Argentina, la
lucha continua....
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Glosario de burradas filofascistas en la cabeza de los
progresistas
Sobre el uso político de los muertos
Daniel Cadabón
No soy filósofo, jamás pude, por ejemplo, escribir el nombre de Heidegger sin
recurrir al diccionario; es más, antes de discutir con un filósofo preferiría
seguir discutiendo durante horas con mis compañeros y amigos sobre viejas
anécdotas de talleres, maquinas herramientas, afilado brocas, herramientas de
corte o puesta a punto de motores de explosión. No es que me jacte de esto ni
que lo reivindique, pero siempre me pareció más interesante el sonido de un
torno maquinando una pieza dentro de las tolerancias micrométricas, que los
interminables debates filosóficos sobre el ser y el tiempo.
Pero han asesinado a Mariano Ferreyra, joven militante del Partido Obrero, y
esto ha conmovido todas esas rutinas; porque cuando un compañero militante es
asesinado por una patota derechista hay que salir en su defensa aun en
contra de los filósofos y toda la calaña de progres por más neutros y
prestigiosos que puedan parecer.
Las burradas derechistas, en la cabeza de los progres, son un veneno que intenta
forjar la idea social de que las victimas, de la represión estatal en
democracia, son victimarios o que, en definitiva, se lo buscaron. Para esto,
no reparan en recurrir al arsenal de la teoría de los dos demonios, aunque por
su falta de valentía lo hagan en forma solapada, encubierta y vergonzante.
No hay que negar el empeño con el que trabajan en esto; la democracia burguesa
es única e irrepetible, una graciosa concesión de la burguesía a las masas del
mundo, que de no existir deberían soportar el yugo de la dictaduras.
"No es lo mismo alguien que te decepciona que un enemigo mortal".
José Pablo Feinmann –el bueno (¿?)- en su columna de pagina12 de este
domingo, cree haber descubierto una frase que serviría al objetivo final de
justificar al kirchnerismo frente a la crisis abierta por el asesinato del
joven militante Mariano Ferreyra.
Puede ser que el kirchnerismo sea decepcionante, afirma el autor , pero nunca
"un enemigo mortal".
Esta es, sin duda, toda una toma de posición arriesgada por parte del filósofo,
a apenas cuatro días de un crimen que aun no esta esclarecido. Pero Feinmann,
parece ser un hombre que no se deja amilanar por las minucias que puedan
revelarse después de una investigación hasta ahora inconclusa y avanza enfático
en esto de delinear: quién te decepciona sin volverse tu enemigo y quien como
enemigo no te decepciona, obvio.
Por extensión, Feinmann, explota su categoría de análisis en un sentido
histórico que abarca a la propia democracia de los ´70; democracia que implicó
uno de los regímenes más decepcionante para los trabajadores y donde se
mezclaron una mayor explotación social basada en la represión, con la corrupción
y el armado de bandas paramilitares que atacaron sin piedad cualquier
manifestación independiente de las organizaciones obreras. Sin embargo, el
autor, considera que no se debería asimilar a esa democracia setentista con el
rol de enemigo mortal, por lo menos, sin previamente analizar cuales fueron las
posibles causas de ese comportamiento anómalo de las instituciones
"decepcionantes". Para Feinmann la cosa se resuelve en una sigla, el ERP y en
una ideología, la izquierda.
El filósofo destaca que "hubo siempre en la Argentina una izquierda que
desconoció está verdad", la de que "no es lo mismo alguien que te decepciona que
un enemigo mortal" y da un ejemplo: "La Proclama que el ERP lanza ante la
llegada de Cámpora al poder es reveladora: como Cámpora no hará la Reforma
Agraria, no expropiará a las empresas monopólicas ni disolverá el poder de las
Fuerzas Armadas, Cámpora es tan burgués como Lanusse".
Feinmann oscurece un poco sus argumentos, al agregar en el mismo párrafo dos
hechos sucedidos con meses de diferencia y con gobiernos diferentes (Cámpora
primero y Perón despues) y al no explicar que significado histórico le da a esta
famosa proclama del ERP en la coyuntura camporista. No lo dice, pero podemos
deducirlo: para Feinmann no fueron ni la masacre de Ezeiza organizada por las
bandas paramilitares peronistas de derecha ni el lopezregismo ni la incapacidad
del camporismo para cumplir con su misión de frenar la resistencia obrera en
contra de los abusos de la patronales ni el impulso del imperialismo a los
regímenes de fuerza en la década del ´70, lo que hizo que el gobierno de Cámpora
cayera sin pena ni gloria; fue esa proclama "desacertada" del ERP, "al que no le
importaban las coyunturas políticas", lo que terminó con el gobierno del tío,
abriendo una de las etapas más sangrientas de la historia argentina.
De este análisis a terminar argumentando que la ofensiva derechista en contra
del movimiento obrero de los ´70 estaba justificada en el accionar de un grupo
de la izquierda, como lo afirmaron los teóricos de los dos demonios, hay un solo
paso y el filósofo (bueno¿?) lo da, apenas unos renglones más adelante.
"Así, el ERP ataca la guarnición militar de Azul pocos días antes de la reunión
de los diputados peronistas con Perón, entregándole a Perón todos los motivos
para demonizar a los jóvenes al acusarlos de ese hecho y, prácticamente ante las
cámaras de televisión, condenarlos a muerte"; a esta altura el filósofo ya no
duda en considerar la política represiva de la década del ´70 casi como una
reacción defensiva del peronismo en contra de esa orientación desacertada de los
militantes de izquierda que no entendieron, como Feinmann, que "no es lo mismo
alguien que te decepciona que un enemigo mortal".
Para hacer entrar la historia en su argumento, el filósofo se ve en la necesidad
de desconocer que el peronismo de los ´70 fue convocado por el Gran acuerdo
nacional no sólo para "decepcionar a las masas", sino, y sobretodo, para
derrotarlas en su creciente politización clasista y antiburocrática. Feinmann,
no lo dice y al intentar desacreditar a la izquierda termina embelleciendo a la
derecha, justificando sus golpes represivos.
El autor, tampoco dice que la gran batalla de Perón se dio fundamentalmente en
los sindicatos, pero no par desarrollar una mayor autonomía o democracia
sindical, sino para devolvérselos a la burocracia. Fue esto lo dio origen y
puso en marcha un conjunto de leyes antiobreras y penales que tuvieron su
presentación en sociedad el 1ª de mayo de 1974, obligando a los montoneros a
abandonar la plaza "de Perón"
Puede que Perón haya usado el copamiento de Azul para llevar agua a su molino
represivo y para justificar el accionar de las bandas de la triple A; pero las
leyes, a las que el filósofo hace referencia y que convocaron a los
diputados de la izquierda peronista frente a las cámaras de la televisión, no se
prepararon en una semana.
Cuando el ERP intentó el copamiento del regimiento de Azul (19/01/74) la leyes
penales represivas y la de Asociaciones sindicales ya estaban decididas,
discutidas y escritas.
Fue a fines de enero de 1974, apenas diez días después de Azul, que el General,
recibió con las cámaras de televisión encendidas a su "juventud maravillosa",
los escuchó unos minutos y luego dio un largo discurso donde los retó
públicamente (en realidad los recagó a pedos): "el que no esté de acuerdo se
va", los amenazó. Ocho de los diputados juveniles renunciaron a sus bancas y
fueron expulsados del Partido.
Es que Perón y peronismo de derecha, arribaron al gobierno, ante la retirada de
la dictadura, con la intención primordial de recuperar las organizaciones
sindicales de manos de "la amenaza zurda".
Por eso tenemos el derecho a preguntarnos ¿a qué refiere, el filósofo "bueno",
con todo este intríngulis histórico y deformado en medio de un contexto en el
que aparece un militante de izquierda asesinado?
Deducimos que, al menos que el filósofo no sea tan bueno y entonces desconozca
esta parte de la historia, toda esta deformación de los hechos origine una
amenaza que termine por justificar el accionar patotero ante la acción
militante; un alerta a los "jóvenes de izquierda" para que con sus
protesta no disparen la reacción burguesa y si lo hacés "después no te quejes",
si encontras en el lugar de la decepción a un enemigo mortal.
Así y todo, debemos reconocerle a Feinmann en su articulo el poner los puntos
sobre las íes. Porque termina aceptando que para el progresismo argentino es
preferible la "decepción" -es decir, la aceptación resignada de la ofensiva
burguesa y sus patotas sobre la clase obrera- que la resistencia a esa ofensiva.
Para el filósofo, como para el conjunto del progresismo, en la democracia
burguesa los trabajadores y sus organizaciones deben inclinarse agachando la
cabeza y vivir como rehenes de los dictados de los poderosos, única forma
de evitar que se despierte la bestia.
Está claro, el filósofo en su artículo no sólo aconseja, fundamentalmente
advierte - una suerte de amenaza- sin temor a que se le critique la deformación
no sólo de la historia, sino también del presente. Para esto, el autor realiza
un malabar sorprendente: no existiría nada en el kirchnerismo que impulse el uso
de patotas, todo lo contrario, las patotas serían una especie de exculpación
social reaccionaria.
La patota que asesinó a Mariano Ferreyra fue estimulada, de acuerdo al filósofo
bueno (¿?), por un discurso opositor antipiquetero que circula en la sociedad y
que termina por excitar la psicología patotera de la burocracia sindical para
terminar con los "zurdos" – no hay duda que la filosofía de Feinmann se las
trae-.
El oficialismo, por el contrario, en esto no tiene nada que ver ya que no esta
dispuesto a usar las fuerzas de seguridad para reprimir las manifestaciones
obreras, (¿se olvida el filósofo de la represión a los piqueteros, a los
trabajadores del Hospital francés, a los obreros de Terrabussi?) no importa
entonces que la policía libere las calles o que conspicuos integrantes de
gobierno y sus periodistas amanuenses anden a los besos con los integrantes de
las patotas sospechados de homicidas, mientras comparten fiestas y fotos.
Feinmann destaca la existencia de un discurso social que hace eje en que "Hay
que terminar con ese piqueterismo pendenciero que este Gobierno ha tolerado
hasta extremos inauditos"(…) Sobre todo si se trata de esos malditos "zurdos"
de siempre", este el carburante para que "la patota sindical se sienta
autorizada".
No sería entonces la autocrítica presidencial frente a los grupos de la derecha
sindical lo que agranda a los burócratas, ni la multitudinaria movilización a
River detrás del proyecto Moyano -donde la presidenta se pone la camiseta de la
JSP- lo que los autoriza a considerar que los sindicatos nuevamente "son de
Perón". No; según el filósofo, seria el discurso de una derecha reaccionaria,
que ha hecho cuerpo en la sociedad, lo que habilita a los sicarios para apretar
el gatillo.
Si fuera así, hasta la burocracia podría apoyar esta propuesta de análisis
psicosocial ya que quedaría medianamente limpia en su accionar asesino al
responder, casi, a un mandato social.
De todas maneras, aunque sabemos que el esfuerzo del autor no este puesto
en esta explicación psicosocial, sino en levantar la prenda del kirchnerismo en
su relación con las patotas, le quedaría por revelar que fue lo que llevó
a que una sociedad tan reaccionaria se movilizara tan masivamente a las 24 hs de
acontecido el asesinato Mariano Ferreyra.
Feinmann, quiere lavarle la cara al kirchnerismo y de paso, si puede al
peronismo de Perón.
Toma como accionar patotero paradigmático de los ´70 la irrupción de bandas
armadas a la ciudad de Villa Constitución (1975), obviando las violentas
intervenciones provinciales realizadas por bandas armadas y fuerzas de seguridad
con Perón vivo (ya nada es casual); dice: en esas épocas las patotas "Se sentían
parte del poder, lo eran. Pero esta patota, la que asesinó a Mariano Ferreyra,
no es parte del poder, ni mucho menos del Estado". Naturalmente Sr.
Feinmann, aunque la patota que asesino a Mariano participe en las fiestas de los
capitostes del estado, sonrían para las fotos y llenen los actos
oficiales.
Pero hay un punto aun más penoso en todo este asunto, si se puede. Y el filósofo
al intentar mostrarse sarcástico con los compañeros del partido de Mariano, va a
terminar escupiendo para arriba.
"Supongamos, compañeros del PO (aunque ustedes no me quieran como compañero,
pero no me importa: para mí ustedes tienen ideas e ideales, son jóvenes, pelean
contra lo que creen injusto, y están –es mi opinión– equivocados porque no han
aprendido a ver los matices, las diferenciaciones fundamentales entre las
políticas burguesas que llevan en sí la muerte y las que no, no entienden que
hoy, aun si ustedes llegaran al poder, no podrían hacer otra cosa que
"capitalismo", "políticas burguesas" o saldrían brutalmente expulsados en dos
días a lo sumo)". Para Feinmann, el kirchnerismo no es otra cosa que una
hemorragia de realismo y entonces intenta devaluar a los que luchan.
Dado que no se puede hacer otra cosa que "capitalismo o "políticas burguesas"
para qué luchar. ¿Para qué luchaste Mariano? ¿Para que diste todo lo que tenías?
Si el filósofo ha hecho del capitalismo una política universal, necesaria y
suficiente. ¿Para qué todos los días y en todo el mundo cientos de combatientes
dieron y dan la vida en guerras antiimperialistas y
anticapitalistas, si van a terminar haciendo "capitalismo" o "políticas
burguesas"? Ay¡¡ filósofo bueno (¿?) tus argumentos parecen sacados del manual
de kirchnerismo puro. Algo así parece haberse preguntado la presidenta cuando
comparó una puerta con una vida. Vamos muchachos ¿Para qué rompen una puerta si
después no se aguantan un balazo?
"El joven Mariano Ferreyra - prosigue Feinmann- si militaba en el PO lo hacía
porque tenía la certeza de que todo es el Poder. Que no hay matices. Que no hay
con quién dialogar (¿igual que el ERP, Feinmann?). ".
"Recuerden ese consejo de oro: no es lo mismo alguien que te decepciona que un
enemigo mortal. Por decirlo claro, lo que sigue a esto es un enemigo mortal"
Consejos, advertencias, amenazas. Uso político de una muerte militante para
ensalzar al oficialismo.
Mariano Ferreyra ya no está para discutirle al filósofo y Elsa Rodríguez no
despierta aun para decirle con un tono barrial franco: "che,
filósofo, sabes lo que podes hacer con tus consejos y con tus políticas
burguesas…"
Juicio y castigo a los asesinos materiales e intelectuales del Compañero Mariano
Ferreyra.