Argentina, la
lucha continua....
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La muerte de Kirchner a una semana del asesinato de Mariano
Pereyra
Ante el escenario más favorable o el más adverso, acumular fuerzas es la tarea
Prensa de Frente
¿Queda el kirchnerismo fuertemente herido por la muerte de su líder, o la
presidenta saldrá favorecida por el acompañamiento popular? Las adhesiones y la
mística militante de estos días pueden consolidarse o diluirse, según se cumpla
una u otra de estas dos hipótesis: el gobierno profundiza un camino progresista
y popular, redefine alianzas y banca próximas confrontaciones con sectores
poderosos, o cede gradualmente en la búsqueda de equilibrios de poder que le
faciliten su permanencia. Un camino u otro, plantearán escenarios diferentes
para las organizaciones populares que pugnan por un cambio social, aunque la
prioridad no cambiará: acumular fuerzas propias, desde abajo y con autonomía
política respecto del Estado, para afrontar en las mejores condiciones las
batallas que se avecinan.
Del Bicentenario a las exequias de Kirchner
Pasaron sólo 5 meses desde los festejos del Bicentenario, cuando el oficialismo
vio en las masivas demostraciones de adhesión popular un espaldarazo a su
gestión y a la iniciativa política recobrada tras la derrota del 2009. Poco
tiempo después, el mismo oficialismo fue perdiendo el optimismo mientras se
sucedían las malas noticias: se sorprendió con la imposibilidad de ganar las
elecciones en la CTA, tuvo que ceder ante un Scioli fortalecido tras haber
recibido un reto del propio Kirchner, y no encontró la forma de despegar del
asesinato de Mariano Ferreyra a manos de sus socios sindicales. Las debilidades
estructurales de un proyecto basado en el conservadurismo del PJ, la burocracia
de la CGT y el doble discurso respecto a "los monopolios y las corporaciones"
(malos unos y amigos otros), sumado al aprovechamiento por parte de la oposición
política y mediática por derecha, esmerilaron el clima social favorable de
apenas pocos meses atrás, erosionando no solo el capital político acumulado por
la puesta en marcha de una serie de políticas populares a lo largo de los
últimos años, sino incluso perdiendo el apoyo reciente que generaron la
Asignación Universal, el matrimonio igualitario y diferentes planes masivos de
empleo.
¿Puede esfumarse de manera similar la adhesión demostrada en los últimos días?
Seguramente Cristina, ahora, cuente con índices de adhesión popular y muestras
de valoración y respeto de una parte importante de nuestro pueblo. Pero sólo eso
no alcanzará cuando, pasado el impacto social y retomada la vida cotidiana,
amenacen con volver los problemas en cada uno de los flancos en que el gobierno
queda expuesto, por parte de los reclamos populares desatendidos por un lado, y
por la presión y las operaciones de desgaste de los sectores disconformes del
poder económico por el otro.
De parte de los sectores populares, ahí podrán estar nuevamente reclamos como
sucedió, por ejemplo, con los despedidos en Paraná Metal (Rosario) y las
bicicleteadas que los trabajadores tuvieron que soportar de parte del gobierno,
o las luchas de desocupados por la exclusión y las malas condiciones de los
planes de trabajo en Buenos Aires. O refloten las luchas contra la megaminería y
la contaminación en los pueblos de Catamarca, Salta, La Rioja o San Juan.
Debilitará por abajo la imagen del gobierno, la insistencia en negar la
personería gremial a la CTA y el reclamo de partidos políticos con agendas
populares ante la proscriptiva ley de reforma electoral. Seguirán causando
rechazo las explicaciones de políticos oficialistas enriquecidos en la función
pública sobre lo "inconveniente" de que los jubilados cobren su 82%, y habrá
protestas ante los avances de la criminalizaición de la pobreza y la niñez
impulsada por el gobernador –todavía- oficialista Scioli.
Esta debilidad del kirchnerismo ante sectores populares que elijen posicionarse
o luchar "corriendo a la izquierda" la agenda y el discurso oficial, deja al
propio gobierno más débil ante los embates de una derecha que insistirá en
conseguir un mejor gerente para que, desde la Casa Rosada, le garantice un clima
social más "disciplinado" y más favorable a sus negocios. Pero sería cínico
achacarle esa debilidad a los que luchan y reclaman sus justos derechos: si un
gobierno que se pretende popular enfrenta broncas, reclamos y protestas de los
de abajo, quien debe replantearse su proceder es el gobierno y no quienes luchan
por sus derechos básicos.
¿Qué significará "profundizar el cambio"?
¿Acaso algún replanteo de ese tipo implicará esa consigna difundida por los
voceros de la progresía kirchnerista que convocan a "profundizar el modelo"? El
impulso a la organización popular de base, la opción por estas nuevas formas de
organización que se insubordinan ante los viejos poderes de la política
pejotista o el sindicalismo burocrático, no está en el ADN del kirchnerismo, más
bien lo contrario. Desde el gobierno permiten y alientan la movilización en
defensa propia, pregonando una frustrante convivencia entre lo putrefacto de la
vieja política y la nueva militancia, que si se ha arrimado a las filas
oficialistas es más por las medidas progresivas que se ha tomado, antes que por
el gusto de formar parte del PJ o la CGT. Ese modelo kircherista de
participación popular limitada excluye a todo el abanico de experiencias
organizativas independientes o posicionadas a la izquierda del gobierno,
protagonistas de las más destacadas luchas populares de los últimos años que,
por caso, también con vitalidad y masividad coparon hace pocos días las calles
del país y la Plaza de Mayo para repudiar a los asesinos del militante de
izquierda Mariano Ferreyra y a los sindicalistas traidores que los amparan.
Por el otro costado, la derecha pura y dura va a insistir (Sí, aunque algunos
militantes de izquierda estén muy enojados con el kirchnerismo, es justo y
necesario analizar, más aún en momentos de turbulencia y potenciales crisis, la
posibilidad cierta del retorno de políticas de ajuste y represión, que acechan
desde toda la oposición conservadora a excepción de los partidos de
centroizquierda).
Para bien o para mal, la principal disyuntiva respecto al bienestar de las
clases populares en esta coyuntura, está en manos de ese proyecto confuso de
beneficios empresariales y mística popular, ideológicamente ambiguo, decoroso
heredero del peronismo, que se viene dando en llamar "kirchnerismo". Avanzar en
la resolución de problemas estructurales a favor de los trabajadores y el
pueblo, incluido el impulso de nuevas formas de organización que desplacen a las
estructuras corruptas y burocráticas, es algo improbable en rigor de lo que se
ha desplegado en estos 7 años de gobierno. Pero la encrucijada que deberá
evaluar la militancia kirchnerista es que no hacerlo será amoldarse y ceder
gradualmente a la presión de los poderes establecidos, y eso implicará
retroceder en el mediano plazo, incluso en las elementales conquistas
democráticas como las políticas garantistas, de democratización y contención
social. Ese retroceso o viraje más a la derecha lo expresará la oposición
reaccionaria o podrá surgir del propio oficialismo, bajo el barniz de una opción
de continuidad "moderada" como expresa el gobernador Scioli y su vocación de
llegar a la presidencia para "reunificar al peronismo".
En todo caso, otro será el desafío para quienes asumen un posicionamiento "a la
izquierda del kirchnerismo". Aunque todavía subterráneo, buscando definir sus
proyecciones políticas, hay todo un abanico de movimientos y agrupaciones
populares, de trabajadores, de militancia joven proveniente del 2001, de
organizaciones territoriales herederas del combativo movimiento piquetero, de
campesinos pobres, de luchas medioambientales o por la igualdad de género, de
estudiantes y también de organizaciones político sociales novedosas y hasta de
experiencias partidarias institucionales, que no dependen de que desde el
gobierno se marque un curso de avance u otro. Desde abajo, en muchos rincones de
nuestro pueblo se va construyendo Poder Popular, desarrollando las fuerzas
necesarias para resistir si el escenario futuro fuera el más adverso, pero no
sólo eso: prefigurando además la proyección política necesaria para "contribuir
al armado de una fuerza popular que supere la disyuntiva entre lo que hay y lo
peor, para poder construir de conjunto una Argentina justa, soberana e
igualitaria".