bajan de la terminal de
ómnibus de Retiro se encuentran con decenas de familias que duermen sobre
cartones, a decenas de metros del imponente Sheraton Hotel, la Torre de los
Ingleses y las grandes torres de las cada vez más poderosas firmas
multinacionales.
Lo cierto que esa cifra, 1.788 pesos por mes, está diciendo que aumentó la
inflación y la necesidad de los porteños para empatarle al fin de mes.
Pero en el fondo, lo que realmente parece importar, que para vivir hoy en la
Capital Federal de los argentinos lo único indispensable es el capital. Lo demás
es puro tango.