Argentina, la
lucha continua....
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El pantano de la crisis política
Manolo Romano
División de poderes
Una pintada de la corriente sindical peronista que lidera Hugo Moyano en la
localidad de Gral. Pacheco reza "el Banco Central para el Proyecto Nacional". ¿A
quién puede movilizar la "central obrera" detrás de la bandera de usar las
reservas para pagar la deuda externa? ¡Nada menos que en la zona industrial del
Gran Buenos Aires donde se dio la gesta de los obreros contra la multinacional
Kraft!
Por el contrario al lema de la CGT, el golpe de mano de los Kirchner mediante un
nuevo decretazo ha sido, lógicamente, bien recibido por "los mercados". Así lo
mostró la reacción inicial en la suba en los bonos de deuda y otros indicadores
como la baja del "riesgo país" sobre el que tan despectivamente se ha referido
incontables veces el "gobierno nacional y popular", y ahora exalta como un
logro.
Un hecho clave que intentan soslayar la oposición derechista y los
editorialistas del "partido mediático" encabezado por Clarín y La Nación, tan
genuflexos con los EE.UU. es que la utilización de reservas para pagar deuda
parece contar con el apoyo del imperialismo norteamericano, como mostró la
visita a Buenos Aires de la responsable de política exterior de la Casa Blanca,
Hillary Clinton, sostenedora del golpe en Honduras, la misma tarde que miles de
millones de dólares de las reservas pasaban a manos del Tesoro. Más aún, el plan
de nuevo canje de la deuda en default que empuja el ministro Boudou y gestionan
los banqueros "piratas" ingleses del Barclays Banks, fue apoyado explícitamente
la semana pasada por la embajadora yanqui Socorro Martínez, lobbista de la
multinacional Kraft que reclamó la represión a la principal huelga obrera bajo
este gobierno. Es que el airado reclamo de "seguridad jurídica" para sus
empresas que hizo meses atrás el asesor de Obama, Arturo Valenzuela, se está
cumpliendo con creces. Los empresarios que la semana pasada asistieron al
almuerzo en Olivos, y que están multiplicando sus ganancias en el "país real",
esperan servirse de la medida. Como sostuvo el jefe de los industriales de la
UIA, Héctor Méndez, "la certeza de pago alienta la expectativa de inversión en
el país y permite que los sectores productivos accedan a créditos a menores
tasas y mejores plazos". Aunque esas inversiones finalmente no lleguen nunca
producto de la "nueva ronda" de la crisis capitalista internacional, ahora con
epicentro en Europa, no cabe duda que el contenido de la jugada de los Kirchner,
más allá de las formas, tiene el beneplácito del establishment económico y
financiero.
Autonomía de la política
Pero los marxistas estamos lejos de la vulgaridad de suponer que los movimientos
de la superestructura política son un simple "reflejo" de la realidad económica.
El nuevo decreto oficial y la transferencia de reservas que puentea a la
oposición patronal que ahora domina los principales resortes del Congreso (Menem
mediante), sancionado nada menos que en el mismo acto de inauguración de las
sesiones parlamentarias, le abren las puertas a un salto en la crisis
"institucional".
El decretazo significa una profundización en los métodos bonapartistas del
gobierno para intentar burlar así su condición de minoría parlamentaria en la
que quedó luego de las elecciones del 28 de junio. Pero lejos de poder asentarse
un régimen del "kirchnerato", la división en las alturas se polariza aún más. La
respuesta de la oposición patronal ha sido la de redoblar la guerra política. Al
quedarse con el control en la mayoría de las comisiones del Congreso, intenta
"manotear" 9 mil millones de pesos con una ley de coparticipación del impuesto
al cheque para las provincias, amenaza con destituir a la nueva presidenta del
Banco Central, Marcó del Pont e, incluso, como pide Elisa Carrió, declarar la
nulidad del decreto presidencial.
El régimen político de la clase dominante se encamina hacia una escisión cada
vez mayor entre el Ejecutivo y el Congreso, un "conflicto de poderes" de la
democracia para ricos en la que, cada vez más, la Justicia parece estar llamada
a jugar un rol de árbitro para resolver, en última instancia, el empantanamiento
entre las fuerzas de los de arriba. El kirchnerismo no quiere subordinarse a un
co-gobierno consensuando sus decisiones en el Congreso y el arco opositor no
puede, hasta ahora, hacer valer su mayoría en ambas Cámaras para imponer sus
políticas. El gobierno no sólo cuenta con la "constitucionalidad" parida del
Pacto de Olivos de Menem y Alfonsín en el ’94 para aplicar ‘decretos de
necesidad y urgencia’ (DNU) y vetos a las leyes sancionadas que contradigan el
curso oficial, sino también con la fragmentación de la oposición patronal. No
está claro si primarán las tendencias que, como la mayoría de la UCR, impulsan
una política de poner límites al decisionismo de los Kirchner o los que, con
ropaje "republicano", irán por más en una embestida "destituyente", como los
sectores del peronismo disidente que semanas atrás propusieron al senador
Romero, en lugar del oficialista Pampuro, para suceder a Cobos en la presidencia
de la Cámara cuando el vice opositor finalmente renuncie a su cargo en el
Ejecutivo para lanzarse a la elección presidencial. En este sentido, el
editorialista de La Nación, Morales Solá, pone en boca de un tercero la
orientación del propio diario, usina política de la oposición más acérrima: "El
gobierno de Cristina Kirchner terminó de hecho el lunes", dramatizó un
importante exponente de la oposición. Hubo reuniones opositoras en las últimas
horas para evaluar la posibilidad de iniciar el proceso de juicio político a la
presidenta, pero ésa no será una decisión rápida ni fácil de consensuar".
El régimen político está en un equilibrio altamente inestable y aunque el grueso
de la clase dominante intente evitar una desestabilización mayor de los Kirchner
en pos de mantener sus buenos negocios, las presidenciales del 2011 para un
recambio de gobierno dentro de la "normalidad institucional" están a un siglo de
distancia.
Fuerzas sociales
La crisis política no tiene una solución rápida porque ninguno de los bandos
capitalistas en disputa puede movilizar fuerzas sociales para desempatar y
definir la pulseada.
Ninguna de las fuerzas políticas de la oposición patronal, a pesar de haber sido
favorecidas con los votos de las clases medias mayoritariamente anti-kirchneristas,
logra poner ese apoyo en las calles y en las rutas como en la crisis del campo.
Por su parte, la CGT no puede, como dijimos, poner en movimiento "por el
endeudamiento a tasas más bajas" a los asalariados que en su mayoría están por
debajo de los $1.500 de ingreso. Ni tampoco quiere hacerlo por las demandas más
elementales, como el salario: "siempre hablo con Hugo [por Moyano] y en este
caso, sería buena una reunión para despejar la incertidumbre y mejorar el clima
de inversión", dice el jefe de la UIA que, según el diario ultra-K El Argentino
quiere "la colaboración mutua para evitar conflictividad en las empresas, ya sea
por paritarias o como sucedió el año pasado con Kraft".
La crisis pone en claro, de paso, la inutilidad de la centroizquierda de Pino
Solanas y Claudio Lozano que encabezan una bancada parlamentaria que denuncia el
"flagelo de la deuda ilegítima" pero ni quieren, ni pueden por su falta de
relación orgánica con las organizaciones obreras y populares, utilizarla para la
movilización extraparlamentaria por sus propias banderas.
Así las cosas, no es de extrañar que la mayoría de los trabajadores considere
esta pelea entre los de arriba como ajena a sus intereses a pesar de ser
bombardeados por las noticias de los medios. Es tarea de los trabajadores
concientes y su vanguardia seguir el camino iniciado por los sectores clasistas
que como el Sindicato Ceramista de Neuquén han declarado su oposición a ambos
bandos capitalistas y planteado la intervención independiente para dar su propia
salida a la crisis, por el no pago de la deuda externa y el conjunto de las
reivindicaciones obreras y populares.