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Córdoba: La sombra azul oscureció la democracia
Katy García
PRENSA RED
Mariano Saravia ratificó ante el Tribunal lo investigado y publicado en su libro
"La Sombra Azul" que revela el funcionamiento del D2 en los años de plomo y
luego durante la democracia.
En otra testimonial del juicio por crímenes de lesa humanidad que se desarrolla
en Tribunales Federales, declaró el periodista y escritor Mariano Saravia, autor
del libro "La Sombra Azul, el caso Luis Urquiza" que narra el funcionamiento del
D2 durante la dictadura y su continuidad durante la democracia.
Entre los imputados hubo dos ausencias notorias. Los jerarcas Videla y Menéndez
no se hicieron presentes por prescripción médica y se encuentran internados en
el Hospital Militar.
El periodista reconoció a los imputados Sargento Gómez, Mirta Antón, y Carlos
Yanicelli por fotos aparecidas en artículos periodísticos y al comisario
inspector Rodolfo Salgado porque en una presentación de su libro le ofreció su
tarjeta personal "por si necesitaba algo".
Saravia, actual director de Radio Nacional Córdoba, afirmó que esta historia
luego transformada en libro comenzó con un llamado urgente del diputado Atilio
Tazzioli quien le comentó que el ex preso político Luis Urquiza no podía
regresar al país de su exilio en Dinamarca porque era un "perseguido político".
A partir de ahí emprendió la tarea investigar sobre esta cuestión.
"Me sentí en la obligación de hacerlo y lo hice por medio de mails y artículos
periodísticos. Urquiza y Tazzioli fueron fuentes fundamentales y un policía que
participaba del grupo cuando Aguad los unifica", comentó.
"El hilo conductor es la historia de Urquiza que entra a la policía como salida
laboral y termina preso y torturado por sus propios compañeros", manifestó. Y
agregó que Urquiza "no era un militante, era un muchacho común que no se había
prestado a esos métodos y el mismo dice que en una clase el tuerto Rocha le
decía que si iban persiguiendo a un delincuente que siempre que maten a alguien
debían tener un arma limada. Y como le decían que eso era ilegal fueron tildados
de subversivos", afirmó.
El protegido
Urquiza denunció, en 1997, a la patota policial que actuaba en los setenta y
siguió por dos décadas más. Los mismos que lo torturaron seguían en funciones y
en altos cargos. Y no solo eso: eran protegidos por el poder. Cuando la
situación tomó estado público desde el goberno se trató de ocultar y negar los
hechos. El libro reproduce un diálogo entre el fiscal de Estado Alberto Zapiola
y el gobernador Ramón Mestre.
"Le tiró sobre el escritorio el informe de Charlie Moore ante la ACNUR en 1980
donde cuenta todo sobre Yanicelli y el D2", explicó Saravia y leyó directamente
el párrafo.
- Gordo, ¿vos sabés a quién estás defendiendo? Este tipo es un torturador de los
'70 (se refería a Carlos Yanicelli)
- Pero si el Milico (apodo de Aguad) asegura que es un hombre de confianza.
El diálogo iba subiendo de tono -contó- y Aguad se sumó a la conversación y
manifestó que le extrañaba porque "era uno de nuestros mejores hombres".
Mestre le respondió entonces: "Mirá Milico, no me digás si puede o no ser porque
vos en los ’70 estabas jugando al rugby y no te enterabas de estas cosas".
Saravia ratificó que Charlie Moore ya había denunciado el funcionamiento del D2
en San Pablo y el propio Urquiza en Madrid. Asimismo recordó que varios de los
nombrados en el libro habían sido procesados como Raúl Yanicelli.
En otro trayecto del relato aseguró que este mismo grupo estuvo vinculado a
hechos resonantes como robos y homicidios durante el periodo democrático.
"Algunos estuvieron involucrados en el asalto a Tagle, al Banco Nación de Laguna
Larga y no hubo condenados. Creo que hubo homicidios", señaló.
Existen dos pedidos para que Aguad sea convocado a declarar como testigo, pero
aún no lo resolvió el tribunal.
El testigo expresó que también constan en el libro "unas declaraciones de Luis
Rébora, titular de la Conadep, en las que afirma que "nadie es inocente en el D2
porque participaban en todo". De manera que "los funcionarios debían conocer
quiénes eran", opinó.
En relación al nombre del libro expresó que hace referencia a "esa sombra que se
proyectaba sobre el presente".
Terrorismo cordobés
Y ante una pregunta del Juez Lascano sobre los años anteriores a la dictadura
respondió que Urquiza "ya estaba en funciones en el 73 y 74 cuando ocurre el
Navarrazo. Un verdadero golpe de Estado policial pero no hay pruebas lo mismo
que con el Comando Libertadores de América". Y añadió que Raúl Telleldín "fue
enviado desde Buenos Aires por López Rega y que políticamente se pueden sacar
conclusiones".
Aseveró el periodista que se trató de terrorismo de Estado y que se puede
considerar como Genocidio lo ocurrido en Córdoba. Consideró además que no se
trató de una guerra y si lo hubiera sido no se respetaron las convenciones de
Ginebra.
"Lo que mas nos duele es que son parte de la condición humana y que en ciertas
circunstancias fueron usados y luego descartados y soltados de la mano por esos
poderes económicos… y en definitiva me parece triste la posición de ellos", dijo
refiriéndose a los imputados. Y agregó en tono reflexivo que "el pacto de
silencio no tiene sentido. Podrían decir donde enterraron a sus víctimas",
señaló.
La publicación del libro le trajo consecuencias personales ya que fue
permanentemente intimidado.
Entre las situaciones vividas recordó que la primera vez le dejaron diez balas
el la puerta de su domicilio, le robaron la perra y telefónicamente le hacían
escuchar los ladridos.
Otra vez le dejaron un pajarito muerto y una camioneta circulaba por su casa
todo el tiempo. Se decidió a denunciar los hechos cuando ingresaron a su
domicilio y encontró todo revuelto. Aconsejado por su abogado Miguel Rodríguez
Villafañe denunció las amenazas en conferencia de prensa.
Dos de los policías aludidos – Herrera y Domina- le realizaron demandas civiles
por calumnias e injurias.
Posteriormente declaró Omar Angel Astudillo quien aseguró que Luis David Merlo
custodiaba la casa de su vecino Raúl Telleldín, jefe máximo del D2. Por la tarde
testificaron María Cristina Tobares, y el ex preso político Carlos Alfredo de la
Merced.