Argentina, la
lucha continua....
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Todavía queda por hacer en materia de derechos laborales
Irina Santesteban
LA ARENA
A cien años de la declaración del 8 de marzo como el Día Internacional de la
Mujer Trabajadora, son muchos los logros alcanzados en el reconocimiento de los
derechos de las mujeres y mucho lo que falta por conseguir.
En 1910, la dirigente comunista Clara Zetkin proponía, en el Congreso de Mujeres
Socialistas realizado en Copenhague, que el 8 de marzo fuera declarado como el
Día Internacional de la Mujer Trabajadora. La fecha fue elegida en homenaje a
las 129 obreras muertas en un incendio ocurrido dos años antes en la fábrica
Cotton, en Nueva York, mientras se encontraban ocupando el establecimiento en
demanda de igual salario, jornada de trabajo de 10 horas y protección a la
maternidad, y habían sido encerradas por el empleador y la policía.
Los convulsivos años de fines del siglo XIX y principios del XX, encontraron a
las mujeres luchando a la par que los trabajadores varones por condiciones de
trabajo, salario, jornada laboral de ocho horas, etc., y los 8 de marzo
comenzaron a ser jornadas de lucha ya no sólo por los derechos laborales
comunes, sino también por el reconocimiento de la igualdad de salario entre
varones y mujeres, la prohibición del trabajo infantil, el reconocimiento de la
maternidad, etc.
Pasaron 65 años desde aquel Congreso de Mujeres Socialistas, hasta que las
Naciones Unidas declararon a 1975 como el Año de la Mujer y al 8 de marzo como
su Día Internacional. A partir de allí se instauró el Decenio de la Mujer, que
culminó, en 1985 con la Cumbre de Beijing, una instancia fundamental para el
reconocimiento de los derechos de las mujeres. En esos años se dictaron una
serie de pactos internacionales que fueron decisivos para los cambios de
legislación en los diversos países, como el Pacto para la Eliminación de Toda
Forma de Discriminación hacia la Mujer, que fue incorporado a nuestra
Constitución Nacional en la reforma de 1994.
Ahora bien, nadie puede desconocer el avance tanto en lo legislativo como en el
reconocimiento efectivo de los derechos de las mujeres. Sin embargo, todavía
falta y bastante.
Igual remuneración...
En el mundo del trabajo, en particular en el sector privado, sigue siendo una
demanda constante de las trabajadoras la exigencia de "igual remuneración por
igual tarea". Es que la diferencia de los salarios de las mujeres es entre un
35% y un 45% inferior a la de sus pares varones.
En Argentina, según datos de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC, para
el primer semestre del 2009, la remuneración promedio de bolsillo de los
trabajadores varones era de 1.910 pesos, mientras que la de la trabajadora sin
hijos alcanzaba los 1.660 pesos y la de la mujer trabajadora con hijos, muy por
debajo, de 1.352 pesos.
En el sector público, más que en el salario, la desigualdad se ve en la
posibilidad de acceder a cargos de dirección, donde la discriminación se da de
manera "natural", por la dificultad de las mujeres para hacerse cargo de su
"doble jornada", esto es, la del trabajo fuera de la casa y la del trabajo
doméstico. Aunque es indudable que hoy las tareas hogareñas son mucho más
compartidas que antaño, tanto en la pareja como en buena parte de las familias,
no es menos cierto que el peso de la organización del hogar sigue recayendo en
las espaldas de la mujer.
La maternidad
Actualmente la discriminación laboral de las mujeres se vincula más fuertemente
a la maternidad que al género. En la mayoría de los organismos que dependen del
Estado Nacional o de las provincias, no existen salas maternas, y las que habían
fueron cerradas en los años de los ajustes. Así, las mujeres trabajadoras se ven
obligadas a buscar algún modo de organización familiar que les permita
equilibrar la vida laboral y la maternidad, antes de que una u otra se
conviertan en el factor excluyente.
En el sector privado, hay una tendencia de los empleadores a rechazar el ingreso
de mujeres embarazadas, o con varios hijos, presumiendo que una madre con varios
hijos, tendrá más nivel de ausentismo por enfermedades de sus hijos o
responsabilidades escolares, etc.
Sin embargo, en diversos sectores tanto de la producción como del sector
público, los días lunes se da un cierto número de ausencias de trabajadores
varones, originado en las lesiones producidas en los tradicionales campeonatos
de fútbol de los días sábados, que suelen organizar los gremios. A pesar de
ello, no se conoce que algún trabajador haya sido discriminado al momento de
ingresar a trabajar, por jugar al fútbol.
También las científicas
En el ámbito científico y académico, hay una resistencia de las investigadoras y
becarias jóvenes a la maternidad. Pareciera que, en lugar de luchar por el
reconocimiento de los derechos de la maternidad, como guardería o la licencia
por embarazo y lactancia, se impusiera una fuerte tendencia, producto a
renunciar a la maternidad para "no perder el tren de la carrera".
Para la diputada Diana Mafia, ésta es una idea que introdujo muy fuertemente el
neoliberalismo, la de la oportunidad que pasa, no importa cuáles fueron los
renunciamientos que la trabajadora tuvo que hacer para seguir la velocidad de
ese tren. Sin embargo, casi ninguno de los trabajadores varones ven a su
paternidad desde este punto de vista, en todo caso la analizan desde un punto de
vista económico, de acuerdo a los ingresos que le permitan o no criar y educar
uno o varios hijos, pero nunca como un obstáculo a su carrera laboral.
Invisibles
En el camino del reconocimiento de los derechos, es muy importante que se haya
derogado el Estatuto del Personal Doméstico, para ser reemplazado por un nuevo
instrumento, que ahora se denominará del "Personal de Casas Particulares". Es
que el trabajo que realizan estas empleadas fue siempre invisibilizado, sólo
perceptible cuando no se lo hace, y al ser consideradas por fuera de la Ley de
Contrato de Trabajo, era una forma más de discriminación. Si el nuevo estatuto
establecerá la igualdad con el resto de los trabajadores y trabajadoras, será un
paso más de avance en el reconocimiento de los derechos laborales de las
mujeres, en el sector considerado como el corazón del trabajo "femenino".