Argentina, la
lucha continua....
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Están los que quieren ver a Cristina en camisón
Irma Antognazzi
Hay una frase que resulta una herramienta maestra para aproximarse a entender la
historia en movimiento: preguntarse ante los hechos ¿a quién beneficia y a
quién perjudica? Es una primera manera de acercarse al foco de los asuntos de la
historia presente. Claro que inmediatamente la pregunta nos lleva a otras más.
Por ejemplo, ¿Quiénes son unos y otros? ¿Son sólo dos grupos?, ¿Son personajes
individuales?, ¿Son siempre los mismos? La historia es compleja pero si no nos
hacemos preguntas para explicarla, sólo nos queda repetir lo que se escucha en
varios canales televisivos y muchas más voces que repiten como loros, que se han
comido muchos sapos y no se dieron cuenta por qué están tan indigestados.
Partamos de lo más simple. Vivimos en el capitalismo y más allá de las
experiencias de los años 70 por terminar con el capitalismo para construir una
sociedad socialista, hoy no existe esa voluntad, no sólo del gobierno, ni de las
grandes mayorías ni de ninguna organización aunque varias lo pregonen y hagan
teatro. Todo el arco político está haciendo lo posible para mantener el
capitalismo aún aquellos que pintan consignas revolucionaristas, pero su
revolucionarismo los lleva a hacer lo necesario para que todo siga igual o peor.
Entonces si todos quieren sostener el capitalismo ¿cuál es el problema por el
cual se crean reiteradamente tantas tensiones sociales y políticas con
repercusiones en lo económico y financiero?
La burguesía no es monolítica como quizás en parte creíamos los militantes de
los 70. La gran oligarquía financiera con profundas raíces en el poder económico
dentro del país y afuera, es una poderosa fracción que choca con otros sectores
que también son poderosos y que en ciertas circunstancias se unen
momentáneamente hasta que los peces grandes se van comiendo a los más chicos.
El gobierno actual y el del período anterior de Néstor Kichner es hasta ahora la
expresión aggiornada de lo que planteaba el peronismo de los años 40 / 50. Si
caracterizamos bien ese proyecto de país, preguntándonos a quién /quiénes
benefició, veremos que aunque hubo voces y muchas que quisieron que avance hacia
una propuesta revolucionaria de poder popular, en esencia fue un proyecto de la
burguesía nacional cimentado en un rápido desarrollo capitalista y una más justa
distribución del ingreso. Pero a pesar de que eso fue un logro notable para las
capas populares en cuanto a elevar su nivel de vida, quienes recibieron las
enormes ventajas de la acumulación del excedente económico generado por grandes
masas obreras en la industria y en el campo, fueron sectores de la burguesía.
Fue el embrión de la oligarquía financiera nativa que no tuvo empacho en el 55
en derribar el gobierno y luego, cada vez más concentrados, en arbitrar todos
los medios a su alcance para tomar el poder del estado y conformarlo a su
servicio, sobre todo a partir del golpe del 76 y desde entonces a esta parte.
Sin embargo algo tan importante pasó en Argentina en diciembre de 2001 en varios
aspectos que ya nada pudo seguir igual. El pueblo no tuvo en esa coyuntura del
estallido popular ninguna forma política propia. Fue muy fuerte la consigna
gritada a voz en cuello en todo el país, "que se vayan todos", pero la realidad
es que si no hay otra cosa para ocupar el lugar, en la historia no quedan
vacíos. No se va nadie o apenas se hacen un poco al costado algunos o intentan
reciclarse ignorando la historia.
Sin embargo el pueblo encontró lo mejor dentro de lo posible. Primero Néstor
Kichner y luego Cristina, iniciaron un proceso político que logró
gobernabilidad, que no es poca cosa ni para el pueblo ni para el capital, e
inició, primero tímidamente pero luego con más fuerza, un proceso de
reconstrucción del estado nacional, aún cuando, pensándolo bien, en la etapa del
estado en manos de los grupos gran monopólicos es un objetivo difícil de lograr,
si no imposible. Sin embargo algo serio pasa para que haya sectores de ese gran
poder económico financiero que sueñen con ver a Cristina en camisón y sacarla de
los pelos de la Casa Rosada para ponerse ellos. Aunque el fondo de todas las
voces es el mismo o con pocas variantes, jurando la defensa del capitalismo o
clamando por el socialismo como si fuera soplar y hacer botellas, hilando más
fino descubrimos que las políticas que va tomando el gobierno para gobernar con
más tranquilidad sin crear mayores tensiones sociales con los sectores más
sufridos y sufrientes es mantener en lo posible el mercado interno y para eso
usa recursos públicos que destina con diferentes formatos. Estas medidas han
favorecido a grandes sectores sociales no sólo manteniendo o hasta aumentando el
poder de compra de algunos sectores más humildes, sino sobre todo ha permitido
la acumulación legal para sectores pudientes de la burguesía, entre los cuales
se encuentran los mismos Kichner. Su enriquecimiento es legal, porque las reglas
del juego del capitalismo lo permiten. Muchos se han enriquecido más y mucho más
y como se sabe, con hechos de corrupción, pero no tienen obligación de denunciar
sus patrimonios. El gobierno pertenece a esa burguesía pudiente, lo cual es
necesario tenerlo en claro para no pedirle peras al olmo, pero a su vez, no
taparse los ojos ante las maniobras de otros para debilitar y si fuera posible
hacer caer ya a este gobierno. Alguien dijo que esta pulseada le recuerda la 125
y que sería la 126. Esa imagen no está lejos a nuestro entender de lo que está
pasando.
¿Quiénes están detrás y quiénes están delante de la movida "enredada" con el
BCRA? Los "mercados", usados como sujetos de la historia en el discurso
mediático por propios y ajenos, son un eufemismo. En realidad se trata del juego
financiero de los propietarios de los grandes capitales transnacionales que
tienen sus caras locales. No es un descubrimiento. Esas caras locales extrañan
las políticas neoliberales y represivas que se aplicaron en las décadas pasadas.
No pueden tolerar que haya un estado diferente, siendo que ellos son el estado,
son el poder y lo demuestran a cada caso; pero chocan con la firmeza del
gobierno para avanzar con sus políticas: por un lado, garantes del pago de deuda
externa hacia los supuestos acreedores aún sabiendo que es en gran parte
fraudulenta. (nadie desconoce el juicio Olmos 1982/2000 y todos los juicios en
trámite al respecto). Por otro lado el gobierno continúa con su política de
facilitar el crecimiento económico y a la vez lograr una cierta distribución del
ingreso a favor de todos los sectores que componen el mercado interno.
Es cierto y lo reconocemos que el gobierno, concretamente la Presidenta de la
Nación, tiene firmeza y sabe lo que quiere, aunque su "techo" es real y no puede
explicitarlo con suficiente docencia para que se le haga claro a las masas. La
autodenominada "oposición", tiene base en el poder económico real y lo defiende
a capa y espada usando a su servicio a los paladines de la "libertad de prensa".
El gobierno no logra -y pareciera que no lo intenta-, tener base popular sólida
más allá y a pesar de las peripecias que sufre ante cada coyuntura electoral.
Nos referimos a que no existe un movimiento de masas que respalde, que plantee
ideas, que apoye y que exija al gobierno con dinamismo y creatividad como fue el
movimiento de masas del peronismo de Perón. El pueblo no ha logrado tomar como
propio a este plan de gobierno. Porque en realidad no es un proyecto que apunte
a unir pueblo ni a desarrollar poder popular. El pueblo no es convocado para
hacer SU proyecto. El gobierno va tomando resoluciones que favorecen a los
sectores populares en alguna medida importante, pero sin embargo los mass media
tienen poder y espacio todavía como para tergiversar, dar vuelta el bocho a
grandes sectores sociales que no han sido formados para pensar. Por eso no se
llega a saber a ciencia cierta si los sectores populares entienden qué
oportunidades brinda este espacio – proyecto K para mejorar sus condiciones de
vida comparándolo con lo que harían "los otros" (léase la "oposición") y qué
espacio está abierto para poder edificar un proyecto de poder popular. Se vio en
las últimas elecciones de junio del 2009.
Un gobierno burgués no puede convocar al pueblo. Un gobierno burgués le teme más
al pueblo que a los sectores más concentrados de la burguesía. Sólo le informa,
toma medidas por él, es una manera de decir "síganme". Esa es la diferencia
cualitativa con un gobierno que está dispuesto a crear poder popular.
La encrucijada de la historia en que está la Argentina, lleva necesariamente a
plantearse, este desafío: o se sigue intentando desde el gobierno hacer un
estado nacional con instituciones que velen por "la nación" , "por los 40
millones de argentinos", con voluntarismo, sin informar ni formar al pueblo para
que entienda la situación concreta y desarrolle fuerzas para llegar a tocar de
verdad los intereses del poder económico- financiero; y en ese caso mantener la
situación al borde del precipicio a cada momento, con gran probabilidad de que
después de la 126 haya una 127 y más; o ayudar a que el pueblo logre construir
su proyecto propio. Por ahora, lamentablemente no hay indicios de que esta
posibilidad fuera a ocurrir en breve plazo. Sólo saltan voces altisonantes que
se hacen los revolucionarios pero no logran hacer el trabajo político que dé sus
frutos para dar una vuelta a la historia al estilo de Bolivia o Venezuela con
las particularidades de nuestro país.
Me preocupa la situación política que se está viviendo. Que éste es un gobierno
que defiende el capitalismo para nuestro país y no pretende dejar de serlo, es
obvio. Pero además también queda claro que las camarillas "opositoras" y, detrás
de ellos, los grandes grupos financieros prefieren que caiga este gobierno
porque parte de la riqueza que producimos va a parar a otros sectores sociales.
Eso por un lado. Pero por otra parte, este gobierno crea un caldo de cultivo,
condiciones tales en las que podría surgir (¡ojalá! oh! Alá!) una organización
que marche hacia concretar el poder popular. Por eso desde el gobierno no
favorecen esa alternativa, obviamente. Y por eso desde la "oposición" quieren
frenar esta movida del Fondo del Bicentenario que libera los recursos asignados
en el presupuesto de la Nación para pagar los vencimientos de deuda de este año
2010. Mientras el gobierno piensa destinarlos a obras públicas y distribución de
esa parte de ingresos públicos en diversas formas (obras públicas, aumento de
poder adquisitivo, etc. etc.), los "otros" quieren volver al ajuste neoliberal
para lo cual no tienen ningún empacho en volver a la represión contra el pueblo
. De todos modos es interesante observar que "los mercados" no se tambalearon
con las noticias de las medidas de la Presidenta de la Nación y ni siquiera con
todos los altibajos de los enredos con el "enredado". Quiere decir que "el
mercado"- ya lo caracterizamos más arriba y el comunicado de ADEBA lo ratifica-
ve muy bien que el gobierno argentino garantice que va a afrontar los
vencimientos de pago de la deuda. Es cierto que soñar con que ese monto en lugar
de ir a parar a manos de los supuestos acreedores se use para inversiones
sociales es muy loable y justo porque la mayor parte de esa deuda es
fraudulenta. Pero ante esta controversia con los sectores "destituyentes" del
gobierno nacional (tenemos muy fresco a Honduras o debiéramos tenerlo, si nos
olvidamos del caso de Panamá pocos años atrás, o de las bases en Colombia en
instalación), ponerse a pretender en esta álgida coyuntura que la deuda no debe
pagarse, resulta un absurdo, una irresponsabilidad y un oportunismo. Se puede
decir que no se investigó y que se concedió, que no hubo auditoría oficial como
en el Ecuador de Rafael Correa, pero ahora hay que parar este atropello de los
sectores "buitres" locales y los "enredrados" que los representan como Prat Gay,
Pou, Cavallo, López Murphy, Machinea, Roque Fernández, Melconian, Barra, etc.
etc. lo peor de las corrientes políticas neoliberales y del terrorismo de
estado.
El capitalismo que pretende Cristina tiene algo de afinidad con el estado
nacional del peronismo histórico y con las políticas keinesianas anticrisis.
Hasta aquí pudo tomar importantes medidas aunque grandes sectores del pueblo no
pueden valorarlas porque necesitan mucho más, muchísimo más, y es muy fácil
hacerles creer como les dice "la oposición", que el "gobierno hace caja", "que
roba sus dineros", etc., discursos falaces. Lo cierto es que además de sostener
el mercado interno que quiere decir mucho, porque muchos sectores pudieron
mantener su trabajo y cierto poder de compra a pesar de la crisis mundial, el
gobierno de Néstor y ahora de Cristina sirvió de apoyo internacional a
Venezuela, Ecuador, Bolivia, etc. lo cual es realmente mucho; el gobierno toma
posiciones avanzadas en la mayoría de los foros internacionales, contando su
papel en la UNASUR. Y este también, junto a los juicios a los represores de la
dictadura militar, es uno de los más grandes entripados de los "destituyentes" y
sus gerentes, por lo que no pueden conciliar tranquilos el sueño.
El poder financiero local y sus ensamblados con los intereses del poder
financiero transnacional están pergeñando un golpe de estado de nuevo tipo como
ya han ensayado otros, pero saben que la lucha de clases no es un invento sino
un descubrimiento científico. Saben, por más que sean aniquiladores del
marxismo, que no hay recetas y que las políticas deben hacerse conociendo bien
la realidad a cambiar. Conocen, van conociendo, tienen sus asesores internos,
sus mercenarios, que propalan sus discursos hechos por intelectuales a su
servicio. Lo peor que puede ocurrir es que el gobierno siga teniendo cierta
actitud como que es fácil y que podrá afrontar sin recurrir al pueblo y a sus
intelectuales orgánicos los embates antidemocráticos, antipopulares y hasta
fascistas que están dentro de los grupos autodenominados "la oposición". Está
claro que un tipo como Cobo (toda comparación con de la Rúa corre por quien la
haga) puede ser la figura "legal" de recambio si logran sacar a Cristina con o
sin camisón. Es natural que estén buscando recambios por vías supuestamente
"democráticas", recurso con el que pretendieron ocultar el carácter de golpe de
estado en Honduras.
Creo que el pueblo no alcanza a ver como propios los pasos dados por el
gobierno. Este todavía no sabe, no supo o no quiere convocar en serio al pueblo;
ayudarlo a ubicar al enemigo de clase. Cosa difícil porque si bien es otro
sector de la burguesía y con otra política para salvar al capitalismo, mostrar
la esencia de clase del conflicto es renegar de sus propias ataduras. La
"oposición" y quienes están solapadamente detrás de esas caras televisivas
vergonzantes, temen que este gobierno dé cabida a tensiones sociales mayores y
dé espacio para avanzar solidariamente con otros procesos revolucionarios de
América latina.
La primera que debiera en ese caso vivir una revolución dentro de sí sería la
misma presidenta Cristina. Cosa que es difícil, aunque no imposible. En los 70
muchos pequebu e hijos de la gran burguesía rompieron con su clase, porque
llegaban a vivir la injusticia y a rechazarla, y encontraban un lugar en la
historia concientes de su protagonismo. Daban el salto hacia el campo popular.
¿Se animará? Por ahora no tiene suficientes presiones del conjunto del pueblo
para que le permitan dar ese salto. Grandes mayorías siguen confundidas con
estas groseras, pero pareciera todavía eficaces, movidas mediáticas.
Por si hiciera falta lo reiteramos: la historia no la hace un personaje, sino
que estos son producto de las masas. Y entre ambos personaje- masas, se produce
una fascinante relación dialéctica.
Irma Antognazzi. Historiadora. Directora del Grupo de Trabajo Hacer la Historia.
El título refiere al secuestro del presidente Manuel Zelaya en pijamas
mientras dormía en su casa en Honduras en junio pasado, dando inicio a un golpe
de estado que luego pretendieron hacer pasar como resultado de "instituciones de
la democracia".